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¡Alto, policía! Tiene usted derecho a leer un libro…

¿Recuerdas Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury en la que el cuerpo de bomberos organizado policialmente se encargaba de quemar los libros por orden del gobierno? Pues esto es  al revés.

stopEl Departamento de Policía de Wilmington, capital del pequeño estado norteamericano de Delawere, viene desarrollando desde agosto de 2013 el programa titulado Book ‘em – Cops and Kids Literacy Initiative. Básicamente se trata de fomentar la lectura entre los niños de los distritos problemáticos como instrumento para su promoción personal y social, proporcionándoles libros en propiedad de forma sistemática.

Todo empezó cuando el mayor Gary Tabor, con diez y siete años de servicio en el Cuerpo y miembro de una de las unidades que soporta un índice de delincuencia más alto, se percató de que el nivel de criminalidad de los domicilios en los que intervenía a diario era más elevado cuanto menor volumen de libros encontraba en ellos.

Asesorado por su esposa Melissa, maestra de escuela, sobre el valor de la lectura en la infancia, seleccionó cincuenta libros en desuso de entre los de sus propios hijos y se echó a la calle con su coche patrulla para repartirlos entre los niños de la barriada de Riverside.

bibliopolicia2La iniciativa fue cogiendo tal entidad que el propio Departamento de Policía asignó a Tabor veinte oficiales voluntarios para que la extendieran con mayor alcance. Lo mismo sucedió con los libros, para cuya adquisición el hogar de nuestro protagonista pasó a ser insuficiente, habiéndose de buscar otras fuentes de donación, como los mil libros recibidos de una escuela primaria, o la colaboración directa de tiendas de libros usados o de instituciones católicas de caridad, entre otras presentes en la comunidad.

La actividad de Tabor y sus hombres se realiza dentro de su jornada laboral con el aprovechamiento de los medios de que disponen como policías, y compaginándola con sus intervenciones directas contra la delincuencia. Se valen, pues, de los maleteros de los coches patrulla para el transporte de los libros, a los que acuden los niños, conocedores de sus propiedades lectoras por ondear una banderita azul en el techo, un reclamo ya familiar entre ellos.

Lo que empezó como una propuesta que pretendía mitigar las conductas ilegales desde la prevención, es decir, abriendo a los niños el extraordinario mundo de posibilidades que les ofrece la lectura, ha sobrepasado con creces este objetivo pues el proyecto se ha convertido en un elemento vertebrador de la comunidad, sobre el que sus distintos actores, particulares y colectivos, aúnan esfuerzos en beneficio de sus miembros más débiles y más decisivos en su propio futuro como son los niños.bibliopolicia

Además, otro de los beneficios del programa se aprecia en el del respeto y en la mejora de la imagen del Departamento de Policía y sus agentes por parte de los vecinos, con esta dedicación de un alto valor añadido que facilita el cumplimiento de sus fines últimos, es decir, proteger y fomentar la armonía entre los miembros de la colectividad.

Los bibliopolicías son conscientes de que tienen el privilegio de, en muchos casos, constituir el primer contacto de los niños con los libros, y conocen también que su introducción en cada uno de sus hogares involucra, tarde o temprano, al resto de los miembros de la unidad familiar.  Su compromiso con los niños es tal que cuando les piden títulos que no tienen ese día apuntan el nombre y la dirección del niño para llevárselos a su casa.

Aún queda mucho por hacer, pero hasta el momento los libros regalados ascienden ya a los seis mil, y el alcance mediático de su programa sigue creciendo, así como su presencia en la redes sociales, cuya página de Facebook es utilizada tanto para la difusión como para el reclamo de nuevas donaciones.

Fuente: QuéLeer, 10 de junio de 2014

Ana María Matute.


matute El sillón K  de la Real Academia Española ha quedado vacío. Hoy ha fallecido Ana María Matute, una de las más destacadas escritoras de la posguerra española. 
Ganadora del premio Cervantes y nominada en 1976 al premio Nobel de Literatura, con 88 años aún no daba por finalizada su labor creativa, pues  tan solo hace unos meses  había concluido una nueva novela, Demonios Familiares, que previsiblemente saldrá a la luz este próximo otoño.

Dando por descontada la calidad de su obra y su compromiso con la escritura,  la  dignidad literaria y personal que la autora mantuvo hasta el final de su vida queda resumida en este decálogo del escritor que ella misma elaboró:

  1. El escritor nace, no se hace: es una cuestión de ser o no ser.
  2. Escribir es también una forma de protesta. Casi todos los escritores comparten el malestar con el mundo.
  3. Mientras haya un poeta, la poesía existirá.
  4. Maestros, modelos, estudios nunca estorban y pueden ayudar; pero no crean.
  5. Escribir es siempre muy difícil, sobre todo hacerlo de forma aparentemente sencilla.
  6. Lo “políticamente correcto” casi nunca es literario.
  7. Para un escritor, no hay universidad ni escuela que enseñe lo que enseña la vida.
  8. Escribir no es solamente una profesión y una vocación: es una forma de ser y de estar.
  9. Un libro no existe en tanto alguien no lo lea. Y nunca nadie lee el mismo libro.
  10. El día que yo piense que he escrito algo perfecto, estaré muerta (como escritora).

Nosotros, de entre sus últimas obras rescatamos Olvidado rey Gudú,  novela  publicada en 1996 y que es, aunque no solo,  una alegoría antibelicista. Su autora lo señala como su libro favorito de entre sus obras. La novela está ambientada en el siglo X en un país imaginario y posee elementos de  la literatura fantástica, libro de caballería y cuento de hadas. Pero no nos equivoquemos: no todo es fantasía. Tal y como la propia Ana María Matute dijo al despedirse en su discurso de agradecimiento en la entrega del Premio  Cervantes 2010:

Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado.

¿Ya  has leído  Olvidado rey Gudú o quieres empezar a leerlo ahora?

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La traición a la palabra y la intraducibilidad de las lenguas.

 

“Traduttore, traditore” es un lapidario proverbio italiano que acusa al traductor de la más alta de las traiciones: la traición a la palabra. Pero es que las palabras… se las traen (¿cómo se podría traducir “se las traen”?).

El espectro que va desde la literalidad a la adaptación libre es tan amplio y tan espinoso que todos  conocemos divertidas anécdotas de conversión (o no conversión) entre dos lenguas, y no todas ellas son debidas a la traducción automática que genera un software.

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Las traducciones de textos técnicos requieren una  terminología exacta, específica y ajustada objetivamente al original, pero en el caso de las obras de creación literaria es fundamental transmitir la esencia de la obra y la intención del autor. En cierto modo, los recuerdos personales también traducen  a palabras  nuestras vivencias. ¿Recuerdas a Julia, el personaje de Coetzee en Verano?: «Tal vez lo que le cuento no sea cierto al pie de la letra, pero es fiel al espíritu de la letra».

Para el oficio  casi artesano de la traducción son necesarias destrezas en el manejo de las lenguas tanto de origen como de destino, capacidad y conocimientos para captar los matices y significados más ocultos de ambas y maestría para transmitir esos significados. Además de la sensibilidad suficiente para recoger las connotaciones  propias del texto original y verterlas a otra lengua que, por fuerza, ha de tener su idiosincrasia particular.

Los falsos amigosdomingo compartido  traicionan la traducción, las frases hechas y los giros propios la dificultan, los comodines la empobrecen… pero además hay juegos y bromas que inevitablemente se pierden al pasar de un idioma a otro: «Lost in translation».

La relación entre las palabras y su significado es un símbolo de la relación entre las cosas y a su vez entre éstas y nosotros, Algunas palabras expresan sentimientos, tradiciones o modos de pensar que están muy arraigados a las culturas de donde provienen y, por lo tanto, no pueden ser traducidas a casi ningún otro idioma, pues únicamente la lengua  de origen contiene las claves para  designar la realidad circundante.  Ahí entra en juego el  traductor, para verter lo que se dice en una lengua a otra. No se puede afirmar,  por lo tanto, que el lenguaje determine la forma en que pensamos,tal y como aseguraba Sapir-Worf, aunque sí  influye en el pensamiento.

Pero ¿hay conceptos intraducibles? En principio tres idiomastodo lo que se puede pensar se puede expresar, transmitir y volcar a otra lengua con mayor o menor efabilidadSeguro que encuentras muchos casos de palabras intraducibles, y muchas opciones para algunas que en teoría lo son (en castellano, por ejemplo, los términos sobremesa, o aperitivo expresan en una única voz  conceptos que sólo podrían llevarse a otra lengua a través de una frase).

La diseñadora gráfica Anjana Iyer es la autora de la  su serie titulada  con un guiño cómplice «Found in Translation», en la que ilustra una serie de palabras de distintos idiomas que no tienen traducción en concreto a la lengua Inglesa.

Estas son las ilustraciones, para todos los gustos. Tokka no parece muy necesaria en las latitudes de los pueblos de habla hispana; prozvonit nos trae a la mente el sinónimo «una perdida»; nos extraña que friolero no tenga correlato en otras lenguas; komorebi nos cautiva por lo poético de su significado; y   no comprendemos cómo hemos podido vivir desconociendo la palabra utepills.

 

Patricia Esteban Erlés recomienda leer…

patricia esteban erles

Patricia Esteban Erlés, nos visitó  con motivo de las  Jornadas sobre Literatura Actual  y nos habló del espacio doméstico como elemento fantástico.

Ahora nos propone sus recomendaciones de lectura.

  1. Stoner, de John Williams, una sorpresa editorial del año pasado, una obra maestra que descubrí por casualidad y que ya nunca podré olvidar. La historia de un hombre honesto que ama la literatura y le dedica su vida.Conmovedora y sobria, de esas novelas que se quedan dentro.
  2. Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan, una novela en la que se retrata la cara luminosa de una familia supuestamente ideal, pero también sus sombras, los secretos y mentiras que oscurecen la vida de una joven, Lucile. Su hija reconstruye el pasado de esta mujer bella, sensible e inteligente, que en algún momento comienza a perderse en el camino de la locura.
  3. Middlesex, Las vírgenes suicidas La trama nupcial. Cualquier novela de Jeffrey Eugenides es un encuentro con la buena literatura. Personajes bien construidos, retratos certeros de la sociedad americana del siglo XX, tramas sólidas que te van arrastrando. Novelones que se leen sin descanso gracias a la intuición y el pulso de su autor.
  4. Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón. Una borrachera de cuentos. Relatos que envuelven, hallazgos expresivos en cada párrafo. Un maestro de la narrativa breve

Para nuestros alumnos.

tULEctura comprende perfectamente la situación de los estudiantes en las bibliotecas de la Universidad de León: montones de apuntes, fotocopias de exámenes, el informer echando humo,  control de beldades de ambos sexos en las salas de estudio, un «descansito» de dos horas…

Equipo básico de supervivencia: tapones para los oídos, cargador del teléfono móvil, botellín rellenable  de agua, dinerillo suelto para la máquina de café y risketos, inhalador para la alergia, rotuladores de colores mil, cómplice sentado enfrente para el control colaborativo de la sala en un ámbito de 360º grados.

Nerviosos y agotados: Así vemos a nuestros usuarios:  peleando contra los apuntes en las bibliotecas universitarias. El fin de curso de acerca, pero casi parece que lo que se viene encima es el el fin del mundo. Por eso queremos tener un pequeño recuerdo y un pensamiento de ánimo  para nuestros matriculados en:

Veterinaria y Tecnología de los alimentos:

veterinaria

Enfermería y Ciencias de la Salud:

salud

Ciencias Económicas y Empresariales:

economicas

Ingeniería Industrial:

hormigon

ingenieria

                                                                 

                                                                  Derecho:                                                                                                       (practicando  desde ya la confidencialidad abogado-cliente)

top secret

Ciencias de la Actividad Física:

aikido

Ingeniería Agraria:

agricolas

Ingeniería informática:

informatica

Biología y Medio Ambiente:

biologia

Ingeniería de Minas:

geografia

Filologías varias:

filología 1

read and complete

Historia:

historia

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Y recuerda: los pequeños detalles son importantes…

empezamos bien

 

No hay escapatoria: fútbol.

futbol_libros_0Si te gusta estás de enhorabuena; si lo aborreces, acabarás odiándolo; si te resulta indiferente, no podrás evitar estar al tanto: el mundial de fútbol o futbol de Brasil ha comenzado.

Como lo nuestro no es la crónica deportiva, cuentos de futbolte traemos… un libro: La vida que pensamos. Cuentos de fútbol reúne 24 relatos que desde 1996 hasta la actualidad ha escrito el argentino Eduardo Sacheri (¿recuerdas El secreto  de sus ojos, cuya versión cinematográfica recibió el Óscar a la mejor película extranjera  en 2010?).

Los cuentos de este libro no hablan únicamente de fútbol, y mucho menos del negocio y el espectáculo global de este deporte. Son historias en las que el fútbol es una puerta de entrada hacia temas universales como el amor, el dolor, la muerte, la amistad, la soledad, el triunfo y el fracaso.

Como ejemplo, te traemos  uno de los cuentos más conocidos de Sacheri, que narra de forma casi premonitoria la final de la copa Libertadores. Y si te gusta, luego puedes leer Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, el libro en el que está incluido.

Independiente, mi viejo y yo, de Eduardo Sacheri.

“Mirá que esta noche es el partido”, me dijo él. Hizo bien porque uno, a los cinco años, no tiene una conciencia cabal de la periodización del tiempo. Como mucho distingue el sábado y el domingo, porque esos días no hay que ir al jardín, y papá se queda en casa a jugar con uno. Pero con los otros días y las otras noches, la cosa se complica. Por eso sin la advertencia de papá, hecha con el beso de recién llegado del atardecer, yo habría pasado por alto la infinita importancia de esa noche.

Los preparativos fueron los de siempre. Mientras él encendía el Stromberg-Carlson con suficiente antelación para darle tiempo a las válvulas, yo le pedí a mamá la ropa apropiada para el evento. Primero se negó a lo del pantaloncito corto, aduciendo que era invierno y que hacía mucho frío. Yo argüí hasta el cansancio que los jugadores juegan con pantalones cortos, y al aire libre. Una salomónica intervención de papá desempantanó por fin el pleito: con pantalón corto, pero sentado cerca de la estufa de kerosene del comedor. Después me puse la camiseta roja con el cuellito blanco, con el once de cuero cosido en la espalda, igualito que Daniel Bertoni. Papá, mientras tanto, iba trayendo la colección de trapos rojos que colgábamos a modo de banderas. Había pañuelos, una frazada, un pulóver, un par de camisas chillonas. La lámpara de pie, el timón de barco que adornaba la pared, varias de las sillas, todos terminaron ocultos en nuestro rito ornamental y futbolero. Cuando llegué, rigurosamente ataviado con los colores reglamentarios, me llené los ojos de banderas rojas. Lo único que nos faltaba era el viento para que flamearan, como en la cancha.

Papá se negaba, pese a mis acaloradas argumentaciones, a vestir también el atuendo correspondiente. Nada de camiseta. Y mucho menos de pantalones cortos. A mí me parecía un desperdicio, con tanto trapo rojo disponible y tan a mano. Pero él prefería verlo con su bata de siempre, calzado con sus chinelas ruidosas, con el paquete de Kent y el cenicero, pobrecito, para fumarse los nervios uno por uno.

Mientras daban las últimas propagandas, y antes del aviso de “minuto cero del primer tiempo, es tiempo para una ginebra Bols” (o cosa por el estilo) que marcaba la hora señalada, papá se sintió en la obligación de preservarme de desilusiones demasiado abruptas. Me miró como me miraba siempre que tenía algo importante que decirme, con una mezcla de solemnidad y de ternura, con un bosquejo de sonrisa iluminándole los ojos. “Mirá, tipito –empezó, porque él me llamaba de esa manera cuando teníamos que aclarar cosas importantes-, que la cosa viene difícil.” Y volvió a enumerarme todas las dificultades que nos esperaban en esa noche de invierno. Que ellos habían ganado en Brasil, que nos habían pegado un peludo bárbaro, que no sólo teníamos que ganar, sino que debíamos hacerlo por no sé qué diferencia de gol. Pero para mí sus argumentos sonaban confusos. ¿Acaso él mismo no me había dicho que Independiente era el rey de copas, que la copa, la copa se mira y no se toca, que los brasileños nos tenían un miedo descomunal, y que en Avellaneda y de noche se morían de frío, y no podían ni levantar las patas del paso? El trató de convencerme de que, pese a la absoluta veracidad de lo dicho en otras ocasiones, esta noche las cosas iban a ser muy difíciles y peliagudas.

De todos modos, nos entonamos cantando un par de veces el “sí, sí señores, yo soy del Rojo”, y algún otro estribillo para ir matando el tiempo. Cuando finalmente se acabaron las propagandas, papá encendió la radio Phillips, con su estuche de cuero, que debía ser la primera portátil de Sudamérica (y la teníamos en casa). Le bajó el volumen a la tele: ambos sabíamos que los relatores de radio son mejores que los otros. Cada uno ocupó su sitio de siempre. El en la cabecera de la mesa, y yo sobre el arcón de mirar la tele. Acercó la estufa de kerosene de ese lado para cumplir lo pactado en cuanto a temperatura corporal con la madre del win izquierdo en el bolsillo.

Pero la carne es débil. No importa cuánta preocupación ocupe nuestro pensamiento, ni cuánta angustia agobie nuestro espíritu. Uno siempre termina teniendo hambre, o teniendo sueño, y sucumbiendo a esas necesidades poco altruistas. Empecé a cabecear apenas empezado ese partido inolvidable. Mamá me dijo varias veces que me fuera a la cama. Pero yo seguía ahí, impertérrito, sentado en el arcón, con las patas colgando y pateando en el aire como si estuviese en plena cancha en los escasos momentos de lucidez que tenía en medio de mi mar de sueño.

Papá esperó un rato y después me dijo que me fuera, que me quedara tranquilo. Yo protesté que de ninguna manera, que teníamos que seguir ahí los dos, haciendo fuerza con los cantitos y las banderas. Él me dijo con aire confiado que no hacía falta, que igual sin mí íbamos a salir campeones, que me quedara tranquilo, que los teníamos de hijos. Ante semejante desparramo de confianza le hice caso y me dormí.

 A la mañana siguiente mamá me despertó para ir al jardín. Embotado de sueño me dejé vestir, abrigar y conducir a la cocina a tomar la leche. Después ella me sentó en el sillón del living para atarme los cordones, como hacía siempre mientras esperábamos que pasara el micro.

Apenas me despabilé un poco recordé la noche de la víspera, y me desesperé preguntándole el resultado del partido. A la luz del día, y después de un sueño reparador, mi deserción de la noche me parecía imperdonable. Ella me miró y dijo no saberlo. Le pregunté por papá, y respondió que aún no se había levantado.

Han pasado veinticinco años, pero aunque pasen sesenta voy a recordarlo como si hubiese sucedido hoy. La casa estaba iluminada por uno de esos soles oblicuos y tibios del invierno. Yo tenía el guardapolvo cuadrillé lila y blanco, y la bolsita en el regazo, bien agarrada a la diestra, para no olvidármela (otras veces me había pasado, y me había quedado sin el Jorgito de dulce de leche y sin la taza de plástico para el mate cocido; así que ahora la cuidaba más que a mi vida). De repente oí abrirse la puerta del dormitorio. Y enseguida escuché el clásico arrastrar de las chinelas en el parquet del pasillo. El corazón me dio un vuelco. Lo llamé a los gritos. Entró a las carcajadas, preguntándome el motivo de mi ansiedad. Yo lo interrogué por el resultado, ya totalmente despierto, ya absolutamente pendiente de lo que dijeran sus labios, ya indiferente a mamá terminando de atarme los cordones.

Él se acercó, se inclinó, me dio un beso de buenos días, y se me quedó mirando con expresión jubilosa. Recién cuando volví a preguntarle me dijo que sí, que claro, que habíamos salido campeones de nuevo, y que no me olvidara en el jardín de decirle a todo el mundo que Independiente había vuelto a salir campeón de América. Yo, aún en medio de mi alegría, me hice el tiempo de preguntarle cómo habíamos hecho, si él me había dicho que era muy difícil, que en Brasil nos habían dado un baile bárbaro, que teníamos que hacerles como tres goles, que en el campeonato de acá andábamos como la mona. El me miró risueño, y sembró una semilla más en el fértil potrero de mis sueños de pibe.

“Pero, tipito –empezó, como enunciando una verdad ya reiterada hasta el cansancio-, ¿no te dije que los brasileños ven la camiseta del Rojo y se asustan tanto que no pueden ni mover las patas? ¿No te dije que, con el frío, se quieren volver a su casa a comer bananas para entrar en calor? Por eso te dejé dormir. Porque era tan fácil que nos las rebuscamos sin tu aliento.” Y en medio de mi maravilla impávida, terminó: “Menos mal que te dormiste. Imagináte si te quedás despierto y gritás conmigo: les hacemos veinte goles y no quieren venir a jugar nunca más, y nos quedamos sin nadie a quien ganarle la copa”. Después me levantó en brazos y cantamos “la copa, la copa, se mira y no se toda”, y dimos la vuelta olímpica a los saltos, por toda la casa. Vino el micro y me fui al jardín de infantes.

Supongo que esos son los recuerdos que se le meten a uno en los recovecos del corazón, y echan cría y se nutren de su propio néctar, y nos marcan para toda la vida. Por lo menos así ocurrió conmigo. Y no me avergüenza reconocer que ahora, ya grande, cuando tengo un problema que me agobia, o cuando me toda sufrir por radio y por televisión un partido de Independiente y me como los codos por la ansiedad y la angustia (la vida me enseñó lo inconveniente que puede resultar fumarse los nervios), siento un impulso difícil de dominar, una tentación casi irresistible que me invita a irme a dormir, a abrigarme en la certeza de que mientras yo sueño, mi papá e Independiente, como duendes laboriosos, van a arreglarme el mundo para que yo lo encuentre refulgente en la mañana.

Y queda en mí el mandato inexorable que dictan las fidelidades eternas. Cuando Independiente gana un campeonato –al fin y al cabo, Dios y sus milagros evidentemente existen- lo primero que hago, en la cancha o en mi casa, es levantar los brazos y los ojos hacia el cielo, abrazándolo a mi viejo a través de todos los rigores del destino, y por encima de todas las traiciones de la muerte. Lo que pasa es que tratándose del Rojo, de mi viejo y de mí, hay veces que la muerte es una señora que nos tiene un miedo bárbaro. Una vieja podrida a la que, de locales en Avellaneda, le tiramos la camiseta y podemos, de vez en cuando, llenarle la canasta.

Todavía me acuerdo de ese número once de cuero blanco, cosido en la camiseta como el de Bertoni. Pero ahora también veo, cuando me fijo con suficiente atención, que mi viejo también lleva lo suyo. Lo tiene ahí, en la espalda, justo a la altura del nacimiento de las alas: un diez de cuero blanco, igualito igualito al de Bochini.Mundial 2014

Post scriptum  – prórroga.

Cerebro y lenguaje: pensar, leer, jugar.


cerebro regadera

Cuando aprendemos a leer nuestro cerebro cambia. Los recientes avances en neurociencia han demostrado que la adquisición de la lectoescritura produce cambios en diversas áreas del cerebro, tanto a nivel estructural como a nivel funcional. Los cambios principales son sin duda aquellos que se refieren directamente a la conducta lectora y al modo en el que el cerebro procesa la información ortográfica, pero curiosamente las consecuencias derivadas de aprender a leer se extienden también a otros aspectos de la percepción humana.

Aprender a leer confiere al ser humano la capacidad de percibir las secuencias de objetos de una manera mucho más flexible pero aún así analítica y detallada, y esta capacidad está ausente en las personas que no saben leer, las cuales parecen percibir los objetos en su forma global, sin ser capaces de identificar correctamente sus partes.

Estos resultados demuestran que las consecuencias del proceso de alfabetización se extienden también a aspectos más elementales y generales de la cognición humana, como las capacidades perceptivas básicas relacionadas con el análisis visual de los objetos. Además, estos resultados sugieren que el modo en el que las personas analfabetas perciben el mundo y sus objetos es distinto al modo en el que lo hacen las personas que saben leer.

El lenguaje es la capacidad humana más singular e implica procesos cognitivos complejos. Leer y escribir son los más impresionantes desarrollos culturales de nuestra civilización y son al mismo tiempo un hito del desarrollo importante en la vida de cada persona.
Ellos cambian fundamentalmente la manera en que una persona interactúa con su entorno. Sin embargo, a pesar de los impresionantes avances de las últimas décadas, tecnológicos y científicos aún no hemos desentrañado las complejidades de los procesos cognitivos implicados en el lenguaje y en la lectura y seguimos sin conocer las causas de algunos trastornos del lenguaje y problemas de lectura y la forma de remediarlos.  (Manuel Carreiras, director del BCBL).

El BCBL (Basque Center on Cognition, Brain and Language)bcbl, creado en 2008,  es un centro de investigación en neurociencia cognitiva, que pretende desentrañar los mecanismos neuropsicológicos de la adquisición, procesamiento y representación del lenguaje en bebés, jóvenes, adultos y mayores, haciendo especial hincapié en el bilingüismo y el multilingüismo en personas sanas o con trastornos.

Para desarrollar su investigación, que aportará resultados valiosos para la  sanidad y la educación, necesitan  la participación voluntaria de jóvenes, adultos y mayores. Las pruebas, remuneradas entre 3 y 30€, son sencillas, rápidas y consisten en la lectura de letras, sílabas o frases. ¡Anímate a participar!

cerebro y lenguajeTe proponemos un juego para  medir tu vocabulario aproximado como hablante del castellano. Lo puedes realizar desde cualquier ordenador, smartphone o tableta, y te llevará solo  cinco minutos.  Si además te registras, ayudarás en su investigación. En todo caso, te divertirás y podrás medir tus conocimientos de vocabulario.

¿Quieres jugar?

ir a la prueba

 

 

 

Día mundial del Medio Ambiente

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El Día Mundial del Medio Ambiente (DMMA), conocido en inglés  como  “World Environment Day” se celebra el 5 de junio de cada año desde 1973, y es una de las herramientas principales de las Naciones Unidas para impulsar la sensibilización y acción por el Medio Ambiente en todo el mundo.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA está destinado a concienciar a  la opinión mundial respecto al Medio Ambiente, y propone implementar políticas medioambientales de ámbito internacional tendentes a fomentar el desarrollo sostenible y a mejorar la calidad  medioambiental.

Cualquier institución educativa, la nuestra también, no  se entendería en la actualidad sin un fuerte compromiso con los principios de respeto y fomento de la calidad medioambiental. Con día mundial o sin él, todos estamos implicados en la labor de conservar y mejorar el medio ambiente. No es ninguna exageración decir que “nos va la vida en ello”.

ARBOL LIBRO

Los pequeños gestos  de muchas personas producen  grandes logros. Además de las ideas que desde otras organizaciones te sugieran, nosotros te vamos a proponer algunas:

Recicla y  Reutiliza tus libros:

Préstalos, dónalos si ya no los quieres, únete al movimiento Bookcrossing (pregúntanos cómo en tulectura@unileon.es) para que otros los disfruten.

Reduce el consumo de papel: 

  • Ven a la biblioteca y saca tus obras favoritas en préstamo; si no las tenemos rellena una desiderata y valoraremos su compra.
  • Regístrate en las plataformas de lectura que ofrecen parte de sus fondos en línea ¡es gratis!.
  • Cómprate un dispositivo electrónico de lectura y ¡lee mucho!:  al contrario de lo que mucha gente cree, la mitoimpresión de la información en papel puede dañar menos el medio ambiente que la huella de carbono que deja la lectura digital y la fabricación de libros electrónicos o ‘eReaders’, según coinciden ecologistas y representantes de la industria del papel.  No se llega a amortizar un ‘eReader’ en términos ecológicos hasta haber leído el equivalente a  33 libros de 360 páginas cada uno.

 Prepárate para el Tweetathon del Día Mundial del Medio Ambiente

PNUMA

El año pasado, el Día Mundial del Medio Ambiente se convirtió en trending topic del universo Twitter. Este año, hagamos que nuestra voz resuene en las redes tuiteando por las islas, el cambio climático y el medio ambiente. ¿Sabes cómo participar?

Cuándo:  4 y 5 de junio de 2014 – 48 Horas —
Cómo: Entra en tu cuenta de Twitter y organiza varios mensajes para que se envíen  durante esas 48 horas. Sólo tienes que acordarte de incluir: #DíaMundialdelMedioAmbiente o #DMMA2014.

Si quieres más información sobre el Tweetathon, pincha en la imagen.

Gonzalo González Laiz recomienda leer…

 

gonzalo gonzalez laiz
Gonzalo González Laiz es antiguo estudiante de la Universidad de León. Profesor de Lengua y Literatura y crítico de cine,  ha huido del canon y de los nombres obligatorios y consabidos que debían aparecer en esta lista. Su apuesta es por el entretenimiento y por las emociones, en definitiva, por el Arte.

  1. Corazón, de Edmondo de Amicis. Un año en el colegio de un niño italiano. Nada más. Nada menos. Emociones, sentimientos, amistades, valores… Para los que hayan sido niños.
  2. Canción de Cuna, de María  de la O. Lejárraga y / o Gregorio Martínez Sierra. Primer Acto: un bebé es abandonado en un convento y las monjas deciden criarlo. Segundo Acto: el bebé se ha hecho mujer y alza el vuelo para dejar a sus madres en melancolía infinita. La genialidad de las ideas sencillas.Para quienes hayan tenido madre.
  3. Desde Rusia con amor, de Ian Fleming. Para conocer las diferencias con el Bond cinematográfico. Para entretenerse. Para divertirse. Para sorprenderse con el final…¿Algo más?
  4. El rapto de las Sabinasde Francisco García Pavón. O Las Hermanas Coloradas, o El reinado de Witiza, o… ¿Holmes y Watson a la manchega? Plinio y don Lotario son eso y mucho más. Ingenio, humor, costumbrismo y un lenguaje único. Imprescindible.
  5. Empezar por el número tres (Poesía 1995-2005)de Luis Artigue. Leer poesía es sentirse persona. Parte de este libro se escribió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León: antes, después y durante las clases. Para quienes creen que la Universidad no sirve para nada.

Coloquio con Fernando Iwasaki

 

Para curarnos de espanto nos visitó en la tarde del viernes el escritor peruano Fernando Iwasaki, autor de Ajuar funerario, el último de los libros leídos en el Club de Lectura de la Universidad de León.

«Narrador, ensayista, crítico e historiador. Educado, culto, divertido y cercano,  estaría encantado de hacerle pasar un buen rato» : así podríamos extrapolar  la pequeña historia con la que el autor explica la  esencia del microrrelato aplicándola a nuestra tarde particular. 

Ajuar funerario fue el punto de partida de su charla en la que, para hablar de la ficción de terror, aportó referencias tanto biográficas como genéricas.

Los que pudieron asistir, tienen la oportunidad de ver ahora su intervención. Los que asistimos, estamos deseando recordarla…