La mujer habitada: Coloquio

Por Ana Abello Verano

El jueves 14 de diciembre nos reunimos para realizar el coloquio participativo correspondiente a La mujer habitada, novela de la escritora nicaragüense Gioconda Belli que recrea la situación histórica y política del país, constituyendo asimismo una muestra representativa del Postboom Hispanoamericano.

Los socios del Club de Lectura comentaron en primer lugar, sus impresiones sobre la obra. Mientras unos destacaban la belleza de la prosa y su lirismo —fruto quizás de la reconocida faceta de Belli como poeta—, otros aludían al innecesario uso de mecanismos mágico-realistas, el marcado enfoque romántico de la trama o las dosis de cursilería que se aprecian en determinados pasajes. Se pudo comprobar así que la lectura había suscitado variadas opiniones, todas ellas perfectamente lícitas. Resultó en efecto un aliciente muy sugerente para que la profesora Imelda Martín Junquera “defendiera” de alguna forma la escritura de la autora, alegando que, tanto el registro lingüístico como su forma liviana de reflexionar sobre el contexto que la rodeaba, enfatizan la carencia de una conciencia político-social que caracteriza a una clase social de privilegiados.

Pronto se animó el debate y se inició el análisis de los elementos clave de la novela, compaginándolo con citas reveladoras que Imelda había seleccionado:

 

El personaje de Itzá llamó la atención de muchos lectores, poniendo de relieve su espíritu guerrero, su conexión con el mundo natural a través de la transformación en un naranjo —árbol que concentra una gran simbología y que la autora ha elegido por su capacidad para florecer y dar frutos— o su participación en cursiva a nivel ficcional. Itzá, que prefiere la extinción de la raza a la sumisión, representa la voz del colonizado, la voz silenciada de los indígenas que Belli ha querido recuperar de forma activa. De hecho, logra influir en la otra protagonista, Lavinia, originándole sueños premonitorios y creando un paralelismo entre las dos existencias femeninas. Si Lavinia se ubica en un presente narrativo que remite a la contemporaneidad, Itzá se remonta a la época precolombina, a un pasado de lucha contra los colonizadores españoles.

Los asistentes abordaron también el contraste entre Europa y América Latina que refleja el libro. Incidieron en el hecho de que Lavinia regresa de Europa, donde ha realizado sus estudios de arquitectura, a la ciudad imaginada de Faguas para ejercer su profesión. La transgresión de géneros que ha asimilado durante su formación universitaria no encuentra ningún tipo de correspondencia o aplicación en el contexto centroamericano. Los problemas de identidad que experimenta, su pertenencia a la clase alta, su férreo rechazo a la herencia de sus padres o la influencia que en su desarrollo personal tuvieron su abuelo y su tía, fueron temas que despertaron el interés de los participantes. Estos no se olvidaron tampoco de examinar la relación que mantiene con su empleada doméstica, Lucrecia, el conflicto interno con sus ideales de independencia y, de forma especial, su proceso de incorporación a la guerrilla. En definitiva, su toma de conciencia y rebeldía ante una realidad controlada por el Gran General. En un determinado momento de la novela, Lavinia se hace eco de estos pensamientos:

«Cada uno de nosotros carga con lo propio hasta el fin de sus días. Pero también construye… El terreno es lo que te dan de nacimiento, pero la construcción es tu responsabilidad».

Conviene referirse a otros asuntos que se plantearon a lo largo de la sesión: la segregación social y cómo las ubicaciones espaciales se encuentran determinadas en la trama por la fuerte distinción entre clases altas y clases bajas, así como el peso de la simbología mitológica, algo que puede observarse también en Waslala. Gioconda Belli parece equiparar a Lavinia con Penélope, con Diana e incluso, en sus intervenciones finales, con Medusa. La lucha sandinista se asemeja también al viaje emprendido por Ulises.

El final de la novela, y su valoración positiva o negativa, fue objeto de un profundo análisis por parte de los socios, sin existir unanimidad en las consideraciones. Se reflexionó sobre si cabe otro desenlace que no sea la muerte de todos los personajes. En las últimas páginas, en las que se asiste a la paradójica muerte de Felipe, Lavinia se libera de todos sus miedos e incertidumbres. En el mismo momento en el que da su vida por la Revolución, por derrotar al enemigo, queda completado su proceso formativo, dejando en el aire un mensaje: «Nadie que ama muere jamás». La única salida es seguir resistiendo, mantener el espíritu combativo frente a la dictadura

Todos nos quedamos conmocionados con la lectura y con ganas de seguir profundizando en la narrativa de esta autora que retrata la realidad de una época que aún sigue vigente. Podemos continuar quizás con El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra, libro autobiográfico que Imelda nos recomendó.

 

Y con este coloquio finalizan  los encuentros de los socios del club por este año.

En 2018 nos reencontraremos con
más libros, más lecturas,
más escritores, más historias...

Hasta entonces «los del club de lectura» os deseamos a todos  ¡Feliz Navidad!

13 comentarios en “La mujer habitada: Coloquio

  1. CARMEN RODRÍGUEZ CAMPO

    He de decir que, cuando comencé la novela, las diez primeras páginas (que había comenzado a leer antes del primer coloquio de esta lectura) se me estaban haciendo muy tediosas pero hubo un momento en que la acción hizo «click» y empecé a sentirme realmente enganchada.
    Las palabras de Gioconda Belli son una representación del día a día, aunque todas las acciones que muestra a lo largo de la novela no se den al mismo tiempo y cotidianamente. De igual forma, todas ellas acuñan una visión más realista de aquello que parece ser solo un libro.
    Lo que más me gustó de la novela y quería resaltar es la dulzura con la que Lavinia trata a Lucrecia, representando no solo el «querer a los demás por cómo son», sino también el hecho de acudir a una relación de igualdad entre personas que nada tiene que ver con la clase social a la que pertenezcan.

    Responder
  2. ANGELA MARTINEZ ARIAS

    Sobre la lectura de «La mujer habitada», he de decir que no ha sido un libro que me haya llamado demasiado la atención, pero por el contrario, no puedo decir que no tiene buena calidad. Bajo mi punto de vista, lo más interesante del libro sería esa relación que tiene la protagonista con Itzá y que no es consciente de ello y que te va guiando por un mundo de reflexiones. Generalmente hablando, el argumento en general me ha parecido un poco pesado de leer y considero que puede ser fruto de esa cursilería con la está plasmada la protagonista en la historia.

    Responder
  3. Teresa Carbajo Fernández

    »La mujer habitada» es una obra que ha resultado ser para mí una absoluta maravilla. Aunque ya seguía ciertas lecturas sobre Eco-feminismo, nunca tuve el placer de darle a esta corriente un significado tan perfecto como le atribuyó Imelda. Probablemente podría sacar en conclusión el deseo de haber leído este libro antes, como declararon algunos compañeros en el coloquio. Lo cierto es que la sociedad no es consciente de lo que está claramente estigmatizado. Y me parece verdaderamente esperanzadora la forma en que Lavinia, Itza y Flor se rebelan contra el sistema, tratando de salir del ámbito doméstico para el cual no han sido creadas. Sintetizando mis ideas, diría que es una narración totalmente interesante y sobre todo útil para aquellas mentes que todavía se están desarrollando.

    Responder
  4. Zanubia Hawa Descosido

    Una obra cuyo concepto me ha interesado bastante pero no tanto su forma de transmitirlo. Ha presentado un conflicto real existente apoyándose de sucesos «mágicos» que pueden resultar poco convincentes para algunos lectores.

    Responder
  5. NURIA GONZÁLEZ ACEVEDO

    Personalmente he disfrutado mucho con la lectura pero también soy consciente de haber empleado mucho más tiempo en la lectura de la misma para entender así la historia y la lucha de estas dos mujeres que denuncian y combaten la opresión del pueblo y de la mujer. Gioconda Belli nos recuerda que no existe la resignación puesto que esta no es nunca la solución ni el camino para llegar a formar parte de un mundo mejor.

    Responder
  6. Andrés Charro

    Gioconda Belli nos muestra a lo largo del libro la realidad de un país que esta realmente mal tanto en los ámbitos sociales como económicos (alta pobreza, multitud de injusticias) y a partir de ahí relata la historia de dos mujeres diferentes pero con un mismo fin: la búsqueda de la libertad (tanto de Lavinia como de Itzá).
    Si bien el libro me ha gustado estoy de acuerdo con una aportación que se hizo en el coloquio que venía a decir que el libro habría gustado más leerlo en la fecha en la que se publicó, ya que desde entonces la realidad del país no es la misma.

    Responder
  7. Pablo

    En el libro se mezclan la revolución social y la emancipación femenina con una visión mágica-histórica (o ecofeminismo, no sé). A lo largo de la obre se muestra una sociedad siempre pobre, que a mi juicio se debe a las instituciones extractivas (que se intuyen en la obra) que comienzan con la encomienda y se perpetúan bajo distinto collar (sandinistas).
    Me interesó mucho el personaje de Itzá.

    Responder
  8. Ane Ayensa Blanco

    Algo que me ha agradado mucho de este Club de Lectura es que la mayoría de los libros presentan la voz de la mujer silenciada. En esta obra se muestra claramente la fuerza de las mujeres y su lucha contra una sociedad que las reprime.
    La novela nos sumerge en un mundo fascinante en el que la mujer actúa en contra de la sociedad participando activamente en la realidad que la rodea. Se implica en su entorno.
    Sin embargo, puede llegar a ser pesado el cambio de una mujer a otra (de Itzá a Lavinia), ya que se emplea un lenguaje, en este primer caso, algo rimbombante.
    Me parece destacable el personaje de Lavinia, que representa a la perfección las clases acomodadas, por su lenguaje y por el tratamiento que le dan sus padres de «hija única».

    Responder
  9. Ane Ayensa Blanco

    En el Club de lectura hemos podido leer obras mediante las cuales las mujeres silenciadas adquieren voz. En «La mujer habitada» las mujeres luchan contra la sociedad que las reprime.
    La novela nos sumerge en un mundo fascinante en el que la mujer actúa en contra de la sociedad participando activamente en la realidad que la rodea. Se implica en su entorno.
    Sin embargo, puede llegar a ser pesado el cambio de una mujer a otra (de Itzá a Lavinia), ya que se emplea un lenguaje, en este primer caso, algo rimbombante.
    Es destacable el personaje de Lavinia, que representa muy bien a las clases acomodadas, por su lenguaje y por el tratamiento que le dan sus padres de «hija única».

    Responder
  10. Giulia Pedrali

    Ya desde las primeras páginas de la novela La Mujer Habitada de Gioconda Belli aparecen claramente definidos los temas que caracterizan su narrativa, heredera del realismo mágico latinoamericano a la vez que comprometida con el arte, la literatura, la política, los temas sociales, de género, ambientales y ecológicos
    El primer “cuadro” me pareció encantador: un naranjo, en señal de buen augurio, florece precisamente en ese día tan especial para la protagonista de la novela en el jardín que ella cuida, y que me recuerda ese Edén añorado del poema “8 de Marzo” de la misma autora, y “…del que echaron a todas las mujeres”.
    El naranjo, con su poderosa fuerza, belleza y sensualidad, “vuelve a nacer habitado con sangre de mujer”, sinuosamente en simbiosis con Itzá, la mujer indígena que sucumbió a la conquista española y que se ha propuesto ayudar a Lavinia, intérprete de esta otra época histórica demasiado parecida, en la sordidez de los intereses espurios sujetos al dinero y al poder, a la que oprimió a los nativos de aquel lugar tantos años atrás.
    Este paralelismo entre las dos protagonistas de la novela, Lavinia e Itzá, llevará inexorablemente a la lucha y al dolor, pero quiero quedarme aquí, de momento, en este mismo paisaje inicial, en este naranjo en flor y en este “recuperado” Edén, ya que me ha parecido leer en ello como una declaración de intenciones de la autora. Y un poco de esperanza, a pesar de todo.
    Este árbol encierra y representa en mi opinión como una necesidad indómita de ósmosis entre todos los elementos de la Naturaleza: la tierra y sus diferentes tonalidades, el agua, las raíces, “las grandes corrientes subterráneas” abriendo túneles, el humus, la vegetación, la lluvia, el viento, el fuego (que añado yo, regalándole a Itzá esa danza anhelada para sí), los seres vegetales, los azahares y todas las flores – recordando de nuevo el poema “8 de Marzo” – con sus aromas y sus colores, los árboles, los seres humanos, lo femenino, lo masculino…y todo esto en un espacio temporal sin principio ni fin, abrazándose las distintas épocas históricas en una comprensión y compasión sin límites, con los deseos, los amores, los dolores, las guerras, las injusticias, las luchas por la vida de todas las edades. Tan compenetradas entre sí como lo están esta “gota de rocío” que es Itzá con su naranjo, que penetra y recorre hasta las ramas más altas para poder ver las nubes en el cielo azul.
    El naranjo y la mujer, “habitándose” entre sí y compartiendo la misma sangre, son el símbolo de esa unión deseada y deseable entre todos y el todo, en un respeto y en un cuidado mutuo sin poderes ni supremacías. Con la delicadeza del abuelo de Lavinia, que cuidaba ese mismo jardín con la “acuciosidad de sus manos de curandero, jardinero, conocedor de hierbas”…

    Responder
  11. Giulia Pedrali

    La propuesta literaria de la profesora Imelda Martín Junquera, La mujer habitada, de la nicaragüense Gioconda Belli, me ha impulsado a investigar sobre esta autora tan volcánica e indómita como su tierra.
    De entrada, comparto la idea de que el arte y la literatura pueden cambiar el mundo, y de que es necesario- para que esto ocurra- que las mujeres accedan a puestos de poder (aunque en muchos casos las que lo consiguen acaban asumiendo todavía los roles masculinos de siempre).
    La novela tiene tantos tintes autobiográficos que no me resisto a proponer – en este comentario- un paralelismo entre la propia Gioconda y Lavinia, dejando por un momento de lado el paralelismo sustancial de la novela, el que hay entre Lavinia e Itzá.
    Belli se fue de su país, y sufrió por los desencuentros políticos dentro del partido sandinista, ya que para ella no se trataba solamente del compromiso con un partido, sino con Nicaragua. Y por eso mismo acabó volviendo, por el amor que profesa a su patria, por el volcán de Managua y sus atardeceres, por el lenguaje de su gente: porque es con todo eso que ella se siente comprometida. Y aunque le gustan las políticas sociales de su gobierno actual, critica cómo trata a las minorías: tiene la sensación de que se haya vuelto a los años ’60, a los sistemas socialistas del este de entonces, autoritarios, y al poder absoluto del partido…que parece saber lo que la gente quiere y que considera cualquier otra opción como una traición. Por esto ella es considerada ahora mismo como una derechista y una traidora, pero no piensa amedrentarse: tiene la esperanza de que habrá un rompimiento de ciclo. “La libertad es la libertad de quien no piensa como nosotros”, declara, y anuncia su propósito de volcarse próximamente también en toda América Latina.
    Lavinia también viaja a Italia, a Bolonia, para estudiar arquitectura, rompiendo con la regla de elegir “una carrera de secretaria bilingüe u optometrista”. Aconsejada por su tía Inés, que proyecta en ella “los sueños que su época no le permitió realizar”, se convierte en arquitecta, para “construir en grande las casas que inventaba en el jardín, las maquetas minuciosamente construidas con palos de fósforo y viejas cajas de zapatos, las mágicas ciudades”.
    Se convierte en una mujer independiente, con derecho a soñar. Y su sueño es cambiar el mundo por medio de la arquitectura. Pero se da cuenta de que, si se queda en Italia o en Europa, tendrá que contentarse con remodelar unos interiores, o unos viejos edificios cuyas fachadas – “historias de mejores pasados” – no podrá alterar. Y se da cuenta de que su misión está en Faguas, la Managua de Gioconda, ya que allí los retos son bien distintos. Y vuelve. Como lo hace la propia autora.
    En el fondo, lo hace por las mismas razones: el amor a Faguas, a su tierra de “naturaleza volcánica sísmica, opulenta; la lujuria de los árboles atravesando indómitos el asfalto. Faguas le alborotaba los poros, las ganas de vivir. Era el país de la sensualidad: un cuerpo abierto, ancho, sinuoso, pechos desordenados de mujer hechos de tierra, desparramadas sobre el paisaje, amenazadores, hermosos”. Pero, una vez allí, se da cuenta de que Faguas la necesita para un cambio: su ciudad necesita vida, y no muerte – los miembros del clandestino Movimiento de Liberación Nacional – y sueña con construir edificios, “dejar huella, darle calor, armonía al concreto, sustituir las imitaciones de truncados rascacielos neoyorquinos en la avenida Truman…por diseños adecuados al paisaje”.
    Al igual que Gioconda se dará cuenta de que su sueño es casi imposible, porque la ciudad, regida por un sistema dictatorial cuyos generales ignoran el gusto por la estética y privilegian las clases ricas y los ricos turistas que puedan invertir en la zona, busca” la modernidad a costa de cualquier artificio estrafalario”.
    De allí que Lavinia también se involucrará en la lucha armada, en paralelo con Gioconda, y tendrá que enfrentarse a los desafíos de una realidad machista, como la autora, que cuenta como su propio marido pretendía “corregirle” sus textos poéticos, considerados demasiado eróticos por la sociedad nicaragüense. A lo que ella se opuso, acabándose la relación en divorcio. Lavinia, por su parte, consigue que Felipe aparte “la minifalda de la cabeza” desde el primer día de su encuentro. ¿Cómo?
    Conversando, haciendo que se entendieran en lo profesional, llevándole hacia las “preocupaciones comunes sobre la armonía de concreto, árboles y volcanes, la integralidad de los paisajes, el humanismo de las construcciones”.
    Una vez más: el arte y la cultura pueden cambiar el mundo.

    Responder
  12. Maria Victoria

    He de decir que nunca había leído nada acerca del ecofeminismo y comencé este libro con cierta reticencia, pero finalmente me ha sorprendido enormemente. Es increíble la sensibilidad con la que la autora trata la naturaleza, envolviendo a los lectores en una atmósfera muy diferente. También me ha llamado bastante la atención por lo realista del texto, mostrando la realidad que viven muchos latimoamericanos, algo que eche en falta en las otras lecturas.

    Responder
  13. Silvia Centeno Ganado

    Muy sorprendida con este libro. Cuando leí las primeras páginas tenía la impresión de que lo que iba a leer no me iba a gustar. Sin embargo, el tema del ecofeminismo, que no conocía, me ha llamado muchísimo la atención y ha hecho que me enganche totalmente.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *