El reinado de Fernando VI ha quedado totalmente eclipsado por los de su padre Felipe V y su hermanastro Carlos III, entre los cuales se desarrolló. Muchos historiadores lo consideran incluso un reinado de transición entre ambos, nada más lejos de la realidad.
Su figura, cada más reivindicada, continuo el impulso reformador de su padre, el primer Borbón que reinó en España. Todo ello a pesar en la pésima educación recibida bajo los auspicios de su intrigante madrastra Isabel de Farnesio.
El reinado de Fernando VI entre los años 1746 y 1759 trajo en España un periodo de relativa paz y prosperidad y posiblemente una de las épocas más favorables para la música. Partiendo de la figura del propio monarca, excelente clavecinista que tuvo como maestro al organista de la Real Capilla Sebastián de Albero y continuando con su esposa, la Reina María Bárbara de Braganza, que aprendió música y canto con Domenico Scarlatti, y su afición musical la llevó a componer melodías, cantar y a ser una consumada clavecinista.
Bárbara de Braganza
Bárbara de braganza, hija de Juan de Portugal y de la archiduquesa Mariana de Austria, era posiblemente la princesa más fea de Europa; de hecho, cuando se estaba negociando el matrimonio, los portugueses tardaron meses en enviar un retrato a la Corte de Madrid, por miedo a que el príncipe se echase para atrás. A cambio, era un dechado de virtudes. Melómana, sensible, culta, muy piadosa y, sobre todo, afectada por el incurable virus de la melancolía. Una verdadera alma gemela del heredero español. Fernando, que de primeras desconfió, pronto supo ver en su ya esposa una compañera perfecta y afín a su modo de entender la vida. El príncipe nunca había conocido a su madre, por lo que siempre arrastró una falta crónica de afecto, hueco que Bárbara supo rellenar con creces. Durante años fueron los príncipes más dichosos de Europa. De palacio en palacio, entregados a la música, al teatro y al cultivo de la su acendrada fe.
Con el fin de distraer a su marido, Bárbara de Braganza ordenó construir un pequeño teatro en el Palacio Real del Buen Retiro, ya que el rey era aficionado a las obras teatrales y a la música como era ella. Así, casi todas las noches y en la intimidad, solía representarse una función escénica de una comedia española y a veces portuguesa, una ópera o un concierto. Además, la reina organizaba veladas musicales en las que interpretaba entusiasmada sus propias composiciones cantando y tañendo con gran maestría el clavecín o bien acompañando a un cuarteto de cuerda. Entre los músicos que contribuyeron al solaz y entretenimiento de los reyes, destacaron muy especialmente dos italianos: Scarlatti y Farinelli.
Domenico Scarlatti
El maestro napolitano Domenico Scarlatti, compositor, clavinecista y organista. Tras pasar unos años de estancia en Roma, se dirigió a Lisboa para enseñar música a la infanta doña Bárbara de Braganza. Después marchó a España, donde residió desde 1725 y falleció en Madrid en 1757. Además, formó parte del séquito de la infanta lusitana cuando se casó con Fernando VI y fue nombrado tañedor de cámara, con la obligación de tocar el clave todas las noches ante los reyes y componer música para dicho instrumento. Una vez en la corte española, Scarlatti supo incorporar con gran sutileza en su obra musical los ritmos populares españoles, expresándolos de forma magistral, y logró agotar las posibilidades del teclado.
El otro notable músico italiano fue el ya mencionado Carlo Broschi «Farinelli», que perteneciente al grupo de los castrati. Dotado de una voz prodigiosa, había antes deleitado en las cortes europeas de Italia, Austria, Inglaterra y Francia, alcanzando la cúspide de su fama a la edad de 32 años. Sin duda, su presencia y su arte influyeron decisivamente en la popularización de la ópera italiana en España.
Farinelli vino a España en 1737 a instancias de la reina Isabel de Farnesio, gozando de gran influencia en la corte española durante el reinado de Felipe V. Tras la muerte de este en 1746, pudo continuar en la corte, pues Fernando VI y su esposa le mantuvieron al no querer prescindir de su voz privilegiada y capaz de realizar las más difíciles ejecuciones, que siempre expresaba con gran sentimiento, gusto y delicadeza.
Farinelli
Este célebre cantante de ópera, el más famoso de su época, era de aspecto apuesto y bien parecido. Su gran influencia en la corte se debió no sólo a su voz, con la que las reinas Isabel de Farnesio y Bárbara de Braganza intentaron atenuar la crónica melancolía depresiva de sus maridos, sino también a su condición de tertuliano y amigo íntimo de los reyes.
Al conocer Bárbara de Braganza el talento y la habilidad artística de Farinelli para deleitar y aliviar la melancolía de su esposo, le favoreció y distinguió haciéndole figurar siempre en el séquito de los reyes en todos sus viajes. Pero a pesar de su gran influencia, sobre los monarcas, Farinelli fue un hombre muy modesto y desinteresado. Fernando VI y Bárbara de Braganza le protegieron y le honraron con la merced del hábito de la Orden de Calatrava, que él aceptó para no ofenderles; no obstante, jamás ambicionó riquezas ni tampoco honores, salvo aquellos que creía merecer por su arte incomparable.
Parece ser que a Farinelli se debió la idea de la construcción del mencionado pequeño teatro para distraer a Fernando VI, que se convertiría después en el Teatro de la Ópera del Buen Retiro y del que sería nombrado director. Él mismo se encargó organizar las célebres temporadas de ópera del Buen Retiro, haciendo venir de Italia a los cantantes más relevantes y lo mejor que se conocía en coreografía, maquinaria y música, con lo que las representaciones de este teatro real rivalizaron, y superaron las más afamadas representaciones escénicas de las cortes europeas.
Fernando VI y Bárbara de Braganza no dieron un heredero a la corona, pero impulsaron la modernización de España, convirtiendo la corte española en la capital mundial de la música y el teatro.
SEBASTIÁN ALBERO (SONATAS PARA CLAVE)
El manuscrito de las “Sonatas para clavicordio” contiene 30 obras. El «clavicordio” a que se refiere el manuscrito no es lo que actualmente entendemos por tal. En el siglo XVIII, en español, se llamaba “clavicordio” a lo que hoy llamamos “clave” y “monacordio” a lo que hoy llamamos “clavicordio”. Sebastián Albero nació en 1722 en la villa del Roncal (Navarra). Fue organista de la Capilla Real de Madrid de 1746 a 1756, año de su muerte.
OBRAS INTERPRETADAS POR RYAN LAYNE WHITNEY
DOMENICO SCARLATTI (SONATAS PARA CLAVE)
La grandeza de las sonatas de Scarlatti reside en su riqueza de motivos musicales, en todas las figuras de su retórica musical. Destaca en su quehacer la variedad en la invención rítmica y melódica y la habilidad casi diabólica en la utilización de todas las capacidades del clavicémbalo. A primera vista la limpia y ordenada escritura de sus sonatas harían pensar en que la ejecución de estas obras es relativamente sencilla. Nada más lejos de la realidad. La claridad de su pentagrama esconde terribles dificultades para el músico que las interpreta. Algunas contienen cambios de mano, saltos de octavas, complicados arpegios y escalas rapidísimas.
OBRAS INTERPRETADAS POR IGOR KIPNIS (1ª PARTE)
OBRAS INTERPRETADAS POR IGOR KIPNIS (2ª PARTE)
Excelente artículo. Muchas gracias!
Muchas gracias por su visita y comentario.