Iniciamos con esta entrada una serie de propuestas de lecturas recomendadas por escritores, académicos o personas de interés y más o menos «fogueadas» en el negro sobre blanco. Agruparemos estas entradas bajo la categoría «recomendaciones de los sabios».
Hoy le toca a Alberto Rodríguez Torices.
Nació en Guernica (Vizcaya) en 1972 y ha realizado los estudios de Trabajo Social y Psicología. Formó parte del consejo editor de la Revista Otras Voces. Artículos y relatos suyos han aparecido en diferentes revistas (Camparredonda, Entre Líneas, Negro Mate, Lúnula…) así como en prensa (Diario de León). Ha recibido los premios de relatos “Ciudad de Peñíscola” (2001) y “Ateneo Cultural El Albéitar” (2000), así como el “Tierras de León”, de novela corta (2004). Además de la selección de relatos cortos Yo, el monstruo (Ediciones Leteo, 2002) ha publicado la novela corta Piel todavía muy blanca (Instituto Leonés de Cultura, 2005)
5. No soy Stiller, de Max Frisch (1954). Parece la historia de un individuo que lucha desesperadamente por preservar su identidad en contra de la que los demás pretenden imponerle. Luego ya ves que no. Desamor, remordimientos, hartazgo del yo y mis circunstancias, del tú y las tuyas. Conmovedora, descacharrante y a ratos plúmbea, como toda “gran novela”.
4. Lulu, de Mircea Cartarescu. Abigarrada y obsesiva, mareante. A mí me agotó, pero volvería a subirme. Cuenta el viaje de un señor en busca de sí mismo, de sus razones y sus sinrazones. Los qué, los por qué, los (fundamentales) para qué. No me quedó claro que al final lo encontrase, pero el viaje era necesario. Estéticamente, además, es fascinante. Antítesis de la sencillez, pero bien. Muy recomendable asimismo el prólogo de Carlos Pardo a la edición de Impedimenta (2011), donde se nos habla de «la necesidad de acceder a algo personal, de escribir para sí, de ajustar cuentas con uno mismo antes de seguir fabulando». Ya te digo.
3. El día de la creación, de James Graham Ballard (1987). A mí Ballard me ha hecho gozar mucho, mucho. Aquí compone una flipante metáfora del acto creativo, un retrato enloquecido del creador, ese inadaptado. Atención, por favor: esta novela es PRECIOSA. Recomiendo que se lea una y otra vez, en bucle. Mejor: que el alumno no lea ya NUNCA NADA más, lo digo en serio. Y de paso recomiendo otra ballardiana aún más loca que la anterior: Compañía de sueños ilimitada (1979).
2. El revés de la trama, de Graham Greene (1948). Dice Alberto Olmos que «Los grandes escritores son, ante todo, moralistas». Lo dice colocando muy bien las comas y a propósito de otra novela de Greene, pero nos vale también para esta. Es una novela sobre el adulterio: un señor casado y mayor se enamora de una personita soltera y muy joven. Se enamora y todo lo demás. Pregunta: ¿Qué posibilidades tiene un hombre de preservar un mínimo de decencia cuando la mierda le llega al cuello?
Aprovecho para recomendar vivamente otros aleccionadores tratados de moralidad de este señor: El factor humano (1978) y El americano tranquilo (1955).
1. Y Verano, de John Maxwell Coetzee (2009). Sólo Coetzee podría ocupar el lugar preeminente en una selección literaria si el que selecciona soy yo. La verdad es que no tengo palabras. Me parece insuperable y tan necesario como el agua cuando se muere uno de sed. Yo me he propuesto leer toda su obra, me he propuesto incluso no leer nada más que su obra. Pero me faltan disciplina y más cosas.
Recomiendo de todas formas otros dos monumentazos erigidos por este señor: Juventud (2002) y El maestro de Petersburgo (1994).
…Y ya.