«Estas construcciones de la arquitectura tradicional leonesa son patrimonio de la incertidumbre. La incertidumbre es su conservación, por lo que hacemos un llamamiento a los leoneses para manternerlas vivas». Se trata de las pallozas, la casa de teitu lacianiega, la casa de sobera, la casa de horcas y prejidas y la casa común de techo o teito y quien hace esta petición sobre su preservación es Dionisio Domínguez, gerente de la Fundación Monteleón, entidad que acaba de publicar el libro La casa con cubierta de paja.
El volumen es un extenso e ilustrado estudio sobre este tipo de construcciones que recoge más de veinte años de trabajo del etnógrafo Joaquín Alonso. Un libro que no sólo reúne, sitematiza y define las distintas tipologías de casa con cubierta de paja, sino que sirve también de denuncia sobre la pérdida de esta tradición y de la escasa preservación de lo que aún resiste.
«En los últimos 20 años ha habido un deterioro tremendo y esta arquitectura ha ido perdiéndose. Hoy solamente quedan las pallozas de Balouta, Pereda de Ancares, Lumeras, Sorbeira y Campo del Agua», subraya Alonso.
Los motivos de la destrucción de construcciones de paja son varios. Principalmente la despoblación y el abandono de muchas actividades que daban sentido a estas edificaciones, pero también el desinterés de las instituciones políticas por su conservación.
También las tasas especiales de algunos ayuntamientos que gravaban este tipo de construcciones por el peligro de incendio que suponían, lo que supuso que empezaran a cambiarse por otro tipo de materiales, como teja o losa.
Una sustitución que empezó en el siglo XVIII y sobre todo cuando se cambió el lar tradicional por la conocida cocina de hierro, que ya necesitaba una chimenea que sobresaliera del tejado de paja, con el consiguiente peligro de fuego.
«En el 84 la Junta hizo un decreto para poner bajo protección los hórreos y las pallozas, pero se han seguido perdiendo porque al propietario hay que incentivarlo para que al final no decida demoler estas construcciones, aprovechar el solar y hacer una casa para su hijo», apunta Alonso.
El etnógrafo leonés liga además el origen de estas viviendas a la época altomedieval y no a los celtas. «La vinculación céltica me parece excesiva. La palloza, que sería la construcción de este tipo más primitiva, se relaciona sobre todo con una cierta economía autárquica y ganadera de montaña y, aunque pueda tener alguna raíz en esas construcciones castreñas de la Edad del Hierro, pertenecen a ámbitos diferentes. En el fondo responde a unas necesidades humanas y es la construcción más sencilla, por eso también se encuentra en otros países».
Además de las distintas tipologías de las casas, los techos de paja se hallan también en edificaciones auxiliares como pajares, hórreos, molinos y chozos, «que son las que mejor se ha mantenido», apunta Alonso.
Numerosas muestras de estas construcciones se pueden ver en las páginas del libro gracias a varias fotografías de principios del siglo XX que pertenecen a los archivos de Lueje y de José Luis Martín Galindo. «Éste es un patrimonio excepcional, único, que se ha ido dejando perder», lamenta el etnógrafo.
Fuente: El Diario de León.es 10-04-2013