Por Natalia Álvarez Méndez
El autor: Juan Bonilla
Además de libros de ensayos y reportajes periodísticos, Juan Bonilla (Jérez de la Frontera, Cádiz, 1966) es autor de poemarios recopilados en el volumen Hecho en falta (Visor, 2014), libros de relatos –como El que apaga la luz (1994), La compañía de los solitarios (1998), La noche de Skylab (2000), El estadio de mármol (2005), Tanta gente sola (2009), Una manada de ñus (2013, Pre-Textos)– y novelas –como Yo soy, yo eres, yo es (1995); Nadie conoce a nadie (1996); Cansados de estar muertos (1998), Los príncipes nubios (2003), Prohibido entrar sin pantalones (2013)–.
Entre los temas abordados en su obra, en la que se superan las etiquetas genéricas antes definidas, sobresalen, entre otros, la identidad, la soledad, la memoria y los recuerdos, concretados todos ellos en personajes corrientes que se muestran atormentados, obsesivos o desorientados. A pesar de ello, el lector se encuentra con una celebración de la vida revestida de humor gracias, en muchas ocasiones, a una visión irónica.
Los cinco libros favoritos de Juan Bonilla:
La obra: Una manada de ñus
(Información contenida en la contraportada)
Todos hemos visto ese documental en el que los ñus migran en pos de pastos y son obligados a cruzar un río infestado de cocodrilos. La manada pasa cada año, no sin dejar atrás a unos cuantos componentes: gracias a esas víctimas, que entretienen el hambre de los cocodrilos, la manada puede seguir adelante. Así, también, los protagonistas de este libro: ñus que tienen que enfrentarse a una charca infestada de cocodrilos sin saber si serán ellos los sacrificados para que la manada pase. Muchos de ellos son adultos visitados por el adolescente que fueron. Mirada desde lejos, nunca contada in situ, la adolescencia de los personajes de esta manada se puede reflejar en ambiciones que no tendrán más remedio que ser incumplidas –una lista de deseos, enamorar a una estrella de cine- o en logros que tardan demasiado en llegar, cuando ya no son más que una cándida celebración que multiplica la nostalgia –el ascenso de un equipo pequeño a primera división, la venganza con la que se le quiere devolver una grandeza inconquistable a un poeta menor-.
Los maximalismos propios de la adolescencia son aquí corregidos por la mirada narradora, siempre situada ya en un lugar desde el que se sabe que aquel paraíso perdido no fue nunca un paraíso y permanece con tal fuerza en nuestros adentros que tampoco será nunca perdido. La agonía de una madre en un hospital, la relación con un padre a través de los fracasos de un equipo de fútbol, las tablas que le hace un chico a Bobby Fischer en una partida simultánea, el olvido del pin de una tarjeta de crédito, el llanto de un bebé en el piso de los vecinos, son algunos de los puntos de partida desde los que los ñus que protagonizan estos relatos tratan de pasar la terrible charca infestada de cocodrilos.
“Un tema recorre todos los cuentos, por debajo de su trama argumental, es la reflexión sobre los proyectos de la adolescencia y la comprobación de su fracaso. Ilusiones naufragadas, vidas resignadas, voluntades rotas, frustraciones de distinta naturaleza planean sobre los personajes que son, en realidad, variantes de un mismo narrador en circunstancias y ámbitos diferentes: el colegio, la habitación de un hotel, el rincón de un cajero automático, el hogar familiar, el lugar de trabajo actual, el cubículo del adolescente…”
Cita de Ricardo Senabre (El Cultural):
La lectura
Para acercarnos a Una manada de ñus y compartir nuestras lecturas del libro de relatos podríamos centrar la atención en aspectos como los siguientes:
Arquitectura narrativa:
- Pulcritud de su prosa con un destacado dominio del lenguaje y un ritmo narrativo sostenido que hace disfrutar al lector.
- Voz narrativa unitaria.
- Relatos atravesados por la misma metáfora, la referida a la manada de ñus que da título al libro. En cada cuento se muestra dicha metáfora con los cocodrilos acechando, ya sea en forma de pasiones frustradas, deseos no alcanzados, sueños incumplidos…, en suma, lo que se podría calificar como fracasos.
- Estructura con más puentes de conexión, con pasillos, entre los diversos relatos (al margen de la metáfora de la manada de ñus que recorre todo el libro): conexiones que remiten a personajes, a motivos temáticos, a imágenes concretas y a formulaciones de frases completas que se repiten en diversos cuentos.
- Inicio de los relatos (primera frase que capta con maestría la atención del lector)
- El humor sutil.
- Originalidad gráfica, juegos con personas narrativas.
Motivos abordados:
- Recuerdos personales.
- Narración construida con detalles, con hechos cotidianos, con las pequeñas cosas de la vida a las que se enfrentan los personajes corrientes que sobreviven al paso del tiempo.
- Referencias literarias y metaliterarias.
- Personajes posicionados en tres ejes temporales:
- La adolescencia
- El mundo adulto
- Visión de la adolescencia desde la perspectiva del adulto, con la pugna de ambas identidades. Así se percibe, por ejemplo, e inicialmente, en el último cuento del libro: “Las novelas sobre adolescentes las han escrito siempre gente mayor, es decir, desterrados; las novelas que escriben los adolescentes, cuando los adolescentes escribían novelas, se trasladan a otros mundos, y si tratan de hacer costumbrismo para retratar los alrededores de una vida cotidiana sólo son documentos balbuceantes que no dicen nada de la extraordinaria hondura y complejidad del país que habitan. El adolescente que fuimos es nuestro principal enemigo, con su mirada abrasiva de hincha que no puede creer cómo le ha dado por apoyar a un equipo tan inepto y en todo momento considera que él, en el peor de sus días, lo haría mejor de lo que lo hacemos nosotros.” (246-247). Aunque, al finalizar el relato, el lector se encuentra con una superación de la melancolía y con una constatación de que los sueños siguen intactos a pesar de las ambiciones incumplidas.
- Profundización en la naturaleza humana, el alma humana:
- Las relaciones
- La dificultad de comunicación
- La frustración
- La soledad
- La incertidumbre
- La identidad
- El recuerdo, la memoria
Tengo unas ganas LOCAS de que llegue el día 4. Como sospechaba por los gustos literarios que observé en los compañeros del club el año pasado, me parecía que este libro iba a resultar especialmente debatido, al estilo de Coetzee. Mis sospechas se confirmaron cuando, -acabando ayer la sesión-, se empezaron a escuchar quejas espontáneas acerca del intimismo, de la subjetividad, de ese narrador engañoso y de cómo se establecen los criterios para elegir las lecturas. Me hizo una ilusión terrible que dos caballeros adorables me dijeran a la salida que sabían que me había gustado el libro, pero que a ellos había cosas que no les convencían. El pesimismo interior que el escritor nos quiere transmitir, escuché. Pues eso, que me muero de ganas de que llegue el día del coloquio para sacar la artillería pesada y tratar de convencer a la parte dura del club a quienes adoro porque saben de la vida infinitamente más que yo y le dan razón de ser al debate) de por qué es mejor haber leído hasta sus máximas consecuencias un cuento de Bonilla que no veinte libros al azar.
Es la primera vez que leo un libro de Juan Bonilla y, a grandes rasgos, he de decir que el libro me ha parecido bastante interesante. Esto es debido gracias a su variedad en la temática, sus aspectos irónicos y graciosos y que además,en alguna de las historias, he podido sentirme identificado con el protagonista. El único aspecto negativo que podría señalar es que algunas historias me han dejado con ganas de más, es decir, que cuando estoy dentro de la historia y leo varias páginas, de repente, se acaba. Justo en el momento que simpatizo con el protagonista, la historia llega a su fin. Quizá esto es debido, todo sea dicho, a que yo no soy muy fan de las historias cortas, y por eso puede que en alguna de ellas, no me haya gustado del todo.