Por Raquel de la Varga Llamazares
Actualizado con el VÍDEO DE LA VISITA DE ANDRÉS NEUMAN
El autor
Ni español, ni argentino. Ciudadano y lector de sustancia híbrida, nacido en Buenos Aires y residente en Granada desde los dieciocho, Andrés Neuman se ha convertido en una de las voces narrativas jóvenes más brillantes del panorama de las letras en español de las últimas dos décadas.
Con solo veintidós años publicó su primera novela —Bariloche (finalista del premio Herralde, Anagrama, 1999)—, a la que siguieron otras como La vida en las ventanas (Espasa, 2002), Una vez Argentina (Anagrama, Finalista del premio Herralde, 2003), El viajero del siglo (Alfaguara, Premio Alfaguara, Premio Tormenta y Premio de la Crítica, finalista del Premio Rómulo Gallegos, 2009), Hablar solos (Alfaguara, 2012) y Fractura (Alfaguara, 2018). Su narrativa más extensa transita territorios tan dispares como la ficción autobiográfica y la historia reciente de Argentina, la Europa del Romanticismo entre amor y música o las cicatrices corporales e históricas de un superviviente a las bombas atómicas que vive la explosión de Fukushima.
Su interés por los entresijos literarios, además de desde el punto de vista más académico, que desarrolló como investigador y docente en la Universidad de Granada, se traduce en una contínua voluntad metaficcional que ha volcado especialmente en la narrativa breve. Sus cuentos, entremezclados o hibridados con la poesía, están igualmente contagiados por un espíritu ensayístico, lo que los sitúa en un terreno fronterizo con la poesía o el aforismo, constituyendo el propio texto literario un desafío o un tratado teórico contra los géneros literarios. El que espera (Anagrama, 2000), El último minuto (Espasa, 2001), Alumbramiento (Páginas de Espuma, 2006), Hacerse el muerto (Páginas de Espuma, 2011) y el recientemente publicado Anatomía sensible (Páginas de Espuma, 2019), que nos reúne aquí, componen gran parte de la nómina de su narrativa breve.
En el campo de la ficción hiperbreve no solamente ha aportado como autor, sino que su interés por la definición y los límites del micrrorrelato han llegado hasta el plano teórico. De ello también se deriva como consecuencia que en sus libros de cuentos se incluyan apéndices teóricos sobre el género, o que haya coordinado antologías como Pequeñas Resistencias (vol. 5, Páginas de espuma). Entre lo académico, la libertad creadora y lo divulgativo, su blog Microrréplicas ha sido durante la última década uno de los espacios digitales más interesantes dedicados al microrrelato.
A medio camino entre el microrrelato y el poema, ha cultivado también la escritura de aforismos que se pueden encontrar en El equilibrista (Acantilado, 2005), Caso de duda (Cuadernos del vigía, 2016), Barbarismos (Páginas de Espuma, 2014). Ha publicado y traducido otras obras, como por ejemplo el libro de viajes Cómo viajar sin ver (Alfaguara, 2010).
Como poeta ha publicado Métodos de la noche (Hiperión, 1998), El jugador de billar (Pre-Textos, 2000), El tobogán (Hiperión, 2002, Premio Hiperión), La canción del antílope (Pre-Textos, 2003), Mística abajo (Acantilado, 2008), Gotas negras (Plurabelle, 2003), Sonetos del extraño (Cuadernos del Vigía, 2007), poemarios todos ellos antologizados en Década. Poesía 1997-2007 (Acantilado, 2008), recopilación a la que se suman otras como el libro-disco Alguien al otro lado (La Veleta, 2011), Vendaval de bolsillo (Almadía, 2014), Patio de locos (Estruendomudo, 2011) y No sé por qué (Ediciones del Dock, 2012). Su último poemario es Vivir de oído (Almadía, 2017).
Anatomía sensible
En la primera lectura de esta edición especial del club nos adentramos en un territorio fronterizo que no habíamos transitado anteriormente en lo que a géneros literarios se refiere. Lo primero que debemos tener en cuenta al enfrentarnos a Anatomía sensible es que hay que dejar de lado el frecuente afán que tenemos como lectores de poder ponerle una etiqueta o saber con exactitud qué es eso que vamos a leer. Este volumen está compuesto por textos narrativos breves que, por extensión, podrían tildarse de cuentos; sin embargo, no poseen argumento, ni tiempo, ni espacio ni personajes: pertenecen a la categoría de los textos literarios que por su rupturismo y su hibridación no tienen nombre. Andrés Neuman, como teórico y como creador, ha sabido trascender las normas y, por ello, uno de sus cualidades más destacadas como escritor es su ficción inclasificable, fragmentada y profundamente poética.
Anatomía sensible es esencialmente un viaje y una oda por y para el cuerpo. Basta con conocer la anécdota sobre cómo surgió la chispa del libro para entender el origen de ese viaje. Numerosas reseñas o noticias se hacen eco: en un determinado momento del año 2018, Andrés Neuman decidió buscar en Google Imágenes la palabra ‘belleza’ —y ahora recordad que el objeto máximo al que ha aspirado siempre el arte y uno de los mayores intentos de la filosofía y la metafísica ha sido precisamente la definición o la mímesis de la misma—. Si ahora tú también has hecho la búsqueda te habrás sorprendido de la idea tan canónica que los algoritmos de Google, basados en las búsquedas de internautas. En el caso de Neuman aparecieron 98 fotos de mujeres occidentales (97 de ellas jóvenes), una imagen de una pareja y otra de un bebé. En la actualidad encontramos esporádicamente alguna variante racial y alguna sorpresa como Nietzsche o el actor Jake Gyllenhaal. Así, el afán rupturista con los géneros se traslada al propio contenido, ya que en «cada uno de sus capítulos se rebela contra el hedonismo de la cultura del Photoshop. En tiempos de retoque compulsivo y poses digitales, acaso sea la hora de releer nuestro cuerpo para recuperarlo. Todos los cuerpos son bienvenidos aquí«, reza la contraportada.
No todas, pero sí varias partes del cuerpo humano han sido tópico y lugar común, repetidamente visitados en todos los tiempos: desde la atención en la Antigüedad al talón de Aquiles, hasta los numerosos (hasta la saciedad) cabellos dorados de los ideales de belleza femeninos que, cuando pasaron a ser oscuros o cobrizos, seguían empañados por la idealización de poetas y pintores del momento. Hoy, más que nunca, la atención que se le presta al cuerpo ha adquirido dimensiones y se sujeta a cánones que, en un recorrido inversamente proporcional a la modernidad de los tiempos, esclavizan más que liberan. Tanto a las ya visitadas zonas como a las muchas otras que han quedado invisibilizadas en nuestro concepto social de belleza, Andrés Neuman las revisita con unas gafas nuevas que incorporan el filtro de lo poético, lo político, lo metaliterario y lo humorístico.
Cada uno de los capítulos o cuentos está dedicado a uno de nuestros órganos o miembros. «Revoluciones del cabello», «Una vagina propia», «El talón y la intemperie», «Reprobación del brazo y alabanza del codo», «Matiz del ano» o «El ojo como déspota ilustrado», desde sus propios títulos, nos avanzan la intertextualidad o la ironía desde la que Neuman se instala para cuestionar dogmas, creencias y prejuicios que acarreamos y transmitimos de siglo en siglo y de generación y generación, desdeñando nuestro propio cuerpo y relegando toda identidad a su apariencia.
Tanto la forma como el contenido están directamente relacionados, ya que la mezcla de códigos, de géneros y de registros es, al igual que hace con las partes del cuerpo, algo subversivo. Respecto al estilo, como en todas las obras de Neuman, hay un trasfondo poético que, además de en el ritmo, está en fondo de cada texto, demostrado en la búsqueda de la esencialidad y en la manera de examinar las cosas del mundo.
En la forma de contar detectamos ciertas formas narrativas que recuerdan (cuando no están muy próximas) al aforismo y especialmente a la greguería. El humor, tan propio del autor argentino, unido a la creación de metáforas y símbolos, tratando de explicar o definir ideas o partes del cuerpo, no solo retoma el espíritu de Gómez de la Serna sino que además crea nuevos sentidos. Es por ello que, aunque se trate de una obra corta en extensión, posee tantas capas de lectura que recomendamos firmemente una segunda o tercera lectura para captar los matices o mensajes que, en un primer acercamiento, se nos pueden escapar. Las referencias, frases hechas o a obras y lemas de todo tipo plagan los textos de Neuman, por lo que la parodia en su acepción posmoderna enriquece notablemente la lectura. Os adelantamos un ejemplo de uno de los innumerables fragmentos en los que hallamos una mezcla entre belleza formal, intertextualidad, denuncia y humor. Pertenece a «Panfleto de la nalga»:
Poetas, activistas y peatones levantan al unísono su voz: sin exceso no hay bellezas ni verdades. Merecemos la carne de la realidad. Por eso protestamos ante la disminución impuesta por la alta costura, la más baja de todas. La austeridad física es otro imperialismo, el capital engorda adelgazándonos. Combatamos la opresión de la curva trabajadora. Nalgones del mundo, uníos.
Patricia Esteban Erlés ha escrito una magnífica reseña en Zenda de Anatomía sensible, titulada «El dios del cuerpo», que os recomendamos leer tanto previamente como tras la lectura del libro de Neuman. Pero sobre todo os queremos recomendar la entrevista que también en Zenda le hicieron a Andrés Neuman, en la que él mismo explica todas las claves de la obra y las incógnitas que nos pueden quedar tras su lectura. Y por eso mismo os recomendamos encarecidamente que la leáis… PERO DESPUÉS DE LEER EL LIBRO, para no robaros a vosotros mismos el extrañamiento y la reflexión que suscita.
Como siempre, cerramos nuestra guía con unas preguntas que no son más que eso, «preguntas trampa» que nos dirigen hacia aspectos más importantes de la obra, antes y después de su lectura.
¿A qué género literario dirías que pertenece Anatomía sensible y por qué?
¿Cuál es el capítulo/parte del cuerpo que más te ha gustado y por qué?
¿Has subrayado alguna cita que te ha llamado mucho la atención? ¿por qué?
Sobre la imagen de la portada, ¿de qué crees que se trata o qué te sugiere?
Cuando comenzamos a leer un libro es bastante habitual que las citas iniciales no nos digan nada o no las comprendamos, aunque tengan una relación directa con la obra. Cuando volvemos a ellas, acabado el libro, cobran un enorme significado. Las citas que abren Anatomía sensible, ¿por qué crees que las ha elegido el autor y qué quieren decir?
Con los títulos de los capítulos ocurre algo parecido. Con frecuencia son incluso necesarios para entender los textos. En la mayoría de los títulos de Anatomía sensible hay sátira e intertextualidad. Elige el que más te haya gustado o transmitido (o hecho reír) para comentarlo en el coloquio.
En este especial viaje la última parada es el alma. ¿Qué te ha parecido este capítulo?, ¿Por qué forma parte del cuerpo?
Después de terminar el libro, ¿cómo te sientes?, ¿ha cambiado algo en tu cuerpo o en tu forma de mirarlo?
Estimados míos, hemos leído en mi taller literario el texto de Andrés Neuman y ha sido una experiencia bellísima, no solo por la reivindicación del cuerpo, sino por algo que la historia de la literatura, la religión, el arte y la filosofía habían muchas veces estigmatizado separándolo del alma.
Su humor subversivo es también liberador y los mínimos detalles deslumbran por su profundidad y originalidad.
Recuerdo a Barthes cuando decía que todavía existe ese antihéroe, el lector que cuando lee siente placer. Y esto es lo que provoca la lectura de Anatomía Sensible, placer hasta llegar a eliminar complejos y asumir una nueva mirada hacia nosotros mismos y los otros. Una alegría que estoy segura ustedes compartirán.
Coincidimos plenamente
Un saludo, Magdalena