El club de lectura quiere invitar a sus seguidores a introducirse en el mundo de la crítica y el conocimiento literarios; para ello, vamos a elaborar una serie de entradas en las que presentaremos unos conceptos básicos que ayudarán a comprender los entresijos de las obras y todos sus secretos.
Hoy comenzaremos con el espacio.
A menudo se piensa que el lugar en el que acontecen los hechos narrados en las novelas, los cuentos, las obras de teatro o incluso los poemas, son meros escenarios sobre los que el autor desborda su ingenio y sitúa los personajes. Y aunque es cierto que en algunas ocasiones esta impresión es aceptada o a veces confirmada, no suele ser casual que las historias se desarrollen en lugares concretos. Los autores se valen de los espacios para seducir a los lectores o convertirlos en testigos de los hechos, a veces incluso se inventan esos espacios para llevar a las mentes de los lectores los mundos que trasgreden la realidad por medio de la fantasía.
Los espacios incluso pueden formar parte de la trama de la obra como un personaje más; es lo que sucede en grandes obras literarias como La Regenta, en la que Oviedo (Vetusta) toma parte de las vidas de los personajes como testigo. Otras veces es un lugar, un rincón de un mundo ficticio que los autores idean para soñar y para que sus lectores sueñen, como hizo William Faulkner con su “Yoknapatawpha Country” o el gran Gabriel García Márquez con Macondo.
Con todos estos ejemplos, sin duda los más interesantes son esos espacios que son reales, pero que esconden variaciones ficticias y deliciosas que llevan a que la historia se transforme y cobre vida en el mundo de la ficción, trasgrediendo las leyes de la naturaleza. Sucede muchas veces que no todo es lo que parece: escaleras que solo sirven para subir, y no para bajar, puertas que llevan a lugares recónditos del planeta, o hipótesis sobre cómo será la civilización humana en un futuro lejano como nos enseñan las novelas distópicas .
El espacio es un recurso del que se valen los autores para provocar en nuestras mentes esa falta de ideas preestablecidas que a veces se necesita para ahondar en las historias; lugares que ven y sienten todo se convierten en ocasiones en el arma de un personaje para escapar y cambiar el rumbo de su vida.
Así pues, al leer, fijémonos en los detalles que el autor pone ante nuestros ojos: nada en la literatura sucede por casualidad; cada punto y cada coma, cada puerta y cada trozo de pared descritos en las páginas de un libro tienen un sentido, ya sea explícito u oculto, dispuesto a ser descubierto y por supuesto interpretado, libremente, exactamente igual que fueron concebidos. Porque los libros esconden las ansias de libertad de aquel que los escribe, y a veces pueden ser el camino para liberarnos a nosotros mismos, de la rutina como simple entretenimiento, o de las ideas y estereotipos en los que nos ha encerrado la sociedad.