El pintor leonés Adolfo Álvarez Barthe repite evento. Después del éxito conseguido con la presentación, la pasada semana, del libro Felipe II y la mujer más fea de Francia, del que ha sido afortunado ilustrador, llega una gran exposición suya al Museo de León. La ha titulado A tuerto o a derecho… nuestra casa hasta el techo, y está llena de misterios, de significados ocultos, de referencias históricas y de personajes relevantes del siglo XVI.
«Con este título he rescatado —aclara— uno de los emblemas que se hicieron contra los Austrias y contra los españoles en los siglos XVI y XVII. Los Austrias fueron una gran casa, y ese fue un momento muy importante de la Historia de España, cuando nuestro país era auténticamente glorioso. Yo pertenezco a una generación a la que se le han enseñado lo contrario. Pero los estudios realizados, sobre todo en los últimos tiempos, han demostrado que las cosas fueron diferentes. Ese es el momento de las grandes conquistas españolas, sobre todo de la Corona de Castilla, e igual que dice Pedro Salinas de El Escorial «está hecho, de estar tan hecho se le acabó el querer», lo mismo sucedió en esa época en España con las artes, las letras, las ciencias, las conquistas… se consiguió todo y en este país cuando se consigue todo lo vemos como un sueño y lo retiramos de la historia. Por eso creo que esa época será irrepetible y que tenemos que conocerla muy bien».
En cada una de las paredes de la espaciosa sala se desarrolla unan historia diferente. En la más noble se encuentran precisamente los originales de las ilustraciones del citado libro. «En ellas —dice el artista— pinto sobre las imágenes que distintos pintores del siglo XVI nos han dejado, especialmente de la figura de Felipe II. Esas imágenes están tratadas con una gramática moderna, de forma que el resultado puede parecer un minimal-barroco. De alguna manera explican la otra cara de Felipe II, la que se contrapone a la ‘leyenda negra’».
En otra de las paredes presenta Adolfo Álvarez Barthe una serie que él define como ‘tótems’. Unos cuadros de gran altura pero extremadamente estrechos. «Es —explica— un arte conceptual hecho a mano que juega con los formatos. En este caso he vuelto a recuperar imágenes creadas por los artistas del siglo XVI, recortándolas. En esta visión sesgada, en este recorte del retrato no queda visible ninguno de los sentidos de los reyes, solamente un ojo inquisidor. Nos ven y nos convocan, por eso son tótems».
Nos vamos a la pared de enfrente para encontrarnos con un gran mosaico, un mural que representa un peculiar mapamundi. «Para pintarlo he empleado una de esas plantillas de plástico que nos daban en el colegio a la hora de dibujar mapas, precisamente de la Península Ibérica. Todos los relieves y todas las secuencias del mapa están pintados partiendo de esa plantilla. Intento reflejar el momento en el que Felipe II se hizo con la corona de Portugal y el mundo entero fue suyo, fue nuestro, fue español. Acompaña a este mural una reinterpretación del Entierro del Conde Orgaz, donde al voltear la figura resucitamos al protagonista del lienzo».
Para terminar, dos pequeño cuadros, llenos también de simbolismos. «Este gato es una alusión al disimulo, está vestido de época, va a cazar pájaros, pero no tendrá el mal gusto de hacerlo por sí mismo, educará a otro pájaro, a un halcón, para que haga el trabajo sucio».
Una exposición, pues, llena de mensajes y significados más o menos ocultos que hay que visitar despacio, buscando…
Fuente: El Diario de León.es 03-10-2013