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Coloquio de los socios: Cuentos escogidos, de Shirley Jackson

(Este coloquio tuvo su propio sorteo de “lotería” entre los asistentes a la reunión. Menos bárbaro, más humano)

Nuestra segunda sesión del Club de Lectura dedicada a la estadounidense Shirley Jackson ha resultado en un animado intercambio de opiniones sobre nuestra primera obra, Cuentos escogidos (2014), selección de relatos representativos de la autora llevada a cabo por la editorial Minúscula. Algunos de nuestros lectores han apreciado la precisión de la prosa de Jackson, pero también han valorado muy positivamente la traducción de esta edición que, en efecto, vuelca de forma muy certera el original inglés.

Los participantes han coincidido en su consideración positiva del volumen, tanto en la calidad de los cuentos antologizados como en el equilibrio entre las dos secciones que lo componen ―ficción y ensayos. Y es que comprender la ficción de Jackson pasa por sumergirse en su vida y en su visión poética. De hecho, varios de los lectores apuntaron su diferente percepción en sus lecturas previas y posteriores a su consulta a la guía de lectura. Tras las primeras, algunos han afirmado que se sintieron desconcertados o, incluso, que algunos de los relatos los dejaron «fríos». Ya sabedores de las implicaciones de las vivencias personales que la autora trasvasó a la ficción, la interpretación de esta resulta mucho más diáfana, más comprensible. Shirley Jackson escribió como vivió. Sus experiencias familiares y domésticas cotidianas las supo plasmar magistralmente en sus textos, pero, al mismo tiempo, insertando las facetas también siniestras e inquietantes que hasta la rutina más anodina puede ocultar.

De los relatos comentados, los que generaron más interés fueron «La lotería», «El amante demoniaco», «La muela», «Charles» y «Siete tipos de ambigüedad». «La lotería», el gran clásico que encumbró al éxito a su creadora, resultó, como cabía esperar, impactante para la mayoría. Mucho se debatió sobre las reacciones públicas, escandalizadas, furiosas, incrédulas, que provocó entre sus primeros lectores en The New Yorker en el año 1948 y que tan bien recoge la propia Jackson en «Biografía de una historia». Algunos de los intervinientes achacaron estas respuestas al puritanismo anglosajón, otros, en cambio, no las vieron muy lejanas de nuestro escenario mediático actual. En cualquier caso, la «La lotería» no pareció dejar indiferente a nadie.

«El amante demoniaco» suscitó un apasionado debate sobra la naturaleza más o menos realista del argumento y sus protagonistas, especialmente sobre la entidad imaginada o real del novio desaparecido. Algún lector señaló, muy certeramente, la sensación angustiosa que la00 lectura le consiguió transmitir con la búsqueda infructuosa de la protagonista en pos de su misterioso prometido. Pero, como otros bien señalaron, el retrato de la joven, sus ansias y neurosis, muestran también las desazones de una mujer de su tiempo acuciada por toda una serie de prescripciones sociales.

«La muela», que comparte muchas similitudes con el anterior, resulta, a decir de varios lectores, muy representativo de la vida de la propia escritora: mujer de familia que desea escapar para encontrarse a sí misma, sus anhelos, sus pasiones, su identidad opacada por tantos años de no priorizar sus propios intereses. La muela que extraen a la protagonista es un símbolo claro de todo lo que deja atrás, así como Jim, el misterioso hombre que se le aparece en el autobús, es la representación de un sueño ansiado, la evocación de la imaginación, el misterio que resuena tras el poético nombre de Samarcanda y todas sus resonancias mágicas.

«Charles», pieza autoficcional, recibió interpretaciones encontradas. Para algunos representa un entretenido episodio doméstico, mientras que, para otros generó angustia y desazón. Algunos otros, sin embargo, no dudaron en atribuir cualidades maléficas, demoniacas, al pequeño protagonista. Casi todos convinieron en señalar la distancia entre las expectativas que un padre puede poseer de sus vástagos y la realidad real de estos.

«Siete tipos de ambigüedad», como su propio título indica, generó respuestas ambiguas, desde aquellos que declararon que no acertaron a comprender el alcance del texto, hasta los que lo ensalzaron como uno de los mejores relatos del volumen. Los motivos de los protagonistas para hacerse con el libro en disputa dentro de la ficción pusieron un animado cierre al debate. Aunque, también, de una forma muy sucinta, se pudo hacer alusión a «Después de usted, mi querido Alphonse», breve pero logrado relato donde se evidencia el racismo cotidiano de la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX.

En conclusión, Cuentos escogidos ha tenido una buena recepción entre los miembros de nuestro Club. Shirley Jackson ha resultado una autora generadora de opiniones muy diversas y de un diálogo muy fructífero. Sobre todo, cabe destacar el deseo manifestado por varios lectores de seguir profundizando en la obra y figura de esta escritora tras conocerla a través de estos cuentos.

Si un Club de Lectura tiene algún propósito, es precisamente este: motivar a los lectores a ampliar sus horizontes más allá de las lecturas propuestas.

Guía a la lectura: Cuentos escogidos, de Shirley Jackson

Por Rosa María Díez Cobo

Guía a la lectura, elaborada por Rosa María Díez Cobo para los socios del Club de lectura de la Universidad de León

Pincha  en la imagen para ver la Guía a la lectura, elaborada por Rosa María Díez Cobo para los socios del Club de lectura de la Universidad de León

Shirley Jackson

Shirley Jackson (San Francisco, 1916 – North Bennington, 1965) fue una escritora estadounidense que, a pesar de su prematura muerte y del número limitado de obras publicadas, se ha convertido en una de las figuras más aclamadas de la narrativa estadounidense del siglo XX. No obstante, este reconocimiento le llegaría tardíamente ya que, tras un cierto éxito en vida, su obra cayó en el olvido durante varias décadas. Ha sido en la actualidad cuando su maestría ha sido plenamente reconocida. Esto se ha traducido en un crecimiento exponencial de los estudios críticos sobre su corpus literario. No es casual que incluso su vida se haya llevado a la pantalla con una película, Shirley (2020), dirigida por Josephine Decker y producida por Martin Scorsese.

Autora de numerosos relatos ―algo más de 100―, de seis novelas, de dos ensayos autobiográficos y de diversas obras infantiles, Jackson se considera hoy día como una de las voces más singulares entre las generaciones de literatos de posguerra en Estados Unidos. Es sintomático que esta reciente revalorización de Jackson haya supuesto la traducción al español de varias de sus obras que, hasta hace pocos años, no se habían publicado en nuestra lengua.

Se graduó en la Universidad de Siracusa, en Nueva York, y desde su juventud, se volcó en la escritura tomando parte activa, además, en los círculos literarios de la época en la costa este de Estados Unidos. Se casó con el teórico y crítico literario Stanley Edgar Hyman, quien fue un decidido promotor de la obra de su esposa tanto en vida como póstumamente. Pero el peculiar y borrascoso matrimonio entre Jackson y Hyman, si bien siempre impulsado por el común amor de ambos cónyuges por las letras, también condicionó las expectativas personales de la escritora. Tanto esta relación como las características de la unidad familiar que fundaron son fundamentales para comprender muchas de las claves narrativas de sus obras.

Si tuviéramos que destacar algo dentro de la producción narrativa de Shirley Jackson, lo que a priori llama la atención es el eclecticismo de sus creaciones. No olvidemos que ella misma era consciente de la diversidad de facetas, aparentemente irreconciliable,  que poseía no solo como artista, sino como persona. Llegó a decir sobre sí misma: «This compound of creatures I call me» [Esta composición de criaturas que llamo yo]. Jackson tuvo una gran repercusión en vida con los libros de memorias familiares Life among the savages: an uneasy chronicle [Vida entre salvajes: una crónica incómoda] (1953) y Raising demons [Criando demonios] (1957), donde relata, en un tono cotidiano y humorístico la convivencia con su marido y sus cuatro hijos y la dificultosa conciliación de la vida doméstica con sus dedicaciones artísticas. Sin embargo, en la actualidad, se la reconoce fundamentalmente por su relato «La lotería» (1948)  ypor su magnífica novela de terror The haunting of Hill House [La maldición de Hill House] (1959). En relación con este último título ha influido, qué duda cabe, el gran éxito en 2018 de la serie homónima de Mike Flanagan, en la plataforma Netflix.

Pero no se limitó Jackson a explorar los extremos de lo familiar y de lo siniestro, sino que transitó por muy diversas esferas que abarcaron intereses tan amplios como lo social, lo psicológico, lo gótico, lo distópico, etc. De ahí, que sea una escritora difícil de encasillar en un género o tendencia lo que, entre otros aspectos, contribuyó a la oscuridad que cayó sobre su trabajo tras su muerte y hasta época reciente. Aunque, como señala Inés Martín Rodrigo, también durante su vida fue complicado asumir su oscilación entre géneros:

La intelectualidad de la época la menospreciaba por las piezas que escribía para revistas femeninas como «Good Housekeeping», «Mademoiselle», «Woman’s Day» o «Woman’s Home Companion». Se trataba, en realidad, de autorretratos cómicos que Jackson pergeñaba, en parte por diversión y en parte para mantener a su familia. «A muchos críticos les costaba imaginar que “La lotería” y “Aquí estoy, lavando platos de nuevo” pudieran haber salido de la misma máquina de escribir Royal. Aunque era muy popular en bastantes géneros, la confusión pudo costarle algunos votos y críticas serias. Lo cierto es que era una escritora profesional, que se sentía cómoda en diferentes voces literarias y estaba orgullosa de ello», argumenta su hijo. (ABC Cultura. «Shirley Jackson, la gran maestra de Stephen King»)

Pero no sería solo esta la única razón por la que, durante décadas, pasó prácticamente desapercibida. A este respecto, es interesante recordar las palabras del influyente crítico Harold Bloom sobre Jackson quien llegó a declarar que: «Her art of narration [stays] on the surface, and could not depict individual identities. Even “The Lottery” wounds you once, and once only» (Shirley Jackson, 2009) [Su arte narrativo se mantiene en lo superficial y no puede representar identidades individuales. Incluso «La lotería» te hiere una vez y solo una]. Insiste Bloom en su obra dedicada a Jackson que se trata de una narradora repetitiva, de tramas previsibles y sin capacidad para describir identidades individuales. Ruth Franklin, biógrafa de Jackson (Shirley Jackson: A rather haunted life, 2016) y una gran conocedora de su obra y de la recepción de esta, explica esta visión negativa que ha mantenido un sector de la crítica sobre la base de diversos factores relacionados que, asimismo, nos orientan sobre algunos de los aspectos más relevantes de su obra.

Fotografía de Laurence Jackson Hyman

Fotografía de Laurence Jackson Hyman

Por una parte, además de la dificultad de adjudicarla a un género, otra cuestión fundamental radicaría en que se trató de una escritora escribiendo sobre mujeres, cuitas y escenarios principalmente femeninos. En un tiempo donde la posición de las mujeres era socialmente secundaria, no es extraño que se viesen sus textos como una escritura carente de interés o del suficiente prestigio artístico o estigmatizada como «literatura de femenina». A este respecto, es famosa la anécdota relatada por la propia Jackson en su artículo «The third baby’s the easiest» (1949) sobre su ingreso en el hospital para dar a luz a su tercer hijo. En la recepción le preguntaron su ocupación laboral, a lo que Jackson respondió: «escritora». El recepcionista, sin embargo, ni corto ni perezoso, replicó: «Pondré simplemente ama de casa».

Señala también Franklin que algo que marcó el desinterés de la crítica es la inclinación de Jackson no solo por la variedad genérica sino, también, por su cultivo de géneros o temas de poca reputación o valoración como el terror, la literatura infantil, lo humorístico, lo doméstico, etc. Es elocuente que su obituario en el The New Yorker, revista que publicó muchos de sus relatos en vida de la autora, se titulase «Author of horror classic» [Autora de un clásico del terror], refiriéndose a «La lotería». Es decir, toda una carrera literaria con numerosos textos fundamentales se redujo a un solo relato al que, además, se tilda de «historia de terror» cuando este excede, con mucho, esa etiqueta.

Con el paso del tiempo, la valorización progresiva de las mujeres como artistas de pleno derecho y la mayor apreciación de los géneros «populares», ha contribuido, sin duda, a situar a Shirley Jackson en una posición más acorde a la maestría de sus creaciones. No olvidemos que, al mismo tiempo, lo que en su momento se consideró un demérito, puede haber contribuido a su auge actual. En palabras de su hijo Laurence Jackson Hyman: «Escribió en un estilo disperso, constante y atemporal, que se lee muy bien hoy en día» (ABC Cultura. «Shirley Jackson, la gran maestra de Stephen King»)

Carnet de Shirley Jackson de la Universidad de Rochester

Carnet de Shirley Jackson de la Universidad de Rochester

Shirley Jackson: Obras y reconocimientos

En vida, Jackson publicó una sola compilación de relatos The lottery and other stories (1949). Hay que tener en cuenta que la mayoría de sus narraciones breves aparecieron individualmente en diversas publicaciones periódicas de Estados Unidos. Todas las demás compilaciones de relatos existentes son posteriores a su muerte.

The Lottery 1949 Shirley Jackson

The Lottery. Shirley Jackson (Editorial: Farrar, Straus and Company, 1949)

En cuanto a las novelas, Jackson completó y publicó seis: The road through the wall (1948), Hangsaman (1951); The bird’s nest (1954); The sundial (1958); The haunting of Hill House (1959) y We have always lived in the castle (1962). Come along with me quedó inconclusa a su muerte y fue publicada póstumamente por su marido junto con otros textos en el volumen titulado Come along with me: part of a novel, sixteen stories, and three lectures (1968).

Como citábamos más arriba, sus libros de memorias le granjearon enorme éxito entre el público lector. Tres fueron los que publicó, los ya mencionados Life among the savages: an uneasy chronicle (1953) y Raising demons (1957), así como Special delivery: A useful book for brand-new mothers (1960). También publicó cuatro libros de literatura infantil.

En vida recibió galardones relativamente menores por su obra, muchos de ellos reconocimientos o nominaciones de revistas a algunos de sus relatos. Entre todos estos premios podemos destacar:

  • 1949 – Premio de relato O. Henry 1949 por «La lotería»
  • 1959 – «Mejor ficción de 1959» según el New York Times Book Review que incluyó a The haunting of Hill House
  • 1960 – Nominación al National Book Award por The haunting of Hill House
  • 1961 – Nominación al Premio Edgard Allan Poe a la mejor historia corta por «Louisa, Please Come Home»
  • 1962 – Listado de las «Diez mejores novelas» de la revista Time que incluyó a We have always lived in the castle

Paradójicamente, en 2007, se creó el prestigioso premio «The Shirley Jackson Awards» en honor a su autora. Hasta el día de hoy este galardón ha reconocido la obra de muchos escritores Como nota curiosa, podemos mencionar que en 2017 la argentina Samanta Schweblin, que participó en nuestro Club de lectura en 2021, lo recibió en la categoría de «Mejor novela corta».

 

Poética narrativa de Shirley Jackson

Como ya hemos visto, su obra no es fácil de clasificar lo que provoca que las características y temáticas que podemos mencionar en sus narrativas sean variopintas. Aquí vamos a intentar sintetizar algunas de ellas.

Ilustración de Miles Hyman para la adaptación gráfica de La Lotería

Ilustración de Miles Hyman para la adaptación gráfica de La Lotería

  • Los personajes de Jackson son, en su inmensa mayoría, femeninos. En distintas situaciones y localizaciones, emplazó la autora a decenas de protagonistas mujeres a las que retrata con una gran meticulosidad psicológica. En cambio, los personajes masculinos tienden a ser secundarios, más desdibujados y, en muchas ocasiones, incluso cómicos o grotescos.
  • Dichas mujeres, en casi todas sus narraciones, llevan existencias cotidianas aparentemente ordinarias, pero su psicología se presenta perturbada o se hallan en disyuntivas vitales irresolubles. A menudo se producen desdoblamientos, contradicciones y confusiones en la psique y comportamientos de los personajes de la autora. La propia Jackson calificó sus textos como «tratados sobre la ansiedad y la neurosis».
  • Estos estados ansiosos tendrían distintos orígenes: una relación ambivalente de las protagonistas con sus progenitores, especialmente con sus madres; descontento con su cuerpo («el cuerpo como un campo de batalla»); insatisfacción con su vida familiar o personal; incapacidad para adecuarse a los dictados sociales impuestos sobre las mujeres, etc. Todo ello se reflejará en una sensación de aprisionamiento y limitación que sufrirán muchas de estas protagonistas.
  • Hay que tener en cuenta que muchos de estos temas arriba citados nacen de la propia experiencia vital de Jackson. Tuvo una dificultosa relación con su madre incluso en la edad adulta y una relación de pareja poco convencional, que siempre le generó miedos y ansiedades. A ello también se sumó lo arduo de compatibilizar su profesión de escritora y su actividad de ama de casa y madre a tiempo completo. Asimismo, sus problemas de ansiedad no acabaron aquí. Su sobrepeso, que siempre la desazonó, le generó, entre otras cosas, problemas de salud hasta el final de sus días, a lo que se sumó la agorafobia que desarrolló en sus últimos años. Ambos factores repercutieron en su vida personal proyectándose, sin duda, en muchas de sus narraciones.

    "Este libro plantea la cuestión: ¿puede una mujer ser esposa, madre, ama de casa, cocinera, reparadora, mediadora y además  una magnífica escritora?"  (Propaganda de la contraportada de la obra La vida entre los salvajes. En la década de 1950, la respuesta esperada era “no”).

    “Este libro plantea la cuestión: ¿puede una mujer ser esposa, madre, ama de casa, cocinera, reparadora, mediadora y además  una magnífica escritora?”  (Propaganda de la contraportada de la obra La vida entre los salvajes. En la década de 1950, la respuesta esperada era “no”).

  • Los ambientes domésticos, las casas, son recurrentes en sus narraciones, muchas veces como espacios evocadores de claustrofobia y limitación personal y social. Pero esta simbología es ambivalente y, en otros textos, llegan a encarnar justamente valores contrarios.
  • Una gran habilidad no solo para accionar los resortes de géneros diversos, sino, también para combinar tonos y estilos diversos dentro de un mismo trabajo. De ahí que, como vemos en muchos de sus cuentos, y también en sus narrativas largas, Jackson demostró una enorme maestría en combinar lo mundano con lo siniestro, lo cómico con lo grave.
  • Jackson trabajó el humor y la ironía con especial habilidad y perspicacia en todas sus narrativas. De forma sutil, fue capaz de llevar a cabo una sátira social de muchos de los temores de los estadounidenses entre los años 40 y 60 del siglo XX.
  • Demostró una particular destreza en el desarrollo de los diálogos a través de los cuales vemos retratados la personalidad e intrincaciones de la mente de los personajes. A esto se suma la sutileza con la que, generalmente, también en los diálogos, se abordan muchos temas de forma oblicua. Muchos aspectos confusos de la vida de los protagonistas o de las tramas planean sobre diálogos plagados de dobles sentidos y ambigüedades que nunca alcanzan una resolución plena. Para desentrañar estas problemáticas, como la propia autora demanda, es necesario que el lector adopte una posición participativa.
  • Un gran interés por el mundo infantil. Además de sus libros de memorias familiares, donde retrató las tribulaciones cotidianas de su hogar y las travesuras de su prole, en otros muchos de sus textos vemos la presencia de protagonistas infantiles o de jóvenes. En muchas ocasiones, estos personajes menores de edad demuestran una espontaneidad y frescura que contrasta y pone en evidencia la rigidez impuesta por los convencionalismos sobre los protagonistas adultos.
  • El tema del racismo en Estados Unidos. Si bien no es un asunto que aparezca de forma consistente en sus narraciones, sí sobresale su presencia en algunos de sus mejores relatos. Siendo su marido de origen judío, la propia Jackson se vio expuesta a la hipocresía de una sociedad que, muy lentamente, caminaba hacia la eliminación de la mentalidad y las barreras legales y sociales discriminatorias que aún en los años de vida de la autora seguían vigentes en el país.
  • Además del anterior tema, siempre tratado desde un ángulo ingenioso, con enorme habilidad, destacan en su obra la presencia de personajes aislados, relegados por la comunidad biempensante, bien por su condición social o por algún aspecto de su vida.
  • Afición por el ocultismo, las tradiciones supersticiosas y la brujería. Jackson fue estudiosa e inclinada a estos asuntos e, incluso, tanto ella como su esposo aprovecharon para dar una misteriosa imagen pública de la autora como una suerte de bruja contemporánea. En varias de sus narrativas encontramos estos tópicos tratados de una forma más o menos explícita.
  • Por esto último y por su indagación de los aspectos más oscuros de la psique de sus personajes, a menudo se la ha relacionado con el movimiento literario del «gótico americano sureño» o del «nuevo gótico americano». Estos movimientos, subgéneros de la literatura gótica inglesa y del «primer gótico americano», tienen como características generales el retrato de una sociedad decadente, de personajes perturbados psicológicamente y de ambientes grotescos y degradados. A menudo los protagonistas de estas historias se encarnan en un antihéroe. En consecuencia, se ha comparado a Jackson con autoras coetáneas como Carson McCullers, Eudora Welty o Flannery O’Connor, entre otros. Sin embargo, aunque algunas coincidencias son reseñables, Jackson trasciende las fronteras de estos géneros.
  • Las ambientaciones de las historias de Jackson, con escasas excepciones, son contemporáneas a la autora y situadas en entornos urbanos o suburbanos de clase media acomodada. En esto también Jackson se basó en su propia vida y, aunque, relatos como «La lotería» parecen no acomodarse a este marco, sin embargo, si se examina en detalle, vemos que, en realidad, recoge mucho de su experiencia de vida en zonas suburbanas donde todos los habitantes tienen una relación estrecha entre sí.

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La larga sombra de Shirley Jackson

Una de las claves en el renombre adquirido por Jackson son los elogios de escritores contemporáneos que han manifestado su admiración por la autora. En la escena internacional, entre los que siempre se mencionan, destaca Stephen King que ya, en su ensayo Danza macabra (1981) la consideraba una de sus principales influencias. En este mismo trabajo, en referencia a The haunting of Hill House afirma King: «esta y Otra vuelta de tuerca de Henry James son las dos únicas grandes novelas de lo sobrenatural en los últimos cien años». También, su novela Ojos de fuego (1980) está dedicada a Jackson con las siguientes palabras: «En memoria de Shirley Jackson, que nunca necesitó levantar la voz. The haunting of Hill House. «The lottery». We have always lived in the castle. The sundial»

Joyce Carol Oates es una de las mayores reivindicadoras de nuestra escritora. Además de elogiar a Jackson en numerosas ocasiones y contextos, ha participado activamente en la visibilización de la autora reeditando obras de esta (Shirley Jackson. Novels and stories, 2010), prologando sus textos o contribuyendo en antologías de cuentos en honor de la escritora (When things get dark, 2021). Oates ha comparado la maestría de Jackson con la de Edgard Allan Poe, Henry James o Edith Wharton («Editor Joyce Carol Oates on the enduring spell of Shirley Jackson»)

En lengua española, autores de lo inquietante como Patricia Esteban Erlés, David Roas o Mariana Enriquez han reconocido el magisterio de la estadounidense sobre su obra.

Esteban Erlés, en una entrevista en el Heraldo de Aragón, la reconoce como una de sus autoras de cabecera sobre todo por su agudeza a la hora de retratar el lado oscuro de los ámbitos domésticos y del universo femenino:

Creo que hay una caterva de autoras interesantísimas que han sabido contarnos la historia de la mujer como pájaro encerrado en una jaula, la casa, a través de la ficción. Me interesan mucho esas escritoras que saben mirar el ámbito doméstico e interpretarlo no como refugio, como lugar en el que sentirse a salvo, sino presa del cuidado de una familia, del propio hogar. Cuando esto consigue expresarse utilizando un molde fantástico me fascina especialmente, porque lo que se logra es perfilar el personaje/mansión casi como ente con una personalidad (y a menudo una maldad) propia. […] Ni que decir tiene que Shirley Jackson, auténtica señora de las casas encantadas, borda el mismo asunto en novelas muy conocidas como La maldición de Hill House o un texto a medio camino entre la autobiografía y el cuento fantástico, «Una casa vieja», que aparece en el volumen que contiene toda su narrativa breve. Creo que la amargura de Jackson al tener que ser solo una escritora a tiempo parcial, cuando sus muchas obligaciones como esposa y madre de cuatro hijos se lo permitían, sobrevuela toda su obra, refleja un problema acuciante: seguramente nos hemos perdido muchas grandes historias porque sus autoras debían anteponer una colada o la limpieza de armarios a su escritura.

David Roas manifiesta la deuda que tiene hacia el relato más famoso de Jackson de esta manera:

«La lotería» es uno de mis cuentos preferidos. Shirley Jackson es una de mis autoras de cabecera, y en ese relato alcanzó la perfección. La perfección del horror. El retrato de nuestra monstruosidad y nuestros absurdos, del abrumador peso de la tradición, de la barbarie…. Desde que lo descubrí cuando era estudiante en la universidad, no he podido escapar de él, lo utilizo en mis clases, lo releo una y otra vez… (Roas, Entrevista para Páginas de Espuma sobre Niños, 2022)

Enriquez le dedicó el artículo «La más rara del pueblo» (2014) en el suplemento Radar, de la revista argentina Página 12, donde señala, entre otras muchas cosas, la gran influencia de la autora sobre autores contemporáneos en lengua inglesa:

Joyce Carol Oates, cuya prosa y temas le deben mucho a Jackson, editó en mayo de 2010 el primer volumen dedicado a la autora de The Library of America, un síntoma de consagración. Y aparecieron otros entusiastas: Donna Tartt, Jonathan Lethem y muchos de los ganadores de los Shirley Jackson Awards, premios que se entregan desde 2007 y que recibieron los nombres más notables del fantástico y el terror, desde Neil Gaiman hasta Kelly Link, pasando por Karen Russell, Koji Suzuki, Yoko Ogawa o Lucius Shepard.

Enriquez remata su artículo aludiendo a las reticencias de parte de la crítica de listarla entre los grandes autores norteamericanos y concluye: «Y Shirley Jackson quizá no sea grande, pero es exquisita y poderosa hasta lo letal, como un caramelo venenoso.»

Aquí puedes explorar más enlaces que te ayudarán a pergeñar una visión más completa de la autora, de su influencia y de sus trabajos:

 

 

Cuentos escogidos

Información contenida en la contraportada (Minúscula, 2015)

 

Una mujer pasa el día de su boda buscando frenéticamente a su futuro marido, otra hace un extraño viaje nocturno en autobús, un librero satisface la, en apariencia, inofensiva solicitud de un cliente. Y, en el cuento más celebrado de Shirley Jackson, los pobladores de una aldea se reúnen para oficiar un inquietante ritual. «La lotería», uno de los relatos más turbadores que se hayan escrito nunca y un ícono en la historia de la literatura norteamericana, encendió la polémica cuando se publicó por primera vez, en la revista The New Yorker. Este volumen presenta una selección de los cuentos de Shirley Jackson e incluye tres conferencias de la autora, una de las cuales dedicada, precisamente, al escándalo que supuso la publicación de su texto más conocido.

Estructura y contenido del libro

Cuentos escogidos es una selección de relatos de Shirley Jackson realizada por la editorial española Minúscula. No se corresponde con ninguna publicación original en inglés con dicho título. Esta misma editorial ha publicado otras obras de Shirley Jackson como Siempre hemos vivido en el castillo (2012), Deja que te cuente. Cuentos inéditos, ensayos y otros escritos (2018), La maldición de Hill House (2019) o Hangsman (2022).

ndice de "Cuentos escogidos" de Shirley Jackson en editorial Minúscula

índice de “Cuentos escogidos” de Shirley Jackson en editorial Minúscula

La selección está dividida en dos partes. La primera incluye siete relatos de ficción tomados del volumen The lottery and other stories, publicado originalmente en 1949, aunque estas historias ya habían aparecido previamente en revistas periódicas, como es el caso de «La lotería», publicada en 1948 en The New Yorker.

Asimismo, una segunda parte titulada «Tres conferencias y un cuento» consta de cuatro textos ensayísticos, tres conferencias impartidas en vida por la autora y un escrito de temática familiar. Proceden estas obras del volumen póstumo editado por Hyman en 1968 titulado Come along with me: part of a novel, sixteen stories, and three lectures. Esta segunda sección, según la editora de Minúscula: «[…] complementa el volumen y muestra otra faceta de Shirley que habla de lo que para ella significa escribir, su escritura en sí, entre otras cosas» («Shirley Jackson: cuentos y ensayos de una escritora memorable»)

El volumen no es muy extenso y facilita una cata de los temas y claves literarias de Jackson. Supone una aproximación incipiente y muy atractiva para aquellos que se introduzcan por primera vez en la narrativa de la autora.

Entre los relatos, «El amante demoniaco» es un buen ejemplo de los textos donde una mujer joven se ve asediada por las exigencias sociales de la época hasta el punto de que su integridad mental y su propia identidad peligrarán. Sin embargo, para comprender todo el alcance de este cuento, es necesario tener en cuenta que la presencia de un personaje de características «demoniacas» no es único en los relatos de la autora. Además, en el original The lottery and other stories, el volumen concluye con el fragmento de una de las variantes del poema tradicional, «The daemon lover», de la antología de baladas inglesas y escocesas populares compilado por James Harris bajo el título Child ballads (The english and scottish popular ballads) (1882-1889). Puede ser interesante ser consciente de esta fuente de inspiración para comprender mejor el sentido de la historia:

"The Demon Lover" (también conocido como James Harris, James Herries o The House Carpenter) es una balada popular británica que cuenta la historia de un hombre (el Diablo), que regresa con una ex amante después de una ausencia y la encuentra con marido e hijos. El diablo la incita a dejarlos a todos y abordar un barco, destinado no a un futuro brillante como ella cree, sino al infierno, donde rompe el barco en dos y ella se ahoga.

“The Demon Lover” (también conocido como James Harris, James Herries o The House Carpenter) es una balada popular británica que cuenta la historia de un hombre (el Diablo), que regresa con una ex amante después de una ausencia y la encuentra con marido e hijos. El diablo la incita a dejarlos a todos y abordar un barco, destinado no a un futuro brillante como ella cree, sino al infierno, donde rompe el barco en dos y ella se ahoga.

She set her foot upon the ship,
No mariners could she behold;
But the sails were o the taffetie,
And the masts o the beaten gold.

She had not sailed a league, a league,
A league but barely three,
When dismal grew his countenance,
And drumlie grew his ee.

They had not saild a league, a league,
A league but barely three,
Until she espied his cloven foot,
And she wept right bitterlie.

‘O hold your tongue of your weeping,’ says he,
‘Of your weeping now let me be;
I will shew you how the lilies grow
On the banks of Italy.’

‘O what hills are yon, yon pleasant hills,
That the sun shines sweetly on?’
‘O you are the hills of heaven,’ he said,
‘Where you will never win.’

‘O whaten a mountain is yon,’ she said,
‘All so dreary wi frost and snow?’
‘O yon is the mountain of hell,’ he cried,
‘Where you and I will go.’

He strack the tap-mast wi his hand,
The fore-mast wi his knee,
And he brake that gallant ship in twain,
And sank her in the sea.

(243F: James Harris, The daemon lover)

 (Pista 2: The Daemon Lover)

«La bruja» es una historia corta de protagonismo infantil y desarrollada en un escenario sumamente cotidiano. Como en muchas narraciones de Jackson, bajo la aparente futilidad de la escena relatada, se puede atisbar un trasfondo ambiguo, más oscuro.niño ventanilla tren

 

«Después de usted, mi querido Alphonse» es también un breve pero brillante relato en forma dialogada en su totalidad. Su título se basa en unas viñetas cómicas de principios de siglo, donde personajes de compostura demasiado formal no aciertan a desenvolverse en sus acciones con fluidez a causa de su extrema amabilidad y deferencia. Los dos niños emulan, a modo de juego, estas viñetas, mientras la señora Wilson, madre de Johnny, practica una amabilidad condicionada por sus prejuicios y asunciones raciales.

Frederick Burr Opper’s Alphonse and Gaston (1906)  para  American Journal Examiner)

«Charles» es una historia de origen autobiográfico que recoge, ficcionalizada, una anécdota escolar del hijo mayor de Jackson, Laurence Jackson Hyman. Bajo su aparente sencillez e intrascendencia, se pueden extraer interesantes conclusiones comunes con otros relatos de la autora en lo que se refiere a las interferencias que en la vida se dan entre lo real y lo ficticio.

«Siete tipos de ambigüedad» comparte título con un famoso volumen de crítica literaria inglesa publicado por William Empson en 1930 y que se convierte en un curioso objeto de deseo dentro del texto de Jackson.

«La muela» es un buen ejemplo de los varios relatos protagonizados por una mujer casada y madre de familia que se halla, de improviso, en una encrucijada vital donde, partiendo de lo cotidiano, se adentra en el terreno de lo extraño.

Finalmente, «La lotería» es el relato por antonomasia de Shirley Jackson. Fue esta pieza la que catapultó su nombre en Estados Unidos, no necesariamente por los mejores motivos. La perfecta construcción de la trama, de su tempo, y la hilvanada narración de un día, supuestamente convencional, dentro de una pequeña comunidad rural no identificada, ha provocado que sea este relato junto con La maldición de Hill House los que se asocian indefectiblemente al nombre de su creadora.

 

En la sección ensayística dos de los textos, «Experiencia y ficción» y «Notas para un joven escritor» recogen las visiones de Jackson sobre el origen y el proceso de escritura literaria y la particular conexión del narrador con sus ideas y materiales de trabajo. El segundo de estos textos lo elaboró Jackson teniendo a su hija Sarah en mente, la cual, desde niña, compartió intereses creativos con su madre.

«La noche en que todos tuvimos la gripe» es una muestra de la escritura de experiencias domésticas de Jackson. La anecdótico y cotidiano de lo relatado, sin embargo, nos puede poner sobre la pista de las limitaciones que la autora afrontó en el seno de su hogar para desarrollar su carrera artística en plenitud.

Ilustración de Herbert Danska para «La noche en que todos tuvimos la gripe», Harper's , enero de 1952.

Ilustración de Herbert Danska para «La noche en que todos tuvimos la gripe», Harper’s , enero de 1952.

«Biografía de una historia» es la crónica de las reacciones públicas tras la publicación de «La lotería» en The New Yorker. La conferencia que da origen a este ensayo supone un magnífico análisis cargado de humor y gracejo de los pruritos lectores y la confusión que en ocasiones pueden sufrir los lectores para discernir los límites de la realidad y la ficción.

Lectura

Shirley Jackson tuvo siempre muy en cuenta al lector a la hora de trazar sus historias. Sus narraciones son directas y de fácil lectura ya que la autora descartaba todo lo que no contribuyera al fluir natural de la historia. La cotidianidad de la mayoría de los escenarios y personajes también ayudan a una identificación e interpretación de las situaciones. Aunque no hay que dejarse engañar por la aparente simplicidad de las historias. Tras todas ellas late la ambigüedad y muchos más sentidos de los que podría apreciarse tras una lectura superficial.

Aquí tienes algunas de las cuestiones que te pueden ayudar a enfocar mejor tu lectura:

  1. Los títulos de los relatos y de los ensayos son muy directos en la mayoría de los casos, una especie de resumen de la trama o de focalización sobre el asunto o ente principal, ¿qué opinas de su elección por parte de la autora?
  2. ¿Cómo calificarías el estilo de la prosa de Jackson y los recursos empleados en sus narraciones? ¿Te han resultado complejas de leer o de interpretar?
  3. En mi presentación me he referido a las razones generalmente argüidas por las que esta escritora no ha sido tenida en cuenta hasta la actualidad. Tras la lectura del libro, ¿consideras que, efectivamente, estas razones pudieron determinar el olvido de su obra, o encuentras alguna posible motivación más?
  4. También me he referido al eclecticismo de sus intereses y temas: ¿crees que la selección de Minúscula lo refleja adecuadamente?
  5. «El amante demoniaco» es una de las historias más desasosegantes e «irresueltas» argumentalmente de la compilación, ¿qué sensaciones te ha causado? ¿Consideras imprescindible conocer la inspiración de Jackson en la balada tradicional «The daemon lover» para interpretarla?
  6. «La bruja» es uno de los muchos retratos de vida familiar que encontramos dentro la prosa de la autora. Aparentemente estamos ante la narración de una anécdota con algún toque inesperadamente siniestro, ¿cómo has interpretado tú la historia?
  7. «Después de usted, mi querido Alphonse» es, junto el relato «The Flower Garden», el que apunta de forma más directa hacia los prejuicios y problemáticas raciales de las clases medias estadounidenses de la época. Pero, a diferencia del segundo relato, donde toda una comunidad aparece retratada negativamente, aquí Jackson se ha basado en una pequeña y cómica escena familiar, ¿te parece efectiva esta forma de enfocar un asunto tan grave?
  8. «Charles» es una simpática aproximación al universo de la infancia y su particular sentido del mundo. Pero, considerando los intereses de la autora, ¿crees que puede encerrar un sentido ulterior más allá del relato de una travesura infantil?
  9. «Siete tipos de ambigüedad» es quizá, como su título anuncia, uno de los relatos más desconcertantes de la selección, ¿qué sentido crees que la autora le ha querido aportar?
  10. «La muela» es un intrigante relato tanto en lo que se refiere a la estructura, como a la caracterización de su protagonista y al devenir de la trama. ¿Qué te ha sugerido su lectura? ¿Cómo has interpretado la presencia del extraño que conoce en su viaje en autobús? ¿Qué papel juega la muela que se extrae la protagonista? ¿Qué simbolismo crees que posee?
  11. «La lotería» representa la cima literaria de Jackson, aunque la escribió tempranamente en su carrera. Ha alcanzado estatus de mito tanto por su brillantez, como por la rapidez de su proceso creativo, así como por las reacciones del público lector. Desde tu punto de vista, ¿dónde crees que radicaría la calidad de este relato? ¿Te ha impactado su final?
  12. En relación con las críticas sufridas por «La lotería» tras su publicación, ¿por qué crees que tantos lectores supusieron que podría estar narrando hechos reales? ¿Qué te parecen las opiniones más escandalizadas que cita Jackson en «Biografía de una historia»? ¿Crees que ese tipo de reacciones se podrían producir hoy en día?
  13. En cuanto a sus ensayos «Experiencia y ficción» y «Notas para un joven escritor», ¿crees que lo que teoriza Jackson en estos escritos se halla reflejado en las ficciones de Cuentos escogidos? ¿Te ha llamado la atención alguna cuestión en los planteamientos que expresa Jackson sobre la práctica del arte literario?
  14. ¿Qué te ha parecido «La noche en que todos tuvimos gripe»? ¿Crees que, más allá de entretenida anécdota familiar, la autora quiso transmitir algo más sobre los condicionamientos familiares que como mujer y escritora tuvo que enfrentar?

    Shirley Jackson, en casa, con sus cuatro hijos, en 1956 (fotografía de Erich Hartmann)

    Shirley Jackson, en casa, con sus cuatro hijos y su perro, en 1956 (fotografía de Erich Hartmann)

Coloquio de los socios: Nefando, de Mónica Ojeda

La novela de Mónica Ojeda ha suscitado reflexiones dispares entre los miembros del club de lectura, siendo muchos los que descubrían por primera vez a esta autora ecuatoriana que publicó Nefando cuando solo tenían 28 años. Pese a los disímiles posicionamientos en torno a la temática que aborda la obra, la mayoría de asistentes señalaron la sensación de desasosiego e inquietud que les invadió durante el proceso de lectura, así como el modo que tiene Ojeda de narrar episodios de gran crudeza, considerados en cierta medida tabú, a través de una prosa muy cuidada.

La estructura polifónica o coral que presenta la novela fue objeto de análisis, incidiendo no solo en la multitud de registros que acoge, sino también en la adecuación que se produce entre el léxico de cada uno de los personajes y su nacionalidad. Se debatió sobre la inserción de entrevistas en el contexto de la trama, lo que llevó a algunos miembros a cuestionar la pertinencia de la voz del entrevistador anónimo, y especialmente, sobre los testimonios de los hermanos Terán, donde los pasajes descriptivos alcanzan su máxima expresión.

En relación con el retrato descarnado que estos hermanos ofrecen de su infancia y de su familia, concebida como entorno de violencia, algunos socios establecieron vinculaciones con otras obras, tanto de ficción como de no ficción, y con noticias periodísticas de actualidad sobre casos de pederastia. Si el capítulo protagonizado por Irene Terán permitió analizar con detenimiento la imagen que sirve de portada en la edición de Candaya, el de Cecilia nos llevó a indagar en la plasmación del horror a través de lo pictórico y en la imposibilidad de expresar lingüísticamente el dolor extremo. El capítulo de Emilio Terán, por su parte, fue catalogado como uno de los más perturbadores, al retratar otros casos de violaciones a menores y la relación que se genera entre los tres hermanos.

Un aspecto al que otorgamos relevancia fue al diseño del videojuego que da título a la novela y que no parece responder a ningún propósito específico, como pudimos constatar mediante la revisión de las crónicas de los distintos usuarios, quienes ponen de manifiesto interacciones diversas. Otras cuestiones que se pusieron de relieve en el coloquio fueron la indiferencia ante el dolor de los demás que plasma la obra, las relaciones tortuosas que median entre los hijos y sus madres, y la concepción de lo corporal que manejan algunos de sus personajes (entre ellos Iván, que se autolesiona, y los entes ficcionales que articulan la pornonovela de Kiki Ortega).

En definitiva, como bien apuntó uno de los socios, la novela puede equipararse a “un torrente que te va ahogando sin saber muy bien a dónde te conduce”, definición que recalca la potencia de la producción de Mónica Ojeda, una poética que para algunos lectores guarda ciertas similitudes con Roberto Bolaño. Está claro que la literatura de Ojeda pone el foco de atención en asuntos monstruosos que nos incomodan, pero que al mismo tiempo nos conducen a una reflexión profunda de las zonas en sombra de nuestra naturaleza y de la sociedad en la que vivimos.

Guía a la lectura: Nefando, de Mónica Ojeda

 

Por Ana Abello Verano

Mónica Ojeda

Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988) se ha convertido en una de las voces más reconocidas de la literatura latinoamericana de las últimas décadas, con una producción que incursiona tanto en la poesía como en la narrativa y en la que se pueden percibir ejes temáticos y preocupaciones formales reincidentes. El nombre de esta autora ecuatoriana radicada en Madrid desde hace años se suma al de muchas otras creadoras procedentes de distintos países de Hispanoamérica que han irrumpido con fuerza en el mercado editorial, teniendo una gran recepción crítica y lectora: María Fernanda Ampuero, Solange Rodríguez Pappe, Giovanna Rivero, Gabriela Ponce, Ariana Harwich, Fernanda Melchor, Liliana Colanzi o Natalia García Freire, entre muchas otras. Todas ellas despuntan por la calidad literaria de sus propuestas, con la configuración de universos marcados por elementos perturbadores y por el terror en sus diferentes formulaciones, aunque es cierto que sus escrituras engloban una gran variedad de matices que impiden el establecimiento de líneas generales de análisis.

La escritora Mónica Ojeda fotografiada por Lisbeth Salas.

La escritora Mónica Ojeda fotografiada por Lisbeth Salas.

El ciclo de las piedras (2015, Rastro de la Iguana), que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Emergente Desembarco, e Historia de la leche (2019, Candaya) constituyen las publicaciones líricas de Mónica Ojeda. Mucho más prolífica es su obra de narrativa. A su ópera prima, La desfiguración Silva (2015, Fondo Cultural del Alba, Premio Alba de Narrativa en 2014), se añaden con el tiempo otras dos novelas que tienen proyección a nivel internacional y visibilizan el talento de la autora: Nefando (2016, Candaya), que obtuvo mención de honor en el Premio de Novela Corta Miguel Donoso Pareja, y Mandíbula (2018, Candaya), finalista del Premio Bienal de Novela Vargas Llosa y finalista de los National Book Awards en 2022. Su última publicación, Las voladoras (2020, Páginas de Espuma), finalista de la sexta edición del Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero, se inscribe en los parámetros del cuento, si bien la autora ya había cultivado este género en otras ocasiones, participando en la antología Emergencias: doce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2013). Este último libro, sin olvidar las vertientes predominantes en sus anteriores obras, se enmarca en lo gótico andino, una estética que la misma autora ha reivindicado y tratado de definir en diversas entrevistas, y que empieza a ser estudiada con cierto detenimiento en los círculos académicos. Se trata de una categoría que pone el foco de atención en el imaginario ancestral de Latinoamérica como eje desde el que establecer un diálogo con el miedo y con el presente más inmediato. En los textos que se adscriben a esta modalidad cobran relevancia lo mítico, lo simbólico, las figuraciones de la monstruosidad y los elementos naturales, cuya significación aparece potenciada.

Con la trayectoria que ha desarrollado hasta el momento, Mónica Ojeda ha logrado una posición central en el ámbito literario latinoamericano. No en vano, en 2017 fue incluida en la lista Bogotá 39 del Hay Festival, que selecciona a los mejores escritores de ficción menores de 40 años de América Latina, y en 2019 se le concedió en Next Generation Prize Claus Fund. Su producción, con obras que se encuentran ya traducidas a diversos idiomas (entre ellos el griego, el francés, el inglés o el italiano), se fundamenta en lo abominable y perverso, en aquello que puede rebasar cualquier tipo de convención ética. El tema que con más insistencia recorre su prosa es la violencia, pero no la que se circunscribe al ámbito de la política, sino la que surge de los entornos privados. Al margen de este tema predilecto destacan otros como el abuso sexual, la opresión, la aceptación del individuo, el placer, el dolor, lo corporal, muchas veces ligado al exceso, la convergencia de lo bello y lo terrible, la visión desacralizada de los vínculos familiares, las ansiedades patológicas, los límites del lenguaje, la transgresión de los patrones normativos, el miedo —con plasmaciones muy sugerentes del horror—, sin olvidar el sustrato cultural mítico y el reflejo de un conjunto de problemáticas de carácter social que revelan el peso de lo ideológico y ofrecen una visión crítica del mundo.

Hay una clara voluntad en Mónica Ojeda, perceptible ya en la novela que vamos a analizar, de crear una literatura que incomoda, una literatura que busca de alguna manera la escenificación de lo prohibido para trastocar a los lectores y generar en ellos un efecto de inquietud. Ella misma, en la entrevista realizada por Roberto Wong para Quimera. Revista de Literatura, sostiene lo siguiente:

«Tengo que admitir que me gusta que la literatura me arrastre por fuera de mis propios límites. Me siento atraída hacia ese caos y descontrol porque es allí en donde encuentro a la escritura en toda su potencia y desnudez. En la literatura me permito ser salvaje, cosa que no puedo hacer en otros momentos» (2018: 11).

Mónica Ojeda (Foto de Gianella Silva)

Mónica Ojeda (Foto de Gianella Silva)

 

Claves narrativas de Nefando

Nefando confirma la potencia estremecedora de su prosa. Es una obra que remite a la parte oscura del ser humano y que aborda cuestiones consideradas tabú, como el incesto o la pornografía infantil, con descripciones explícitas de actos sexuales. En ella se explora el concepto de monstruosidad, una monstruosidad que no procede de una dimensión desconocida, sino del propio individuo, que en su interacción con los demás pone de manifiesto su lado más cruel, sus instintos y pasiones básicas. Precisamente esa brutalidad que se inscribe en el realismo más crudo y que a veces se omite nombrar en la producción de Ojeda ocupa un lugar de privilegio, ocasionando una sensación de perturbación.

«Perturbar era tirar una piedra en un estanque liso […]. Perturbar era dormir al lado de alguien con los ojos abiertos […]. Perturbar era mirar a un desconocido sin pestañear hasta que la pupila arda en lágrimas» (Ojeda, 2016: 8).

La trama se centra en la existencia de seis jóvenes que comparten piso en la ciudad de Barcelona. Ellos son Kiki Ortega (mexicana que está escribiendo una novela), Iván Herrera (mexicano y estudiante de un Máster de Creación Literaria), El Cuco Martínez, programador y hacker de origen madrileño, y tres hermanos ecuatorianos que se han trasladado a la ciudad por motivos académicos —Irene, Emilio y María Cecilia Terán—. Pero el verdadero hilo conductor de la novela es la publicación del videojuego que le da título —Nefando. Viaje a las entrañas de una habitación—, que recopila diferentes vídeos que suponen el testimonio de las violaciones que sufrieron los hermanos Terán por parte de su padre, junto a otros de pornografía infantil y de abuso a animales que llevaban tiempo circulando en internet. Aunque el videojuego acaba siendo censurado por su contenido, por ser un entretenimiento que puede herir la sensibilidad de sus consumidores, la historia que presenta Mónica Ojeda indaga precisamente en su desarrollo. Por eso, el libro se construye en gran medida a través de las entrevistas que protagonizan Kiki, Iván y el Cuco y que dirige una voz masculina que en todo momento se mantiene en el anonimato y que adopta la perspectiva de investigador del caso. No obstante, habrá otros discursos interpolados.

 

Los rasgos más destacados de Nefando, que en muchos casos constituyen líneas definitorias de la narrativa de Mónica Ojeda, se pueden sintetizar en los siguientes puntos:

  • Estructura fragmentaria y heterogeneidad de formatos discursivos

La novela se configura desde múltiples ángulos narrativos, pero en cada capítulo hay una indicación previa sobre quién es el personaje al que debemos atribuir el discurso. La linealidad de la historia queda fracturada al ir combinando distintas intervenciones. El lector encontrará matices orales derivados de las entrevistas realizadas a Kiki, Iván y el Cuco, cuyo objetivo es recomponer los acontecimientos relacionados con el germen del videojuego y su posterior difusión, pero también reflejar la percepción que ellos tenían de los hermanos Terán a raíz de su convivencia. Más allá de estos fragmentos tendentes a recabar información y en los que se reproducen múltiples variantes del castellano, las voces de Kiki, Iván y el Cuco también irrumpen con fuerza en la diégesis. Kiki reflexiona sobre su infancia traumática, al tiempo que intenta construir una novela que se insertará en la narración marco a modo de historia intercalada. Iván retrata la relación problemática que mantiene con su cuerpo y con su sexualidad, en definitiva, su desfiguración identitaria, lo que tendrá una consecuencia formal en sus intervenciones, todas ellas formuladas en segunda persona de singular. Y el Cuco detalla la actividad delictiva en la que se encuentra inmerso, con alusiones a sus vínculos familiares.

Por otro lado, hay tres testimonios de los hermanos Terán que suponen un acercamiento al horror derivado de su condición de víctimas de abusos sexuales y de las vejaciones físicas y psicológicas que padecieron en su propio hogar. Estos textos diseminados a lo largo de la novela dan cuenta de sus experiencias de dolor por medio de diferentes estrategias. Así, la hermana menor se sirve de lo pictórico. El paisaje de su infancia desgarrada queda retratado en un conjunto de dibujos que, bajo el título de «Exhibición de mis ruinas. Textos nunca escritos», acentúan la dificultad de relatar el sufrimiento.

Ilustración de la página 191 de Nefando

Ilustración de la página 191 de “Nefando”

Por todo lo mencionado podría hablarse de una novela coral que fusiona lo puramente textual con los elementos gráficos, aunque su naturaleza híbrida también viene dada por la reproducción de poemas y por la integración de las crónicas, a modo de posts en un foro, subidas por la comunidad gamer del videojuego a la Deep Web y traducidas o reescritas por una de las protagonistas de la historia. Las descripciones proporcionadas reproducen la valoración de los usuarios y sintetizan la experiencia con ese juego que no responde a reglas fijas:

«Nefando era un juego online que no se definía a sí mismo. Parte importante de la experiencia era descubrir de qué trataba el juego» (2016: 97).

  • La metaliteratura como recurso

La reflexión sobre el acto de escribir es un motivo recurrente en la prosa de Mónica Ojeda, con la incorporación de ficciones en el contexto general de la trama y la presencia de personajes que guardan una vinculación clara con la literatura. Iván Herrera cursa un Máster en Creación Literaria y Kiki Ortega es becaria FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México), siendo esta última la que encarne en su figura las interesantes relaciones que se pueden generar entre vida y literatura. Sus intervenciones suponen un acercamiento al concepto de autoría y al temor a la página en blanco, reproduciendo en cursiva y a través de una enunciación en primera persona sus digresiones y las decisiones de carácter técnico que debe tomar para dar forma a su novela, una ficción que se encontrará íntegra en diversos capítulos de Nefando. Se trata de una nouvelle pornoerótica que tiene como eje la exploración de la sexualidad de tres adolescentes y la necesidad de indagar en el alcance del lenguaje, dado que algunos de estos personajes se encuentran atraídos por la escritura, en concreto por la creación de textos donde prevalece la perversión y la violencia sobre el cuerpo, con prácticas que trasgreden los estándares normativos y acaban rozando el sadismo. El ejercicio de escritura de esta pornonovela hype supone, de algún modo, la plasmación de los miedos y deseos sexuales de Kiki, como queda reflejado en el epílogo que incorpora, pero también va creando sugerentes paralelismos con elementos de la historia general que se podrán detectar sin mucha dificultad. No es casual la temática del proyecto intradiegético de Nefando, puesto que Mónica Ojeda es una gran conocedora de las particularidades de la novela pornoerótica en el contexto latinoamericano, interés académico que le llevó a publicar algún artículo en revistas científicas y a iniciar un Doctorado.

Además, Kiki es la encargada de ofrecer una definición muy interesante de la literatura, al recordar cómo, en su primera asistencia al circo, un acróbata pierde el equilibrio y se cae de la cuerda floja, rompiéndose el hueso de la pierna, que queda al descubierto y salpica de sangre todo el escenario. Los encargados del espectáculo intentan que el público borre ese episodio de espanto y hacen entrar a los elefantes en la carpa. Solo ella continúa con esa imagen del sufrimiento del hueso roto en su cabeza. La experiencia vivida le hace entender que la literatura no debe evitar lo trágico, en este caso el hombre caído y desangrado, sino que debe mostrar la crudeza, propósito que enlaza con la concepción de la ficción que sostiene Mónica Ojeda:

«La literatura no puede distraerse con elefantes, tienen que apartarlos y ver al acróbata caído, interesarse por su sufrimiento, por la mueca de dolor con la que lo llevan tras bambalinas porque desentona, porque rompe la armonía, porque obsceniza el espectáculo» (Ojeda, 2016: 14).

  • Sistema de referencias amplio que se despliega a lo largo de la novela

La narración teje una amplia red intertextual con otras producciones, tanto literarias como cinematográficas. Si nos ceñimos solo al primer ámbito, se detectan referencias a La Venus de las pieles, de Sacher-Masoch, Las tribulaciones del estudiante Törlees, de Robert Musil, Confesiones de una máscara, de Yukio Mishima, La mujer desnuda, de Armonía Somers, Historia de un ojo, de Georges Bataille, Lo impenetrable, de Griselda Gambaro, Amatista, de Alicia Steimberg, Lost Girls, de Alan Moore y Melinda Gebbie, y El carnicero y El cuaderno de Rosa, de Alina Reyes. No obstante, la lista es muy extensa, con alusiones a autores diversos como el Marqués de Sade, Joseph Sheridan, Oscar Wilde, Pierre Louÿs, Joyce, Kafka, Hemingway, Onetti, Gelman y Osvaldo Lamborghini, y personajes históricos al estilo Erzsébet Báthory (la Condesa Sangrienta). Gran parte de las producciones mencionadas, que se ubican también en el plano del discurso metaficcional elaborado por Kiki, abordan el tratamiento de la sexualidad e incursionan en los patrones de la literatura pornoerótica. Asimismo, en el entramado intertextual a modo de diálogo que despliega la obra también se ensalza la ciencia ficción, al citar obras concretas —Neuromante, de William Gibson, Solaria, de Isaac Asimov o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick— y las características de esta modalidad de la literatura no mimética fundamentada en la especulación imaginativa y que se convierte en una de las más pertinentes para reflejar las incoherencias del presente.

  • Significación de los espacios

Hay tres espacios que resultan centrales en Nefando y que adquieren una gran carga simbólica. En primer lugar, debe citarse el piso que comparten los personajes en Barcelona, donde las habitaciones individuales se convertirán en escenario desde el que recomponer la existencia. Y es que constantemente evocan sus recuerdos desde este microcosmos concebido como exilio personal. En segundo lugar, resulta central el cuerpo y su vinculación con la desintegración del sujeto y con el binomio placer-dolor. Además de los testimonios de los hermanos Terán, fundamentales para entender el concepto de cuerpo humillado y el modo en el que sus identidades quedarán concretadas en una sola unidad, la perspectiva diegética de Iván Herrera incide en estas cuestiones. Siente que está habitando un cuerpo con el que nunca llegará a identificarse, al que le faltan órganos que formarían parte de la anatomía de una mujer, de ahí que asocie su físico con palabras como «quiebre, desequilibrio, periferia» (2016: 31). El rechazo hacia el sexo con el que ha nacido lo conduce a un constante deseo de mutilación, que se expone en diversos pasajes, haciendo que el lector asista a las distintas técnicas que emplea para autolesionarse e intentar liberar su ira. Fruto de la crisis que padece, se hace eco de un proceso de desdoblamiento que se manifiesta en la lucha entre Quetzalcoált y Tezcatlipoca, dos deidades precolombinas que simbolizan respectivamente lo terrenal y lo trascendente y que le permiten reconstruir su percepción corporal dual. Y, por último, debe aludirse al espacio virtual. Internet se constituye como un escenario alternativo o paralelo que transforma en mero espectáculo, o incluso en fuente de placer, lo que para algunos individuos ha quedado asociado al terreno del dolor. De ahí, que el Cuco sostenga que, lejos de subvertir el sistema actual o de fomentar la reinvención, el cibermundo suponga un reflejo de los males que asolan el mundo físico, con la apreciación de que en el primero «todos nos atrevemos, al menos una vez, a ser criminales o moralmente incorrectos» (2016: 70).

 

  • La familia como epicentro del horror y la fragilidad de la infancia.

En Quimera. Revista de Literatura, la autora ha señalado que «la familia, a veces, es el monstruo debajo de la cama. Y nosotros somos el monstruo que está encima cubriéndose con la sábana» (2018: 11). Sus escritos ofrecen un retrato de la familia como una institución que supone el origen de conflictos espeluznantes. Los padres dejan de ser figuras protectoras para sus hijos, porque no impiden el asalto de la violencia entre sus miembros y el sometimiento a situaciones límite. Así queda puesto de manifiesto con los hermanos Terán, quienes sufren abusos a edades muy tempranas por parte su padre Fabricio, una agresión que tiene como resultado la inacción de su madre. El hogar se transforma en epicentro del horror y es desde esas coordenadas donde tiene operatividad el concepto de das Unheimliche (lo siniestro u ominoso), tal y como lo expuso Freud, es decir, como aquello que pertenece al orden de lo terrorífico, de lo que excita angustia, y que se deriva de una experiencia inscrita en la familiaridad que llega a desestabilizar la cotidianidad. De ahí que el Cuco sostenga en la última entrevista que recoge la novela lo siguiente: «Como ves, para algunos de nosotros la hostilidad del mundo empezó en casa, ¿sabes lo que te digo? Hay pequeñas primeras devastaciones que te configuran» (2016: 201).

Si los núcleos familiares se vuelven desasosegantes, también la infancia queda equiparada a una sombra, a un momento vivencial de desamparo. La infancia en el imaginario que compone Mónica Ojeda nunca será sinónimo de paraíso perdido al que regresar; todo lo contrario, pasará a ser el escenario del miedo, acumulando recuerdos que condicionarán negativamente la existencia. No es extraño que los personajes que transitan sus ficciones asuman la infancia como el periodo de la vulnerabilidad: «La infancia —piensa Irene— tenía una voz baja y un vocabulario impreciso» (2016: 77). «Había sobrevivido a su infancia con los dedos cortados y la lengua atollada; había superado ese tiempo de horrores deseando crecer con desesperación» (2016: 138).

Con el propósito de que los episodios de violencia padecidos en sus primeros años de vida no queden relegados al silencio, los hermanos Terán toman la decisión de visibilizar el trauma, difundiendo las grabaciones de sus violaciones e incorporándolas en el polémico videojuego. La manera de lidiar con su pasado es mostrar la herida sin temor al castigo de la ley, dejar que la memoria prevalezca por encima de cualquier tipo de olvido, actitud que genera admiración entre sus compañeros:

«Los hermanos decían, con mucha razón, que hay dos formas de encarar nuestra humanidad: cavando el cielo o cavando la tierra. Nubes o gusanos. Celeste o negro. […] Te digo una cosa, y esto lo aprendí con los Terán, siempre es mejor cavar la tierra. No es el camino fácil. Es doloroso, sí, pero todo conocimiento es una astilla encarnada e imposible de extirpar» (2016: 121).

  • Preocupación por el lenguaje y envoltura poética de la narración:

La indagación en torno a la expresión léxico-gramatical de lo indecible e incomunicable se convierte en una preocupación constante de la producción de Mónica Ojeda, sin renunciar en esa codificación al lirismo como eje vertebrador. Esa voluntad poética, sustentada en el uso de metáforas, imágenes, sinestesias, símiles, preguntas retóricas, sugerencias, comparaciones, anáforas y diversos artificios retóricos, dota a la prosa de una belleza formal que se opone a la crudeza de los hechos que componen el plano del contenido, una antítesis que parece premeditada y que sin duda puede ocasionar mayor desazón en los receptores del texto. Unido a este aspecto se encuentra el trabajo con la puntuación del texto, en concreto con el empleo de los dos puntos y los puntos y seguidos, aunque también los guiones y las cursivas que se intercalan en los discursos con una intención estética, creando una amplia red de significación

 

 

Preguntas para la reflexión:

El acercamiento a Nefando nos permitirá constatar que la literatura de Mónica Ojeda despierta emociones intensas, haciendo que el lector mire de frente aquello que puede resultar atroz y de lo que quizás apartaría la vista en condiciones normales. No hay que olvidar que, para esta autora, como ella misma ha detallado en la revista Qué leer,

«el arte no es un instrumento de la buena educación. No veo a la literatura como el lugar de la pedagogía, sino como una mirilla por donde, si te atreves, puedes ver todo lo que nos hace humanos. Y la humanidad es la conmoción que alberga la belleza más pura y el horror más obsceno» (2016: 73).

A continuación, planteo un conjunto de preguntas para orientar el debate entre los socios del club tras la lectura:

  • La portada de Nefando remite a la experiencia específica de uno de los personajes ¿Por qué crees que se ha elegido como imagen emblemática de la trama?
  • ¿Qué te ha parecido la multitud de formatos y estrategias textuales que la autora emplea para armar la historia?
  • La obra recoge diferentes formas de manifestación del sufrimiento ¿Cuáles serían, de forma sintética, esas vías que utilizan los personajes para intentar enfrentarse a los traumas que han invadido su pasado? También se aborda la indiferencia de los demás ante el dolor del otro. A este respecto, ¿en qué entes ficcionales se encarna en mayor medida esta actitud de mirar hacia otro lado?
  • ¿Cómo puede entenderse que los hermanos Terán, tras la puesta en práctica del Proyecto Cratos, hayan querido difundir las grabaciones de sus violaciones, convirtiéndose en creadores intelectuales del videojuego en el que se incluyen dichos vídeos? ¿Hay alguno de sus testimonios que te parezca más perturbador?
  • ¿Qué estructura presenta el videojuego y qué experiencias se derivan de la interacción de los usuarios con él?
  • Nefando es una reflexión en torno al lenguaje, al hecho de nombrar lo que parece no poder articularse con palabras. Busca algún fragmento que te parezca representativo y que plasme bien la imposibilidad del personaje de retratar lingüísticamente los sucesos que protagoniza.
    Puede servir como ejemplo la siguiente reflexión de Kiki:

«A mi mente sólo venían metáforas imprecisas: explosión, desgarramiento, ardor, y cada una de ellas correspondía a una realidad ajena a la de mi experiencia. Desgarramiento, por ejemplo: eso era lo que me había pasado, yo me había roto, pero ¿cómo se siente una persona desgarrada? Decir que sentí un desgarramiento no era explicar mi dolor» (Ojeda, 2016: 81-82).

  • Algunos personajes que transitan esta novela —entre ellos los protagonistas de la ficción de Kiki (Nella, Eduardo y Diego)— exploran la manifestación física del dolor corporal a través de prácticas abyectas ¿Cuál es la concepción que manejan del cuerpo?
  • La maternidad y las relaciones materno-filiares constituyen temas frecuentes en la poética de Mónica Ojeda. ¿Cómo quedan caracterizadas las madres que recorren esta publicación en el retrato que de ellas hacen sus propios hijos?
  • La literatura de Ojeda supone una apuesta por lo liminal y lo simbólico ¿Qué dicotomías y elementos con carga simbólica has apreciado en esta novela?