Cómo se ha ido gestando el paisaje, de qué manera la ocupación humana ha sido un agente vertebral en este proceso y hasta qué punto fueron relevantes las poblaciones altomedievales en la provincia. La profesora Margarita Fernández Mier presentó ayer las conclusiones de un proyecto internacional en el que la Universidad de León colabora con el CSIC y las de Oslo, Reikiavic, Reading, Londres y Padua que tiene como finalidad ampliar el conocimiento de las poblaciones altomedievales. El programa —que lleva por título De la idea al paisaje: la Alta Edad Media en el Noroeste peninsular a la luz de la arqueología— se ha centrado en diferentes espacios de Asturias y León, concretamente Cea, Vigaña y Belmonte y se ha prolongado durante los tres últimos años. Entre otros aspectos, el trabajo de investigación se ha centrado en descubrir los cambios que tuvieron lugar en los paisajes naturales entre los siglos V al XII, uno de los momentos más desconocidos de la historia de la humanidad. Se desconoce, por ejemplo, hasta qué punto la ciudad de León se convirtió en un lugar deshabitado y cómo emigró al campo la población que huyó del centro urbano. «Durante años se ha hablado del desierto del Duero, pero eso no significa que no hubiera población. El problema es que es complicado documentarlo», destaca Fernández Mier. Y es que a partir del siglo V comenzaron a desestructurarse los sistemas de producción mediterráneas, con lo que estas se hacen locales y se vuelven mucho más difíciles de identificar. «La Alta Edad Media fue altamente rural», destaca la investigadora, que ha basado el trabajo en la importancia de poner en marcha una arqueología que vaya más allá de las zonas de hábitat, estudiando también, por ejemplo, las zonas de cultivo, con el fin de que esta información aporte datos esenciales acerca del modo de vida de los habitantes de aquel momento. «El paisaje no es solo el mero espacio físico en el que el hombre desarrolla su actividad, sino una construcción cultural que la actividad humana llena de contenido a través de las actividades cotidianas, bien sean las de carácter económico o las relacionadas con sus sistemas de valores y que se encuentran en continuo proceso de transformación», destaca Fernández Mier.
Entre los descubrimientos realizados por los arqueólogos destaca el hecho de que mientras que en las poblaciones de montaña los asentamientos siguen siendo prácticamente los mismos, en la meseta se destruyó gran parte del yacimiento debido a la actividad agraria posterior. «Algunos coinciden con el yacimiento y otros no», explica la profesora, que subraya además que los indicios de asentamientos se servían por lo general de los restos de villas romanas. «Hay agujeros de poste, pozas en el suelo, restos de cerámica, etc, pero por lo general son escasas», precisa.
Más yacimientos
En la provincia se han realizado, además de en Cea, catas en los yacimientos de Pelambre y Cantoblanco, este último en Sahagún. «Sabemos que se trataba de poblados dispersos, de gran entidad y con amplias áreas de cultivo». Sin embargo, al otro lado de la montaña, la actividad económica estaba basada en la explotación ganadera. «En Asturias sí se han descubierto necrópolis y lajas sin ajuares», asegura.
Además, los estudios de pólenes muestran un área intensamente deforestada, con presencia de castaños, especie que es favorecida por la acción humana. Es muy abundante la presencia de herbáceas que indican la existencia de espacios de pasto en esta zona. Si embargo, en ningún momento de la secuencia se han documentado cereales, lo que parece confirmar que se trata de un espacio destinado preferentemente a la actividad ganadera. «Los estudios de suelos muestran un progresivo enriquecimiento del fósforo desde el nivel datado en el siglo VIII, relacionado con las prácticas de abonado realizadas a lo largo de la edad Media», añade. Sin embrago en los niveles de época calcolítica hay abundantes restos de potasio que se relaciona con el abono de las tierras con ceniza.
Fuente: El Diario de León.es 31-05-2013