El amor es cosa de dos
Era una vaca muy hermosa, con un cuerpo sólido y unas ubres firmes. Sin embargo no aceptaba al semental que le habían llevado para que la cubriera. Se resistía con tal fuerza que sus dueños temieron que se hiriera o que hiriera al toro.
El veterinario opinó que era un caso raro, aunque mejor ser prudentes y llevarle otro toro, recomendó. Pero pasó lo mismo una y otra vez. «Reacciona como si la fueran a violar», comentó el veterinario desalentado.
Sus dueños no sabían si sacrificarla o venderla. Para ver qué pasaba la llevaron a la feria de San Andrés, en Lot, uno de los mercados de ganado más importantes del noroeste.
Atravesaron con la vaca la mayor parte del recinto. Sus formas perfectas y su andar cadencioso llamaban la atención. Llegado un momento se negó a seguir. El dueño pugnó con ella y le dio unos varazos airados. Entonces reparó en el toro que estaba a la venta allí al lado. «¿No se me habrá encaprichado con este toro?», exclamó el hombre.
Y así era. Allí mismo comprobaron que la vaca aceptaba sin problemas, antes bien con mucha complacencia, las arremetidas amorosas de aquel bicho retinto que no era, por otra parte, gran cosa.Juan Pedro Aparicio, Asuntos de amor