Por Ana Abello Verano
Muchos de los socios del club se acercaron por primera vez a la singular poética narrativa de Eloy Tizón a través de su último libro, Plegaria para pirómanos. Su visión crítica contrastó con la de aquellos que habían seguido la trayectoria de Tizón desde su aclamado volumen Velocidad de los jardines.
A lo largo del coloquio se analizaron los rasgos más emblemáticos de la producción de este autor, como la presencia de pasajes poéticos, el peso del culturalismo, la combinación de distintas perspectivas en el marco de una misma historia, el juego con las elipsis o la incorporación de elementos misteriosos que quedan sin resolverse. Gran parte de estos asuntos se vincularon con las características del «postcuento», término explicado en la guía de lectura con el fin de comprender en toda su magnitud el universo creativo de Tizón.
Los lectores coincidieron en destacar la narratividad de los tres primeros cuentos de Plegaria para pirómanos, en los que aparece el personaje de Erizo como hilo conductor, al tiempo que incidieron en la dimensión abstracta y onírica de relatos como «Anisópteros» y «Cárpatos». Uno de los textos más celebrados fue «El fango que suspira», por el retrato postmortem que configura y que no deja indiferente a nadie, aunque «Grafía» también fue una composición muy comentada debido al juego metaliterario que contiene y que permite interpretar la estructura global del libro.
En la sesión hubo tiempo también para leer en voz alta pasajes de gran carga visual y lírica, sin dejar de lado el análisis de los espacios narrativos y las referencias certeras a la sociedad contemporánea que incorporan los relatos.
No cabe duda de que la literatura de Tizón, rica en matices, no se agota en una única lectura. Así, mientras esperamos la visita del autor, seguro que muchos participantes del club vuelven a abrir el libro para sumergirse en sus páginas.