Ayer tuvo lugar la cuarta cita de “Experiencia Cuento” en la que comentamos el cuento Carta a una señorita en París, de Julio Cortázar.
El encuentro dio, como siempre, para mucho, y más en este caso en que el texto no muestra con facilidad su sentido. El propio autor señala una dirección:
Detrás de la anécdota, a veces por debajo, a veces lateralmente, el autor ha puesto en marcha todo un sistema de fuerzas de las que no hay por qué hablar necesariamente pero que explican lo que sucede en el cuento; lo explican de otra manera que el relato mismo, que la misma anécdota, por debajo o por encima, y le dan una fuerza que no tiene la anécdota pura, simple… cuentos realistas perdurables que, por debajo de lo que cuentan y sin decirlo nunca, contienen siempre de alguna manera una denuncia de un estado de cosas, de un sistema en crisis, de una realidad humana vista como negativa y retrógrada’.
“Clases de literatura. Berkeley, 1980”
El núcleo central del relato muestra la confrontación de dos órdenes irreconciliables. El personaje de Cortázar vive en un mundo hostil que no le permite crecer y desarrolla el extraño poder de dividirse en otros seres: los conejos que vomita. Esta separación de su ser en un yo y una otredad, le permite poner en tela de juicio los principios de la sociedad, las costumbres domésticas y sociales, la organización laboral e intelectual.
A través de los conejos, su “segundo yo”, descubre la verdad oculta en lo real. Y los conejos, de algún modo, cumplen la misma función liberadora que las palabras
Pero todo ello no cabe en el orden dado, por lo que el cuento nos invita a reevaluar nuestra existencia y a cuestionar esquemas de vida demasiados rígidos.
Y al final, una broma…