Sin papel por delante Ana María Shua nos cuenta con pelos y señales cómo empezó a escribir poesía siendo niña hasta convertirse en la narradora afamada que es hoy. Con dos años actuaba como oyente de las prácticas declamatorias de su hermana, -quien al elegir los poemas clásicos de la literatura castellana condicionó su conocimiento bien temprano de la tradición literaria -conocimiento que ha declarado imprescindible para la escritura, bien sea para nutrirse de ella como para superarla. Durante muchos años escribió poesía ya que su facilidad verbal hizo que en el colegio le encargaran constantemente poemas para cada festividad, hasta que ganó un importante premio de poesía que le hizo conocer desde bien joven la realidad del mundo editorial: nadie aceptaría vender su libro de poesía y asumir los costes porque apenas hay lectores de poesía. De esa y otras anécdotas más nos habló de las que aprendimos que en la carrera del escritor es necesaria la tenacidad, la paciencia, y sobre todo la técnica que se aprende a lo largo de los años con la práctica. Así, una vez asumido que sus primeros cuentos no podrían tener la hondura de los de Chéjov aceptó escribir relatos amorosos en una revista de fotonovelas, lo que hizo que al rebajar las expectativas comenzara de verdad a practicar y a pulir poco a poco la escritura.
Aunque no estaba previsto, por la importancia del género tanto en la actualidad como dentro de su producción nos habló del microrrelato. En Argentina todos los grandes autores del siglo pasado lo practicaron, por lo que se trata de un género con mucha aceptación y tradición en Argentina, motivo por el que durante una temporada se propuso escribir uno al día hasta tener tal cantidad que le permitiera poder descartar siempre un tercio. En la actualidad puede presumir de tener más de mil micros publicados y varios libros de cuentos además de alguna novela.
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