«Hoy se sabe que sólo somos un punto minúsculo en la inmensidad del Universo, pero más de una vez a lo largo de la historia nos creímos el centro e incluso se llegó a aceptar que la Tierra era plana», recuerda el catedrático de Geografía leonés Antonio T. Reguera, que a finales de enero publicó su libro La medida de la Tierra en la antigüedad, un arduo trabajo de investigación donde recopila todos los intentos por medir el planeta desde el siglo III a.C. hasta la Edad Media. «Aristóteles y Platón impusieron el geocentrismo como base científica y la sociedad de la época le dio el valor de axioma», señala. Aunque —como suele suceder en casi todos los ámbitos de la vida— siempre se alzan voces discordantes que nadan contracorriente arrojando luz en un mundo donde las verdades absolutas nunca se terminan de demostrar. De hecho, como señala este catedrático de la Universidad de León «después de siglos de exploración geográfica aún quedan muchos secretos por descubrir».
Si los pensadores, astrónomos, filósofos y eruditos de la antigüedad se centraron en situar al planeta azul en el lugar exacto que ocupa dentro del cosmos, para Reguera aún hoy —tantos siglos después— quedan muchos secretos por descubrir. «Las mayores incógnitas se encuentran ahora en el fondo de los océanos». Un mundo sumergido en nuestro mundo donde descansan «numerosas especies que desconocemos, yacimientos ingentes de minerales, inmensas cadenas montañosas e incluso civilizaciones perdidas», entre otras cosas. «La teoría geológica más importante de nuestro tiempo se ha hecho a raíz de investigar los océanos», puntualiza. Eso sí, dentro de esos misterios submarinos que quizá pronto salgan a flote, no hay espacio para mitos como la Atlántida, una isla mítica descrita por Platón —que algunos creen en el fondo de algún mar— pero que para el profesor leonés «nunca existió como tal».
Dentro de esos ‘locos’ que se atrevieron a negar que la Tierra era el centro del Universo destaca Aristarco de Samos, astrónomo y matemático griego que fue el primero en proponer el modelo heliocéntrico del Sistema Solar. «Hacía medidas del cielo y, aunque se equivocó en algunos cálculos, llegó a una conclusión importante; el sol era más grande que nuestro planeta, por lo tanto algo fallaba en las teorías establecidas». Aristarco fue perseguido y reprimido por esta tesis. «Los grandes astrónomos de la época no le secundaron».
Ya en el siglo II después de Cristo fue Ptolomeo quien se aventuró a redactar un nuevo tratado de astronomía —el Almagesto— que «seguía las líneas básicas del de Aristóteles pero lo completaba mucho más». De nuevo la ‘involución’ del conocimiento se impuso colocando al planeta Tierra en el centro del Universo. «Ahora era la Iglesia Católica quien acogió esta teoría como válida» —recuerda Reguera—.
‘Locos de otro tiempo’
Otros genios del pasado que desafiaron las leyes establecidas fueron Pitágoras y Sócrates. El primero fue tildado de loco al asegurar que la Tierra era redonda y no plana —como todos aceptaban— mientras que el segundo dijo que no sólo no existía un único ecúmene —espacio de tierra habitado— sino que había muchos a lo largo y ancho del planeta. Y es que en el siglo III antes de Cristo sólo se conocía lo que hoy es Europa y parte de Asia.
El libro de Reguera se centra en cinco grandes interrogantes. La teoría del geocentrismo y su evolución, la configuración de la Tierra, cuánto mide, su carácter esférico y la cartografía. «El primer mapa dibujado podría estar en las Cuevas de Altamira», subraya, pero en ese caso «sólo hablaríamos de meros trazos rudimentarios». La primera cartografía con base científica fue obra de Dicearco de Mesina. «Trazó el primer meridiano y el primer paralelo». Dos puntos clave que el geógrafo cruzó en la Isla de Rodas. Eratóstenes, por su parte, «se encargó confeccionar el primer mapa con cuadrícula —considerado como el alfa de la cartografía científica». Finalmente llegan las proyecciones de Ptolomeo —con sus paralelos y meridianos curvados— que todavía se utilizan en la actualidad».
En cuanto a la medida de la Tierra, el catedrático recuerda las diferentes teorías arrojadas. «Aristóteles señaló que los matemáticos decían que la medida exacta era de 400.000 estadios —un estadio era igual a 150 o 200 metros—. Otros autores dirán que medía 300.000, pero Eratóstenes fue el primero en poner en marcha un método de medida eficaz. Con él obtuvo 252.000 estadios o 40.000 kilómetros cuadrados, algo que se admite hoy», remarca. Para Antonio Reguera la medida de la Tierra supuso el periodo constituyente de la Geografía como ciencia. Para dar vida a este trabajo, el catedrático ha empleado un par de años de constante investigación que ahora pone al servicio de quienes deseen conocer a fondo cómo el planeta Tierra fue tomando forma en la mente de los astrónomos y pensadores de la antigüedad. Los hombres que cambiaron la historia de la humanidad.
Fuente: El Diario de León.es 12-03-2016