Este aciago 2016 se cerró con otra gran pérdida para la música popular. Rick Parfitt, miembro fundador y guitarrista de Status Quo, falleció el pasado día 24 de diciembre a los 68 años de edad.
Quizás no era una figura muy popular, ni ha tenido la repercusión mediática de otros fallecidos el pasado año, que con menos méritos, se han ido en loor de multitudes. Parfitt fue corresponsable, junto a Francis Rossi, de un sonido genuino como pocos, el de Status Quo. Ese rock con reminiscencias boogie-woogie, que sobrevivió a los cambios de las modas musicales y los convirtió en uno de los mejores grupos de su generación.
Richard John Parfitt nació en Woking, Surrey el 12 de octubre de 1948. Comenzó a tocar la guitarra cuando tenía 11 años y dejó el colegio a los 15 para comenzar a actuar por unas pocas libras que, según sus biógrafos, servían en su mayor parte para financiar el alcoholismo de su padre.
Conoció a Francis Rossi en 1965, cuando ambos tocaban con sus respectivos grupos ante campistas de vacaciones en la costa suroeste de Inglaterra.
Dos años después Parfitt, junto con Rossi, Alan Lancaster, John Coghlan y Roy Lynes se unieron para formar Status Quo, que alcanzó su primer éxito en 1968 con «Pictures of Matchstick Men». Trabajo totalmente influenciado por el movimiento psicodélico de la época, ocupó el número siete en las listas británicas.
Pictures of Matchstick Men (1968)
Pero la banda se estaba desilusionando con la dirección que estaban tomando. Abandonaron sus ropas floridas, y se establecieron en un estilo más tradicional del rock.
Hasta 1972 pasaron por una especie de travesía del desierto. Ese año fueron fichados por Vértigo, editaron «Piledriver», despegue de su éxito comercial y considerado como el álbum que definió por completo el sonido de la banda; una fluctuación entre el hard rock y el boogie rock. Este disco incluía el single «Paper Plane», uno de sus clásicos. En una entrevista en 2014, Parfitt dijo del álbum: «Me encanta cada canción de ese álbum».
En noviembre de 1974 publicaron el sencillo «Down Down», que logró el primer puesto en el Reino Unido y que sirvió de promoción para el disco «On the Level», que salió a la venta en febrero de 1975 y que se convirtió en una de sus producciones más exitosas de los años setenta.
En noviembre de 1977 pusieron a la venta «Rockin’ All Over the World», que se convirtió en uno de sus álbumes más vendidos en el mundo con más de 7 millones de copias comercializadas hasta 1997. Un año más tarde lanzaron «If you Can’t Stand the Heat», que mantuvo el éxito comercial de sus predecesores, ya que se ubicó en los top 20 de varios países europeos. En octubre de 1979 publicaron su duodécimo álbum de estudio «Whatever You Want», que como se esperaba, fue un gran éxito en el Reino Unido ya que logró el tercer puesto en la lista inglesa y recibió el disco de oro en su propio país, solo un par de días después.
Con la llegada de la década de los ochenta y con la publicación de «Just Supposin» y «Never Too Late» la banda decidió dar un cambio en su sonido, alejándose del hard rock hacia un rock más comercial e incluso adoptaron algunos elementos de la new wave. A pesar de ello lograron mantener su éxito en su propio país, ya que ambos se posicionaron en los top 5 de las listas Británicas.
Por aquel entonces comenzaron aparecer las primeras fricciones de los miembros de la banda. Esto supuso el fin de la formación clásica llamada «the frantic four».
A principios de 1986, anunciaron a John Edwards y Jeff Rich como nuevos integrantes en reemplazo de Lancaster y Kircher, respectivamente.
A fines de agosto del mismo año publicaron, «In the Army Now», que logró un relevante éxito debido al éxito de tres sencillos, de los cuales destacó la canción homónima. Dicho tema logró gran aceptación en varios países europeos e incluso su significado revolucionó a los jóvenes soviéticos, quienes la utilizaron como himno ante la rígida política de ese país. Esto provocó que cuando la banda se presentó en dicho país en 1988, durante 14 noches en el Estadio Olimpiski de Moscú, las autoridades soviéticas controlaron cada uno de sus conciertos, ante la posible revolución de los jóvenes moscovitas.
Parfitt fue pieza fundamental de una banda, que alejada de flashes mediáticos y apariciones en las revistas del corazón, marcó con su honestidad y sin artificios, una época que ya no volverá. Parfitt fue un músico fiel a sí mismo, sincero y consecuente. Un auténtico «obrero» del rock, donde más que modas pasajeras y los éxitos puntuales, hubo un trabajo callado y exigente.