“El cine fantástico es algo que interrumpe nuestra vida normal”, explica el crítico y colaborador de Diario de León Gonzalo González Laiz, que ofrece hoy una conferencia titulada Lo fantástico en el cine español: el género que vuelve de la tumba. El escritor destaca que generalmente se trata de un género con implicaciones con la ciencia ficción y el terror, pero puede que no sea ni una cosa ni la otra.
«El cine fantástico español era, hasta hace poco, uno de los grandes olvidados de nuestra historia tanto a nivel cinematográfico como especialmente bibliográfico. Sin embargo, desde mediados de los noventa el interés por el género ha renacido gracias a nuevos nombres hoy mundialmente conocidos como Álex de la Iglesia o Alejandro Amenábar», precisa el crítico.
Gonzalo González Laiz precisa que la historia del cine fantástico es difusa hasta los años sesenta. Desvela, por ejemplo, que España tuvo su Mélies, un cineasta llamado Segundo de Chomón, un aragonés que exploró la dimensión fantástica en el cine mudo, pero que ya nadie recuerda.
Fue, por lo tanto, con el desembarco del nuevo mundo de los sesenta cuando en España vuelve a desarrollarse el género y lo hace como una copia del euroerror. «Es ahora cuando aparecen Jesús Franco, Paul Naschy o Amando de Osorio. Éste último fue el autor de una trilogía sobre Caballeros templarios que regresaban de la tumba y que tuvo un gran éxito en Alemania. «Incluso Víctor Erice y Olea practicaron el cine fantástico», asegura Laiz, que añade que fue entonces cuando llegó Pilar Miró y mandó parar. «Se aprobó la ley del cine que limitaba las subvenciones a las películas ‘serias’, las que podían obtener premios en los festivales internacionales, con lo que el cine fantástico decayó», explica.
Este proceso llevó a la defenestración de grandes profesionales, caso de Ibáñez Serrador, responsable de magníficas cintas del genéro, como La residencia y Quién puede matar a un niño. «Acabó en la televisión», lamenta Laiz.
Sin embargo, con la llegada de las cadenas privadas y su obligación de subvencionar el cine español, el género se recupera y aparecen directores como Álex de la Iglesia o Alejandro Amenábar, que cambiaron la fisionomía del cine español y exploraron el cine fantástico como nadie antes lo había hecho. Aparecen entonces películas como Acción mutante, El día de la bestia, Tesis o Los otros. De acuerdo con el bagaje cinéfilo y las diferentes inquietudes de los nuevos directores, González Laiz presenta unas tendencias denominadas la adopción, reinvención o fusión de las formas tradicionales del cine fantástico en el nuevo cine español. Y, precisamente bajo cada uno de esos epígrafes, se prestará atención a tres títulos como ejemplos representativos de los mismos: Memorias del ángel caído (David Alonso, Fernando Cámara, 1997), Fuera del cuerpo (Vicente Peñarrocha, 2004) y La hora fría (Elio Quiroga, 2006).