«Espero que la ficción siga ayudándonos a comprender mejor este mundo disparatado». Es la declaración de intenciones de José María Merino en la primera página de Ficción perpetua, un ensayo en el que el escritor y académico leonés reflexiona, sobre todo, en torno a ese mundo mágico que es la literatura.
—¿’Ficción perpetua’ es continuación de su anterior libro de ensayos ‘Ficción continua’?
—Sí, porque pertenece al mismo mundo de mis reflexiones sobre temas similares. En la vida uno teoriza sobre la literatura.
—¿Cuál es el cuento de contar?
—Que lo que cuentes resulte sugestivo, se mueva y sintetice la realidad.
—Dice en el libro que debido al peso de la Iglesia, no es de extrañar la visión despectiva del mundo académico hacia lo fantástico.
—La Inquisición, tan nefasta, también hizo daño en los aspectos literarios. Tenía especial inquina hacia el mundo fantástico porque, en cierto modo, compite con el sobrenatural.
—¿Cómo contempla un fabulador un crimen como el de Isabel Carrasco?
—La realidad no necesita ser verosímil; la literatura, sí. No tengo datos para pensar que sea versosímil.
—¿Es poético un movimiento como Podemos?
—Posiblemente, sí; tiene algo de romántico. No sé si con un impulso romántico se pueden organizar las cosas. En la Revolución Francesa también hay elementos prerrománticos. Una cosa es tener el poder y otra saber administrarlo con sentido común.
—¿A la política le falta estética?
—Le falta estética y ética. Los políticos de los grandes partidos se han convertido en los nuevos señores feudales. No hay más que ver la reacción que han tenido con la muerte de Isabel Carrasco. Era un hecho absolutamente privado y lo han convertido en una catástrofe nacional. Eso demuestra su soberbia.
—No hay que buscar lo desconocido en los cementerios y los castillos, sino en el interior del ser humano…
—Sí. Los castillos, los vampiros, los cementerios o los fantasmas están dentro de nosotros. Con las ficciones los sacamos de nuestro más secreto interior.
—¿Los buenos sentimientos no gozan de prestigio como materia literaria?
—Cada vez, menos. A los Quijotes les sucedió el estereotipo de Torrente, que es un rufián. Al héroe caballeresco le ha sucedido el héroe rufianesco. Por ahí vamos, desgraciadamente.
—¿Ahora hay tiempo para mirar?
—No. En eso influyen las nuevas tecnologías, con todo lo que tienen de positivas; pero el uso que hacemos de ellas, nos embrutecen. No vemos nada y no nos fijamos. Tenemos visiones fragmentarias e incompletas.
—¿Donde verdaderamente se encuentra la historia de nuestro corazón es en la literatura?
—La literatura cuenta lo que somos. Sin la literatura no sabríamos lo que pasa. Los cuentos nos han enseñado a conocernos. Es así desde hace miles de años.
—¿Jardiel Poncela es un escritor que no ha sido entendido en este país?
—Este país es muy peculiar. A Jardiel se le considera un humorista, un autor secundario, cuando es un renovador. Sorprende que siendo tan joven hiciera una obra que sigue viva.
—¿Habrá continuación a ‘Ficción perpetua’?
—Tal vez, ya no. Es cuestión de que siga escribiendo sobre lo que leo y dando conferencias renovadas. Escribía en Revista de Libros, pero sufrió el guadañazo de los recortes. Quizá Ficción perpetua es mi definitiva reflexión sobre literatura.
—¿Está embarcado en una nueva novela o en un libro de relatos?
—Estoy poniendo en orden un libro de cuentos que, quizá, saldrá en el último trimestre del año.
—¿Tiene ya título?
—Sí, La trama oculta. Son cuentos que tienen siempre algo que no se manifiesta inicialmente, que encierran algo oculto.
—¿Cuál es el hilo conductor de estos cuentos?
—No hay un hilo conductor. Hay tres partes: unos son realistas, otras fantásticos y, por último, hay minicuentos. Son cuentos de los dos lados con una silva mínima.
Fuente: El Diario de León.es 28-05-2014