El pasado 10 de noviembre, cumplió 70 años un personaje imprescindible de la música popular española de los últimos cincuenta años. Rodrigo García, quizás el más excelso letrista de todo este periodo, vive en el más absoluto de los olvidos, cuando la calidad y profundidad de su obra harían palidecer a compositores mucho más afamados.
Pintor de la palabra, escultor de la melodía. Sus composiciones son auténticas filigranas, donde se desliza la pulsión amorosa, la sátira descarnada, la desolación de los paisajes humanos, la ventana abierta al sol de nuestras ensoñaciones. Nadie queda indiferente, cuando este trovador de nuestros días doma la palabra y se enseñorea del verso. Su dominio del lenguaje deja a casi todos como efímeros párvulos, balbuceado las primeras letras.
Todo ello acompañado de su voz, breve y rota, la más «Dylaniana» del pop español. Aquella que fue mascarón de proa de la saga más fértil y lúcida del pop patrio: Solera, y posteriormente, Cánovas, Rodrigo, Adolfo & Guzmán (CRAG). Auténtico Santo Grial de la música popular española.
The Speakers (Rodrigo es el 3º por la Izquierda)
Rodrigo García Blanca nace en Sevilla el 10 de noviembre de 1947. A los seis años inicia sus estudios de violín, estudios que finaliza en 1963. En esta época ya domina otros instrumentos como el piano, la guitarra, empieza a cantar y a realizar sus primeras composiciones.
Entre tanto, su familia se traslada a Colombia, donde entra en contacto con la efervescente escena musical del momento. Rodrigo forma el grupo The Speakers, que serán pronto un referente de la música criolla. Evolucionan del sonido beat de sus comienzos hasta una psicodelia fronteriza ya con el rock progresivo, cuyo mayor exponente será el álbum «En el Maravilloso Mundo de Ingeson» de 1968. Disco fundamental de la psicodelia iberoamericana, de buenas críticas y pocas ventas, que el paso del tiempo no ha hecho más que reivindicar. En este trabajo, Rodrigo toca una cantidad enorme de instrumentos, lo que demuestra su capacidad casi extraterrestre para la música: Guitarras, clavecín, maracas, tiple, piano, armónica, carillón, pandereta, gorgorita, marimba y bajo.
The Speakers (En el Maravilloso Mundo de Ingeson) 1968
Rodrigo retorna a España en 1969, donde realiza el servicio militar, y se va abriendo un hueco dentro del panorama musical como músico de estudio y de directo. Colabora con Juan Pardo, y se integra en 1971 en una de las dos formaciones de Los Pekenikes, que en ese momento sufrían un conflicto fraticida entre los miembros de la banda original.
Participa en el álbum «Ss.Ss.Ss.Q.E.S.M.», abreviatura de un formulismo de cortesía ya anticuado en la época usado en las cartas, que significa «Su seguro servidor que estrecha su mano». Dentro de este último trabajo, que cerró la época clásica del grupo, Rodrigo aporta una composición realmente sublime. «Trío» es un tema instrumental, de corte casi barroco, con dos partes muy definidas que culminan en un crescendo apoteósico.
Ese mismo año, Rodrigo conoce a un dúo llamado José y Manuel formado por los hermanos José Antonio y Manolo Martín. Con ellos graba, como guitarrista de sesión, dos discos con una orientación folk pop. En el último coincide con el prestigioso bajista de sesión José María Guzmán, y entre los cuatro deciden echar a andar un nuevo proyecto conjunto. Ese proyecto será Solera, primer capítulo de una saga musical irrepetible.
Y así surge Solera, y su disco homónimo, un álbum variado, con unas armonías perfectas, trufado de muchas influencias, con un sonido cercano al de la Costa Oeste de Estados Unidos. La calidad de las canciones es enorme y con esa materia prima, Rafael Trabucchelli, productor del disco, dota de una orquestación a los temas que los envuelve, pero no quedan nunca ahogados en ella.
El disco tuvo muy buenas críticas, pero escasas ventas, falta de promoción sobretodo. Dentro del grupo, empezaron las diferencias creativas que llevaron a su disolución. Posteriormente Rodrigo y Guzmán se integrarían en CRAG, pero ese fue el siguiente capítulo de esta historia.
Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, son el grupo de culto por excelencia, junto a Vainica Doble, del pop español. Su unión en 1974 nos legó un álbum, «Señora Azul», que está esculpido en el mármol patrio con letras de oro. Disco grabado a contracorriente de las tendencias musicales de entonces. Consiguen aunar de una manera magnífica unas composiciones brillantes con unas letras inteligentes, y por si fuera poco, contaron nuevamente con la ayuda en tareas de producción de Rafael Trabucchelli, el creador del sonido Torrelaguna. Santo y seña de la discográfica Hispavox.
Nuevamente, a pesar del unánime reconocimiento de su trabajo, el éxito les es, de nuevo, esquivo, y tras realizar una gira acompañando a Karina (para la cuál Rodrigo también componía y producía canciones en esa época), se disuelven para seguir caminos separados.
Sin quitar mérito a nadie, la piedra angular del álbum fueron las contribuciónes de Rodrigo. Suyas son «Solo Pienso en Ti», «Señora Azul» y «María y Amaranta». Canción que narra un amor homosexual, que siempre dejó perplejo al autor que superara la férrea censura de la época.
Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (Señora Azul) 1974
En la segunda parte de esta entrada, nos centraremos en la que fue su carrera en solitario, con fugaces nuevas aventuras con CRAG. Quizás sea la etapa del Rodrigo más personal, más sutil y emocional, pero sin perder nunca la riqueza de sus textos, donde las palabras bailan al ritmo de la batuta de este creador sin par.