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El poemario infinito y la novela sin letras.

El poemario infinito…

En el epílogo de la obra de Raymond Queneau “Cent Mille Milliards de Poèmes” (1961), François Le Lionnais  se complace en decirnos lo siguiente: 

“La obra  que usted tiene en sus manos representa, por sí sola, una cantidad de texto mucho más grande que todo lo que el hombre ha escrito desde la invención de la escritura, incluyendo novelas populares, cartas comerciales, correspondencia diplomática, correo privado, borradores arrojados a la papelera y graffitis.”

Pero hay más aún: el libro al que se refiere tiene… 10 páginas.

El autor, Raymond Queneau, fue uno de los fundadores del grupo OuLiPo, taller  de literatura experimental que en los años 60 de pasado siglo propuso inventar nuevas formas poéticas o narrativas resultantes de una suerte de transferencia de tecnología entre matemáticos y escritores.

têtes folles

Parece ser que Queneau concibió la idea de escribir  Cent mille milliards de poèmes observando un libro infantil encuadernado en espiral con diseños de personajes cortados, cuyas partes (cabeza, tronco y piernas) podían combinarse dando como resultado originales y divertidas figuras.

El planteamiento del poemario   es sencillo y muy ingenioso. Cada página del libro contiene un soneto (14 versos); a su vez cada página está recortada en 14 tiras horizontales;  cada uno de los versos está escrito  en una  de las tiras de papel.

La tiras son móviles, independientes y se pueden intercambiar libremente, con lo que el libro, dadas sus posibilidades combinatorias,  ofrece nada menos que cien mil millones de poemas: 1014. El lector puede practicar el DIY casi eternamente.

El proceso de creación de la obra puede recordar inicialmente al juego  del cadáver exquisito, tan del gusto de los surrealistas. Sin embargo, con la técnica constructiva  de Queneau las reglas de  la rima y el ritmo del poema, así como su  sentido gramatical quedan garantizados siempre.cienmilpoemas

Según los cálculos del propio autor, si en la lectura de un soneto empleamos unos 45 segundos y otros 15 en preparar el siguiente, para leer todas las combinaciones posibles en la obra tardaríamos aproximadamente unos doscientos millones de años.

Bueno, no  tenía prevista la aparición de aplicaciones informáticas como  la reciente Spritz para  Samsung Galaxy S5 y Samsung Gear 2 reloj, que permiten leer a velocidades de entre 250 y 1000 palabras por minuto. Tampoco el “generador de poemas” que, desde una página de internet, y partiendo de los sonetos de Cent Mille Milliards de Poèmes”, ofrece la posibilidad de seleccionar una línea del grupo del primer verso, otra del segundo…. y así sucesivamente hasta completar la elección de los 14 que conforman el soneto (la opción random o de combinación aleatoria ofrece al azar uno de los 100.000.000.000 poemas posibles).

Pero no tiene la misma gracia… La obra impresa es un libro de culto con el que  se experimenta, se juega, y al que se hace cómplice del proceso creativo. Este objeto imposible bromea con la idea de que la literatura  nos pertenece y que,  como el propio autor defiende citando a Lautrémont,  La la poesía debe estar hecha por todos, no sólo por uno.

portada-queneau homenajeEn 2011, 50 años después y como homenaje a este mítico libro, diez escritores recrearon esta  obra y editaron un nuevo poemario. De nuevo el acto de la creación se convirtio en una metáfora en sí misma. Jordi Doce  propuso un soneto inicial con un modelo de rima  que los demás poetas respetaron para mantener la coherencia estilística del poema: Rafael Reig,  Fernando AramburuFrancisco Javier IrazokiSantiago AuserónPilar AdónJavier AzpeitiaMarta AgudoJulieta Valero y Vicente Molina Foix. Pero además de los 10 poemas impresos, el volumen deja espacio para otro más: aquel que el lector quiera aportar para incorporarse al juego de la creación literaria.

 … y la novela sin letras. 

 Después de este derroche, vamos a la mínima expresión.

Hu Wenliang trabaja como  jefe del Departamento de Relaciones Públicas de la Oficina Geológica de carbón en Shanx y es miembro de la asociación de escritores de la misma ciudad. En 2005 escribió  lo que podríamos considerar la novela más corta del mundo. Y parece que la más ¿enigmática? ¿original?… rara.

Para empezar, no tiene palabras, ni siquiera letras. Y tampoco es una novela gráfica. Es, digamos, una novela “jeroglífica”, compuesta en su totalidad por signos de puntuación. Leámosla ( o veámosla):

: ?

: !

«‘……'»

(?) · «,»

; –

Y eso es todo. Fin.

Según el autor, estos signos representan una conmovedora historia de amor en la que hay emoción e intriga, y para  cuya redacción empleó un año. Pero el argumento no parece llegar muy claramente a la comprensión del lector (no puedo adivinar por qué), y Hu  ha ofrecido 140.000 yuanes a quien sea capaz de entender la historia narrada.

«Yo tengo mi propia respuesta, que es de alrededor de 100 caracteres chinos. La interpretación debe cubrir la descripción de los personajes y la tramakorchid-free de la historia; yo daré el pago a alguien que pueda adivinar el 80% de la historia oculta correcta».

De momento, no ha habido respuestas satisfactorias que esclarezcan el argumento. No importa: la propia historia de la novela es una novela en sí misma; dada su extensión, incluso podría ser un cuento… chino.

¿Te animas a dar tu propia versión del argumento de la novela de Hu Wenliang ?