Paul Gelman.

 

 Y tú ¿cantas pío-pío o te miras con vergüenza tus  zapatos?

El pasado 14 de enero de 2014 falleció el poeta argentino Juan Gelman cuya vida fue un testimonio de lucha y compromiso social.  Su poesía está marcada por tres desgracias vividas de forma hondamente  humana: la derrota política, el secuestro, desaparición y asesinato de sus hijos y el exilio. 

Gelman nació en 1930 en Buenos Aires.  Hijo de emigrantes judíos ucranios, ejerció diversos oficios antes de dedicarse al periodismo. A finales de los sesenta se incorporó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para luchar contra las dictaduras de Lanusse y Onganía”. Sus actividades periodísticas y políticas le llevaron al exilio entre 1975 y 1988. Durante su ausencia de Argentina llegó a estar condenado a muerte por la dictadura y vivió en carne propia el drama de los “desaparecidos”

“El 26 de agosto entraron en casa de mi hijo Marcelo y se lo llevaron con su mujer Claudia, que estaba embarazada. A él lo asesinaron en octubre y a ella se la llevaron a Montevideo. Esperaron a que diera a luz y sólo entonces la liquidaron. Entregaron a la niña a un policía nacional. Tardamos 15 años en encontrar los restos de mi hijo y 23 en encontrar a mi nieta. Seguimos buscando los restos de mi nuera”.

En el marco de la Operación Cóndor, los niños pequeños de los prisioneros eran robados a sus padres y dados a familias ajenas, en general familias de militares. Así se negaba hasta la última consecuencia la humanidad de los prisioneros, su identidad, su existencia. Gelman escribió en abril de 1995 una carta a su nieto desaparecido.

Juan Gelman expresa en sus obras el desarraigo, la búsqueda de un lugar definitivo en el mundo, el amor a las palabras, a la historia y a las ciudades.  Pero ni al mundo, ni a la poesía, ni a Juan Gelman le gustan los lugares definitivos. La búsqueda parece el único punto de llegada, porque la realidad es tan compleja como el lenguaje y como nosotros mismos. Gelman fue un poeta auténtico en un mundo de poetas de mentira, que se esconden en palabras enigmáticas e incomprensibles. Su poesía es clara, de fácil lectura, fiel a sus raíces  y siempre en lucha con las palabras, con sus significados y con su sentido poético. Si el poeta vive permanentemente en un en un exilio que lo aleja de su patria, de sus congéneres y de sí mismo,  lo único que lo hermana con el resto de la humanidad es la belleza y la memoria de la palabra,  “Gelman hace delirar a las palabras” dice Mario Benedetti, y añade que es, sin duda, un poeta de los sentimientos.

En su poema “Arte poética” (Velorio del solo,  1961) definió  descarnada y ¿proféticamente? su vocación y su destino: 

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte. 

A propuesta de las Academias de la Lengua de los países de habla hispana recibió el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes en 2007.

paul gelman

 

Poco se sabe

Yo no sabía que no tenerte, 
podía ser dulce como nombrarte, 
para que vengas, 
aunque no vengas, 
y no haya sino tu ausencia, 
tan dura como el golpe 
que me di en la cara 
pensando en vos. 

 

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