James Brown, famoso por ser el «Padrino del Soul», necesita poca presentación. Es raro que un artista de soul sea más conocido por sus actuaciones en vivo que por sus álbumes de estudio, pero la presencia escénica de James Brown, le valió una reputación como uno de los intérpretes más fascinantes y carismáticos de su generación.
En consecuencia, su álbum en vivo, «Live at the Apollo», es un disco que ha pasado a la historia como uno de sus mejores trabajos, y tal vez lo define como artista mejor que cualquier otra cosa que haya grabado en el estudio. Lanzado en 1963, pasó más de un año en el American Billboard Album Chart, y se convirtió en uno de los álbumes más vendidos de la larga carrera de Brown.
Los álbumes en vivo eran una rareza en 1962. Las compañías discográficas los consideraban inútiles; ¿Por qué los compradores de discos querrían las mismas canciones que ya tienen, simplemente porque están grabadas en un concierto en lugar de en un estudio?
Fotografía: Michael Ochs Archives / Getty Images
James Brown creía que el público querría tanto este disco, que pagó la grabación él mismo y presionó a su sello, King Records, para que lo publicara. Un movimiento arriesgado, pero tenía razón.
En 1962, el recorrido de Brown fue ciertamente impresionante. Desde 1956, con «Please Please Please», grabó una serie de singles en King Records con ventas millonarias. Sin embargo, las cifras de ventas de sus LPs fueron dramáticamente menores; entre 5.000 y 10.000. Realizando cerca de 300 conciertos al año, Brown había forjado un formidable número de seguidores y, a principios de los años 60, fue nombrado el artista más trabajador del mundo del espectáculo. Simplemente, Brown se vaciaba en sus actuaciones, las presentaciones en vivo eran eléctricas.
Posteriormente, la lógica de Brown fue: capturar la magia del directo y venderla. Años más tarde recordaría: «Las canciones eran muy diferentes en directo. Cualquier artista, si realmente lo había dado todo, su show en vivo será dos veces mejor que el disco». Los álbumes de conciertos, como comentábamos al principio, eran una rareza en ese momento. De hecho, en King Records, el pensamiento preferido del jefe Syd Nathan era: si un álbum en vivo está disponible en las tiendas de discos, ¿por qué ir a los conciertos?
Fotografía: Michael Ochs Archives / Getty Images
Entonces Nathan, también famoso por su estrechez de miras, vetó el proyecto. Pero Brown fue inflexible, acumulando el dinero para la grabación y también alquilando el Apollo, que costó 5.700 dolares, unos 70,000 a día de hoy. James Brown y The Famous Flames comenzaron sus actuaciones en el Apollo el 19 de octubre, pero decidieron grabar su concierto el miércoles 24.
Tal vez el mejor álbum en vivo jamás grabado. El extraordinario drama y el ritmo de un show de James Brown se capta mientras agota a su audiencia. Deja sin aliento desde la introducción hablada. Continúa con éxitos cortos y febriles como “Try Me” o “Think”. La pieza central del concierto es la cruda balada «Lost Someone», de 10 minutos de duración. La fascinante relación de Brown con el público es palpable: «¡Me siento tan bien que quiero gritar!» grita. El espectáculo termina con una versión desbocada de «Night Train»
Como propietario de las grabaciones, Brown obligó a Nathan a comprarle las cintas. Pero Nathan no estaba impresionado. Brown recuerda: «No le gustaba la forma en que pasábamos de una canción a otra sin parar … Supongo que esperaba copias exactas de nuestros discos anteriores, pero con gente que aplaudía cortésmente en el medio». Una vez que Nathan finalmente aceptó imprimir 5.000 copias del álbum, ambos discutieron sobre el sencillo promocional. James Brown: «El señor Nathan estaba esperando ver qué canción tocarían las emisoras de radio del álbum, para lanzarla como sencillo». Le dije: «No vamos a sacar ningún single de él. Véndelo como está».
Primer plano de The Famous Flames
Sorprendentemente, los DJs de la radio, alentados por la audiencia, comenzaron a reproducir todo el álbum, lanzando anuncios entre la primera y el segunda cara. La grabación era tan palpablemente viva, los oyentes de la radio casi pudieron ver a la embelesada multitud, y a James Brown mientras se arrodillaba, inclinando la cabeza, sosteniendo el micrófono con ambas manos y cantando sobre la fuerza de la pasión o las profundidades de la frustración y la pérdida.
«Live at the Apollo» posteriormente vendió millones de copias, gracias sobretodo al boca a boca, escalando al Nº 2 en las listas de álbumes pop. Catapultó a Brown fuera del circuito de la comunidad negra, y atrajo al público blanco tan codiciado. Además, como recuerda Bobby Byrd, componente de The Famous Flames: «Todo el mundo comenzó a hacer álbumes en vivo, todos se subieron al carro». James Brown actuó en multitud de estadios, en Vietnam y África, para presidentes y en programas de televisión ante millones de personas. Pero en una fría noche de octubre de 1962, frente a 1.500 seguidores hambrientos, realmente cambió una parte muy importante de la industria del disco.