«La poesía nace siempre de la vida y la trasciende»

Nacido en La Alberca, el poeta y narrador José Luis Puerto, que vive desde hace años en León, donde trabaja como Catedrático de lengua y literatura española, se siente ciudadano del mundo, europeo, «pues la cultura y la historia de Europa nos impregnan en nuestras mentalidades y modos de ser». Asimismo, muestra su querencia por el oeste, ese espacio mítico que discurre «a lo largo del corredor de la Vía de la Plata…, lo que se ha llamado el dominio leonés… que iría desde Asturias a Huelva y que recibe herencias portuguesas», aclara Puerto, quien reivindica su origen en la Raya, «en una fraternidad con las gentes humildes, con esos seres intrahistóricos que nutren mi creación y mi existir».

La Alberca es para él un ámbito mental, un territorio de la memoria y de las primeras experiencias vitales, «claves en mi modo de entender el mundo: la pobreza; el misterio, la fascinación y la magia; la poderosa presencia de una naturaleza paradisíaca; así como la existencia de un lenguaje encantado, que, noche a noche, me transmitía mi abuelo Pablo, uno de los seres decisivos de mi vida», porque La Alberca de hoy, sellada por el turismo es otra cosa, pese a que conserve aún buena parte de su encanto y atractivo.

En su caso, la docencia de la literatura y la creación han ido de la mano. «El contacto con los jóvenes, así como el hecho de transmitirles el conocimiento, ha sido algo importante en mi vida, pues me ha hecho tener de continuo la mente abierta hacia todo lo nuevo y todos los cambios». No obstante, es consciente de que la creación lleva su propio ritmo, «se rige por una lógica que está más allá de lo social; ha tenido y tiene en mí su propia autonomía», aclara el autor de una sustanciosa obra, tanto poética y narrativa como etnográfica.

Su poesía de la memoria, que ha sido traducida, entre otros al inglés y al árabe, se halla recogida en diversas antologías tanto nacionales como internacionales. Sin embargo, cree que las antologías, los premios, «todo ese ruido de lo social, del mundillo literario, es secundario», porque «el escritor ha de ser fiel a sí mismo, a su mundo, a su destino, a su estar en el mundo, dentro de esa tradición hölderliniana que me fascina».

El polifacético José Luis, que recientemente ha publicado Trazar la salvaguarda, entiende la poesía como un arte de espiritualización a través de la palabra. Comenzó escribiendo poemas cuando tenía diez años y desde entonces le ha guardado fidelidad a este arte, que «nace siempre de la vida y la trasciende… está presente siempre en el telar del corazón, de la psique; de modo que la escritura, más que un proceso físico, es un proceso anímico y mental», porque para el autor de la antología poética Memoria de un jardín -marcada por la emoción y la contemplación, por el sentir y el pensar que se aúnan en la palabra poética- escribir es estar en el mundo de un modo determinado, «en un contacto continuo con el mundo del espíritu, que se manifiesta en la naturaleza, en los otros, en las luces, en la temporalidad, en todo aquello que pasa desapercibido…». Algo así como lo que ya hacían determinados poetas simbolistas y románticos (Hölderlin o Keats), y como han seguido haciendo Rilke, J. R. Jiménez o Cela, a los que cabría añadir otros muchos clásicos: Manrique, Fray Luis de León, San Juan, Santa Teresa; y contemporáneos: Machado, Lorca, Valente, Claudio Rodríguez, Brines, Colinas… «Y la prosa y el decir de María Zambrano».

En el fondo, su obra poética es un continuo –«por eso en mis últimos libros no pongo punto final a cada uno de mis poemas»-, como una suerte de biografía espiritual, en la que sus distintos libros poéticos dialogaran entre sí. «Ninguno de ellos podría amputarse, pues supondría destruir los sentidos del conjunto».

El que fuera secretario -en los Cursos de Verano de El Escorial y Almería-, de Alberti, Benedetti y Caballero Bonald, también ha escrito libros en prosa como Las cordilleras del alba, que es una memoria de la niñez, de la pobreza, del misterio de su mundo originario: motivos que inspiran su escritura.

Como traductor de poesía, siente devoción por la poesía portuguesa, «aún no descubierta y valorada del todo, como se mereciera, en España», lo que le ha procurado conocer, también traducir, a grandes poetas contemporáneos: Torga; Eugénio de Andrade, Herberto Hélder, Jorge de Sena, José Bento, Fernando Echevarría, Nuno Júdice, Al Berto…

Su experiencia editora, «siempre ediciones muy cuidadas, minoritarias y no venales», se concreta en una colección de libros: Pavesas. Hojas de poesía; cuadernos: Cuadernos del Noroeste; pliegos: Entregas de invierno; y, cada Navidad, una de tarjetas: Las cordilleras. «Me fascina editar poesía. Hay en la España contemporánea una excelente tradición de poetas editores (Juan Ramón, Altolaguirre, José Janés…) y propuestas muy hermosas».

Otra de sus pasiones es la etnografía, centrada en la cultura material e inmaterial del legendario oeste: áreas salmantinas, Las Hurdes o la provincia de León, a la que ha dedicado mucho empeño, como queda recogido en su monumental trabajo, Leyendas de tradición oral en la provincia de León. En estos momentos, está reuniendo y sistematizando las tradiciones orales de la comarca leonesa de Rueda a la vez que escribe un nuevo poemario.

Fuente: El Diario de León.es 16-04-2013

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El Musac ya es uno de los 100 iconos de la arquitectura

Detalle de la entrada del Musac, considerado un referente de la arquitectura contemporánea.

El Musac es ya un icono de la modernidad. El museo creado por Emilio Tuñón y el fallecido Luis Mansilla, que obtuvo el premio Mies Van der Rohe (considerado el Nobel de Arquitectura), figura entre los cien mejores edificios contemporáneos de España. El centro de arte leonés ‘compite’ con el mismísimo Guggenheim y los proyectos más destacados de Calatrava, Moneo, Foster, Nouvel, Bofill o Niemeyer.

En el libro Las 100 obras maestras de la arquitectura moderna española (editorial Lunwerg), Enrique Domínguez Uceta, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y colaborador de National Geographic, ha elegido la ‘élite’ de las edificaciones, sin distinción de su naturaleza y utilidad. De ahí que en este top 100 haya gasolineras, viviendas, museos, hoteles, bodegas, estadios, gimnasios o el Pabellón de la República Española en la Exposición Universal de París en 1937. En opinión del autor, «a principios del siglo XXI España alcanzó el máximo nivel por su arquitectura moderna entre todos los países del mundo».

El Auditorio, que salió del mismo estudio (Tuñón y Mansilla) y fue premio Nacional de Arquitectura, no figura en el libro; una breve guía, con fotos y planos, para conocer los elementos que convierten en obra maestra cada uno de los edificios.

Se trata de una selección personal de Enrique Domínguez Uceta en la que retrata los principales iconos de la arquitectura moderna en España desde 1927 hasta el 2010 a través de la genialidad de arquitectos españoles e internacionales, desde Ábalos & Herreros a Van der Rohe, Sostres, Gehry o Yamasaki —autor de la Torre Picasso en Madrid y de las Torres Gemelas de Nueva York, derribadas en los atentados del 11-S—.

En unas décadas España ha conseguido, según Domínguez Uceta, convertirse en el laboratorio de nuevas ideas más activo del planeta. La arquitectura moderna comprende el agitado período que va desde los primeros edificios funcionalistas de 1927 hasta el esplendor de los primeros años del siglo XXI.

En las dos páginas que el libro dedica al Musac, con una gran foto del vestíbulo, otra de la fachada y un plano de la planta del museo, el autor afirma: «El aspecto más llamativo del edificio es la condición cromática de los revestimientos».

Recuerda Domínguez Uceta que el Moma de Nueva York fue sensible a la ‘explosión’ arquitectónica española y en 2006 le dedicaba una exposición, titulada On site-New Architecture in Spain, en la que arquitectos nacionales compartían protagonismo con los grandes estudios internacionales. Una exposición en la que el Musac llamó la atención. A Terence Riley, conservador del citado museo neoyorquino, no le pasó desapercibida la obra diseñada por Mansilla y Tuñón. Tras recorrer España de punta a punta, el experto norteamericano eligió los 53 edificios más representativos; uno de ellos fue el Musac.

Entre los 100 iconos elegidos por Domínguez Uceta figuran desde la Villa Olímpica de Barcelona a la T-4 del aeropuerto de Barajas, la Laboral de Gijón, el centro Niemeyer de Avilés, el Oceanográfic de Valencia, el paseo marítimo de la playa de Poniente en Benidorm, el metro de Bilbao o el hotel Marqués de Riscal de Elciego (Álava).

Fuente: El Diario de León.es 13-04-2013

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Los mil y un trozos del palacio de Renedo

Entre ellos hubo beatos mártires, exploradores de Australia y Nueva Guinea, un amante de la reina Cristina de Suecia, militares, abades y diplomáticos. Los Prado fueron una de las familias nobles más prestigiosas del antiguo reino de León, establecida en la pequeña localidad de Renedo de Valdetuéjar, en la montaña oriental leonesa.

El desaparecido palacio de los marqueses de Prado en Renedo de Valdetuéjar. A la derecha, la reconstrucción de parte del edificio en el hospital de Regla.

Su señorío abarcaba los concejos de La Guzpeña, Valdetuéjar de Abajo y de Arriba y Los Urbayos, repartidos en dos villas y 14 lugares, además de la villa de Anciles, hoy sepultada por el embalse de Riaño. Su fortuna y relaciones fueron fabulosas, pero cuando las Cortes de Cádiz acabaron con los señoríos jurisdiccionales, su importancia comenzó a decaer hasta que a principios del siglo XX venden todas sus propiedades y se desarraigan de León.

El investigador Ramón Gutiérrez Álvarez ha reunido en el libro Los marqueses de Prado la historia de esta insigne familia y sus descendientes, además de los diversos destinos que ha tenido su magnífico palacio en Renedo, dispersado ahora por toda la provincia y otras limítrofes.

Han sido más de diez años de trabajo reunidos en esta publicación, que será presentada al público el próximo martes 16 de abril a las 20.00 horas en el Instituto Leonés de Cultura.

De palacio a hospital

Los Prado construyeron en el siglo XVII en Renedo el palacio barroco más lujoso de cuantos han existido en la provincia. Tanto que el propio Lope de Vega llegó a publicar una comedia titulada Los Prado de León dando cuenta de la importancia de esta familia y que la amante de Godoy, Pepita Tudó (la presunta modelo de los cuadros de Goya de la Maja, tanto vestida como desnuda) usaría siglos después para ocultarse tras la invasión de España por los franceses.

Ver la fachada del palacio en la fotografía de Manuel Gómez Moreno de 1910 que encabeza esta noticia sólo produce la sensación de algo vagamente familiar, pero el reconocimiento se produce al instante al descubrir que se trata de parte de la actual fachada del hospital de Regla, al lado de la Catedral, imagen que se reproduce a su derecha.

Es el vestigio más importante de la existencia de este palacio, dividido ahora en mil y un trozos en casas e iglesias de toda la provincia. En él había por ejemplo más de sesenta escudos repartidos por toda su fachada, que actualmente decoran casas en Puente Almuhey, en el Palacio Episcopal de León, en la pared noroeste del Museo Catedralicio, en la torre nueva de La Mata, en Mayorga, Villamoros, Prioro, Santa Olaja de la Varga y Taranilla, por decir sólo algunos. Un rastreo que Gutiérrez Álvarez documenta con varias fotografías en un trabajo de investigación propio de Poirot.

Un puzzle de piedra

El puzzle en el que se ha convertido el palacio de los Prado nos habla de la decadencia de la familia a partir del siglo XIX. Durante la centuria anterior habían adquirido los marquesazgos de Bedmar y Escalona, de más categoría económica y social, y poco a poco fueron olvidando el palacio. Durante la guerra de la Independencia las tropas francesas plantan sus botas en él y se ordena el ‘secuestro’ de la plata que había en la capilla del palacio para ser destinada a los gastos de guerra. A partir de entonces, afirma Gutiérrez Álvarez, «se inicia un deterioro irreversible».

En los setenta se desmontaron las piezas de valor de la capilla. Las tablas del retablo del Cristo fueron llevadas a Madrid y cuatro tallas de los evangelistas, de la escuela de Gregorio Fernández, se salvaron ya que al desmontarlas el San Marcos se cayó y se rompió, por lo que parece que los encargados cogieron una especie de temor supersticioso y acabaron dejando las tres restantes en la iglesia de San Adrián de Renedo, donde están a día de hoy.

Por fin, en 1905 el marqués de Prado, Ernesto de Heredia y Acuña, vende sus restos al famoso industrial leonés Agustín Alfageme, que revende por lotes estas históricas piedras que Gutiérrez Álvarez ha buscado para que, al menos en su libro, estén de nuevo todas juntas otra vez.

Fuente: El Diario de León.es 13-04-2013

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El escritor leonés David Sifres recibe el premio El Barco de Vapor

El leonés David Fernández Sifres probablemente nunca habría hablado con la princesa Letizia de no ser por un mendigo y un niño sin pierna. Son los protagonistas de Luces en el canal, novela con la que ha ganado El Barco de Vapor, de la editorial S.M.

Sifres era consciente de que la princesa («el premio te lo entrega S.A.R.», le dijeron en la editorial) iba a robarle todo el protagonismo. Al fin y al cabo, este funcionario de Tráfico que escribe a ratitos «sólo» ha ganado uno de los premios mejor dotados del mundo en su categoría (35.000 euros), pero en la calle ya está el polémico libro escrito por el primo de Letizia, David Rocasolano (Adiós, princesa), todo un escándalo.

El jurado otorgó el premio a la novela de Sifres por ser «un relato tierno que nos cuenta cómo los niños saben mirar e ir más allá de los prejuicios, poniéndose en el lugar del otro. Escrito con un lenguaje directo, aunque hacia un realismo mágico al que no sabes cómo has llegado tras disfrutar con una lectura que te ha hecho crecer como lector».

Sifres, que ha ganado con sus últimos libros, El faro de la mujer ausente y Un intruso en mi cuaderno, los premios Alandar y Ala Delta, ambos de la editorial Edelvives, aborda ahora la relación entre dos marginados, un mendigo que vive en los canales de Amsterdam y un niño lisiado al que le falta una pierna.

Los marginados

«Son personajes a los que nadie quiere conocer», cuenta el autor. «De la barca del mendigo salen ruidos y luces extrañas y al único que le interesa desentrañar el misterio es al niño». Luego, la novela da un giro del realismo a la fantasía.

Horas antes de recibir el premio en la Casa de Correos, en la Puerta del Sol, Sifres pensaba en disfrutar del acto, aunque reconocía que, probablemente, «la literatura infantil será la invisible. Es fácil que estos premios queden un poco ocultos», aseguró. Letizia, a la que su primo llama «la rubia implacable», se convirtió anoche a su pesar en protagonista de los galardones de literatura infantil, que también otorgaron a la mexicana Verónica Murguía el Premio Gran Angular, igualmente dotado con 35.000 euros, por Loba, una obra de fantasía épica.

Luces en el canal llega hoy al público en su versión digital. Es una estrategia de la editorial, hacer público el premio cuando el libro ya está impreso. Para esta historia, el escritor leonés echó mano de un relato inédito. «Un cuento que tenía sin publicar», confesó a este periódico. La transformación en novela consistió en imaginar qué les había ocurrido «antes» a los personajes. La historia se le ocurrió sentado en un parque, mientras observaba una señora dar pan a unas palomas junto a un mendigo que pedía para comer con un cartel que ponía: «Tengo hambre».

A Sifres no le interesa dar «el salto» a la literatura de adultos. Todo -a su juicio- es literatura. «Es como si a un profesor de Instituto le preguntan cuándo dará clases en la Universidad». Además, el escritor leonés recuerda que comenzó escribiendo relatos cortos para adultos. De lo que sí está convencido es de que el lector infantil es más agradecido. «Son más sinceros. Visito colegios y te dicen si un libro les ha gustado o si les ha hecho reír o llorar».

Pasión por concursar

El escritor leonés confiesa su pasión por los concursos. Lo cierto es que desde que publicó en 2008 su primera novela infantil, ¡Que viene el Diluvio!, todas sus historias han sido premiadas. «Los concursos tienen la emoción de si ganas o no, es una forma de saber si lo haces bien y si gustas», aclara. «Pero no escribo pensando en los concursos ni en los premios. Escribo lo que quiero».

El funcionario leonés no se plantea vivir de la literatura. «Es muy difícil. Me daría miedo. Escribo porque disfruto, pero sin obligación. Es un pasatiempo». Ya está inmerso en una nueva trama juvenil y tiene otras dos historias infantiles «medio empezadas».

Fuente: El Diario de León.es 10-04-2013

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Pallozas y casas de teito, patrimonio de la incertidumbre

Construcción de la cubierta del chozo en una imagen antigua del concejo de Acebedo.

«Estas construcciones de la arquitectura tradicional leonesa son patrimonio de la incertidumbre. La incertidumbre es su conservación, por lo que hacemos un llamamiento a los leoneses para manternerlas vivas». Se trata de las pallozas, la casa de teitu lacianiega, la casa de sobera, la casa de horcas y prejidas y la casa común de techo o teito y quien hace esta petición sobre su preservación es Dionisio Domínguez, gerente de la Fundación Monteleón, entidad que acaba de publicar el libro La casa con cubierta de paja.

El volumen es un extenso e ilustrado estudio sobre este tipo de construcciones que recoge más de veinte años de trabajo del etnógrafo Joaquín Alonso. Un libro que no sólo reúne, sitematiza y define las distintas tipologías de casa con cubierta de paja, sino que sirve también de denuncia sobre la pérdida de esta tradición y de la escasa preservación de lo que aún resiste.

«En los últimos 20 años ha habido un deterioro tremendo y esta arquitectura ha ido perdiéndose. Hoy solamente quedan las pallozas de Balouta, Pereda de Ancares, Lumeras, Sorbeira y Campo del Agua», subraya Alonso.

Los motivos de la destrucción de construcciones de paja son varios. Principalmente la despoblación y el abandono de muchas actividades que daban sentido a estas edificaciones, pero también el desinterés de las instituciones políticas por su conservación.

También las tasas especiales de algunos ayuntamientos que gravaban este tipo de construcciones por el peligro de incendio que suponían, lo que supuso que empezaran a cambiarse por otro tipo de materiales, como teja o losa.

Una sustitución que empezó en el siglo XVIII y sobre todo cuando se cambió el lar tradicional por la conocida cocina de hierro, que ya necesitaba una chimenea que sobresaliera del tejado de paja, con el consiguiente peligro de fuego.

«En el 84 la Junta hizo un decreto para poner bajo protección los hórreos y las pallozas, pero se han seguido perdiendo porque al propietario hay que incentivarlo para que al final no decida demoler estas construcciones, aprovechar el solar y hacer una casa para su hijo», apunta Alonso.

El etnógrafo leonés liga además el origen de estas viviendas a la época altomedieval y no a los celtas. «La vinculación céltica me parece excesiva. La palloza, que sería la construcción de este tipo más primitiva, se relaciona sobre todo con una cierta economía autárquica y ganadera de montaña y, aunque pueda tener alguna raíz en esas construcciones castreñas de la Edad del Hierro, pertenecen a ámbitos diferentes. En el fondo responde a unas necesidades humanas y es la construcción más sencilla, por eso también se encuentra en otros países».

Además de las distintas tipologías de las casas, los techos de paja se hallan también en edificaciones auxiliares como pajares, hórreos, molinos y chozos, «que son las que mejor se ha mantenido», apunta Alonso.

Numerosas muestras de estas construcciones se pueden ver en las páginas del libro gracias a varias fotografías de principios del siglo XX que pertenecen a los archivos de Lueje y de José Luis Martín Galindo. «Éste es un patrimonio excepcional, único, que se ha ido dejando perder», lamenta el etnógrafo.

Fuente: El Diario de León.es 10-04-2013

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Poesía como receta para el alma

Si tenemos dolor de cabeza, Antonio García Calvo nos dará un analgésico y un antipirético si además tenemos fiebre, o colirio contra la conjuntivitis y antibiótico para la otitis. ¿Pero si tenemos otro tipo de dolor, uno más interno e indefinible? Entonces García Calvo nos recetará poesía. Con este propósito de ayudar a curar el sufrimiento más íntimo, el poeta y farmacéutico Antonio García Calvo presenta este viernes en el Instituto Leonés de Cultura, ILC, su último libro: La mansión del alma.

El farmacéutico y poeta Antonio García Calvo, que este viernes presenta su nuevo libro: ‘La mansión del alma’.

«Es un libro espiritual», dice García Calvo de su poemario, una obra que completa una especie de trilogía sobre el alma junto a sus anteriores libros Ventanales para el alma, de poesía, y Enfermedades en el alma, una obra con «carácter psicoterapéutico». «Se trataba de ayudar a las personas aquejadas de enfermedades del alma. La depresión, por ejemplo».

Esta mansión del alma cuyo recorrido nos propone García Calvo está dividida en seis habitaciones con vistas que dan a una central o comedor y que configuran los siete capítulos de la obra.

La habitación-capítulo central es Dignidad. «Es lo más importante del ser humano, cuando se mata la dignidad se está golpeando en el centro del alma. Por eso hay una denuncia contra esos ataques brutales contra la dignidad humana». Es el caso, por ejemplo, de los poemas Presos y Prisioneros.

Las otras habitaciones-capítulo son Pecado, Espiritual, Naturaleza, Fe, Religiosidad y Educación. En el titulado Espiritual García Calvo detalla «la lucha encarnizada del ser humano contra aquello que ahoga su espiritualidad».

Este libro «vivencial y de búsqueda», también tiene una mirada a la naturaleza que supone una invitación a llegar a ella a través del alma. Y una reflexión sobre la fe y la religión y su sentido en la vida del ser humano. También sobre el pecado, en el que el autor «profundiza» para advertir contra el daño que hace contra esa dimensión espiritual que el hombre debe cuidar.

Un consejo que el autor recuerda incluso en su faceta como farmacéutico, en el cartel que en la puerta de su establecimiento en la avenida de San Andrés reza: «Salud del cuerpo/ salud del alma/ ¡ay!, cómo hacerlos perdurar/ saliendo cada día al campo de batalla». Una batalla que el poeta propone interior y constante, una búsqueda sobre el sentido y lo mejor de la mansión interior de cada uno.

Lugar: Instituto Leonés de Cultura.

Día y hora: 12 de abril a las 20.00 horas.

Fuente: El Diario de León.es 09-04-2013

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El polifacético Bruno Marcos a la espera de representar La trampa, su primera obra teatral

Artista plástico, poeta, novelista, ensayista y ahora autor de teatro, con una obra, La trampa, que espera estrenar en breve, Bruno Marcos es un leonés nacido en San Sebastián, que abandonó hace años el País Vasco, con su familia, sintiéndose expulsado del paraíso en un ambiente de gran violencia.

«León es una ciudad bella y literaria y la considero mi casa», así se expresa Marcos Carcedo, el cual reconoce la influencia de los paisajes y aun paisanajes de la tierra leonesa en su obra, «sobre todo en una novela que tengo en el cajón a espera de editor, en ella, sale nuestra ciudad, la calle Matasiete y de la Sal, y parte de la vida de un personaje está inspirada en vivencias de Crémer», detalla el creador de El libro de las enumeraciones, que escribió con 23 años, y cuya lectura, según su propio autor, sigue siendo una experiencia dura, porque en este poemario dio paso a un impulso expresivo que registraba cosas difícilmente comunicables.

En esta obra poética nos muestra, desde una perspectiva nihilista, que «la vida es frágil, dolorosa, contradictoria y que, sin embargo, la afrontamos con rebeldía y pasión», porque no es barbárico escribir poesía después de Auschwitz, como nos dijera el filósofo Adorno, antes al contrario, «después de todos los Auschwitz la poesía es más necesaria que nunca, aunque, a veces, ella misma sea pasar una temporada en el infierno», recomienda, con un guiño a Rimbaud, el polifacético Bruno Marcos, que combina su actividad en el campo de las artes plásticas—ha realizado varias exposiciones nacionales e internacionales— con la literatura y aun con la docencia.

Arte y literatura

En su caso, las artes plásticas y la literatura van de la mano, «porque detrás de cada acto de creación están las mismas ideas», señala él, que es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca y consciente a su vez de que, desde hace tiempo, hay una separación evidente entre ambas, a resultas de que en las artes plásticas ha habido algunos importantes avances como la invención de la fotografía y aun otros en la tecnología de la imagen, «que han forzado derivas a las que la literatura no se ha entregado con tanto fervor».

Como teórico del arte, Bruno Marcos cuenta con un ensayo cuyo título, Muerte del arte, es bien sugerente. En este libro sostiene una tesis demoledora: «En la época contemporánea se ha producido la hegeliana muerte del arte, es decir una suerte de disolución, o superación, dejándolo como una cosa del pasado». Y añade: «Es pues el arte contemporáneo un residuo de aquel y como tal hay que tratarlo, estudiarlo e, incluso, producirlo». Como narrador, ha escrito dos novelas premiadas, Lo más profundo es la piel (2002) y La fiesta del fin del mundo (2004). «La primera trata de la felicidad confrontando a dos hermanas que no la tienen –según su autor-. Una impedida y cerrada en sí misma y la otra triunfadora. Esta última ha de aprender que lo más profundo es la piel para poder amar». Su segunda novela «narra la aventura de un hombre que, ante la llegada a su fin, encuentra una ciudad que, extrañamente, se enfrenta también al suyo, poblada por una multitud dispuesta a vivirlo como una fiesta. Plantea la paradoja de sabernos pasajeros y sentirnos eternos». Como aventajado bloguero —otra de sus facetas— le entusiasman los diarios literarios, entre otros, Madrid 1921, de Pla, La novela de un literato, de Cansinos Assens, y aun Las cartas de Van Gogh a su hermano Theo o bien Salón de pasos perdidos, los diarios de Andrés Trapiello, «que son uno de los fenómenos literarios más colosales de nuestros días», porque la escritura de diarios le parece un ejercicio magnífico para crecer como escritor y recomendable también para cualquier persona. «Lo que más valoro de ellos como lector es la posibilidad que ofrecen de acceder a la mirada más sincera y auténtica de un escritor y de ver cómo se va impresionando el mundo en su retina».

Entre sus proyectos literarios más inmediatos está Golfemia, una novela sobre la bohemia española de principios del siglo XX y la representación de La trampa, su primera obra teatral. Esta obra nos invita a reflexionar sobre el sentido de la vida, con unos personajes jóvenes que nos muestran sus miedos y esperanzas «hasta que, ebrios, hacen algo inexplicable y trágico», remata su autor.

Fuente: El Diario de León.es 09-04-2013

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Cerrado por vacaciones

Volvemos el lunes 8 de abril

 

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10 Museos Estatales se incorporan a Google Art Projet

Wert. Foto archivo

Cada uno de los museos participantes ha seleccionado las obras más representativas de su colección y las presenta con textos en inglés e imágenes de alta resolución. Cada pieza va acompañada de un enlace a la página de la Red Digital de Colecciones de Museos de España (CERES), en la que el usuario, que acceda a través de Google Art Project,  podrá conocer el catálogo completo de cada museo publicado en dicha Red Digital

Las obras seleccionadas muestran la gran variedad de las colecciones de los museos estatales, mostrando obras de pintura, arqueología, antropología, mobiliario, cerámica, indumentaria, porcelana, dibujo, joyería, fotografía, estampa, escultura, juguetes, instrumentos musicales, platería…

Las obras no sólo muestran la cultura española o europea, también hay obras procedentes de Estados Unidos, Brasil, Filipinas, Tahití o Guinea Ecuatorial. Por otra parte, la selección que se presenta abarca un amplio rango cronológico: desde obras del Paleolítico Superior hasta la segunda mitad del siglo XX.

Participan en esta primera entrega:

  • Museo Nacional del Romanticismo (57 obras): San Gregorio Magno, Papa, de Francisco de Goya y Sátira del suicidio romántico, de Leonardo Alenza.
  • Museo Nacional de Artes Decorativas (53 obras subidas): Jarrón de Johann Lötz Witwe y Escritorio de Hendrick van Soest.
  • Museo Cerralbo (50 obras): San Francisco en éxtasis, de El Greco, y Retrato de caballero, de Tintoretto.
  • Museo Nacional de Escultura de Valladolid (49 46 obras): Entierro de Cristo de Juan de Juni y San Sebastián Retablo de San Benito de Alonso Berruguete.
  • Museo del Traje. CIPE (46 obras): Abrigo, de Cristóbal Balenciaga y Vestido de Mariano Fortuny y Madrazo.
  • Museo Nacional de Antropología (42 obras): Altar de Durga y Máscara «cara grande».
  • Museo del Greco (35 obras): Vista y plano de Toledo, de El Greco y El Salvador, de El Greco.
  • Museo Sorolla (33 obras): Paseo a la orilla del mar, de Joaquín Sorolla y La bata rosa, Joaquín Sorolla.
  • Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (15 obras): la escultura del emperador Augusto y el mosaico de la caza del jabalí.
  • Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira (9 obras): Punta de sílex, Cueva de Altamira y Colgante sobre canino atrofiado de ciervo, Cueva de Altamira.

Está previsto que el resto de los museos estatales se una a la iniciativa en las próximas semanas.

Enlaces de acceso:
 
http://ceres.mcu.es
 
http://www.googleartprojet.com

Fuente: www.lamoncloa.gob.es 22-03-2013
 

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El narrador Antonio Toribios no descarta embarcarse en una novela

Nacido en el barrio del Crucero, en León, Antonio Toribios, cuya escritura está aderezada por el humor y cierta melancolía, es ante todo un especialista en el género de Microrrelatos y aun en los relatos hiper-breves, con el límite puesto en los 140 caracteres de un tuit, lo que requiere de una excelente condensación. Su blog Almanaque así nos lo confirma, cuya idea inicial era escribir un microrrelato cada día partiendo del santoral católico, de donde surgen los nombres de sus personajes principales, incluso de sus antagonistas. «Los nombres me vienen llamando la atención desde la infancia. En mi casa solo había dos libros, un manual de ferrocarriles y un misal de mi madre, donde me aficioné a leer las vidas de los santos que correspondían a cada día. La experiencia me impactó en cuanto a los tormentos y prodigios que allí aparecían».

Para contar una historia con tan pocas palabras «hay que reducir la acción al mínimo, dejando que el lector haga el resto del trabajo…. La imagen gráfica más adecuada sería la del iceberg, con una pequeña parte a la vista que se sustenta en otra, mucho mayor, que no se ve», aclara, consciente de que se debe huir sobre todo de la frase ingeniosa, del aforismo, de la imagen poética, del refrán o del mero chiste. «Cada palabra tiene que añadir algo, de manera que, si la quitamos, el cuento quede cojo», agrega, porque la economía narrativa es esencial a la hora de escribir, sobre todo Microrrelatos. «El lector tiene que percibir en todo momento que cada palabra que aparece está ahí por algo, y que ha de ser esa y no otra. Si no es así, hay algo que no funciona… A Monterroso le bastaron siete palabras para escribir el famoso cuento del dinosaurio», recuerda Toribios, que se ha planteado este reto -al estilo de las limitaciones que se imponían Queneau y los miembros de OuLiPo- porque el Microrrelato está, según él, entre lo puramente narrativo y el pulimiento del lenguaje que exige el poema.

El autor de Tu nombre y otros nombres (libro que recoge Renato, acreedor del Premio de Relatos Diario de León en 2001) confiesa que en sus relatos hay bastantes referencias al barrio de su infancia, aunque sin dar datos concretos, y que ha pasado muchas horas observando el paso de las estaciones y los hechos mínimos de lo cotidiano a través del cristal de una ventana. «Tengo una tendencia bastante marcada por la contemplación. Por eso hay ventanas en varios de mis relatos», como ocurre en Nocturno con relojes blandos, en clara alusión a Dalí –«el genio de los bigotes velazqueños»-, con una Ana María (Dulita) asomada a una ventana, y por el que Toribios recibiera en 2007 el premio de Relatos Imágenes de Mujer del Ayuntamiento de León.

El tren, la espera, la contemplación, las ventanas, la infancia son motivos recurrentes en su obra literaria, tanto en sus «relatos para adultos» como en sus cuentos infantiles, porque también ha realizado incursiones –siempre propiciadas por encargos concretos- en la «literatura infantil», que ante todo ha de ser literatura a secas, explica él, porque debe tener calidad y la exigencia que se merece cualquier lector, independientemente del género en que se encuadre la obra. «En los últimos tiempos ha habido un boom en cuanto a textos creados especialmente para niños. Observo una gran preocupación por introducir ‘valores’ en las tramas… El peligro está en derivar hacia un moralismo de lo ‘políticamente correcto’, con lobos que comen zanahorias y papás-oso que planchan». En su cuento infantil, Ananías y la máquina maravillosa, ilustrado por Manuel Sierra y editado por Renfe para una de las ediciones de Leer León, Toribios plasmó un viaje en tren. «El tren no deja de ser una sucesión de ventanas. Para el que lo ve pasar, es un universo rodante lleno de personas con sus historias personales y sus amarras rotas. Desde dentro, la ventanilla es una superficie transparente tras la que discurre la vida; algo así como una pantalla de cine, otra de mis pasiones».

Toribios es también un apasionado lector de relatos de viaje, algunos con el tren como protagonista, como El Transcantábrico, de Juan Pedro Aparicio. Recuerda con fascinación sus primeras lecturas de Julio Verne en la colección Historias Sección, de Bruguera, y aun otros clásicos como La isla del tesoro y El corazón de las tinieblas. «Respecto a mis raíces ferroviarias, sí que aparecen a menudo en mi obra. En Las cigüeñas viajan en el mixto, un relato de esperas y ventanas, la ambientación corresponde a la que me fue transmitiendo mi madre –hija a su vez de guardagujas- en muchas veladas, arrimados al calor de la cocina de hierro. El tren siempre ha sido un buen motivo literario y cinematográfico. Tiene muchos elementos propiciatorios: el paisaje cambiante, la diversidad de personas que entran y salen, la emoción de las esperas y las despedidas».

Toribios cuenta ahora con una colección bastante amplia de relatos, que necesita pulir y clasificar de cara a su posible publicación. Asimismo, continuará con su Almanaque hasta conseguir terminar el ciclo anual de 365 relatos. Y no descarta emprender una narración de aliento largo, «aunque de momento lo que tengo son varios cuadernos de notas».

Fuente: El Diario de León.es 26-03-2013

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