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Paul Gelman.

 

 Y tú ¿cantas pío-pío o te miras con vergüenza tus  zapatos?

El pasado 14 de enero de 2014 falleció el poeta argentino Juan Gelman cuya vida fue un testimonio de lucha y compromiso social.  Su poesía está marcada por tres desgracias vividas de forma hondamente  humana: la derrota política, el secuestro, desaparición y asesinato de sus hijos y el exilio. 

Gelman nació en 1930 en Buenos Aires.  Hijo de emigrantes judíos ucranios, ejerció diversos oficios antes de dedicarse al periodismo. A finales de los sesenta se incorporó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para luchar contra las dictaduras de Lanusse y Onganía». Sus actividades periodísticas y políticas le llevaron al exilio entre 1975 y 1988. Durante su ausencia de Argentina llegó a estar condenado a muerte por la dictadura y vivió en carne propia el drama de los «desaparecidos»

«El 26 de agosto entraron en casa de mi hijo Marcelo y se lo llevaron con su mujer Claudia, que estaba embarazada. A él lo asesinaron en octubre y a ella se la llevaron a Montevideo. Esperaron a que diera a luz y sólo entonces la liquidaron. Entregaron a la niña a un policía nacional. Tardamos 15 años en encontrar los restos de mi hijo y 23 en encontrar a mi nieta. Seguimos buscando los restos de mi nuera».

En el marco de la Operación Cóndor, los niños pequeños de los prisioneros eran robados a sus padres y dados a familias ajenas, en general familias de militares. Así se negaba hasta la última consecuencia la humanidad de los prisioneros, su identidad, su existencia. Gelman escribió en abril de 1995 una carta a su nieto desaparecido.

Juan Gelman expresa en sus obras el desarraigo, la búsqueda de un lugar definitivo en el mundo, el amor a las palabras, a la historia y a las ciudades.  Pero ni al mundo, ni a la poesía, ni a Juan Gelman le gustan los lugares definitivos. La búsqueda parece el único punto de llegada, porque la realidad es tan compleja como el lenguaje y como nosotros mismos. Gelman fue un poeta auténtico en un mundo de poetas de mentira, que se esconden en palabras enigmáticas e incomprensibles. Su poesía es clara, de fácil lectura, fiel a sus raíces  y siempre en lucha con las palabras, con sus significados y con su sentido poético. Si el poeta vive permanentemente en un en un exilio que lo aleja de su patria, de sus congéneres y de sí mismo,  lo único que lo hermana con el resto de la humanidad es la belleza y la memoria de la palabra,  “Gelman hace delirar a las palabras” dice Mario Benedetti, y añade que es, sin duda, un poeta de los sentimientos.

En su poema “Arte poética” (Velorio del solo,  1961) definió  descarnada y ¿proféticamente? su vocación y su destino: 

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte. 

A propuesta de las Academias de la Lengua de los países de habla hispana recibió el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes en 2007.

paul gelman

 

Poco se sabe

Yo no sabía que no tenerte, 
podía ser dulce como nombrarte, 
para que vengas, 
aunque no vengas, 
y no haya sino tu ausencia, 
tan dura como el golpe 
que me di en la cara 
pensando en vos. 

 

Libros prohibidos.

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“Si verdaderamente los dictadores hubieran tenido el poder en que creían con tan terca obstinación, buena parte de la literatura universal no existiría. Que las obras hayan sobrevivido, a pesar de todas las persecuciones y prohibiciones, es tan notable como la convicción de los perseguidores — refutada una y otra vez durante siglos — de que con la muerte del autor se extinguen también sus ideas. Los gobernantes de todos los tiempos y culturas — desde el rey ilustrado hasta el jefe tribal primitivo y fundamentalista, desde Augusto hasta el secretario del Partido Comunista de China — han sido incapaces de comprender que las ideas tienen más fuerza que las leyes” (Prólogo de la obra «Breve historia de los libros prohibidos» (RBA) de Werner Fuld).

Muchas veces el fuego se ha quedado huérfano para alegría de la eternidad. Ahí están la Eneida y Lolita, separadas por más de 20 siglos, pero hermanadas, más allá de su belleza literaria, por las infructuosas llamas que sus propios autores les prometieron, y con las que las han amenazado algunos autonombrados guardianes de las ideas políticas, religiosas, sociales, éticas o morales.

libros enadenadosUn aura de ceniza parece el sino de muchos libros a lo largo de los 35 siglos de creación de la escritura. El autor y crítico literario alemán Werner Fuld sigue ese rastro vergonzoso del ser humano para relatar la historia de las obras que fueron salvadas de la censura y la persecución en  Breve historia de los libros prohibidos . Un libro de arena de todos los tiempos y las civilizaciones sobre los obstáculos y trampas a la creación literaria que se convierte en una llama que hace ver la necesidad de estar siempre alertas ante la perpetua tentación de vigilantes e inquisidores con listas de libros prohibidos y la cerilla en la mano.

“No se puede negar que la mayor parte de la literatura universal estimula el pensamiento propio. En interés de la paz social, esta perturbación es intolerable”, asegura irónicamente Werner Fuld, al recordar la crítica de Ray Bradbury en Fahrenheit 451 (¿recuerdas nuestra entrada en el blog?).

Páginas que alumbran los pasadizos que han hecho posible el milagro de poder disfrutar de esos textos “sospechosos” y de escritores rescatados del balanceo al borde del abismo, e incluso de aquellos que alcanzaron a caer o de los que fueron arrebatados como Jonás de la ballena.

Virgilio, Diderot, Dos Passos, Voltaire, oir ver callarZola, Nabokov, Ovidio, Rousseau, Sartre, Hemingway, Balzac, Faulkner, Gorki, Kant, Melville, Hammett, Joyce, Descartes, Proust, Quialong, Beauvoir, Cleland, Goethe, Wilde, Genet, Solzhenitsyn, Kafka, Flaubert, Lorca, Zweig, Baudelaire, Lawrence, Mandelstam, Sade, Sagan, Ibsen, Hernández, Ginzburg, Bulgákov, Rushdie…

Hay varias clases de muertes, prohibiciones y resurrecciones literarias: la de los libros  de los que el propio autor se arrepiente una vez creados  y no quiere darles más vida; la de los libros que quieren vivir y cuyo autor busca eliminar a toda costa, mientras alguien, un editor o un amigo, se niega a darles ese derecho; y están los libros que una persona más poderosa, desde un gobernante hasta una institución religiosa o en nombre de la sociedad, busca eliminar.

“Saber leer (y escribir) es un acto de apropiación del mundo. El que aprende a leer unas cuantas palabras ‘pronto podrá leer todas las palabras’, como dice Alberto Manguel, y, si comprende que con una frase se ha apropiado de una parte del mundo no se dará por satisfecho con una sola frase”, explica Fuld en su ensayo. Una celebración por la manera en que la creación ha burlado el destino.

Y un brindis por aquellos que no hicieron caso a los últimos deseos de muchos escritores de no dejar vestigios de sus textos. Uno de los primeros fue Virgilio. No se sabe por qué en su testamento ordenó quemar la Eneida, pero, por fortuna, el emperador Augusto ignoró su última voluntad. Veinte siglos después de los hechos que permitieron que el mundo leyera la Eneida, Franz Kafka quemó manuscritos que no le gustaban. Luego, su albacea Max Brod no respetó su voluntad y el mundo ha leído El castillo y El proceso.

Un caso en el que se juntan en el autor el impulso de eliminar primero y de publicar después es el de Vladimir Nabokov con Lolita. Un clásico del siglo XX que cuando era un borrador titulado El hechicero Nabokov quiso quemar y su esposa Vera rescató de las llamas. Hasta que el 6 de diciembre de 1953, el autor la terminó para empezar un viacrucis al ser rechazada por cuatro editoriales que la consideraban “inmoral” y muchas cosas más, hasta que, dos años más tarde, logra publicarla en París en Olympia Press, una editorial de obras eróticas. Y en Estados Unidos solo en 1958 tras una batalla judicial.

A esos fuegos individuales se suman las hogueras que han prendido y querido prender gobernantes, de todos los niveles, e instituciones religiosas o de cualquier otra índole en nombre del bien común. Desde el mismo Augusto, que un día feliz salvó la Eneida, y otro desdichado ordenó la primera quema masiva de libros en Roma por cuestiones religiosas, hasta el nazismo, los regímenes chinos o los conflictos en los Balcanes o en Irak e Irán. indiceEspaña misma padeció con Francisco Franco decisiones de este tipo cuando recién llegado al poder, que ostentaría durante 36 años, ordenó en 1939 quitar de las bibliotecas las obras de autores “degenerados”. “Franco que era católico”, recuerda Fuld, “podría haber tomado el Index romano como referencia, pero lo cierto es que en este catálogo no aparecen ni Goethe ni Ibsen, que sí estuvieron en la lista española”.

Episodios sombríos y asombrosos que tienen un capítulo en la literatura porque varios escritores han novelado dichas experiencias. Entre las más recientes están Balzac y la joven costurera china, de Dai Sijie; El librero de Kabul, de Asne Seierstad, y Lolita en Teherán, de Azar Nafisi.

¿Acaso están las ideas políticas, religiosas o morales con intereses particulares por encima del arte? La historia muestra que lo que hay más allá del índice acusador es la victoria de la belleza prohibida. Del recordar el origen cuando la palabra era vida, pero no vivía. Era como la luz de la luciérnaga, intermitente, volátil, inatrapable, hasta que los sumerios empezaron a darle cuerpo con signos trazados en estilete o punzón en tablillas de arcilla, piedra, madera o cualquier objeto noble que las recibiera. Así empezaron el camino al arte, a la eternidad, a vivir ante quien las descifra con su lectura, y a vivir y vivir ante quien las revive en su boca para darles sonidos, como estos versos de Las flores del mal, de Baudelaire, salvados de la inquisición literaria:

“¿Vienes del cielo profundo o sales del abismo,

Oh belleza? Tu mirada, infernal y divina,

vierte confusamente el favor y el crimen,

y por eso se te puede comparar al vino”.

Destrucciones masivas de libros

  • La primera destrucción masiva de libros ocurrió en Sumeria (entre los ríos Éufrates y Tigris) hace unos 5.300 años, por deterioro, desastres y conflictos bélicos.
  • La primera quema de libros en Roma la ordenó Augusto en el siglo 12 a.C. con obras oraculares y proféticas. Buscaba que nadie pusiera en duda sus ideas políticas.
  • La biblioteca de Alejandría, fundada a comienzos del siglo III a.C., habría terminado por múltiples motivos: incendios bélicos, orden de destrucción por parte de los árabes, ataques de los cristianos, terremotos y la falta de presupuesto.
  • La Iglesia católica creó en el siglo XVI el Índice de libros prohibidos que tuvo muchas ediciones, hasta que en 1966 Pablo VI lo suprimió.
  • En 1933 se hizo en Alemania el llamado Bibliocausto nazi ejemplo paradigmático de cómo la política atenta contra las obras de arte.

 Fuente: El País.es 22-12-2013

 

¡Feliz año 2014!

Te deseamos un año 2014 lleno de los mejores libros, los mejores autores, horas repletas de la compañía de la lectura. 

La radio marca los minutos de la vida; el diario, las horas; el libro, los días (Jacques de Lacretelle). De manera que ¿Ya tienes tu agenda para este año?

¿Dónde apuntas los libros que vas leyendo cada semana y los que quieres leer?

agenda literaria

La editorial Alba  elabora una agenda genuinamente literaria con seriedad y rigor pero también con sentido del humor. Ilustraciones sugerentes, citas inspiradoras y efemérides originales de los autores más destacados de la literatura universal. Frases como «No sé hablar lo suficientemente bien para ser ininteligible» (Jane Austen) o como «Béseme, y béseme fogosamente, pero sin que se me caiga el gorro de algodón» (Stendhal) iluminan las semanas de 2014. Y día a día sabremos también por qué encontraba Voltaire cara la Enciclopedia, cuándo nació el doctor Watson, compañero de Sherlock Holmes, qué dijeron las primeras críticas de Drácula o Cumbres Borrascosas, cuáles fueron las últimas palabras de Heine o de Ibsen, qué escribió Sofia Tolstói en su diario el día en que la abandonó su marido, en qué fecha partió de casa Jane Eyre rumbo al internado de Lowood o en qué día transcurre La señora Dalloway de Virginia Woolf.

 

¿Qué personaje de ficción serías?

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Con frecuencia nos identificamos íntimamente con un personaje de ficción. Las decisiones y actitudes que toman en las historias que leemos resuenan en nosotros y nos preguntamos qué hubiéramos hecho en  esas circunstancias. Al leer, la capacidad de empatizar en mayor o menor grado con un protagonista  depende de  nuestra formación previa,  pero también de nuestra propia personalidad.

Te proponemos un juego: ¿Con qué personaje literario te identificas?

 

scottish book trustEsta es una iniciativa de The Scottish Book Trust,  una organización nacional con sede en Edimburgo  que promociona  la lectura y la escritura en Escocia.  The Scottish Book Trust trabaja con y para una variedad de públicos de todas las edades (incluidos bebés con sus padres) y potencia en su campo la tarea de profesores, profesionales de la enseñanza, bibliotecarios,  escritores y editores.

Nochebuena feliz, Navidad venturosa

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Las Pascuas de Navidad

gratas son al mundo entero,

gozadlas pues como espero

llenas de felicidad:

en ellas, señor, lograd

las satisfacciones puras

y en medio de las dulzuras

que suelen traer en pos,

vierta el cielo sobre vos

dichas mil y mil venturas.

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Edición digital: Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001
N. sobre ed. original: Ed. digital basada en la de Mataró, Imprenta de D.Pedro Vives, 1873.
Colección Carmen Bravo Villasante.

Los mejores libros del año

A partir de las sugerencias de los críticos de diferentes especialidades y con las votaciones de sus lectores, el Periódico el País ha elaborado la lista de los mejores libros del año. Todo es opinable, pero en estas fechas son un buen listado de propuestas de lectura para aquel que aún no las conozca.   

Mejor

libro del año:

 “La verdad sobre el

caso Harry Queber”. Joël Dicker

(Alfaguara)

Mejor novela del año: “Intemperie”.

Jesús Carrasco (Seix Barral). Mejor libro de

cuentos: “Cada cual y lo extraño”. Felipe Benítez Reyes (Destino)

Mejor comic:

 “Los surcos del azar”. Paco Roca (Astiberri). Mejor  biografía:

 “La ridícula idea de no volver a verte”. Rosa Montero (Seix Barral). Mejor libro

de poemas: Baile de máscaras”. José Manuel Díez (Hiperión). Mejor ensayo: “Sociofobia”

 César Rendueles

(Capitán Swing)

  

El bosque de los hombres-libro

                              ¿Imaginas un mundo sin libros. Al fin y al cabo ¿para qué sirven?                             ¿qué sentido tienen en una sociedad moderna?

En 1953 Ray Bradbury  publicó  «Farenheit 451» y  en 1966  la obra fue llevada al cine por  el director francés Françoise Truffaut.raybradbury

Haciendo una referencia a la  temperatura a la que el papel de los libros empieza a arder, la novela de Bradbury imagina  una distopía en la que los libros están prohibidos, y el cuerpo de bomberos tiene como principal función  no apagar fuegos, sino provocarlos para destruir cualquier rastro de hoja impresa que amenace el feliz equilibrio en el que vive la sociedad. 

Las imágenes de la secuencia pueden resultar ingenuas o anticuadas en su estética de los años 70. La película  no ha envejecido muy bien en lo que a la recreación del  futuro se refiere. Y  su mensaje no parece muy vigente, sobre todo visto desde nuestra sociedad actual en la que, al menos de momento, la libertad de expresión está garantizada si bien se cuestiona la  libertad de información:  todos somos sabedores de la censura  y el control de contenidos «inapropiados» que desde determinados gobiernos se ejerce sobre los medios de comunicación o sobre Internet.

No es nueva  la idea de que los libros (algunos al menos) sean perseguidos porque su contenido haya sido considerado incómodo, amenazador o directamente peligroso para el poder establecido.  La consigna subyacente es que leer nos hace diferentes, por lo que si deseamos una sociedad igualitaria, no debemos leer. La posibilidad de que cualquiera con un bolígrafo y un papel, o con un teclado de ordenador pueda difundir libremente  opiniones desmarcadas del pensamiento único es un riesgo que algunos regímenes «democráticos» no están dispuestos a correr. 

En la sociedad del mundo  desarrollado leer está permitido, pero ¿se lee? Nuestra cultura actual es muy dinámica, muy rápida, y la organización de la vida cotidiana (trabajo-consumo-casa-tele-cama)  raras veces contempla un tiempo de reposo para  dedicarlo al momento íntimo de la lectura y la reflexión.

llavero 451La televisión  ofrece oportunidades de felicidad inmediata, prefabricada, conformista y artificial. El resultado es una sociedad mediatizada, con una modorra crónica y  un atontamiento  generalizados: la gente deja de leer porque no lo necesita, porque ya no siente  curiosidad en un mundo globalizado. ¿Qué más quiere cualquier sistema que un colectivo de personas dóciles que den por bueno  sin discutirlo cualquier argumento que se les presente?

Es cierto que hoy tenemos mucha información, pero  nos cuesta llegar a la esencia de la misma: nos falta práctica, no siempre sabemos leer sin cuestionar, nuestra lectura es más pragmática que reflexiva. Nos llenamos de datos para justificar nuestros argumentos, parece que dominamos el tema del que hablamos, pero los datos en abstracto no sirven para nada, pues son  la reflexión y el juicio crítico quienes los ponen en valor. Llegados a este punto entra en juego el golpe de gracia: la filosofía, la literatura, la retórica han sido  consideradas disciplinas inútiles, por cuanto no aportan ningún conocimiento objetivamente valorable. De ese modo se ha desprendido al individuo de cualquier herramienta con la que podría cuestionar una realidad que se le ofrece como fija. Poco a poco, la anestesia va haciendo efecto hasta el punto de que quien no se pliega  a los caminos transitados resulta sospechoso. El arma más poderosa el totalitarismo es la ignorancia. 

¿Ahora las secuencias te siguen resultando  ingenuas y anticuadas? 

“Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos. -Son la guardia pretoriana de César, susurrando mientras tiene lugar el desfile por la avenida: `Recuerda, César, que eres mortal´-. La mayoría de nosotros no podemos salir corriendo por allí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro. No pida garantías. Y no espere a ser salvado por alguna cosa, persona, máquina o biblioteca. Realice su propia labor salvadora, y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía a la playa”. 

 

Pero aún hay esperanza. En la película, desde los bosques, las vías de tren abandonadas o los lugares apartados del control de urbano, los hombres-libro asumen la tarea de memorizar una obra para preservarla y transmitirla oralmente. Su empresa supone el alegato final contra la deshumanización, la opresión de la ignorancia y la intolerancia. Representan el respeto y la valoración de  la creación literaria como patrimonio universal,  la resistencia a perder el derecho a  ser libres leyendo y aprendiendo de las obras creadas por individualismos geniales,y a la vez  personifican el compromiso individual que cualquier lector acepta:  el de ser depositario de  la historia cultural colectiva  y de todo cuanto de bello y profundo hay en las páginas escritas.      

«Sólo somos sobrecubiertas para  libros, sin valor intrínseco. Algunos de nosotros viven en pequeñas ciudades. El Capítulo 1 del Walden, de Thoreau, habita en Green River, el Capítulo II, en Millow Farm, Maine. Hay un poblado en Maryland, con sólo veintisiete habitantes; ninguna bomba caerá nunca sobre esa localidad, que alberga los ensayos completos de un hombre llamado Bertrand Russell. Coge ese poblado y divide las páginas, tantas por persona. Y cuando la guerra haya terminado, algún día, los libros podrán ser escritos de nuevo. La gente será convocada una por una, para que recite lo que sabe, y lo imprimiremos hasta que llegue otra Era de Oscuridad, en la que, quizá, debamos repetir toda la operación. Pero esto es lo maravilloso del hombre: nunca se desalienta o disgusta lo suficiente para abandonar algo que debe hacer, porque sabe que es importante y que merece la pena serlo».

 

hombre libro

Cada uno de nosotros, como lectores,  somos «hombres-libro». Poseemos en nuestro interior miles de páginas que nos han ayudado a ser la persona que somos;  nuestros pensamientos y actitudes se han matizado con filósofos, novelistas y o poetas, transmitimos  a nuestro alrededor ideas  y valores  a los que  hemos llegado gracias a su ayuda. Somos el testimonio de que no todo da igual y no todo vale,

Podemos asumir nuestro compromiso eligiendo nuestras lecturas.  Somos lo que leemos, y somos lo que decidimos hacer con lo que leemos.

 Y tú ¿qué libro querrías ser?

Los derechos del lector

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En 1992 salió a la venta en Francia “Como una novela” (Comme un roman)  de  Daniel Pennac, una obra que no tardó en convertirse en un fenómeno editorial. Escrito con un estilo desenfadado, ingenioso y divertido, responde al objetivo del autor, profesor de literatura en un instituto, de mostrar la lectura como una aventura  personal, gratificante y libremente elegida. “No es un libro de reflexión sobre la lectura, sino una  tentativa de reconciliación con el libro».

Dirigido inicialmente a los lectores reacios y a los educadores implicados en despertar en los jóvenes el amor a la lectura, se convierte en una entretenida obra que agrada  a cualquiera.

La parte que más ha trascendido de este título es la referente a los 10 derechos imprescriptibles del lector que, en 2009, en el marco de una campaña de animación a la lectura en Francia,  quedaron plasmados en un  cartel ilustrado deliciosamente por Quentin Blake

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1.- El derecho a no leer.

El derecho a no leer nos permite descansar de las lecturas durante épocas en las que no sentimos la necesidad, no tenemos ganas, tiempo, o ánimo, o porque tenemos otras ocupaciones. Y no por ello dejaremos de ser  lectores. La lectura no es una obligación, es una elección.

2.- El derecho a saltarse páginas.

El derecho a saltarse páginas nos da la libertad de leer rápidamente textos extensos que no son  para nosotros atrayentes en su totalidad (a veces, por edad, formación, gustos… ni siquiera comprensibles)  sin por ello renunciar a la parte de la obra que nos resulta interesante.

3.-El derecho a no terminar un libro.

El derecho a no terminar un libro nos exime de la obligación de mortificarnos ante una lectura que no hemos sabido escoger bien, que no ha llegado en el momento adecuado, que se nos atraganta o que definitivamente no es para nosotros. Podemos volver a ella pasado un tiempo. O no… Pero nunca sentirnos culpables por no haber llegado  hasta la última página de una obra que no nos resulte placentera. (Todos hemos padecido en el instituto el tormento de una lectura obligatoria que ni nos gustaba, ni comprendíamos, ni tal vez era oportuna para nosotros en ese momento).

«Si un libro los aburre, déjenlo, no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo… ese libro no ha sido escrito para ustedes… Si Shakespeare les interesa, está bien. Si les resulta tedioso, déjenlo. Shakespeare no ha escrito aún para ustedes. Llegará un día que Shakespeare será digno de ustedes y ustedes serán dignos de Shakespeare, pero mientras tanto no hay que apresurar las cosas«. (Jorge Luis Borges)

4.- El derecho  a releer.

El derecho a releer es defendido enérgicamente por los niños cuando piden una y otra vez el mismo cuento, para volver a disfrutar de la misma historia, los mismos personajes, las mismas emociones… Para los adultos,  la relectura de una obra que ya conocemos nos permite no sólo reencontrarnos con aquello que nos agradó, nos intrigó, nos conmovió (sobre todo en el caso de la poesía). También nos ofrece la posibilidad de hallar nuevos matices, distintas interpretaciones.

5.- El derecho a leer cualquier cosa.

El derecho a leer cualquier cosa nos libera de la carga de aceptar un prejuicio sobre un libro antes de elegirlo, de obligarnos a leer lo que otros han dictaminado como “bueno” o “adecuado” antes de  haber descubierto nuestros propios gustos como lectores.  La obras tachadas de comerciales, estereotipadas o simplonas puede que no lleguen a formar parte de la historia de la literatura, pero muy seguramente introducirán en muchos lectores la idea del libro como sinónimo de un buen momento. Y antes o después  esos lectores irán refinando sus gustos, pues la lectura continuada a lo largo del tiempo acabará por  despertar su espíritu crítico.

 6.- El derecho a leer lo que me gusta.

El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión sexual) habla de la satisfacción inmediata y exclusiva de las sensaciones. Es muy frecuente en las lecturas adolescentes, donde  las historias escritas suscitan  emociones y sentimientos tan novelescos como los narrados. Niños magos, jóvenes vampiros, adolescentes con candados, sagas y sagas de elfos, tronos, reyes y guardianes… Y todo ello leído de una forma tan febril que pocas veces, como lectores, volveremos a implicarnos tan intensamente en ningún texto. Impagable.   

7.- El derecho a leer en cualquier parte.

El derecho a leer en cualquier parte ofrece tanto al lector asiduo, como al esporádico  una compañía y/o un refugio en cualquier circunstancia: esperas en consultas médicas, aeropuertos, trayectos de autobús o largos viajes. Es muy artístico mostrar espacios dedicados cuidadosamente a la lectura: un sillón ante una chimenea, una camilla delante de una ventana, una biblioteca perfectamente surtida y acondicionada… Pero ¿quién no ha leído en la piscina, en la peluquería, en una terraza de un bar, en la cama, e incluso en el cuarto de baño?

 8.- El derecho a “picotear”.

El derecho a picotear está relacionado con la falta de tiempo (a veces de ganas) para leer en forma completa un libro, pero nos permite abrirlo por cualquier página, hojearlo, leer un poco y después dejarlo para otro momento habiendo disfrutado de ese pequeño aperitivo.

No es infrecuente estar leyendo varios libros a la vez, abrir uno de ellos, reconocer que no es el apetecido en ese momento y optar por otro. O leer un fragmento de una obra nueva para decidir si la elegiremos o no. O volver a un libro ya leído en busca de una cita concreta. O releer al azar una parte de un libro que es especialmente querido por nosotros, sin salir nunca decepcionados.

Cada uno debe poder aproximarse al libro cuando y como quiera.

 9.- El derecho a leer en voz alta.

El derecho a leer en voz alta nos anima a  declamar para que otros nos oigan, a escuchar a un buen rapsoda, a dar vida al texto… Todo ello permite que otros compartan con nosotros nuestro gusto por la lectura y crea a la vez  mundos imaginarios colectivos. Los sonidos de las palabras son la música que acompaña a la historia que estamos leyendo.

Desde hace unos años, el  9 de marzo se celebra el Día Mundial de la Lectura en voz alta, para celebrar el poder de la palabra compartida.

  10.- El derecho a guardar silencio.

Por último,  el derecho a callarnos, a guardar silencio sobre lo leído, a no pronunciarnos  nos coloca de nuevo ante la lectura como un acto íntimo, como una elección que no estamos obligados a justificar. Nuestros motivos para elegir un texto, nuestras opiniones sobre el mismo nos pertenecen y no hay por qué, si no queremos, rendir cuentas sobre nuestros gustos o valoraciones.

arbol de libros

No se trata de enaltecer obras mediocres, ramplonas  o  incluso vulgares; mucho menos de enorgullecerse de la ignorancia. Muy al contrario:  si somos lo que comemos y también somos lo que leemos, debemos alimentarnos bien.

Como lectores debemos aspirar a formar nuestro gusto y nuestro espíritu crítico con cierta solidez. Hay que recordar que estos derechos están escritos inicialmente pensando en los adolescentes y jóvenes que se acercan, por vez primera de forma individual, a la lectura.

Son muy de agradecer las sugerencias de lecturas para el futuro, las recomendaciones de un autor o un texto y las opiniones que con frecuencia nos guían y nos descubren obras que de otro modo tal vez no hubieran llegado a nosotros. 

Pero lo  cierto es que, en ocasiones,  el juicio desdeñoso  de determinadas élites que se autoproclaman superiores intelectualmente y que miran con burla a quienes no reverencian lo que la crítica «autorizada» estima como valioso, resulta un poco… ¿cansino?