Johann Joseph Fux, fue compositor y maestro de capilla de San Esteban en Viena. En 1725 publicó su obra más importante, «Gradus ad Parnassum». Este importante tratado sobre el contrapunto, se reconoció de inmediato como una obra maestra y consolidó la reputación de Fux como un talentoso músico y teórico. Sin embargo, Fux, con toda humildad, reconoció en su prefacio: «Palestrina, la célebre luz de la música … a quien le debo todo lo que sé de este arte, y cuya memoria nunca dejaré de apreciar con un sentimiento de la más profunda reverencia.» Palestrina ha sido permanentemente admirado por infinidad de músicos a lo largo de la historia.
Aunque escribió un número considerable de madrigales profanos, Giovanni Pierluigi da Palestrina fue principalmente un compositor de música sacra. Fue extraordinariamente prolífico, y escribió al menos 104 misas, más de 300 motetes y muchas otras obras religiosas. A diferencia de casi cualquier otro compositor, Palestrina ha gozado de un respeto constante. En 1607 , Agostino Agazzari lo llamó «el salvador de la música de la iglesia». Casi 100 años después de su muerte, Angelo Berardi lo describió como «el príncipe y el padre de la música». Y después de la publicación del citado texto de Johann Joseph Fux, «Gradus ad Parnassum», La música de Palestrina se convirtió en el modelo principal para los estudiantes de composición en los siglos XVIII y XIX. Incluso hoy en día, a los estudiantes de composición casi siempre se les enseña a escribir en el estilo de Palestrina.
Pero es difícil separar el mito de la realidad en la vida de Giovanni Pierluigi da Palestrina. Fue uno de los músicos más aclamados del siglo XVI. Es considerado por muchos el mejor compositor de música litúrgica de todos los tiempos. Pero, ¿fue el «Salvador de la Música»? como muchos le consideran. Después de un apunte biográfico veremos que hay de cierto en esta aseveración.
Giovanni Pierluigi da Palestrina nació en Palestrina, una ciudad cerca de Roma, entonces parte de los Estados Pontificios. Pasó la mayor parte de su carrera en Roma. La documentación existente sugiere que visitó la ciudad por primera vez en 1537, cuando figura como miembro del coro en la basílica de Santa Maria Maggiore.
Desde 1544 hasta 1551, Palestrina fue organista de la iglesia principal de su ciudad natal (San Agapito). Sus primeras composiciones publicadas, un libro de misas causaron una impresión tan favorable al Papa Julio III (anteriormente Obispo de Palestrina), que fue nombrado director musical de la Capilla Juliana. Además, este fue el primer libro de misas de un compositor nativo: en los estados italianos de su época, la mayoría de los compositores de música sacra eran de Países Bajos, Francia, Portugal o España.
Palestrina ocupó cargos similares a su nombramiento en la Capilla Juliana en otras capillas e iglesias en Roma durante la próxima década (especialmente San Juan en Letrán, de 1555 a 1560, y Santa María Maggiore, de 1561-1566). En 1571 regresó a la Capilla Juliana y permaneció en San Pedro durante el resto de su vida. La década de 1570 fue difícil para él personalmente; perdió a su hermano, dos de sus hijos y su esposa en diversas epidemias. Parece haber considerado convertirse en sacerdote en ese momento, pero en cambio se volvió a casar, esta vez con una viuda adinerada; esto finalmente le dio independencia financiera (no estaba bien pagado como maestro de coro) y fue capaz de componer prolíficamente hasta su muerte. Murió en Roma de pleuresía en 1594.
En cualquier relato de la vida de Palestrina, inevitablemente se encontrará alguna referencia a su papel como «salvador» de la música de la iglesia de la destrucción por parte del Concilio de Trento (1545-63). El incidente ha sido bastante exagerado.
En el siglo XVI, la polifonía dominó la música del Renacimiento, pero la iglesia la criticó a menudo por la falta de comprensión del texto. Sin embargo, se dice que Giovanni Pierluigi da Palestrina evitó que fuera prohibida por la iglesia. Como el musicólogo Richard Taruskin escribe en «The Oxford History of Western Music»: «Tal música, en su preocupación por su propia belleza de forma, ejemplificó el pecado del orgullo e interfirió con la inteligibilidad de los textos sagrados a los que debía estar subordinada». Algunos autores hablan incluso que Palestrina impidió un retroceso de cinco siglos en el desarrollo y evolución de la música, y que la ópera pudo nacer y desarrollarse gracias a su defensa de la música polifónica.
Toda la confusión se centra en una de sus obras más importantes, la «Missa Papae Marcelli» («Santa Misa del Papa Marcelo»), ha sido asociada históricamente con información errónea relacionada con el Concilio de Trento. Según cuenta la leyenda, se compuso para persuadir a los miembros del Concilio de que una prohibición draconiana del tratamiento polifónico del texto en la música sacra (en oposición, es decir, a un tratamiento homofónico más directamente inteligible) era innecesaria. Sin embargo, estudios más recientes demuestran que esta misa se compuso en realidad antes de que los cardenales se reunieran para discutir la prohibición (posiblemente hasta diez años antes). Los datos históricos indican que el Concilio de Trento, como organismo oficial, nunca prohibió ninguna música eclesiástica y no tomó ninguna decisión oficial sobre el tema.