Por Sara Ordás González
– Esta entrada del blog tiene fondo musical gracias a Biblioteca Digital Hispana.
Quien haya leído el libro de Luis Artigue, ya sabrá por qué… –
Las apariencias engañan, y esto es algo que hemos aprendido en la sesión de ayer. Un club de lectura, dos obras de poesía, y lo que parecía una forma complicada, hermética e inaccesible… Todas las señales nos decían que nuestra tarea no sería fácil. El respeto que ambos autores nos infundían y el temor con el que siempre nos enfrentamos a los versos podían inundar el ambiente pero, como dije al principio, no todo es lo que parece y en vez de encontrarnos ante un coloquio participativo disperso, tenso y pausado pudimos disfrutar de ricos debates, frenéticas lluvias de ideas y grandes conversaciones que hicieron que esos momentos que compartimos fueran de gran interés y atractivo.
Con la intención de organizarnos como es debido, decidimos comenzar nuestra discusión con Luis Artigue y su Ética del fragmento.
Las primeras impresiones afirmaban que las reflexiones sobre Safo les habían resultado un tanto lejanas o difíciles de comprender, pero reconocían que, conforme la obra avanzaba, todo parecía empezar a cobrar sentido y las tres partes en las que la obra se estructura se erguían como un todo completo e independiente.
Muy interesantes fueron todas las reflexiones que surgieron durante el comentario de la segunda parte del libro. Entre todos llegamos a la conclusión de que las mujeres a las que Luis Artigue canta vivieron en una época en la que la sociedad les permitió ser libres, esos años veinte donde la moral victoriana había quedado relegada a un segundo plano sin protagonismo alguno y en un lugar donde todos estos avances fueron aceptados y valorados como es debido: París. Una de nuestras compañeras apuntaba que para ella todas aquellas mujeres, que sabían que nadie las quería por su rebeldía, por su libertad y por su inconformismo, habían decidido quererse entre ellas. Por muy fuerte que sea, una sola es débil, pero todas juntas somos imparables (o eso nos gusta pensar). En aquel momento, nos dimos cuenta de que todas aquellas personalidades del mundo de la cultura y de la intelectualidad compartían algo más en común: todas ellas pagaron el alto precio de su libertad.
Para terminar con el comentario de las reflexiones que en torno a esta parte del libro surgieron, es necesario que apuntemos lo que una sección de nuestro club manifestó refiriéndose a ella. Se habló de femenino, no de feminista. Quizás nuestro autor, valiéndose de las mujeres a las que canta, no estuviese haciendo otra cosa más que perpetuar los estereotipos femeninos de esas mujeres que para ser fuertes tienen que estar siempre rotas. Puede que detrás de todas estas reflexiones (los comentarios a la parte del hombre de cristal escapaban a esta crítica) nos encontremos una vez más a un hombre explicándonos cómo son las mujeres.
El clímax de esta primera parte de nuestra sesión llegó cuando comenzamos a comentar todo aquello relacionado con el hombre de cristal. Numerosas preguntas volaban por nuestras mentes: ¿Quién es el hombre de cristal? ¿Cómo es? ¿Existe?… Pero tan pronto como venían se iban y llegaban las maravillosas respuestas de nuestros socios. Una de nuestras compañeras comentó que ella, que sabía de lo revolucionario del autor, decidió seguir sus mismos cauces y rebelarse ante él comenzando a leer el poemario por esta última parte. Al acabar la sesión muchos se lo plantearon también.
Todo partió del debate que la palabra “cristal” generaba. Las dudas estaban a flor de piel. ¿El hombre de cristal de Luis Artigue era así por su fragilidad, por su transparencia, por su dureza, por su capacidad de cortar…? Entre todos decidimos pensar que era por su transparencia, por su capacidad de reflejar. Con él defendimos que el autor buscaba lo humano, lo esencial de ambos géneros, lo que elimina cualquier tipo de lucha para vivir en su propia esencia, encontrando la armonía entre dos opuestos que lejos de superponerse entre sí, viven en complementariedad y paz. Nos gustó pensar que con cada poesía el escritor se desnuda y por ello fue gratificante poder conocer a Luis Artigue desde sus textos y reflexiones. Finalmente, y relacionando todo lo anterior, llegamos a la conclusión de que, lo que aquellas mujeres de Artigue y su hombre de cristal compartían era la búsqueda de lo andrógino, de lo neutral, una vez más, de lo humano.
Nos dimos cuenta de que lo político en Luis Artigue y su poemario era una constante, la gran base de su obra y como transición entre las dos fases de nuestra sesión, decidimos reflexionar acerca de lo político en Joaquín Pérez Azaústre y llegamos a la conclusión de que esta era la gran diferencia entre ambos. El autor de Poemas escritos para ser leídos en un centro comercial nos lleva de la mano por un paseo hacia sus recuerdos en el que la subjetividad es lo que aflora. No pretende con su poemario cambiar el mundo sino describirlo.
Compartiendo sus experiencias ante los fotogramas se propone que quizás lo que el autor pretende es hacernos ver que, todos ellos, con sus personajes y sus historias, conforman lo que hoy en día sería la mitología del «yo» posmoderno. Y esta, la palabra “mitología” fue la que más debate trajo consigo. Parece que este sustantivo tenía para nuestros lectores de todo menos connotaciones positivas. Decir que James Dean, o Paul Newman eran los Hércules de hoy en día les pareció de lo más arriesgado y no creían que bajo su esencia pudiésemos hablar de trasfondo filosófico o de contexto cultural como afirmaban que se debía hacer con un mito. Por otro lado, otros compañeros defendían todo lo contrario (qué maravillosa confrontación de ideas). Para ellos, los mitos siempre traían consigo su parte positiva y su parte negativa (una compañera nos recordó que Zeus era -además de otras cosas- un violador) y que esto era algo necesario de aceptar. La mitología clásica no por ser más antigua es más válida que lo que podamos admirar en la actualidad. Los mitos son nuestros referentes, iconos en los que nos vemos reflejados. Al final, decidimos ceder entre todos y relajar la cuerda de la que tirábamos y, aceptando unos lo de los otros y viceversa, preferimos utilizar la palabra “icono” en vez de “mito”.
Gracias a las reflexiones de Joaquín Pérez Azaústre y siguiendo con el debate sobre esa mitología, pensamos que pese a ser “nueva” ya no era la de los más jóvenes socios que en nuestro club participan también. En un mundo tan cambiante como el nuestro, tan rápido, hasta la mitología (los iconos) parecen cambiar a la vez.
Pero en algo sí que nos pusimos fácilmente de acuerdo y es que no hay nada más icónico en nuestra sociedad que un centro comercial. Por ello, y por querer hablar de mitología, es lógico que el autor decidiese escribirnos desde allí. Me gustaría terminar este pequeño resumen de nuestro coloquio dando las gracias a todos aquellos que participaron activamente y a los que no en la sesión de ayer, una sesión en la que el tiempo se paró. Una compañera dijo en medio de nuestro fervoroso debate: “Qué afortunados somos por poder estar aquí, participar en un club de lectura como este”. Y amén.
Nos vemos en la próxima sesión (el miércoles 3 de octubre), más interesante que ninguna puesto que en ella todas nuestras dudas y cavilaciones serán resueltas por los propios autores. Hasta pronto
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Cornejo Portugal, Inés. (2006). El centro comercial: ¿una nueva forma de «estar juntos»?. Cultura y representaciones sociales, 1(1), 93-127. Recuperado en 28 de septiembre de 2018, http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-81102006000100004& lng=es&tlng=es.
«Poemas para ser leídos en un centro comercial»
Me ha gustado, es un libro con partes muy diferenciadas y concretas, pasando por series y películas de épocas variadas. Ha sido una lectura no muy compleja, aunque hay bastante adjetivación.
Esta lectura del primer ciclo sin duda esta siendo de mis favoritas. Me gusta el puente que crea esta poesía con el medio audiovisual. Me gusta que tenga un breve texto dedicado a Metropoli. La descripción de situaciones en algunos poemas es breve pero evoca a la perfección la escena, las palabras están muy bien escogidas.
La primera lectura del ciclo “Poemas para ser leídos en un centro comercial” me ha parecido un hermoso poemario donde el autor da un repaso con gran sensibilidad y delicadeza a figuras populares a través de la historia.