En los primeros años del siglo XXI la generalización en el uso del libro electrónico ha cambiado de forma irreversible el porvenir de la lectura. Pero en el pasado los hombres imaginaron cómo sería los lectores del futuro. Optimistas deseosos de un mundo mejor, inventores, escritores o estudiosos que, vistos ahora y desde nuestra perspectiva se quedaron cortos o intuyeron un camino que aún no existía. Ideas atractivas, ingenuas y esperanzadoras. Veamos qué visiones futuristas vaticinaban.
La mayor parte de estas imágenes pertenecen a una colección de cromolitografías de la Biblioteca Nacional de Francia que muestran los adelantos y maravillas de la técnica que en 1910 pronosticaban para el año 2000. El autor tiene muy presentes los avances tecnológicos que a finales del siglo XIX tuvieron lugar en el campo del electromagnetismo y la comunicación inalámbrica y que condujeron a la invención del teléfono y la radio. Pese al esfuerzo y la fantasía que aplicó a los ingenios del futuro, presenta a los protagonistas ataviados con la moda del momento, con lo que las imágenes resultan enternecedoras.
En el futuro, el aprendizaje ya no necesita la molesta tarea del estudio. El maestro selecciona los libros y, con la fuerza aplicada a través de la manivela, se trituran para que la información pase directamente a los cerebros de los alumnos. Por muy pintoresco que resulte, este es en esencia el principio del audiolibro o lo que hace Internet con la información.
La preocupación por el aula del futuro también queda reflejada en estas viñetas de Shigeru Komatsuzaki, incluidas en la serie de artículos ilustrados que se agrupaban bajo el título “Computopía” y que aparecieron en 1969 en la revista semanal Shūkan Shōnen Sunday.
La previsión de que los ordenadores formarían cada vez más parte de la vida cotidiana le llevó a imaginar una escuela computerizada, con un profesor virtual que propone problemas que los alumnos han de resolver en el equipo informático de su pupitre. La idea del ordenador personal encaminado al aprendizaje se ha hecho habitual, aunque el modo en que el sistema avisa de que la respuesta es errónea, por suerte, se ha resuelto de una manera bien distinta a la prevista por Shigeru Komatsuzaki.
La primera proyección cinematográfica de la historia se llevó a cabo en 1895 y en 1877 el estadounidense Alexander Graham Bell construyó el primer teléfono capaz de transmitir y recibir la voz humana con todas sus características. Estos revolucionarios inventos eran ya conocidos en 1910, por lo que imaginar la combinación de ambos en el futuro fue una fantasía que se ha demostrado bastante acertada, pues teleconferencias y videollamadas son tecnologías que en la actualidad utilizamos a diario para el intercambio directo de información entre personas y máquinas distantes (multimedia, streaming).
Mezcla de todo lo anterior y de la televisión por cable podríamos considerar la retransmisión de espectáculos tal y como la disfrutarían los espectadores desde la comodidad de su hogar.
El dictado de un discurso se convierte, a través de una máquina que lo transcribe automáticamente, en lenguaje escrito. algo que hacen posible hoy día los numerosos servicios, programas y herramientas de transcripción de audio automatizados como (Voice Assistant, DragonDictation o el reconocimiento de voz con Google).
Conocer las noticias del día sin tener un periódico entre las manos era una fantasía en 1910. En cambio, La Gaceta del siglo XXI llegaría a cada casa a través de un aparato más o menos asociado con la radio. Nada que ver con la información que en la actualidad los periódicos electrónicos y el community manager on line de cada medio ofrecen en tiempo real.
Mensajería de voz. El recadero entrega al criado, y este se lo entrega al señor un cilindro de cera para ser escuchado en el fonógrafo.
¡Me está llegando un WhatsApp! Un invento que ha revolucionado la sociedad, con 250 millones de usuarios. Una forma de comunicación rápida, sencilla y barata. A cualquier hora, en cualquier sitio y circunstancia, varios mensajes pendientes de lectura. Al principio todos pensábamos que esta aplicación iba a hacernos la vida más fácil. Tan inocentes como en 1910…
En 1930, en una revista alemana aparecía esta ilustración, en la que dos mujeres con sendos teléfonos con cámaras se comunicaban con sus respectivos hogares mientras disfrutaban de un refresco en el club de campo. Como profecía resulta bastante acertada en lo referente a la parte tecnológica, excepción hecha de las baterías con cascos para el audio. Es enternecedor observar que una de ellas dedica parte del tiempo libre que la tecnología le facilita a la lectura de un libro que aparece posado sobre la mesa.
En el año 1935 esta imagen fue publicada en la revista EverydayScience and Mechanics, una de las revistas de mayor importancia de la época y anticipaba un rudimentario prototipo de libro electrónico. Se trataba de un lector de microfilms montado sobre un poste o bien sobre un trípode que permitía al usuario de la época reproducir libros, música y otros formatos usando un proyector de microfilms que permitía, según recogía la revista que mencionamos antes; “fotografiar libros y poner las copias sobre el dispositivo para su examen”. El sistema actuaba de una forma sencilla y permitía grabar los microfilms, mover la pantalla en el ángulo correcto, pasar de hojas con un botón y ajustar el foco de la pantalla, tal y como se puede hacer hoy en día en los libros digitales.
Hoy la tecnología puede ofrecernos libros vivos, acaso más cercanos a los videojuegos, cuyas historias ya no son estáticas ni definitivas, porque cambian según los hábitos, conductos y tipo de lectura de cada lector. ¿Conoces la tecnología TREEbook?
Más aún, el Instituto Tecnológico de Massachusetts está desarrollando el proyecto Sensory Fiction («Ficción Sensorial») que, a través de estímulos corporales provocados artificialmente por sensores, busca imitar los estados físicos de los personajes e integrar sus estados emocionales en el lector.
¿Cómo será la lectura del futuro? La universalización de las nuevas tecnologías ya ha cambiado radicalmente nuestros hábitos de lectura. Pero el semanal del New York Times en su edición del 30 de marzo de 2012 bromeó sobre este tema y sugirió en el cómic «The book of the future» que quizá dentro de unos siglos la tecnología del libro llegue por fin… a su punto de partida.