Federico Mompou (1893-1987). La Belleza de la Música Callada

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“Mompou está evocando en la música el silencio … y el silencio es la música”. Con estas palabras definía la guitarrista Raphaella Smits la música de Federico Mompou, de cuyo nacimiento se cumple este mes el 125º aniversario.

Creo que es justo decir que Mompou es uno de los compositores con los seguidores más fieles. No es famoso en general, incluso entre aquellos que habitualmente escuchan música clásica, pero su música es amada y venerada por quienes la conocen.

Mompou era una persona muy tímida y tranquila (en una entrevista, describió sus pasatiempos favoritos como “Contemplación, meditación y el cine”.) No tocaba el piano en conciertos públicos, solo en reuniones privadas, lo que puede haberle evitado una fama más amplia.

La música de Federico Mompou fue coloreada por las dos principales influencias en su vida: la herencia popular catalana y la influencia de los modernistas franceses de su juventud, principalmente Debussy y Satie. Quizás por su timidez, nunca propagó su música agresivamente ni buscó ambiciosamente escribir con formas grandiosas que facilitaran un éxito fácil. Trabajó en un lenguaje muy personal, sencillo y popular que iba en contra de las principales tendencias del modernismo racionalista. Pero había quienes, artistas y público por igual, que amaban su música y la mantenían viva.

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Federico Mompou alrededor de 1920. Fotografía: Fons fotogràfic Frederic Mompou (Biblioteca de Catalunya)

Nacido en Barcelona el 16 de abril de 1893, Mompou estudió piano en el Conservatorio del Liceo y dio su primer recital público a la edad de 15 años. Decidido a  estudiar composición en Francia, después de escuchar a Marguerite Long tocar la música de Faure. Llegó a París en 1911 armado con una carta de recomendación de Granados. Ese mismo año, compuso su primera pieza para piano.

Sin embargo, su timidez lo desanimó de iniciar una carrera de interprete y lo derivó exclusivamente hacia la composición. La música de Satie en particular lo animó a desarrollar un estilo deliberadamente simple. Su ideal estético estaba claro: la máxima expresión con los mínimos medios.

Fue un minimalista temprano. Buscó lograr efectos emocionales profundos a pesar del escaso número de medios musicales que empleaba. Eso significaba una predilección por la música popular y por los repetitivos efectos del ostinato (una frase musical repetida una y otra vez en una composición). También una falta de inclinación para modular o desarrollar sus materiales musicales.

Mompou regresó a su Barcelona natal cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, pero regresó a París en 1921; en 1941 regresó a Barcelona para siempre.

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Federico Mompou en 1955

Ese mismo año, durante un concurso de piano, conoció a una joven candidata, Carmen Bravo, con quien se relacionó en una larga y fructífera amistad que culminó en matrimonio en 1957. Fue el estimulante de la obra creativa de Mompou, que devolvió al músico al mundo de la composición tras una década de crisis creativa en la que sólo compuso dos obras.

Él vuelve a componer, recupera la fama y recibe el reconocimiento oficial en Francia y España. Su música tiene gran éxito en Inglaterra. En 1955, la creación de un ballet con varias de sus composiciones es un éxito absoluto (“House of Birds” para el Royal Ballet). Una hemorragia cerebral cesa sus actividades en 1978. Murió en Barcelona el 30 de Junio de 1987.

Casi todas las más de 200 obras de Mompou son piezas para piano o canciones en un tempo lento. Pero a pesar de su falta de modernidad, sus composiciones ganaron fieles admiradores, que encontraron en ellas una evocación y una intensidad que faltaba en muchas otras músicas del siglo XX. Algunos de esos admiradores se encargaron de orquestar piezas seleccionadas y emplearlas para ballets y otros espectáculos públicos.

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Destacar en su obra la serie, agrupada en cuatro cuadernos, conocida como “Música Callada”. Compuesta durante varios años a partir de 1951, cuando Mompou tenía casi 60, las veintiocho piezas de la Música Callada, son miniaturas sucintas que resumen la estética de Mompou. Casi todos ellas tienen un ritmo lento (y a veces muy lento), y todas son bastante cortas, la mayoría de ellas tienen una duración de menos de tres minutos. El título está tomado del “Cántico espiritual” de San Juan de la Cruz, concretamente de estos versos: “la música callada / la soledad sonora”.

El propio Mompou la define así en su presentación: “Esta música no tiene aire ni luz. Es un débil latir del corazón. No se le pide llegar más allá de unos milímetros en el espacio, pero sí la misión de penetrar en las grandes profundidades de nuestra alma y regiones mas secretas de nuestro espíritu. Esta música es callada porque su audición es interna. Contención y reserva. Su emoción es secreta y solamente toma forma sonora en sus resonancias bajo la gran bóveda fría de nuestra soledad. Deseo que en mi música callada, este niño recién nacido, nos aproxime a un nuevo calor de vida y a la expresión del corazón humano, siempre la misma y siempre renovando.”

Genericamente, Mompou define así su música: “La mejor palabra es la palabra no dicha, como todos sabéis, soy un hombre de pocas palabras y un músico de pocas notas”. “La música está escrita para lo inexpresable, quisiera que ella pareciera salir de la sombra para volver de nuevo a ella. Me encuentro en la obligación de encontrar nuevas formas, creo que nunca podré encerrar mi música en un mundo demasiado correcto.”

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Entrevista en el programa “A Fondo”, realizada por Joaquín Soler Serrano (1976)

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Música Callada

“Impresiones Intimas” (Luis Ángel Martínez – Piano)

Cançons i Danses (No. 4-5-6)

Paisajes (Arcadi Volodos – Piano)

Suite Compostelana (Dedicada a Andrés Segovia)

Los Improperios (Composición para Coro y Orquesta)

Pioneras del Rock Femenino (III): Shelly y Nueva Generación (1968-1969)

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Hoy el recorrido por aquellas aguerridas pioneras del rock llega a España. No estamos hablando de una banda enteramente femenina, sino de una solista y su banda de acompañamiento, formada en su totalidad por hombres.

Shelly (María de la Concepción Gutiérrez Lobo), era una venezolana de padres españoles que llevaba tiempo establecida en Madrid. Había estado pululando por varias formaciones. A los 19 años se convirtió en la vocalista de la banda madrileña Los Driblings, que posteriormente se convirtieron en Nosotros.

Tras unas cuantas actuaciones por las discotecas madrileñas con un repertorio que va desde el soul hasta los ritmos brasileños. En un momento dado, Maryní Callejo, extraordinaria productora, y una de las responsables del éxito de Los Brincos, se fija en Shelly y decide lanzar una formación bajo su liderazgo.

“I’m a Poor Girl (1968)

Su primer sencillo apareció en septiembre de 1968, con las canciones “Mr. Train, Hurry up!” / “I’m a Poor Girl”, con la producción del líder de Los Pekenikes, Alfonso Sáinz. La original propuesta musical de la banda, una mezcla de soul, rock, y un punto psicodélico, todo ello unido a sus enérgicos y arrolladores directos y actuaciones en televisión, hacen que no pasen desapercibidos.

Pero sobretodo hay que destacar la figura de Shelly. Una voz potente, que a veces recuerda a Janis Joplin, pero a la vez dúctil y maleable. Todo unido a su hinóptica forma de bailar y de moverse en el escenario, la convirtieron en un fenómeno casi único en el mercado musical español. Donde las escasas figuras femeninas dedicadas a la canción, lo más que solían hacer era un almibarado pop que nada tenía que ver con el potente sonido de Shelly, en total concordancia con lo que se grababa fuera de nuestras fronteras.

Todo ello les llevó a publicar su segundo single en diciembre de ese mismo año 1968, con las canciones “La Mujer Diablo” / “I’m Just a Fool”. Precisamente, esta última canción la interpretaron, en un desértico Estadio Santiago Bernabéu, en la película de Iván Zulueta “Un, dos, tres, al escondite inglés” junto a otros temas de otros grupos españoles del momento. Esta cinta es realmente una cápsula del tiempo del sonido de la época.

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La Mujer Diablo (1968)

I’m Just a Fool (1968)

En la primavera de 1969, y producido, como el anterior single, por Pepe Nieto. Aparece el que será su último sencillo. Traería como cara A, su canción más recordada, “Vestido Azul”, versión de un tema a ritmo bossa nova compuesto por Nonato Buzar, y popularizado por Wilson Simonal; como Cara B “¡No puedo olvidarte, chico!”, de un tono parecido, más pop, y que demuestra una vez más, que este grupo no tiene caras B, que todas se merecen ser A.

Esto es el principio del fin. Con alguna variación en su formación, se embarcan en una gira por México y EE.UU., que supone la disolución de la banda a su regreso. Se ha hablado de grandes discrepancias durante la gira, de los planes que tenía Maryní Callejo de disolver el grupo y convertir a Shelly en cantante melódica. Fue el final como grupo y el comienzo del mito.

Shelly y Nueva Generación, a pesar de lo breve de su carrera, y de su producción discográfica. dejaron un recuerdo imborrable que ha llegado hasta nuestros días, en especial en el mundo Mod, donde son venerados, y sus canciones no faltan en ninguna fiesta.

Shelly ha sido la auténtica pionera del rock femenino en España. Su voz, su enorme carisma y personalidad. Realizando una música en las antípodas de casi todo lo escuchado en España en aquella época. 50 años después, nos sigue sonando como parte de lo mejor de aquella década.

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Vestido Azul (1969)

No Puedo Olvidarte Chico (1969)

 

 

Lore Amenábar (25/Abril/2018)

25-04-2018 – 20:15 H.

 Teatro el Albéitar ULE

Invitaciones: a partir de quince minutos antes del concierto en taquilla

Nace en Irura en 1995. A la edad de 8 años inicia sus estudios de acordeón y en 2009 pasa a ser alumna de Salvador Parada en el Conservatorio Francisco Escudero de San Sebastián. En 2013 comienza el Grado Superior con Matti Rantanen en Helsinki.

Estos son algunos de los premios que ha conseguido tanto a nivel individual como en música de cámara: Primer premio en el “Concurso de Acordeón de Arrasate” en categoría Infantil (2008) y Junior (2011); primer premio en el concurso de “Jóvenes Músicos de Euskadi” a nivel individual y segundo en música de cámara junto al clarinetista Iván Arostegui en 2013. Además, participó en la grabación de la obra de Francisco Escudero “Fantasía Geosinfónica” bajo la batuta de Iñaki Alberdi en 2010. En 2015 consiguió el cuarto puesto en “Klingenthal Accordion Competition”. Además, en 2016 interpretó la Premier de Helsinki de la obra “Niin kauan minä trampaan” de Paavo Korpijaakko junto al cuarteto de cuerdas de la Filarmónica de Helsinki. Finalmente, acaba de obtener el primer premio en el concurso Juventudes Musicales de España.

Actualmente, continúa sus estudios de postgrado en Sibelius Akatemia con el profesor Mika Väyrynen.

Título del espectáculo: “EXPERIENCES”

El acordeón es un instrumento relativamente nuevo que ofrece muchas posibilidades al poder adaptarse fácilmente a la música de épocas diferentes. El fuelle nos permite jugar con el sonido para transmitir sensaciones mientras que los registros nos ofrecen varios colores sonoros. Por eso, considero que es un instrumento “camaleónico”.

“Experiences” ofrece predominantemente obras originales para acordeón, que son obviamente contemporáneas, y más concretamente obras de compositores finlandeses de los siglos XX y XXI. Son obras de pinceladas dispares que nos trasladan a ambientes o paisajes desconocidos. Ahora bien, quisiera, además, hacer un guiño al Barroco con obras de Bach y Pachelbel como pequeñas muestras del amplio espectro musical que se puede interpretar con este instrumento.

Obras de:

M Lindberg (1958): Jeux d´anches

J.S.Bach (1685-1750): BWV 659 – Nun komm der Heiden Heiland

Kaipainen: Vento

J.M. Sánchez-Verdú: Arquitecturas del silencio

Pachelbel (1653- 1706): Chacona en Fa menor

V. Kujala (1976): Mephisto Maze (Estreno en España

Mucho más que un poeta. La música en la obra de Juan Carlos Mestre

Juan Carlos Mestre 1

Hablar de Juan Carlos Mestre es hacerlo de un creador poliédrico. De un prisma que descompone en varios haces creativos la luz de su interior. Su faceta más conocida es la de poeta, pero todo en el es poesía, solo varía la forma y soporte de transmitirla.

Mestre, nacido en Villafranca del Bierzo, León, en 1957, atesora los más importantes premios y galardones, el Adonáis y los Premios Nacionales de Poesía y de la Crítica.

A todo esto hay que sumar, el Premio Castilla y León de las Letras en su edición correspondiente a 2017, en reconocimiento a “una obra desbordante en la que se mezclan con excelencia todos los géneros literarios” además de reconocer a este autor “como artista polifacético, poeta original, imaginativo y feliz”, según se manifestó en la resolución del jurado. Asimismo, el jurado acordó por unanimidad conceder a Mestre este galardón como “heredero y renovador de la gran tradición literaria berciana”.

Poeta, grabador, pintor, escultor, ensayista… De mil formas nos transmite Mestre sus versos, no solamente planeando sobre un papel. Sus acuarelas, sus aguafuertes, sus esculturas, son también esa poesía que emana de su arte fecundo y generoso. Pero, siendo este un espacio dedicado a la música, ¿donde queda esta en la obra de Juan Carlos Mestre?. O quizás llevados por la admiración nos hemos olvidado del objetivo de este blog. ¿Existe un Mestre músico?

No estamos hablando de un Mestre compositor, pero la importancia de la música en su labor creativa es indudable y omnipresente. La música acompaña muchos de sus recitales. Como una compañía sutil, que se siente y no estorba, que no mancilla las palabras, sino que las mece y las acuna.

Pero si hay una imagen, pudiéramos llamar “icónica” de Mestre y la música, es cuando recita “Cavalo Morto”, poema recogido en su aclamadísimo poemario “La Casa Roja”, acompañado por un viejo acordeón tocado por el. La magia que el autor berciano consigue en ese momento, es muy difícil de describir, como son difíciles de describir los sentimientos. Hay que vivir ese instante de emoción, dejarse acariciar por el verbo cálido de Mestre, por el suave susurro de su acordeón. “Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo”.

El poeta Juan Carlos Mestre con el cantante Amancio Prada, quien puso música a los versos de su paisano del Bierzo. - raquel p. vieco

Juan Carlos Mestre con Amancio Prada

Ha colaborado y hecho grabaciones discográficas con músicos como Amancio Prada, Luis Delgado, Cuco Pérez, José Zárate o Hugo Westerdahl con quienes ha realizado conciertos, performances y lecturas ante diversos auditorios  de España, Italia, Francia, Noruega, Finlandia, Suecia, Irlanda, Bélgica, Rusia, Lituania, Portugal, Grecia, Israel, Costa Rica, Yugoslavia, Bosnia-Herzegovina, Polonia, Reino Unido, Serbia, Ecuador, Cuba, Marruecos, China, Túnez, Argentina, Perú, Chile, Líbano, Colombia, Honduras, México y los EE.UU.

Destacar en especial dentro de su colaboración con Amancio Prada, el bellísimo disco-libro basado en las “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique, publicado en 2010.

En 2012 Mestre estrena “La Música de las Bicicletas”, un concierto recital junto con la compositora María José Cordero. Juntos nos proponen un recorrido por un espacio armónico, donde la música y la poesía se unen en un espectáculo que reúne los elementos de un concierto, sumados a un planteamiento de puesta en escena de carácter teatral.

Fotografía: Juan Luis García

La obra de Juan Carlos Mestre, en cualquiera de sus facetas, prescinde de modas y tendencias. Es una colección de imaginarios, de ensoñaciones que se empeñan en ser reales. Una especie de hoja de reclamaciones al gran gestor de esta sociedad, donde Mestre reclama que nos devuelvan la felicidad robada. Descubran la obra de este autor imprescindible. Descubran donde germina la vida en el reseco páramo de nuestros días.

Antífona de Otoño en el Valle del Bierzo (Una Vídeocreación de Carmen Isasi sobre poemas de Juan Carlos Mestre para las VII Jornadas de Poesía de Bilbao) 2015

Juan Carlos Mestre y Amancio Prada (Al Alba) 2004

Juan Carlos Mestre y María José Cordero (La Música de las Bicicletas) 2012

Cavalo Morto (Poema de Juan Carlos Mestre de su libro La Casa Roja) Acompañado por Manu Clavijo y Juan Fernández Fernández

Simon & Garfunkel (Bookends) 50º Aniversario

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Muy pocos álbumes realmente encapsulan un momento en el tiempo. Aún menos se conectan profundamente con los oyentes de manera que tal vez no se den cuenta hasta décadas más tarde. “Bookends” de Simon & Garfunkel es uno de esos raros ejemplos. Paradójicamente, es a la vez,  intemporal y un reflejo de su tiempo.

“Bookends” (publicado el 3 de abril de 1968) es el mejor de todos los álbumes de Simon & Garfunkel, y uno de los mejores discos hechos en la década de los sesenta. “En poco más de 29 minutos, “Bookends” es impresionante en su visión de unos Estados Unidos desconcertados en busca de sí mismos”, dijo el crítico de AllMusic, Thom Jurek.

En 1968, se había vuelto obvio que había un oscuro revés en los soleados ideales que caracterizaron la primera mitad de la década de los sesenta. Con disturbios en las calles, el creciente número de víctimas de una guerra sangrienta y una avalancha de asesinatos llenando los titulares, pocos artistas captaron esa sensación de incertidumbre mejor que Simon & Garfunkel.

El Dúo durante las sesiones de grabación del álbum. Fotografía cortesía de George Schowerer.

Amigos de la infancia de Forest Hills, Nueva York. Simon & Garfunkel comenzaron a grabar juntos en 1957 como un dúo al estilo de los Everly Brothers llamado Tom & Jerry. Consiguieron un aceptable éxito con “Hey, Schoolgirl”, antes de separarse después de que esto no tuviera continuidad.

Los dos se reunieron a principios de los años 60 durante el apogeo musical del popular barrio neoyorkino del Greenwich Village. Se separaron nuevamente tras el fracaso de su primer álbum, y luego se unieron ya definitivamente después del enorme éxito de la posterior versión electrificada de “The Sounds of Silence”, incluida en el.

A partir de ese momento, el dúo saltó a la fama con álbumes exitosos como “Sounds of Silence” y “Parsley, Sage, Rosemary y Thyme”. En 1967, el director Mike Nichols se dirigió a Simon para que escribiera canciones para su próxima película, “El Graduado”. Lanzado varias semanas antes de “Bookends”, el álbum de la banda sonora impulsó a la banda aún más al estrellato.

Paul Simon en el estudio de grabación. Fotografía cortesía de George Schowerer.

“Bookends” rara vez es el primer álbum en el que la gente piensa cuando mencionas a Simon & Garfunkel. De hecho, me atrevería a decir que la mayoría de la gente podría tener problemas para nombrar el álbum que contiene éxitos tan masivos como “Mrs. Robinson” y “America”. Tal vez sea porque los dos mayores logros del dúo (“Sounds of Silence” y “Bridge Over Troubled Water”) llevan el nombre de los singles más exitosos del dúo que aparecen en ellos.

El tono social y político en muchas de las letras, muestra cómo Paul Simon tomó en consideración el mundo que lo rodeaba en el proceso de escritura, y realizó un gran trabajo al insertarlo en el álbum, metafórica y descaradamente. Llegó mucho más lejos que otros compositores de la época.

Según el periodista Bud Scoppa, “el disco es una meditación sobre el paso de la vida y el impacto psicológico de las pérdidas irreversibles y en constante acumulación de la vida. El ciclo de las canciones también describe la vida y la muerte del ideal romántico del sueño americano”. 

Art Garfunkel. Fotografía cortesía de George Schowerer.

“Bookends” sigue un concepto unificado, explorando el viaje desde la niñez hasta la vejez. La cara A del álbum marca etapas sucesivas en la vida, cada tema sirve como un delimitador literal del ciclo vital. La segunda cara consiste principalmente en material no utilizado para la banda sonora del “El Graduado”. Las letras de Simon giran en gran medida en torno a la juventud, la desilusión, las relaciones, la vejez y la mortalidad. El álbum se grabó gradualmente a lo largo de un año, y la producción se aceleró en los últimos meses de 1967.

La brevedad del disco refleja su producción concisa y perfeccionista. El equipo pasó más de 50 horas de estudio grabando “Punky’s Dilemma”, por ejemplo, y volvió a grabar partes vocales, a veces nota por nota, hasta que quedaron satisfechos. Simon prestó mucha atención a sus tomas vocales, y se esforzó por lograr que cada línea fuera perfecta. Tomó un papel más importante en todos los aspectos de la producción, y las armonías por las cuales la banda era famosa, desaparecieron gradualmente a favor de las canciones cantadas en solitario por cada miembro.

“Bookends” fue lanzado por Columbia Records el 3 de abril de 1968. En un contexto histórico muy complicado, solo 24 horas antes del asesinato del activista del Movimiento por los Derechos Civiles Martin Luther King, que provocó indignación y disturbios en todo el país. El escritor Pete Fornatale opina que el álbum sirvió como “comida reconfortante” durante aquellos tiempos tan tumultuosos de la nación. El álbum debutó en el Billboard Pop Album Chart el 27 de abril de 1968, ascendiendo al número uno y permaneciendo en esa posición durante siete semanas no consecutivas, permaneciendo en la lista por un total de 66 semanas. En el Reino Unido también llegó a lo más alto de las listas.

Paul Simon con el productor Bob Johnston. Fotografía cortesía de George Schowerer.

Muchos vieron en “Bookends”, un gran avance en la producción y la composición de canciones. “Fue nuestra primera pieza seria de trabajo, diría yo”, dijo Simon en una entrevista de 1984 con Playboy.

En 2012, la revista Rolling Stone incluyó el álbum en el puesto nº 234 de su lista de “Los 500 mejores álbumes de todos los tiempos”. Así mismo, en 1990 apareció en el puesto 21 de “Los mejores 25 álbumes de Rock & Roll de los años 60” de la misma publicación.

En 2010, una línea de la canción “América” ​​- “Todos fueron a buscar a América” – comenzó a aparecer pintada en edificios vacíos y fábricas abandonadas en la ciudad de Saginaw, Michigan, que se menciona en la canción. Un grupo de artistas, que eventualmente se hizo conocido como “Paint Saginaw”, comenzó a reproducir la frase después de que la población de la ciudad había disminuido enormemente a causa de la crisis, señalando que la canción ahora encapsulaba una sensación de nostalgia por una época pasada entre los residentes de la ciudad.

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Hace 50 años, Simon & Garfunkel nos embarcaron en un viaje infinito. Navegando las procelosas aguas de la incertidumbre, la desesperanza, los años perdidos, los años soñados. Quizás para quien siga atravesando esos océanos inciertos, encuentre en las letras de este álbum el mapa para poder arribar al lugar donde crecen las respuestas.

Enlace a la Lista de Reproducción del Álbum

Versiones de temas del álbum

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Yes (America) 1972

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Bangles (Hazy Shade of Winter) 1987

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The Lemonheads (Mrs Robinson) 1992

 

 

Diego Vasallo (13/Abril/2016)

13-04-2018 – 21 horas

Teatro el Albéitar ULE

 

El donostiarra Diego Vasallo presenta su último trabajo “Baladas de un Autorretrato” un paso más en su reivindicable y estupenda carrera en solitario al margen de Duncan Dhu.

Diego Vasallo es músico y pintor de formación autodidacta.

En 1984 fundó junto a Mikel Erentxun y Juan Ramón Viles la banda Duncan Dhu, con la que ha grabado nueve discos y realizado giras de conciertos tanto en España como en Europa y México durante más de veinte años. En 2001 el grupo paró su actividad hasta 2013, en el que hubo una reunificación para publicar un mini L.P. de canciones nuevas titulado El Duelo (Warner 2013) y se realizaron dos giras de conciertos en 2014 y 2016.

En 1991 inicia un proyecto musical con claras influencias de sonidos 80’s, pop sintético, soul, tecno, y rhythm’blues bautizado como Cabaret Pop, con el que grabó los discos: Cabaret Pop (Warner 1991), Realidad Virtual de Rock’roll (Warner 1992) y Diego Vasallo y El Cabaret Pop (Warner 1995). Bajo este nombre se realizaron además numerosos conciertos con distintas formaciones de músicos.

En 1997 inicia su carrera en solitario ya bajo su propio nombre, publicando seis discos hasta la fecha: Criaturas (Warner 1997), Canciones de Amor Desafinado (Warner 2000), Los Abismos Cotidianos (Warner 2005), La Huellas Borradas (Warner 2006), Canciones en Ruinas (Warner 2010), y el último hasta la fecha, Baladas para un Autorretrato (Subterfuge 2016). Además ha publicado un disco-libro coeditado con Suso Saiz, El Cuaderno de Pétalos de Elefante (El europeo, 2002) y un álbum junto al poeta Roger Wolfe, La Máquina del Mundo (Warner, 2006). En esta etapa en solitario de su carrera, su música se caracteriza por una búsqueda de la introspección sonora y un mayor peso de los textos en las canciones, acercando las sonoridades del folk, el blues y el rock’roll a un universo personal más literario.

En todos estos años ha realizado varias giras de conciertos en España, actuando en numerosas salas y teatros con diversas bandas de acompañamiento. Actualmente se encuentra presentando su último disco “Baladas para un Autorretrato”.

Diego Vasallo (Piedra Helada) 2017

Carol Kaye. El mejor bajista era mujer

Trabajo de estudio, ca. 1971. Carol Kay, revista de guitarra vintage

Si quiere que algo se haga bien, no lo haga solo: contrate a un profesional. Esa era la mentalidad predominante entre los productores de discos a principios de los años 60, especialmente cuando se trataba de hacer éxitos. La música pop en Estados Unidos había llegado a un punto álgido cuando los Beatles cruzaron el charco, y la presión era constante para seguir entregando éxitos ante el avance de la “invasión” británica. La emotiva voz de Sam Cooke, el encanto de Diana Ross o el Muro de sonido de Phil Spector podrían ser un éxito en esos días, pero el éxito de una canción depende tanto de los compositores e interpretes, como de los músicos de sesión que trabajaron incansablemente entre bastidores.

Para la mayoría de las fechas de grabación, la primera llamada se reservó para los músicos que habían establecido una reputación de ser confiables, versátiles y sólidos en su instrumento. En Los Ángeles, surgió un colectivo informal de unas pocas docenas de jóvenes y hambrientos músicos de jazz, procedentes de la floreciente escena de clubes nocturnos de la ciudad, que más tarde fue bautizado como “The Wrecking Crew” (“equipo de demoliciones”) por el baterista Hal Blaine.

Carol Kaye era una de esas aspirantes, y aunque para algunos podría ser un poco exagerado llamarla la gran olvidada del apogeo de la industria musical en la Costa Oeste, ella hace tiempo que debería tener un reconocimiento más amplio. Sus líneas de bajo han impulsado canciones clásicas de los Beach Boys, Simon & Garfunkel, Joe Cocker, Frank Sinatra (y su hija Nancy), Ray Charles, Lou Rawls, Glen Campbell, Barbra Streisand, Sonny & Cher y los Monkees, por nombrar unos cuantos. En los años 60 y 70, Kaye también fue la bajista de numerosos productores de discos y compositores de bandas sonoras, entre ellos Quincy Jones, Michel Legrand, Phil Spector, Lalo Schifrin, Jerry Goldsmith, Henry Mancini y Billy Goldenberg. Ella ha tocado en miles de grabaciones (se calculan unas 10.000 sesiones), y eso sin contar los años de trabajo como guitarrista, que fue la forma en que comenzó en 1957, en una sesión para Sam Cooke. En ese momento, ella tenía apenas 21 años.

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Nacida en 1935 en Everett, Washington. Kaye creció en una familia muy musical: su padre era un trombonista que actuaba con bandas de jazz, mientras que su madre tocaba el piano profesionalmente. En 1942, la familia se mudó a Wilmington, California. Cuatro años después, los padres de Kaye se separaron, pero su madre pudo ver que Carol, de 11 años, estaba inclinada musicalmente, así que le compró una guitarra. Kaye tenía una aptitud natural para el instrumento. Su madre la animó a tomar clases de guitarra con el guitarrista Horace Hatchett.

El aprendizaje de Kaye le dio una base sólida en los rudimentos del jazz, desde Charlie Christian hasta Django Reinhardt. Siendo muy joven, ya estaba tocando jazz de forma semiprofesional. Huelga decir que era inusual que una mujer estuviera sentada codo con codo con experimentados músicos, en lo que era ampliamente aceptado como un “negocio de hombres”.

Su ilustre carrera como músico de estudio comenzó en 1957 con la oferta del productor Bumps Blackwell, y fue el momento que le cambió la vida. Su primera sesión fue con Sam Cooke. Las habilidades musicales de Kaye, así como su habilidad para tocar bien con otros, le abrieron la puerta a grabaciones constantes y su ascenso a ser la primera a quien llamaban.

La transición de Kaye a tocar el bajo ocurrió en 1963, cuando reemplazó a un músico que no se presentó a una sesión. El bajo Fender Precision, dijo una vez en retrospectiva, “no era un gran instrumento, pero obtenía un sonido que ningún otro instrumento le daba”. “No era un instrumento de jazz, pero fue excepcional para ese momento”, dice ella. “Obtuvo un gran sonido en el estudio para el rock & roll y la música pop”.

Entre los miles de éxitos en los que Carol contribuyó con su bajo a lo largo de los 60 y los 70, podemos encontrar: “California girls”, “Help me Rhonda”, “Sloop John B” y “Heroes and villains” de The Beach Boys; “I’m a believer” de The Monkees; “River Deep, mountain high” de Ike & Tina Turner; “Somethin’ stupid” y “These boots are made for walking” de Nancy Sinatra y “Light my fire” de The Doors, entre muchos otros temas de gran variedad de artistas.

En 1969, Kaye estaba exhausta. Estaba harta de beber varias tazas de café malo todos los días, y la música comenzó a sonar como “cartón”. Para entonces, Kaye había creado una editorial para lanzar su libro, “How to Play the Electric Bass”. Ella todavía trabajaba en el estudio, pero fue principalmente para trabajos en bandas sonoras, Cada vez más, las bandas de rock sentían que tener otros músicos tocando en sus álbumes no era auténtico. Quizás la más famosa fue con Lalo Schifrin, “Misión imposible”, que sigue siendo una explosión icónica de la cultura pop de los años sesenta. También contribuyó a la banda sonora de Schifrin en “Bullitt”, recientemente revisada en este espacio.

The “Wrecking Crew” con Carol Kaye en una Sesión de Grabación.

A finales de los 70, Kaye dejó el trabajo en los estudios por sufrir artritis, pero siguió tocando en grupos y enseñando. En su web oficial ha recopilado más de 150 consejos para bajistas. Habla sobre ritmo, improvisación, instrumentos, consejos. Deberían hacer un libro con todos ellos.

Carol Kaye ha sido, y es muy respetada por sus compañeros. Paul McCartney ha hablado de lo mucho que le influenció su bajo melódico en “Pet Sounds”, mientras que Sting dijo que aprendió a tocar el bajo en uno de los libros que Carol escribió sobre el tema.

Mientras que el trabajo de Kaye solo para los Beach Boys, podría consolidarla en un lugar de honor en la historia del rock & roll. Su discografía en el tramo de 10 años entre 1963 y 1973 es tan vasta, que linda con lo sobrehumano.

A continuación, la propia Carol Kaye selecciona lo que considera que son sus 10 mejores grabaciones. “Este es un gran lote de canciones, pero podría tener una lista completamente diferente la próxima semana”, enfatiza. “Ya sabes cómo es: enciendes la radio y oyes algo y dices: ‘¡Ah, sí! toqué en esa grabación. Es una buena canción”.

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The Beach Boys (Sloop John B) 1966

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Nancy Sinatra (These Boots Are Made for Walkin’) 1966

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Sam Cooke (Summertime) 1957

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Ray Charles (America the Beautiful) 1972

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Ray Charles (In the Heat of The Night) 1967

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Glen Campbell (Wichita Lineman) 1968

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Lou Rawls (A Natural Man) 1971

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Barbra Streisand (The Way We Were) 1973

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Frank & Nancy Sinatra (Somethin’ Stupid) 1967

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Joe Cocker (Feelin’ Alright) 1969

Lalo Schifrin (B.S.O. Bullitt) 50º Aniversario

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Después de establecerse en el mundo de la televisión con el tema principal de la serie Misión Imposible, Lalo Schifrin pronto se hizo igualmente famoso en el mundo de la música de cine, por su trabajo en la banda sonora del thriller protagonizado por Steve McQueen, “Bullitt”.

Estamos ante una de las películas de culto por antonomasia para varias generaciones de espectadores. La icónica persecución por las empinadas calles de San Francisco, está considerada la mejor de la historia del cine. Está película encumbro a Steve McQueen a la categoría de mito, por su contenida, pero a la vez enérgica interpretación del teniente Frank Bullitt. “Sin duda, uno de los mejores filmes de acción que ha dado el séptimo arte. Apasionante historia protagonizada por un impagable McQueen. Con persecuciones, emoción y intensidad”. Fernando Morales: Diario El País.

La banda sonora está a la altura de la película. Schifrin combinó las habilidades que perfeccionó como arreglista para jazzmen como Count Basie, con el trabajo que desarrolló para escribir temas breves y contundentes en bandas sonoras de series de televisión como “The Man from UNCLE” y la citada “Misión Imposible”. El resultado final es una partitura emocionante, que combina hábilmente las técnicas tradicionales de orquestación, con los ritmos y oscilaciones del jazz clásico.

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El Compositor Lalo Schifrin

Esta combinación se presenta perfectamente en el tema principal de la película, un instrumental con elementos de jazz y pop, que comienza con una línea de bajo muy consistente y percutida, donde al protagonismo de la guitarra,  se contraponen ráfagas puntuales de vientos, para crear una melodía hinóptica y oscilante a la vez. Otras de las gemas de esta banda sonora es la extraordinaria “Shifting Gears”, antesala de la mítica persecución automovilística, que presenta líneas alternas de cuerdas y metales, sobre un fondo insistente y martilleante de la sección rítmica. Y “Ice Pick Mike”, un tema que se desarrolla desde el piano y la percusión hasta desembocar en un instrumental de jazz, con una sección de metales potentísima.

Por otra parte, Schifrin ralentiza los ritmos para crear instrumentales exuberantes que logran crear un ambiente más ligero y pausado, sin perder su toque de jazz. Como en “The Aftermath of Love”, donde incorpora suaves líneas de trompeta y flauta sobre ritmos más sosegados.

El resultado final es una banda sonora que tiene éxito tanto como una partitura de la película como un álbum independiente. Esta combinación única hace de “Bullitt” uno de los mejores logros en el catálogo de Lalo Schifrin, y una de las mejores composiciones para películas de acción jamás escritas.

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Suite con los Temas de la Banda Sonora