El Folies Bergère de París, inaugurado en 1869, se transformó desde que en 1871 se hiciera cargo de su dirección Léon Sari, avispado hombre del mundo del espectáculo que lo transformó en sala de variedades, un nuevo modelo de espectáculo de cabaret que pronto traspasó las fronteras y se extendió por Occidente.
Florenz Ziegfeld, productor teatral estadounidense nacido el mismo año que el Folies Bergère abrió sus puertas, tan avispado o más que Sari, decidió en 1907 llevar a los escenarios de Broadway, sobre una idea de su mujer, la actriz Anna Held, una serie de revistas musicales que seguían el patrón del famoso cabaret parisino y que gozaron de un inmediato éxito. Estas intercalaban sketches cómicos con actuaciones musicales y coreografías.
Con el nombre de “Ziegfeld Follies” Ziegfeld presentó una serie de revistas musicales en Broadway entre 1907 y 1931 y que tuvieron mucho éxito de crítica y público. Comenzaba así una serie magnífica de espectáculos que revolucionaron el mundo teatral del momento y la música popular. Desde entonces y hasta su muerte, cada año fue presentado sus funciones en las que cada vez aparecían más mujeres hermosas, cada vez más rubias y cada año enseñando un poquito más, desde la sugestión a lo explícito, pero siempre sin pasar la línea del desnudo completo. Las «Ziegfeld Girls» se convirtieron en un fenómeno internacional imitado en todas las grandes ciudades del mundo.
Florenz Ziegfeld con algunas de las “Follies Girls” en 1931
Las “Ziegfeld Follies” eran revistas de lujo, con una enorme calidad en la elaboración tanto en sus coreografías, como en decorados, vestuario y puesta en escena en general. Muchos de los mejores artistas de la época y muchas futuras estrellas de cine (W.C. Fields, Eddie Cantor, Josephine Baker, Bob Hope, Will Rogers, Louise Brooks, Ed Wynn, Marion Davies, Paulette Goddard, Mae Murray, Barbara Stanwyck, Irving Berlin, Joan Blondell y otros) aparecieron en los shows.
Merece la pena destacar los decorados del escenario de algunos números, como el vestuario fastuoso donde, a través de la maestría de sus creadores, se percibe los principales aportes de la estética del momento: el estilo oriental y el art decó, entre otras tendencias de las artes decorativas y el arte en general, en boga por los años 1900´s a 1930’s.
La fórmula funcionó hasta el punto que marcó un antes y un después en la evolución de la revista en Estados Unidos. Público y crítica, al referirse a este tipo de espectáculos, hablaban de forma generalizada del “estilo Ziegfeld”.
Tras la muerte de Ziegfeld, su viuda autorizó el uso del nombre “Ziegfeld Follies” para algunos espectáculos entre 1934 y 1936, a cargo ahora del productor Jake Shubert. El nombre fue utilizado más adelante por otros promotores en la ciudad de Nueva York, Filadelfia y de nuevo en Broadway, con menos conexión con los Follies originales. Estos últimos esfuerzos fracasaron.
Su éxito fue tal, que Hollywood le dedicó dos grandes películas: «The Great Ziegfeld» (1936) y «Ziegfeld Follies» (1946). La influencia de Ziegfeld se dejó sentir mucho tiempo tanto en los espectáculos de Broadway como en las películas musicales de Hollywood.
“Follies Girls”: Barbara Stanwyck (1924)
No es mucho el material fílmico de la época que, lógicamente, se conserva, o al menos que está disponible en internet, pero algo se puede encontrar.
Eddie Cantor, el blanco que se pintaba de negro; los negros no podían actuar por entonces en los teatros de Broadway, protagoniza el cortometraje «A Ziegfeld Midnight Frolic» de 1929, de casi catorce minutos, que incluimos completo. Cantor debutó en Broadway en 1917 y siguió con las diferentes revistas que Ziegfeld estrenaba cada temporada hasta 1927, un período considerado como el mejor de la revista musical. Acompañan a Cantor las Ziegfeld Follies Girls y Eddie Elkins y su Orquesta.
Seguimos con dos números musicales pertenecientes también a 1929. El primero, el número final de «Glorifying the American Girl», comedia musical que produjo Ziegfeld con un reparto encabezado por Mary Eaton, con música, entre otros, de Irving Berlin y Walter Donaldson. Este último es el autor del tema que recoge el vídeo: “There Must Be Somebody Waiting for Me (In Loveland)”. En el segundo las chicas Ziegfeld interpretan “Look for a Nook” en un filme dirigido por Sammy Lee.
There Must Be Somebody Waiting for Me (In Loveland) 1929
Para la posteridad han quedado las espléndidas imágenes que captó en los años veinte y treinta de las «Follies Girls», el fotógrafo preferido de Ziegfeld, Alfred Cheney Johnston.
El trabajo “estándar” de Johnston, fue usado por Ziegfeld para las promociones y publicidad de las Follies, y consistió principalmente en tomas individuales o de pequeños grupos de coristas con sus extravagantes trajes. Sin embargo, tras la muerte de Johnston en 1971, un extenso tesoro de unas fotografías extremadamente artísticas de desnudos completos y semidesnudos se encontraron almacenados en la granja cerca de Oxford, Connecticut, donde vivió desde 1940. La mayoría de estas imágenes (algunas con nombre y la mayoría anónimas), eran, de hecho, coristas de Ziegfeld Follies, pero sumamente atrevidas, sin retocar, imágenes completas de frontales que sin duda no habrían tenido ninguna posibilidad de ser publicadas en los años veinte y treinta, por lo que se especula que estas eran simplemente su propia obra artística personal, o a instancias del propio Ziegfeld para su disfrute personal.
Las fotografías de Cheney resultan sensuales y capturan tanto la belleza física como la esencia glamurosa de aquellas mujeres convirtiéndolas, posiblemente, en algunas de las imágenes más bellas de la historia moderna del retrato clásico. Para conseguir esta belleza visual, Cheney cuidaba muchísimo la iluminación de los retratos que hacía. Una iluminación que llenaba las escenas y que hacían de sus fotografías obras pictóricas, donde se nota su formación en Bellas Artes.
Jean Ackerman (1920)
Vídeo con una Selección de Fotografías de Alfred Cheney Johnston