Renata Tebaldi fue la gran soprano de mediados del siglo pasado, eclipsada en gran medida para el gran público por la carísmática y mediática figura de María Callas. Aunque dicho conflicto entre divas fue más bien una estrategia comercial que hizo mucho más rentable, si cabe, el éxito de ambas.
En 1947, cuando su carrera estaba empezando, coincidía en Verona con María Callas. Ambas cantantes tendrían en la Scala su trampolín a la fama mundial. No es de extrañar que cuando la Callas llegó a Milán a principios de los años cincuenta, y Renata llevaba ya un tiempo afianzada en la ópera milanesa, el choque de egos tuviera lugar encima y detrás del escenario.
Nacida en Pesaro en febrero de 1.922, Renata Tebaldi triunfó ya a muy temprana edad. Su debut se produjo en Rovigo, donde en 1944 encarnó a la Elena de «Mefistofele», pero fue su interpretación de Desdémona en Triste (1946) la que le abrió las puertas de los grandes teatros y la que hizo que el gran Toscanini, recién llegado de Estados Unidos y en busca de nuevos talentos líricos, la citase para una audición en la Scala. El maestro la escogió para intervenir en la reinauguración del coliseo milanés, y a entonces se debe la célebre leyenda de “La voz del ángel”.
A pesar de la idea, tan extendida, de que Renata Tebaldi se limitó a cantar personajes operísticos mil veces interpretados, mientras que a Maria Callas le correspondía el mérito de recuperar papeles y óperas que yacían en el olvido, resucitándolas con una pasión inusitada, lo cierto es que también Renata Tebaldi incorporó a su repertorio óperas poco representadas en su época, entre las que se encuentran algunas de Gioachino Rossini, de Gaspare Luigi Spontini o la misma «Giulio Cesare», de Georg Friedrich Haendel, que tanto se representa hoy en día.
Entre los papeles que Renata Tebaldi cantó con más éxito figuran los de «Aída», la protagonista de la ópera del mismo título compuesta por Verdi, así como los de «Tosca», de Giacomo Puccini, o el de la Condesa de la ópera «Las Bodas de Fígaro», de W. A. Mozart.
Pero el público y la crítica italiana se situaron injustamente al lado de María Callas casi con unanimidad, resaltando la impresionante fuerza expresiva de esta cantante como opuesta al rigor técnico de Renata Tebaldi, un rigor que, sin embargo, sí fue apreciado por otros públicos que preferían, ante todo, la contención expresiva (que no falta de expresividad) y la elegancia escénica que siempre acompañaron a la soprano italiana a lo largo de los casi treinta años que duró su carrera sobre los escenarios.
La que fuera una de las cantantes más importantes del planeta en los cincuenta o los sesenta se retiró sin hacer ruido a comienzos de los setenta. En el Palau de Barcelona se le rindió un gran homenaje en diciembre de 1974. Después publicó unas Memorias. Luego fue desapareciendo con una sencillez y una modestia ejemplares. Únicamente su muerte volvió a traer el recuerdo emocionado de una de las cantantes más importantes de toda la Historia. Una cantante grande, irrepetible.
Renata Tebaldi falleció el 19 de diciembre de 2004 a los 82 años en su casa de San Marino. La cantante, cuyo estado de salud se había agravado, residía en esa pequeña República cercana a la Costa Adriática.
«O mio Babbino Caro» de la ópera «Gianni Schicchi» de Giacomo Puccini
«Un bel di Vedremo» de la ópera «Madama Butterfly» de Giacomo Puccini
«Si mi Chiamano Mimì» de la ópera «La Boheme» de Giacomo Puccini
«Ave Maria» de la ópera «Otello» de Giuseppe Verdi
«Piangero la sorte mia» de la ópera «Giulio Cesare» de Georg Friedrich Händel