En 1972, en el apogeo de su talento, Joan Manuel Serrat publicó «Miguel Hernández», un álbum de referencia que pone música a las palabras de uno de los más grandes poetas españoles. Serrat había conseguido una popularidad y un éxito increíbles gracias a «Dedicado a Antonio Machado» y «Mediterráneo». Fue entonces cuando decidió grabar uno de sus discos más pesimistas. No podía ser de otra manera si pretendía musicar a Miguel Hernández. Los textos elegidos cobraban mucho significado con Franco todavía en el poder. Le salió un trabajo impecable, sobrio y enérgico, en el que los versos del poeta se adaptan con una naturalidad pasmosa a los registros y las melodías de Serrat. Josefina Manresa, viuda de Hernández, agradeció tantas y tantas veces que se hubiera hecho este disco, que el propio Serrat llegó a sentir vergüenza, porque no quería restarle protagonismo a las letras.
Treinta y ocho años más tarde, con ocasión del centenario del nacimiento de Hernández, Serrat volvió a visitar la obra del poeta oriolano en «Hijo de la Luz y de la Sombra».
Joan Manuel Serrat (Miguel Hernández) 1972
Las situaciones en las que se grabaron los dos álbumes son completamente distintas. Serrat ya ha dejado de ser el huracán que volvió al mundo de habla hispana al revés entre 1965 y 1974, una influencia comparable sólo a lo que hizo Georges Brassens para la lengua francesa o Bob Dylan para el inglés. Además, la reputación de Hernández ha sufrido un cambio radical, desde ser un poeta prohibido y, por tanto, casi olvidado durante el régimen franquista, a uno de las principales figuras de la literatura española del siglo XX.
El álbum de Serrat en 1972 – Franco todavía estaba vivo y en el poder – era un gesto desafiante y revolucionario. Su álbum de 2010 es simplemente un anhelo, un tributo lleno de ternura. Sin embargo, es imposible no comparar ambos álbumes, no sólo porque su fuente y el artista son los mismos, sino también porque sus diferencias pueden ser más iluminadoras que sus similitudes. En lugar de ser «Miguel Hernández», Pt. 2, «Hijo de la Luz y de la Sombra» parece considerar la obra de Hernández desde otra perspectiva. Si el resultado final del álbum de 1972 fue contribuir en gran medida a la construcción de Miguel Hernández como símbolo de resistencia política. En su lugar, el disco de 2010 pide al oyente que preste atención a su poesía.
Joan Manuel Serrat (Hijo de la Luz y de la Sombra ) 2010
El álbum de 1972 era tan negro como su portada, su uniformidad de tono enviaba escalofríos por la columna vertebral, una historia angustiosa de sufrimiento, ira y desesperación tras otra, todo ello con austeros y elegíacos arreglos. Por el contrario, el álbum de 2010 elige en su lugar mirar la obra entera de Hernández, desde sus obras juveniles románticas hasta sus poemas sombríos tardíos, enriqueciendo esta colección con una mayor variedad de temas.
Los arreglos de Joan Albert Amargós, completamente distintos a la soberbia orquestación de Francesc Burrull en 1972, son sorprendentemente más ligeros, incluso para los textos más oscuros como «El Hambre». La comparación con una temática similar como «Nanas de la Cebolla» del álbum de 1972 es sorprendente. En particular, el uso de voces de fondo, que hubieran estado completamente fuera de lugar en la primera colección.
«Hijo de la Luz y de la Sombra» no llega a la altura de la primera aproximación de Serrat a la obra del poeta. Pero, sin embargo, esto no hace que sea un mal álbum. Lejos de ahí, es uno de los lanzamientos de Serrat más interesantes de los últimos tiempos. La voz de Serrat puede haber perdido la fuerza que tenía en 1972, pero puede moverse adecuadamente, sobre todo cuando se trata de textos que obviamente significan mucho para él, como la canción que da nombre al álbum. Huelga decir que las palabras hipnotizantes de Hernández son base suficiente para una garantía de calidad y emoción en cualquier álbum.
Las Tres Heridas de Miguel Hernández
(Documental de la Asociación Cultural Orihuela 2010)