Medusa, de Ricardo Menéndez Salmón
Una novela que tiene como principal objetivo plantearnos cuál es nuestro sitio en la historia y qué responsabilidad tenemos para con ella. Una muestra del poder del arte en las grandes hecatombes de la historia. Una visión única del carácter ambiguo y del poder evocador de los sentidos.
Calendario
- 7 de noviembre de 2013: Coloquio participativo de guía a la lectura.
- 21 de noviembre de 2013: Coloquio participativo de los socios.
- 26 de noviembre de 2013: Encuentro de los socios con Ricardo Menéndez Salmón.
Lugar y horario
Los encuentros de esta primera lectura tendrán lugar en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras, de 19:00 a 20:00 horas. Se ruega puntualidad.
Sinopsis
Desde niño, a Prohaska le fascinan las imágenes. A ellas dedicará su vida, como cineasta, fotógrafo y pintor. Pero Prohaska es un artista muy singular, obsesionado con la desaparición y la invisibilidad, un hombre paradójico del que no se conserva una sola imagen, pero que sin embargo parece haberlo visto todo.
La actitud de este artista multidisciplinar ante su obra plantea dos preguntas incómodas: la primera, si se puede vivir sin ideología; la segunda, si se puede mirar con impunidad. Esta novela propone un travelling vertiginoso, en el tiempo y en el espacio, que recorre no sólo la entraña del feroz siglo veinte, cuya crueldad Prohaska se obstina en retratar, sino el mapa completo de la vergüenza humana.
Medusa prolonga así el asunto central del proyecto narrativo de Ricardo Menéndez Salmón: preguntarse por nuestra responsabilidad ante las hecatombes de la Historia y desentrañar qué poder (o qué condena) posee el arte para enfrentarse a esos abismos. Si La ofensa era la historia de un hombre que decide dejar de mirar, Medusa es la historia de un hombre que se propone hacerlo hasta el final; si La luz es más antigua que el amor nos hablaba del aspecto consolador del arte, Medusa nos habla del carácter ambiguo, problemático y a menudo perverso de la experiencia estética.
El autor
Nacido en Gijón, en 1971, es licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo. Escribe en los diarios ABC, El País yLa Nueva España, y en las revistas El Mercurio y Tiempo. Autor de un singular libro de viajes, Asturias para Vera (2010), ha publicado los libros de relatos Los caballos azules (2005) y Gritar (2007), y las novelas La filosofía en invierno (1999 y 2007), Panóptico (2001), Los arrebatados (2003), La noche feroz (2006; Seix Barral, 2011), la denominada Trilogía del mal —que incluye las novelas La ofensa (Seix Barral, 2007), Derrumbe (Seix Barral, 2008) y El corrector (Seix Barral, 2009)— y La luz es más antigua que el amor (Seix Barral, 2010). Saludada con grandes parabienes por la crítica, su obra lo ha convertido en uno de los escritores más prestigiosos en el panorama de la narrativa contemporánea española. Traducida al catalán, francés, italiano, neerlandés y portugués, su obra ha recibido premios como el de la Crítica de Asturias, el de la Crítica de la Feria del Libro de Bilbao, el Casino de Mieres de Novela, el Qwerty de Barcelona Televisión, el Juan Rulfo de Relato, el Llanes de Viajes y el Premio Cálamo «Otra mirada».
Desde mi punto de vista, Medusa combina novela y ensayo. Es el resultado de una extraordinaria labor creativa y constructiva. Su originalidad estriba en la capacidad de su autor de expresar en un texto muy breve la inmensidad del horror del siglo XX.
En numerosas ocasiones nos hemos quedado quietos ante una imagen en la que sus personajes parece que se han quedado congelados como en un efecto cinematográfico. Nada se mueve, nada sucede, sin embargo, ante ese gesto o hecho que vemos «congelado» en esa imagen podemos estar largo tiempo reflexionando, hablando… Ese sentimiento lo ha conseguido Ricardo M. Salmón. Todos sabemos que en litetarura nada es espontáneo y el acabado más sencillo o humilde es el fruto de una exquisita elaboración. Así sucede en Medusa. La metáfora se materializa en el lector: consigue que nos quedemos petrificados ante el horror y que realmente nos conmueva su mensaje.
A mí me gustaría remarcar lo que se comentó el día dela reunión sobre a frialdad en la novela. Yo pienso que eso es lo que busca el autor pues el narrador es un historiador y como tal historiados no conoce al personaje solo relata lo que ve y sabe de él sin concretar ningún punto de vista. Además pienso que esa frialdad se ve en no saber cómo es el personaje y cómo piensa pero el protagonista es lo que busca,es decir, no ser conocido.
Por otra parte, la obra me ha resultado complicada por esos saltos de tiempos y por esos detalles a determinados elementos que por ejemplo a mí no me parecen relevantes como por ejemplo el ruido y sus grandes alusiones y en muchas ocasiones yo me perdía o no lo entendía incluso con una segunda lectura.
Por último, remarco el gran peso filosófico que tiene la obra porque realmente nos hace pensar mientras otro tipo de novela nos hace sentir.