«Los libros curan la más peligrosa de las enfermedades humanas: la ignorancia» (Radko Tichavsky, homeópata)
«Una biblioteca es como una farmacia en la que hay remedios contra todo tipo de enfermedades. Te permite conocerte a ti mismo y buscar los remedios» (Fernando Savater, escritor y filósofo)
Además de esta función formativa, el psiquiatra vienés Viktor Frankl, superviviente de un campo de concentración de la Alemania nazi y autor del libro «El hombre en busca de sentido» otorga a la lectura un valor que va más allá del entretenimiento o del ejercicio intelectual, para cumplir una función curativa en los planos psicológico y espiritual. En 1997, en la inauguración de la Feria del Libro de Austria, Frankl afirmó:
«La literatura moderna no precisa continuar siendo tan sólo un síntoma más de las neurosis de masas de hoy día. Puede contribuir también a la terapéutica. Los escritores que han atravesado el infierno de la desesperación, que han experimentado la aparente carencia de sentido de la vida, pueden ofrecer su sufrimiento, como un sacrificio, en el altar del género humano. Sus revelaciones ayudarán al lector que sufre idéntico estado a superar este último»
A esta labor, por demás encomiable, de redactar y leer textos con fines sanadores y las actividades que se derivan de estos se le ha denominado biblioterapia, término compuesto por los vocablos griegos biblio (libro) y terapia (cura, restablecimiento). La palabra fue acuñada en 1916 por un clérigo llamado Samuel Crothers, quien ciertamente no se refería a los libros de autoayuda. Los profesionales de las bibliotecas siempre han sido plenamente conscientes de los beneficios personales que los lectores obtienen de sus libros. En 1966 la Asociación Americana de Bibliotecas comenzó a tratar el tema de la biblioterapia, disciplina a la que hoy define de esta manera :
Uso de los libros seleccionados sobre la base del contenido de un programa de lectura planificada diseñada para facilitar la recuperación de los pacientes que sufren de una enfermedad mental o un trastorno emocional. Idealmente, el proceso se realiza en tres fases: la identificación personal del lector con un carácter especial en el trabajo recomendado, lo que resulta en la catarsis psicológica, que lleva a la visión racional sobre la pertinencia de la solución propuesta en el texto de la propia experiencia del lector. Se aconseja la asistencia de un psicoterapeuta entrenado.
Los desequilibrios y trastornos psicológicos como la ansiedad, el estrés, la falta de autoestima, la depresión, la angustia o la obsesión, siempre que sean de carácter leve, pueden ser tratados con la prescripción de los títulos adecuados para la dolencia. Las bibliotecas recorren su particular camino en este sentido, pero también los profesionales de la salud, no exclusivamente psicoterapeutas, hallan en ocasiones un refuerzo en sus tratamientos tradicionales.
En junio de 2013, el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra lanzó un programa en el que los médicos de atención primaria tenían la opción no de simplemente «recomendar», sino «prescribir» un título en su talonario de recetas. En muchos casos, la biblioterapia también se utiliza con los niños durante los tratamientos de enfermedades graves en las que el componente psicológico es un elemento importante para la recuperación.
Terapeutas y bibliotecarios han colaborado para poner en marcha programas que abran nuevas perspectivas para ambas profesiones a la vez que benefician a sus respectivos usuarios. El tiempo dirá hasta qué punto…