El pasado martes 29 de enero celebramos un coloquio en torno a las dos lecturas que ocuparon la primera sesión de la presente edición del club de lectura Leemos juntos.
Empezamos por lo más general, debatiendo sobre la estética Art Decó, aprentemente anacrónica, pero que por un lado convierte al comic en una preciosa obra de arte y que transmite al lector reminiscencias de los locos años 20 y toda una época de cambio, de fulgor antes de la debacle.
La historia de «Novela de ajedrez» está narrada por un personaje que viaja en el mismo trasatlántico que el protagonista. Apenas nada sabemos de él, pero escuchamos su voz y vemos al resto de personajes a través de su mirada. Si jugamos a comparar la imagen de ese narrador y con la de un joven Stefan Zweig (quien años después, escapando del avance del nazismo en Europa, realizó una travesía probablemente parecida), podemos pensar que David Sala ha querido homenajear y hacer presente la figura del autor de la novela. De la misma manera, podemos establecer un paralelismo entre estas dos imágenes.
En conclusión, lo más destacado es la atemporalidad de los símbolos, especialmente los que constituyen los personajes del Señor B. y Czentovicz. Como señalaba nuestro compañero Roberto, el campeón mundial de ajedrez no es otra cosa que la definición palpable de que un individuo a través de un razonamiento lógico pero sin emociones, empatía ni inteligencia puede llegar a dominar el mundo, mientras que, de forma trágica, los que piensan, razonan y difieren del sistema están condenados a fracasar.
A raíz del ejercicio comparatista entre novela y cómic se originó un interesante debate acerca de los diferentes lenguajes, de las versiones y los originales, sobre la vigencia y el público del cómic y el album ilustrado en la actualidad, etc. Con todo ello, en cualquier caso (con sus defensores y detractores arguyendo sus argumentos en un debate apasionado) quedó claro que una obra de los años 40 tiene absoluta vigencia en la actualidad.