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El bosque de los hombres-libro

                              ¿Imaginas un mundo sin libros. Al fin y al cabo ¿para qué sirven?                             ¿qué sentido tienen en una sociedad moderna?

En 1953 Ray Bradbury  publicó  «Farenheit 451» y  en 1966  la obra fue llevada al cine por  el director francés Françoise Truffaut.raybradbury

Haciendo una referencia a la  temperatura a la que el papel de los libros empieza a arder, la novela de Bradbury imagina  una distopía en la que los libros están prohibidos, y el cuerpo de bomberos tiene como principal función  no apagar fuegos, sino provocarlos para destruir cualquier rastro de hoja impresa que amenace el feliz equilibrio en el que vive la sociedad. 

Las imágenes de la secuencia pueden resultar ingenuas o anticuadas en su estética de los años 70. La película  no ha envejecido muy bien en lo que a la recreación del  futuro se refiere. Y  su mensaje no parece muy vigente, sobre todo visto desde nuestra sociedad actual en la que, al menos de momento, la libertad de expresión está garantizada si bien se cuestiona la  libertad de información:  todos somos sabedores de la censura  y el control de contenidos «inapropiados» que desde determinados gobiernos se ejerce sobre los medios de comunicación o sobre Internet.

No es nueva  la idea de que los libros (algunos al menos) sean perseguidos porque su contenido haya sido considerado incómodo, amenazador o directamente peligroso para el poder establecido.  La consigna subyacente es que leer nos hace diferentes, por lo que si deseamos una sociedad igualitaria, no debemos leer. La posibilidad de que cualquiera con un bolígrafo y un papel, o con un teclado de ordenador pueda difundir libremente  opiniones desmarcadas del pensamiento único es un riesgo que algunos regímenes «democráticos» no están dispuestos a correr. 

En la sociedad del mundo  desarrollado leer está permitido, pero ¿se lee? Nuestra cultura actual es muy dinámica, muy rápida, y la organización de la vida cotidiana (trabajo-consumo-casa-tele-cama)  raras veces contempla un tiempo de reposo para  dedicarlo al momento íntimo de la lectura y la reflexión.

llavero 451La televisión  ofrece oportunidades de felicidad inmediata, prefabricada, conformista y artificial. El resultado es una sociedad mediatizada, con una modorra crónica y  un atontamiento  generalizados: la gente deja de leer porque no lo necesita, porque ya no siente  curiosidad en un mundo globalizado. ¿Qué más quiere cualquier sistema que un colectivo de personas dóciles que den por bueno  sin discutirlo cualquier argumento que se les presente?

Es cierto que hoy tenemos mucha información, pero  nos cuesta llegar a la esencia de la misma: nos falta práctica, no siempre sabemos leer sin cuestionar, nuestra lectura es más pragmática que reflexiva. Nos llenamos de datos para justificar nuestros argumentos, parece que dominamos el tema del que hablamos, pero los datos en abstracto no sirven para nada, pues son  la reflexión y el juicio crítico quienes los ponen en valor. Llegados a este punto entra en juego el golpe de gracia: la filosofía, la literatura, la retórica han sido  consideradas disciplinas inútiles, por cuanto no aportan ningún conocimiento objetivamente valorable. De ese modo se ha desprendido al individuo de cualquier herramienta con la que podría cuestionar una realidad que se le ofrece como fija. Poco a poco, la anestesia va haciendo efecto hasta el punto de que quien no se pliega  a los caminos transitados resulta sospechoso. El arma más poderosa el totalitarismo es la ignorancia. 

¿Ahora las secuencias te siguen resultando  ingenuas y anticuadas? 

“Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos. -Son la guardia pretoriana de César, susurrando mientras tiene lugar el desfile por la avenida: `Recuerda, César, que eres mortal´-. La mayoría de nosotros no podemos salir corriendo por allí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro. No pida garantías. Y no espere a ser salvado por alguna cosa, persona, máquina o biblioteca. Realice su propia labor salvadora, y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía a la playa”. 

 

Pero aún hay esperanza. En la película, desde los bosques, las vías de tren abandonadas o los lugares apartados del control de urbano, los hombres-libro asumen la tarea de memorizar una obra para preservarla y transmitirla oralmente. Su empresa supone el alegato final contra la deshumanización, la opresión de la ignorancia y la intolerancia. Representan el respeto y la valoración de  la creación literaria como patrimonio universal,  la resistencia a perder el derecho a  ser libres leyendo y aprendiendo de las obras creadas por individualismos geniales,y a la vez  personifican el compromiso individual que cualquier lector acepta:  el de ser depositario de  la historia cultural colectiva  y de todo cuanto de bello y profundo hay en las páginas escritas.      

«Sólo somos sobrecubiertas para  libros, sin valor intrínseco. Algunos de nosotros viven en pequeñas ciudades. El Capítulo 1 del Walden, de Thoreau, habita en Green River, el Capítulo II, en Millow Farm, Maine. Hay un poblado en Maryland, con sólo veintisiete habitantes; ninguna bomba caerá nunca sobre esa localidad, que alberga los ensayos completos de un hombre llamado Bertrand Russell. Coge ese poblado y divide las páginas, tantas por persona. Y cuando la guerra haya terminado, algún día, los libros podrán ser escritos de nuevo. La gente será convocada una por una, para que recite lo que sabe, y lo imprimiremos hasta que llegue otra Era de Oscuridad, en la que, quizá, debamos repetir toda la operación. Pero esto es lo maravilloso del hombre: nunca se desalienta o disgusta lo suficiente para abandonar algo que debe hacer, porque sabe que es importante y que merece la pena serlo».

 

hombre libro

Cada uno de nosotros, como lectores,  somos «hombres-libro». Poseemos en nuestro interior miles de páginas que nos han ayudado a ser la persona que somos;  nuestros pensamientos y actitudes se han matizado con filósofos, novelistas y o poetas, transmitimos  a nuestro alrededor ideas  y valores  a los que  hemos llegado gracias a su ayuda. Somos el testimonio de que no todo da igual y no todo vale,

Podemos asumir nuestro compromiso eligiendo nuestras lecturas.  Somos lo que leemos, y somos lo que decidimos hacer con lo que leemos.

 Y tú ¿qué libro querrías ser?