(…) En el año 1225, Federico II pasaba por la ciudad italiana de Pisa. Sabía que allí vivía un experto en cálculos apodado Fibonacci, y quiso conocerlo personalmente y, sobre todo, observar cómo se desenvolvía, si esa fama que lo precedía era o no justificada. (…)
Para comprobarlo, convocó un torneo matemático público. Le plantearon tres problemas, que han perdurado gracias a que los incluyó en uno de sus libros.