Muchas veces el mito devora a la persona. No se si será el caso de Víctor Jara, no debería serlo. Las terribles circunstancias de su muerte pueden eclipsar el enorme calado de su obra. Su conversión por muchos en símbolo y mártir, no debe dejar de lado su inmensa labor como músico.
Víctor Jara es una figura enormemente importante en la música y la cultura de Chile. Su vida fue un reflejo de su país, de los tiempos tumultuosos en que vivió y de su filosofía personal. Victor Jara comenzó su vida en un pequeño pueblo, y con su talento, se convirtió en una de las figuras musicales más conocidas e influyentes de América Latina.
Víctor Jara fue el representante más visible de ese movimiento músico-social que se denominó “Nueva Canción Chilena”, que se empezó a gestar en Chile a mediados de los años sesenta, llegando a su plenitud al comienzo de la década de los setenta.
Este movimiento reivindicaba la música de raíz popular, en contraposición a la influencia de la música anglosajona en los músicos de su país; alumno aventajado de Violeta Parra, con cuya familia tuvo una relación muy estrecha, su labor como folklorista fue muy intensa en la recuperación de la música tradicional chilena y de la zona andina en general.
Fotografía: Patricio Guzmán
Víctor Jara nació 28 de septiembre de 1932 en Loquen, un pequeño pueblo a las afueras de Santiago. Sus padres eran granjeros. El padre de Victor Jara tenía un problema con la bebida, y su hogar a menudo fue testigo de muchas peleas. Después de algunos años de esta infelicidad, el padre de Víctor se marchó, y Amanda, su madre, se quedó sola para criar a Víctor y el resto de sus hermanos. Era una mujer extremadamente trabajadora y, en palabras de Víctor, su perspectiva optimista de la vida le dio fuerza a la familia. Ella cantaba y enseñó a Víctor a tocar la guitarra y también le enseñó muchas canciones populares tradicionales de Chile. El tiempo que pasó con su madre tuvo una gran influencia en su estilo musical.
Tristemente, Amanda murió cuando Víctor solo tenía 15 años. Dejó sus estudios de contabilidad y entró en el seminario. Estaba muy triste por la muerte de su madre, y también creía que la profesión de sacerdote era la más importante del mundo. Pero después de dos años, se desencantó de la religión y se fue para alistarse en el ejército. Después de cumplir el servicio militar, ingresó en el coro de la Universidad de Chile.
Durante este tiempo desarrolló un interés por el teatro, y comenzó a estudiar en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Allí mostró una inclinación hacia la dirección, y después de que se completara sus estudios, él comenzó en el programa de dirección. Durante estos años y en el futuro, Víctor Jara participó en innumerables producciones teatrales. También comenzó a cantar y estudiar música folclórica cuando conoció a Violeta Parra. Durante este tiempo también comenzó a involucrarse en la política de su país. En 1966, publicó su primer disco en solitario, titulado simplemente «Victor Jara». Cuatro años más tarde, abandonó el teatro para dedicar su atención a la música a tiempo completo.
Víctor Jara en 1962. Integrado en el conjunto Cuncumén, dedicado a la recopilación, estudio y difusión de los cantos y danzas de la región central de Chile.
Las canciones de Víctor Jara están llenas de sus pensamientos sobre la gente sencilla de Chile. Procesaba un gran amor por la gente trabajadora de las pequeñas ciudades y pueblos, y muchas de sus canciones narran la vida de estas personas. Otras sin embargo, atacan las injusticias de la sociedad o los escándalos políticos.
Su faceta como cantautor estaba teñida en gran parte de un claro matiz político, su vinculación total con el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, del cual fue embajador cultural, es notorio en muchas de sus canciones; Sin embargo, dejó canciones como “Te Recuerdo Amanda” y “Luchín”, con un contenido social evidente, pero matizado por la belleza y ternura de la melodía.
Fue inmediatamente detenido tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, trasladado al Estadio Nacional de Santiago, que actualmente lleva su nombre, y allí quedó truncada no solo su carrera artística, sino su vida, el 16 de septiembre, cinco días después de su detención.
Víctor Jara con su esposa Joan y sus Hijas Manuela y Amanda
«Si se calla el cantor, calla la vida», cantaba Mercedes Sosa. Nunca mejor dicho que en el caso de Víctor Jara. El 16 de septiembre de 1973 calló la vida.
El Derecho de Vivir en Paz (1971)
Concierto de Víctor Jara en la Panamericana Televisión (Perú) 17/Julio/1973