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Guía a la lectura: Amores patológicos, de Nuria Barrios

 

Por Natalia Álvarez Méndez

La nota biográfica de la editorial Páginas de Espuma presenta los siguientes datos destacados: Nuria Barrios es escritora, traductora y doctora en Filosofía. Es autora de las novelas Todo arde y El alfabeto de los pájaros; de los libros de relatos Ocho centímetrosAmores patológicosEl zoo sentimental y Balearia, y de los libros de poemas La luz de la dinamo, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado, Nostalgia de Odiseo y El hilo de agua, ganador del Premio Ateneo de Sevilla. Su ensayo La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora ha ganado el Premio Málaga de Ensayo. Como cuentista está presente en numerosas antologías. Imparte clases en el máster de Escritura Creativa de la universidad internacional de Valencia (VIU). Es la traductora al español del novelista irlandés John Banville/Benjamin Black, y sus últimas traducciones son Los muertos, de James Joyce y Mi nombre es nosotros, de Amanda Gorman.

 

POÉTICA Y OFICIO DE ESCRITURA

En su faceta de escritora, algunas de sus publicaciones de poesía —como La luz de la dinamo—, de novela —Todo arde— y de cuentos —Ocho centímetros— confluyen, en parte, con motivos y resortes del libro Amores patológicos.  

En esa línea de confluencia, sobresale una literatura que indaga, que perturba, que se muestra irónica, con el hilo conductor del amor, el dolor, el duelo, la muerte, la familia, en suma, la vida con todas sus luces y todas sus sombras.

La obra de esta autora surge de la conciencia de la literatura como juego, pero también nos revela que la escritura se puede convertir en una forma de pensar el mundo, de penetrar en la realidad a través de lo que nos interpela y nos saca de una recepción acomodada. En sus propias palabras, la escritura

“[…]tiene siempre que descolocar al lector en el aspecto emocional o intelectual que tú quieras” (El Periódico de Aragón, jueves 14 de marzo de 2024).

Cierto es que el poder del pensamiento nos permite mirar y reflexionar de modo distinto al institucionalizado y asumido, nos permite tomar como punto de partida divergente, y como forma de aprendizaje, las preocupaciones derivadas de la incomodidad. Y no menos cierto es que Nuria Barrios posee esa mirada literaria que logra descolocar a quien la lee, potenciada por un trabajo incansable con el sonido de la escritura, con su cadencia adecuada a través de la liviandad de las palabras y sus infinitas capas e interpretaciones.

En este sentido, podemos traer a colación otro de sus libros, el titulado La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora, escrito en primera persona durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus. En dicho volumen, Nuria Barrios ofrece un ensayo sobre la traducción y acerca de su experiencia en el oficio de la traducción. Plantea la problemática del lenguaje —etimologías, malentendidos, errores—, alude al sufrimiento causado por los retos y dificultades que implica cada elección lingüística, habla de tormento y angustia, aunque también de entrega para captar los matices que hagan justicia a la obra traducida:

“Traduzco alentada por la esperanza de vivir de nuevo el vértigo que provoca la belleza. La sintonía con lo invisible” (La impostora, 2022, pág. 34).

Reflexiona sobre la dificultad, en suma, de captar la capacidad de sugerencia, de connotación y de plasticidad que posee cada palabra, especialmente en el contexto de la imaginación literaria.

A su vez, afirma que la traducción es un viaje a la lengua extranjera, a la materna y al mundo creado en el texto literario. Comenta que hay también, por ello, en la traducción una suerte de exilio en el que el refugio que se pierde o el territorio del que se es expulsada es el de la propia lengua. Llega a decir que la traducción hace “desconocido lo conocido”, a consecuencia de la inseguridad que se experimenta con la lengua materna.

Asimismo, en este ensayo se vertebra su discurso de respeto al lenguaje y a la imaginación con la introducción de reflexiones personales que nos acercan a su concepción de la fabulación. Así, a pocas páginas de cierre del libro, expone:

“He escrito antes en primera persona, pero es la primera vez que ese Yo soy yo. No me interesan los diarios ni la autoficción y, aunque he utilizado elementos de mi vida para escribir, siempre lo he hecho como quien entrega un cordero sacrificial a un dios, que en mi caso es la imaginación. No me importa el cordero vivo, sino su sangre, su olor, las posibilidades nuevas que abre su cuerpo inerte para llegar a ser mucho más de lo que fue. Sin embargo, llego al final de un ensayo en el que he seguido de la mano a ese yo que, de manera inesperada, ha salido a escena empujado por la traducción” (La impostora, 2022, pág. 145).

Esto nos permite adentrarnos en su identidad de escritora:

“[…] ¿Quién soy? Una escritora, contesto. ¿Qué significa eso? Que he construido mi identidad a partir del lenguaje, que he elegido las palabras, no la música, ni los números, ni los pigmentos del pintor, ni el barro o el hierro del escultor, ni el cuerpo de la bailarina, para explorar quién soy. Que elegí que el Verbo se hiciera Carne, mi carne.

La lengua para mí no es un mero instrumento de comunicación, sino una herramienta de indagación, de aprehensión, de creación de la realidad. Es la cuna que mece mis angustias, es el espejo en el que me miro, es la sal en la herida, es la pared contra la que me estrello, es el placer que disfruto, es el odio que exorcizo. Las palabras son mis manos, mis ojos, mi olfato, mi piel… Soy escritora, me digo. Con palabras he tratado de dotar de sentido la existencia, tan carente de sentido. He buscado explicar lo incomprensible: por qué el dolor, por qué el amor, por qué el miedo. Por qué la muerte. Por qué la vida. Solo he enmudecido en épocas en las cuales decidí anestesiarme ante el sufrimiento. No me sentía capaz de soportar la verdad que revela la escritura.

[…] Como escritora trabajo con mi voz, la exploro, la afilo” (La impostora, 2022, págs. 27-28).

 

RECEPCIÓN DE AMORES PATOLÓGICOS

Amores patológicos es el primer libro publicado por la autora, en 1998, en Ediciones B, y editado en 2023 por Páginas de Espuma.

Han pasado, por lo tanto, veintiséis años desde su publicación, lo que nos sitúa en una época muy diferente tanto en relación a la sociedad como al panorama literario. En ese momento, fue una obra muy bien recibida, pero el hecho de que fuera elogiada no oculta el revuelo que causó por el modo de abordar desde la autoría de mujer, desde la voz de la mujer, de modo abierto y sin tapujos, el erotismo y la sensualidad. La propia autora se sorprende ante ciertas reacciones de finales de los años del siglo XX, aunque reconoce que los cambios actuales quizás no tienen todo el alcance que debieran:

 “No hemos cambiado mucho, es algo que me asombra. Creo que la crítica ahora ha aprendido, se ha adaptado a la época y ya no se muestra escandalizada porque entonces hubo críticos muy escandalizados por el hecho de que una mujer escribiera con franqueza del deseo. Eso ya no ha pasado con las reseñas de la nueva edición, pero sigue produciendo el mismo asombro, incluso los lectores me siguen diciendo que les parece una obra muy atrevida. Es curiosísimo cómo cambian las cosas en superficie y lo poco que cambian en realidad” (El Periódico de Aragón, jueves 14 de marzo de 2024).

Es curioso pensar que, durante mucho tiempo, los escritores hombres sí han podido abordar ese erotismo explícito sin que este hecho causara tanto revuelo. Es algo que nos enfrenta a la problemática de escapar de una voz única e institucionalizada, que se convierte en ideológica y que logra uniformar. En La impostora, Nuria Barrios hablaba precisamente de este peligro, aunque centrándose en una anécdota concreta del oficio de traducción —el caso de Salman Rushdie y los traductores asesinados, con la denuncia del peligro de la existencia de “una voz única que quiere la destrucción de las demás”— y apelando a cómo la traducción puede luchar contra ello. Puede que, sin pretenderlo, ella también luchase como escritora contra el discurso uniforme de una época a la hora de enfrentar el erotismo en la literatura. O quizás, que lo hiciera con esa plena pretensión, pues también como traductora toma conciencia de estar en un mundo de hombres. Así, consciente de que “ninguna traducción es neutra”, en La impostora recorre distintos errores de traducción desarrollados a lo largo de la historia que pueden responder a la mirada patriarcal. Argumenta, además, que hay quien piensa que la traducción es un trabajo idóneo para la mujer, fácil, doméstico, como quitando importancia a esta labor. Opta, asimismo, por adoptar la enunciación en femenino en la redacción de su ensayo —la escritora, la traductora, la lectora— para dar voz a las mujeres silencias, ubicadas en los márgenes, a pesar de que da la cifra de que las traductoras colegiadas son el 64%.

Si tenemos todo ello en cuenta, puede que no sorprenda tanto el asombro que causó en su día el libro Amores patológicos, que fue considerado tanto provocador como inesperado, a pesar de antecedentes de línea erótica como los de Ana Rossetti, Mercedes Abad, Almudena Grandes o el premio la Sonrisa Vertical, denominación también esta última de la primera colección editorial dedicada exclusivamente a este tipo de literatura. Por el contrario, en el siglo XXI son muchas las narradoras que abordan lo corporal, lo sensual, lo abyecto en sus poéticas. No obstante, el de Nuria Barrios sigue siendo un mundo original.

 

LABOR DE REVISIÓN

No es objetivo de un club de lectura realizar una labor de cotejo de cuáles han sido los cambios en la nueva edición respecto a la anterior, pero debemos tener en cuenta que es un libro revisado, intervenido, corregido veinticinco años después de su entrega a la primera editorial. De ahí la necesidad de incluir un prólogo de la propia autora en el que desentraña las dificultades a las que se enfrentó:

“Reconocí algunas frases, determinados modos de expresar, cierta mirada sobre el mundo. Reconocí excesos y defectos que he vigilado a lo largo de los años. Y descubrí que esas páginas seguían vivas, que la narración seguía respirando. Ese descubrimiento justificaba el trabajo. Me propuse corregir de manera que el oficio adquirido a lo largo de los años no sofocara el espíritu del libro. Lápiz en ristre, subrayé, taché, rodeé palabras, escribí interrogaciones en los márgenes, lancé flechas para conectar párrafos…” (Amores patológicos, 2023, pág. 17).

Ya en La impostora hablaba de esa futura labor de relectura y corrección de Amores patológicos, una empresa que la enfrenta a “releer, reinterpretar, reescribir y revitalizar” el texto original. En su ensayo, Nuria Barrios manifestaba su admiración por la literatura y meditaba sobre el lenguaje, la palabra y el trabajo invisible de la traductora, y ofrecía también su pensamiento sobre la vida:

“La traducción es el arte de descifrar. Y eso es la vida: la traducción en la que todos estamos embarcados. Desde que nacemos, nos esforzamos en traducir el mundo exterior, en traducir a los otros, en traducir nuestra relación con el mundo y con los otros, en traducirnos a nosotros mismos.

Este ensayo es una exploración existencial de la lengua, que es nuestra casa. Un andar a tientas. Un viaje de descubrimiento” (La impostora, 2022, pág. 26).

No extraña, por ello, que crea que en su labor de revisión de Amores patológicos deban intervenir tanto la lectora como la escritora y la traductora:

“Cada libro explora lo desconocido e implica una transformación. Pero lo desconocido no solo está en el futuro, también está en el pasado. Releerse es abrir la puerta a una interpretación distinta, a una nueva metamorfosis. Es la mejor prueba del misterio que somos para nosotros mismos. En esa oscuridad habita la creación” (Amores patológicos, 2023: pág. 19).

 

FORMA HÍBRIDA

Nuria Barrios emplea una arquitectura híbrida en la construcción de Amores patológicos. De tal modo, este título brinda un libro de relatos que puede ser recibido como novela, o una novela confeccionada como un libro de relatos. En algunas reseñas recientes, como la de Babelia, del 2 de septiembre de 2023, se la define como “una novela construida con fragmentos encadenados”. Sin embargo, ha sido publicado por una editorial, Páginas de Espuma, especializada en cuento.

No se trata de un mecanismo casual, ni mucho menos, pues la autora es sabedora de la relevancia de este aspecto. En ese sentido, asevera:

“La forma es el 90% de los libros. Es mucho más importante el cómo que el qué porque todas las historias son muy parecidas, son de amor, traición, de robo, muertes,… Todas las que se escriben son muy parecidas, cambia una historia según cómo es narrada y ese cómo es el alma de la literatura”. El Periódico de Aragón, jueves 14 de marzo de 2024.

El orden es absolutamente importante en el entramado que enlaza los fragmentos/cuentos, en los que se asocian finales y principios. Y al orden se sumarán las conexiones entre relatos y personajes que ofrecen una lectura de conjunto más completa y significativa.

 

HISTORIAS Y CONTENIDO

Nuria Barrios expone que en su libro delimita la exploración del cuerpo como lenguaje del eros. Nos encontramos, por ello, con varios matices de contenido:

  • Destaca la vertiente de lo físico, lo corporal, lo sensual. Es un libro muy carnal, pero no es procaz. Propone el juego con la pasión, pero de modo literario y elegante.
  • Las historias enmarcan experiencias amorosas, con matices eróticos.
  • Los motivos se centran en pasiones desmedidas, adictivas, de inicio o de fin, pasiones en las que los personajes quieren seguir inmersos, a pesar del sufrimiento. En ese contexto, cobran fuerza las obsesiones, se enfrenta la dificultad de las despedidas amorosas, del duelo, así como de los modos de sobrellevar el amor, el desamor, los excesos, los absurdos, los desequilibrios emocionales, los deseos y los engaños. Todo fluctúa entre la creación y la destrucción, el placer y el dolor, la satisfacción y el penar.
  • Se incide en la evolución que va desde la intensidad del deseo voraz a lo patológico.
  • La etimología pathos (πάθος) procede de la palabra griega que significa emoción, sentimiento, conmoción, sufrimiento. La ‘patología’ remite al estudio de las enfermedades. Lo patológico es lo que denota o implica enfermedad, algo malsano, anómalo, enfermizo.
  • Se presentan elementos temáticos que incomodan y perturban.
  • Pueden cobrar protagonismo algunos fetichismos y perversiones.
  • Se incluye también el ámbito de la familia.
  • Son significativos los umbrales entre el sueño y la vigilia, lo imaginado y lo vivido.
  • Se concede presencia al animal pato en las tramas.

 

RESORTES NARRATIVOS

  • Construcción de un discurso original, con la mirada de la mujer sobre la sexualidad, con inversión de patrones tradicionales e, inevitablemente, una conciencia de género.
  • Se profundiza en la introspección psicológica de los personajes.
  • Combinación de distintos narradores.
  • Narración ágil, con algún toque de lirismo.
  • El lenguaje muy trabajado, con diálogos naturales, sin eufemismos en lo relativo a lo corporal y a los pensamientos negativos.
  • Empleo hábil de sobreentendidos, a través de lo que se sugiere, pero se silencia, y mediante imágenes llamativas.
  • La significación de los sentidos (sin desatender el olfato y el tacto).
  • Cuidado del ritmo, la melodía de las palabras y de las historias.
  • El humor que mueve lo trágico a lo irónico.
  • La literatura como juego.

Coloquio sobre Tierra fresca de su tumba, de Giovanna Rivero

 

Por Carlos Andrés López Duque

Después de un repaso inicial por los aspectos centrales abordados en la guía de lectura de la semana anterior, la conversación comenzó en torno al título del libro y la manera como recogía el conjunto de relatos, de manera explícita y simbólica, lo cual condujo a diversas reflexiones sobre la recepción e impresiones generales provocadas por el texto. En este sentido, el efecto causado se dividió en el público entre la paz, producida por su tono poético, y la inquietud, determinada por esa veladura de misterio que se mantiene a través de cada cuento y que en ocasiones no termina de revelarse.

Respecto al sentido del título, se mencionó también que la muerte baña a todos los textos, donde la autora y sus historias se constituyen en aduaneras entre la vida y el más allá, distinguiendo entre una muerte física y una muerte psíquica. También se mencionó la forma en que se articulaban en la portada del libro el título y la imagen del buitre, planteándose esa unión entre belleza y brutalidad de la naturaleza, que contribuyó a comprender una de las intenciones del conjunto de cuentos, en relación con lo que se había denominado en la poética de la autora como: belleza de lo brutal.

En cuanto al tono poético propio de la autora, se mencionaron las descripciones de algunos paisajes —como aquellos de bosque canadiense del cuento «Piel de asno» o el paisaje boliviano del cuento «Socorro»—, como momentos de los personajes presentados con un lenguaje estético especial —como la forma en que se presenta la técnica del origami en el cuento «Cuando llueve parece humano».

Una vez coincidimos en la presencia de lo poético en la obra, se abordaron algunos aspectos temáticos apreciados en los cuentos, destacándose la migración, el desarraigo, la idea de que la naturaleza no se rige por las leyes humanas, el trauma y la presencia destacada de voces que habitan en los márgenes, encargados de realizar las más potentes revelaciones en cada una de las historias.

Lo anterior, nos condujo a los personajes, a la importancia que adquieren en la manera como se desenvuelven a partir de su confrontación entre las leyes humanas y las leyes de la naturaleza, pues sus decisiones y acciones constituyen uno de los motores principales en todos los cuentos, llegando a través de su lectura a la posibilidad de poner en cuestión la legitimidad o acierto de dichas leyes humanas cuando somos llevados a situaciones límite o que nuestra mente no es capaz de afrontar desde la sola racionalidad.

Para finalizar, se mencionaron aspectos simbólicos de la obra, en particular aquellos relacionados con la naturaleza, como el sol y el mar, se hizo alusión también al agua en general, como presencia que contenía sentidos hostiles al hombre y, a la vez, sentidos positivos como el de la lluvia como aquello que despeja y saca lo que está oculto a la luz.

El libro Tierra fresca de su tumba dejó profundas reflexiones de los asistentes, además de algunos interrogantes que se van a plantear en el momento de la visita de su autora, como también una recepción muy positiva sobre su obra, las temáticas que aborda y la originalidad de su estilo narrativo.

Guía a la lectura: Tierra fresca de su tumba, de Giovanna Rivero

 

Por Carlos Andrés López Duque

GUIA DE LECTURA TIERRA FRESCA DE SU TUMBA Pincha en este enlace para ver la presentación elaborada por Carlos Andrés López Duque para los socios del Club de lectura de la Universidad de León

Giovanna Rivero nació en Montero, Bolivia, en 1972 y vive en Lake Mary, EEUU. Es escritora y doctora en literatura hispanoamericana.

Es autora de los libros de cuentos Las bestias (1997, Premio Municipal Santa Cruz), Contraluna (2005), Sangre dulce (2006), Niñas y detectives (2009) y Para comerte mejor (2015, Premio Dante Alighieri 2018).

Ha publicado cuatro novelas: Las camaleonas (2001), Tukzon (2008), Helena 2022 (2011) y 98 segundos sin sombra (2014, Premio Audiobook Narration y llevada al cine por el director boliviano Juan Pablo Richter). Entre sus libros juveniles destacan La dueña de nuestros sueños (2005) y Lo más oscuro del bosque (2015, Libro recomendado del año por La Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil).

En 2004 participó del Iowa Writing Program y en 2007 recibió la beca Fulbright. En 2011 Fue seleccionada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como uno de “Los 25 Secretos Literarios Mejor Guardados de América Latina” y en 2015 le otorgaron el Premio Internacional de Cuento “Cosecha Eñe”.

OBRA

La prolífica obra de Giovanna Rivero es bella y descarnada como la vida, emanada de la observación y la experiencia sobre nuestra condición ante un mundo complejo y desencantado. Marcada en gran medida por su condición de inmigrante y mujer, su mirada sondea los espacios de la violencia, el desarraigo y la soledad, al igual que la resiliencia y la fortaleza del espíritu humano, mediante un tono poético y muy personal que la destaca en el panorama de la narrativa latinoamericana actual.

CUENTOS

NOVELA

LITERATURA JUVENIL

 

 

 

 

TEMAS RECURRENTES

  • La venganza – concepto de vendetta.
  • La muerte.
  • Desencanto: religión, humanidad, realidad vs pensamiento mágico.
  • Migración.
  • Soledad y sentimiento de desolación.
  • El destino.
  • La familia.
  • Salud mental y tratamientos químicos.
  • Pensamiento animista.

GRIETAS DE LA REALIDAD

  • Si bien la autora nos ubica en historias donde los hechos pueden formar parte de nuestra realidad, no se desprende por completo del aspecto sobrenatural, especialmente en el tercer cuento de carácter fantasmagórico. Late con fuerza en varios de ellos un pensamiento animista que considera no solo la existencia de un alma, sino que integra también la idea de su continuidad más allá de la muerte y su relación con otros seres de la naturaleza. Asimismo, sus cuentos presentan hechos que si bien son factibles, constituyen una transgresión, una fractura tan profunda como para impactar la vida de sus protagonistas, incluso de manera fatal; hechos que podríamos considerar lejanos, improbables, pero que pueblan nuestro mundo, permitiéndonos ver las grietas de la realidad, de lo que consideramos real.
  • La otra grieta que nos presenta, consiste en sus ideas sobre Dios y la religión. Una noción de lo divino completamente ajena a la realidad humana, donde se amparan o hay complicidad desde sus representantes en la tierra ante las acciones más atroces; un Dios de oídos sordos a las más sinceras plegarias, un abandono de los seres humanos ante su destino, un sentimiento de orfandad aunque la fe forme parte de aquello que sostiene a los personajes. En conjunto, una visión posmoderna donde el mundo espiritual se ha secularizado, aunque siga siendo necesario como asidero para afrontar la existencia.

LENGUAJE

En esta obra encontramos un lenguaje maduro, el de una narradora que lleva casi veinte años publicando novelas y cuentos. Su trabajo exhibe una alta conciencia y amor por el lenguaje; la labor de un escultor o un orfebre pueden describir su esmero en los detalles, en pulir cada frase hasta hacerla clara y profunda. El tono es poético, concibe imágenes mediante diversos recursos, alegóricos, metafóricos o simbólicos, otorgando al texto la Belleza de lo brutal, como el título de un libro de cuentos de Ryunosuke Akutagawa, pues aun presentando los hechos más desgarradores, una bella plasticidad se mantiene en cada historia. Por supuesto, debe aquí destacarse su relación con la poesía japonesa y toda su tradición literaria en general, determinada por la comunidad japonesa que migró hacia Perú y Bolivia mencionada en «Cuando llueve parece humano», una tradición que determina su lenguaje cuidado como una gema y también su ritmo sosegado, sin prisas, haciendo de su lectura un ejercicio contemplativo que nos saca del vertiginoso ritmo de nuestro tiempo.

ATMÓSFERAS

Hay una atmósfera de inquietud constante, de misterio, de algo contenido que está a punto de revelarse pero se contiene. Si bien cada historia parte de una revelación intensa y explícita: una violación, un naufragio, la viudedad y la vejez, la locura, la posibilidad de la pérdida definitiva de la memoria o el cuerpo como objeto experimental; todos estos cuentos tienen un algo oculto que se insinúa, pero que la autora demora, a la manera de las digresiones. Además, no deja la gran revelación para el final, a la manera del knock out propuesto por Julio Cortázar o del giro de tuerca ingenioso en el cierre, podríamos considerar que esto lo hace por dos motivos: el primero, al tratarse en su mayoría de cuentos extensos, estas revelaciones dan un segundo impulso al relato para llevarnos hasta el final. El segundo, a la manera de la tradición oriental japonesa, donde el efecto se construye frase a frase, atravesando la narración, por eso su ritmo es pausado, casi contemplativo, lento en apariencia, pero es porque la tormenta y la velocidad se presentan en la interioridad de los personajes.

SÍMBOLOS

  • Cuento 1. El olor, religión y doble moral.
  • Cuento 2. El sabor, el sol y el mar.
  • Cuento 3. La tierra y los fantasmas.
  • Cuento 4. Fantasmas = recuerdos.
  • Cuento 5. El góspel y la salud mental.
  • Cuento 6. El sol.

PERSONAJES

  • Sus personajes son complejos, no seres unidimensionales, sino personas de carne y nervio enfrentados a una realidad descarnada, sin idealización alguna. Personajes en quienes el pasado cohabita con el presente, determinándolo, estando incluso latente a la manera de un fantasma que nos persigue hasta en los pensamientos. Se aprecia también cómo da especial importancia al mundo interior, a la memoria, el recuerdo, los trastornos mentales, el trauma, el peso de las relaciones interpersonales, o la ausencia de ellas, que conducen a sus personajes al desamparo o la soledad.

PERSONAJES MASCULINOS

  • Presenta, a lo largo de la obra, un arco que va desde perpetradores de violencia, cómplices, buscadores de justicia, objetos de venganza e infieles hasta víctimas del amor, hermanos buscando su identidad y esposos sacrificados, generando una imagen de lo masculino diversa y llena de matices.
  • Pastor Jacob, Walter Lowen (padre), Joshua Klassen, indio.
  • Amador, Elías Coronado.
  • Sr. Sugiyama.
  • León, Lucas el ahorcadito.
  • Dani (hermano), Petit Mort.
  • Joaquín.

PERSONAJES FEMENINOS

  • Son las narradoras, las voces de cada historia, propician el tono íntimo, en ocasiones confesional. Mujeres enfrentadas a hechos violentos o traumáticos, a la incomprensión  y la soledad; todas develan un profundo mundo interior y una gran fortaleza de espíritu para levantarse ante la adversidad. No juzgan el mundo en el que viven, sino que actúan conforme a las circunstancias que la vida les ofrece. Personajes fuertes y dispuestos a aceptar la parte que les corresponde en la existencia.
  • Elise.
  • Madre de Elías.
  • Keiko, Hiromi (hija), Braulia (amante del esposo), Emma (inquilina).
  • Socorro, Narradora, madre de la narradora.
  • Nadine Ayadchow, Tía Anita.
  • Joa.

ESPACIOS

  • Debido al tono confesional, varios de los relatos están determinados por el hogar, el espacio íntimo de la casa.
  • Contrastes entre los paisajes propios del origen con el de los lugares a los cuales conduce la migración.
  • En cuanto al mundo exterior, el espacio se presenta generalmente hostil, con gran presencia del sol y el mar. También son fuente de extrañamiento para los personajes, en especial los inmigrantes, que se sienten ajenos tanto en el lugar al que llegan como en su lugar de origen.

NATURALEZA

  • La naturaleza, y los elementos en particular, se presentan como peligrosos u hostiles a los protagonistas. Podemos apreciarlo en las referencias al sol o al mar, como también frente a las inclemencias del clima o las dificultades que genera el trabajo con la tierra. Los paisajes suelen ser fuente de extrañeza, especialmente para el inmigrante, tanto al llegar al país que lo recibe como al regresar a su lugar de origen.

RECURSOS DE INTERTEXTUALIDAD Y REFERENCIAS ARTÍSTICAS

Cuento 1 – La película El prodigio de Sebastián Lelio.

Cuento 2 – La novela Robinson Crusoe de Daniel Defoe, Robinson o los limbos del Pacífico de Michel Tournier, y las películas La vida de Pi de Ang Lee o Midsommar: el terror no espera la noche del director Ari Aster.

Cuento 3 – La poesía de Natsume Seibi y Yoisa Busan y la tradición japonesa.

Cuento 4 – Ambigüedad de Elliot Perlman.

Cuento 5 – Leonard Cohen – Hallelujah y Poemas eróticos de George Bataille.

Cuento 6 – Historias donde se experimenta con personas, como La glándula de Ícaro de Anna Starobinets.

ENTREVISTAS A LA AUTORA 

https://www.hablemosescritoras.com/posts/774

https://www.youtube.com/watch?v=IjotvGnFhTI

SUGERENCIAS PARA LA LECTURA DE TIERRA FRESCA DE SU TUMBA

  1. ¿Cómo crees que se articula el título con el conjunto de cuentos y qué significado le asignas?
  2. ¿Consideras el tono de su escritura como poético y podrías extraer un pasaje que consideres como tal?
  3. ¿Cuál es el rol de los sentidos en estos cuentos, destacarías alguno en particular?
  4. ¿Qué acontecimiento o acción de la historia te ha provocado más impacto al leerla?
  5. ¿Qué símbolos te parecen más sugerentes?
  6. ¿Qué tan cercanos o lejanos a la realidad te parecen los hechos relatados en sus cuentos?
  7. ¿Consideras que hay una evolución o transformación de los personajes a lo largo de cada historia?
  8. ¿Has reconocido algunas referencias intertextuales e interartísticas?

Coloquio de los socios: Frankenstein, de Mary Shelley

 

 

Nuestra segunda sesión del Club de Lectura, dedicada a la británica Mary Shelley y a su emblemática novela Frankenstein o el moderno Prometeo (2018), resultó en un animado intercambio de ideas sobre algunos de los aspectos centrales del libro.

Al tratarse de un texto de tanta resonancia cultural, uno de los asuntos ineludibles, en el caso de los lectores que no habían leído la novela hasta este momento, fue el acercamiento a un mito, el de la criatura protagonista, que se ha visto muy distorsionada en la larga expansión mediática que ha experimentado a través de las décadas. En general, la reacción de muchos de nuestros socios fue de agradable sorpresa al descubrir un ser completamente diferente al proyectado desde las versiones audiovisuales. Frente al horrendo o bobalicón individuo que se ha reiterado en tantas versiones posteriores, la creación de Shelley es la de una criatura sensible, culta y «filosofante». Cabe indicar también que algunas personas han señalado cómo el drama de este hombre artificial de Shelley les ha despertado especial compasión y empatía, sin duda, unos de los grandes logros de la novela. Se ha destacado cómo la criatura progresa en el texto, adoptando un fuerte simbolismo con lo que implica la evolución del propio ser humano: desde su infancia, desconocedor del medio que lo rodea, hacia su crecimiento y madurez psíquica y mental.

En este sentido, se subrayó, como ya también en la primera sesión de nuestro Club, la fuente rousseauniana en la que se basó Mary Shelley: el «monstruo» es un «ser natural» que evoluciona a la par que sus experiencias personales y sociales. Estas últimas, por desgracia, como ya señalaba el filósofo suizo en sus teorías, conducen a la anónima criatura al desamparo, la soledad, la tragedia y la violencia. De lo que no cabe duda es que el núcleo del texto inclina al lector hacia la reflexión ética, no solo sobre la identidad del Otro, del diferente, sino, también, sobre la incertidumbre que engendran los desarrollos científicos.

Como varios lectores indicaron a lo largo de nuestro encuentro, es una lectura que transmite emociones y que, pese a sus más de doscientos años, aún conecta con nuestras inquietudes y sensibilidades. Varios de nuestros contertulios han repetido en distintas ocasiones que es una novela que, además, plantea las «grandes cuestiones» de la existencia de forma que, de alguna forma, entronca con las corrientes de pensamiento existencialistas del siglo XX y XXI. Por el contrario, ha existido unanimidad en la antipatía que despierta el protagonista humano, Víctor Frankenstein, retratado de una forma más plana, y carente de cualquier gesto de cercanía o de asunción de responsabilidad hacia su propio «hijo».

El comentario de la estructura de la obra también ha ocupado las valoraciones de varios lectores. Para algunos supone un acierto y les ha resultado original y atractiva. Otros, sin embargo, la han encontrado un tanto farragosa o innecesaria. Sin duda, se trata de un texto que, como algunos han señalado, puede representar dificultades en un primer acercamiento, pero, al que, sin duda, merece la pena darle una segunda oportunidad porque tiene mucho que ofrecer, además de informarnos sobre un icono cultural de primera línea. En cuanto a las dificultades que plantea el texto, también se ha incidido en que existen disarmonías en él. Para algunos socios, se trataría de cuestiones relacionadas con la verosimilitud de lo narrado ―lo sorprendente, por ejemplo, de que la criatura alcance tal nivel de conocimiento y madurez en tan solo dos años―, en otros casos, como es ya bien sabido, la novela integra algunas incongruencias internas, fruto, quizá, de algún descuido o despiste de la autora. Hacia estas cuestiones gravitó gran parte del debate, entre los escépticos del mérito de la obra dadas estas quiebras de la verosimilitud y aquellos que las consideran parte consustancial del pacto lector en la literatura, que permite dar cabida a aparentes disonancias en la interacción entre realidad y ficción. El debate fue entretenido y muy enriquecedor porque, a la postre, acometió uno de los meollos de la literatura en su diálogo con la realidad.

En relación con la adscripción de la novela a un género literario concreto, se ha comentado ampliamente su indudable cercanía a la ciencia ficción dada su anticipación de aspectos tan candentes en la actualidad como la inteligencia artificial, la ingeniería genética y la fabricación de seres clónicos y todo el dilema moral y ético que esto plantea. A lo largo de toda la sesión se mencionaron un buen número de películas, en algunos casos adaptaciones de Frankenstein o algunas que, de distintas maneras, recogen sus ecos. En relación con el género, también se elucidaron algunos aspectos de la obra que la sitúan en el Romanticismo y en consonancia con los principios de la novela sentimental. En este sentido, algunos comentarios fueron más bien negativos, puesto que la exaltación de sentimientos de los personajes resulta ya poco acorde a nuestra sensibilidad contemporánea. Sin embargo, como se defendió, hay siempre que encuadrar la obra en su contexto, dentro de unas expectativas y cánones muy diversos a los que pueden dominar en el momento actual.

Aunque ya no restaba mucho tiempo, alguna lectora realizó acertados comentarios finales sobre el gran mérito del retrato tan sensible y certero de paisajes naturales que Shelley realizó, conectándolos con los sentimientos de sus personajes. Dentro del periodo romántico en el que plenamente se encuadra la novela, en verdad, esta recoge perfectamente esta comunión entre naturaleza y espiritualidad.

En conclusión, Frankenstein ha tenido una buena acogida entre los miembros de nuestro Club. La obra magna de Mary Shelley ha generado opiniones distintas, pero todas ellas han dado lugar a un debate muy productivo. Sin duda, cabe destacar la larga vida y onda de expansión de un texto que no presenta visos de decaer en el atractivo e interés que proyecta sobre el público por su misterio y sus cuestiones éticas. Y es que, si hubiera algo que destacar principalmente de nuestros dos encuentros sobre esta novela, es lo loable de que una joven, en los albores del XIX, fuese capaz de dar vida a uno de los textos con más resonancia cultural de toda la literatura universal.

Lectura 1: Frankenstein, de Mary Shelley

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Título: Frankenstein. El texto de 1818
Autor: Shelley, Mary

Traductora: Margarita Carretero González
Publicación: Comares, 2019
Descripción física: 264 p. 21,5 cm
Colección: LV – Narrativa
ISBN: 978-84-9045-786-3

 

Calendario

  • Martes 24 de septiembre – Sesión de Guía a la lectura, a cargo de Rosa María Díez Cobo
  • Martes 1 de octubre – Sesión de Coloquio de los socios

Lugar y horario

Los encuentros de esta lectura tendrán lugar a las 19:00 horas en la sala de conferencias de la Biblioteca General San Isidoro, sede del club le lectura.

De forma combinada, ofrecemos el formato híbrido online síncrono a través de Meet.

 

La obra (información ofrecida por la editorial)

El texto de 1818
Celebramos en 2018 el bicentenario de la publicación de Frankenstein, un clásico literario que ha adquirido la categoría de mito moderno, si bien desvirtuado de su concepción original, en buena medida debido a la simplificación que la novela experimentó tras su salto a los escenarios y, más tarde, a la gran pantalla. Gestada en el verano de 1816, cuando Mary Wollstonecraft Godwin todavía no era Mary Shelley y aún no había cumplido diecinueve años, este moderno Prometeo y su infeliz criatura vieron la luz el primer día de 1818. Escondida en el anonimato, Mary Shelley reivindicaría su autoría en la segunda edición de la obra, cinco años más tarde, para publicar una nueva edición corregida en 1831, tomada por definitiva y convertida en estándar.
La presente edición ofrece la traducción de la edición de 1818, que mantiene intactos los elementos auto-censurados para la edición de 1831 y está, por tanto, libre de los pasajes ampliados y añadidos para esta última. Debido a los cambios a los que Mary Shelley sometió su obra original, destila la edición de 1831 una visión fatalista del mundo que permite su lectura, si bien solo hasta cierto punto, como relato admonitorio sobre los peligros de la ciencia y de la ambición. La edición de 1818 ofrece una mayor coherencia filosófica interna, está estrechamente ligada al contexto histórico en que la obra se gestó, y propone una exploración audaz de las cuestiones existenciales y morales que plantea la premisa que da origen a la historia. En Frankenstein o el moderno Prometeo, Mary Shelley presenta un estremecedor relato de anhelos, dolor y pérdida que investiga, en última instancia, lo que nos hace humanos.

 

 

Guía a la lectura: Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley

 

Por Rosa María Díez Cobo

FRANKENSTEIN Pincha en este enlace para ver la presentación elaborada por Rosa María Díez Cobo para los socios del Club de lectura de la Universidad de León

 

 

 

Retrato de Mary Shelley por Richard Rothwell (1840)

Mary Wollstonecraft Shelley (Londres, 1797 – Londres, 1851) es una de las escritoras británicas de mayor renombre universal. Fue hija de Mary Wollstonecraft y William Godwin, dos nombres icónicos del pensamiento radical e ilustrado británico de finales del XVIII. En plena adolescencia, inició una relación sentimental con uno de los poetas más sobresalientes del Romanticismo inglés, Percy Bysshe Shelley. Junto con este, trabó amistad con literatos británicos tan afamados como Lord Byron o John William Polidori. Pero sintetizar la azarosa y fascinante vida de esta artista no es sencillo y, por ello, os remito a dos de las biografías más completas que se han publicado hasta el momento: Mary Shelley (1987), de Muriel Spark y Mary Wollstonecraft / Mary Shelley (2018), de Charlotte Gordon. Ambas están traducidas al español. También de interés para indagar en la vida de nuestra autora es la película Mary Shelley (2017), de la directora Haifaa Al-Mansour.

Pero, pese a ser autora de un buen número de obras de muy distinta naturaleza y a hallarse toda su vida dedicada al cultivo de la literatura, la figura de Mary Shelley ha trascendido por una sola obra: Frankenstein o el moderno Prometeo (1818). Qué duda cabe, una auténtica proeza para una joven de 20 años en el momento de la publicación de la primera edición.

Más meritorio si cabe es que nuestra autora nunca recibió educación formal reglada y nunca asistió a institución académica alguna por expreso rechazo de su padre. Sin embargo, el bullicioso ambiente literario y cultural en su hogar, junto con el peso de la herencia familiar y su impulso lector y autodidacta nutrió una disposición inquieta y profundamente imaginativa. La posterior asociación de la escritora con Percy B. Shelley y con una serie de referentes literarios del momento, como algunos de los arriba citados, fue el acicate para la conformación de una mente preclara y sintomática de su tiempo. Audaz, rebelde, polímata, su vida y su ficción encarnan el espíritu de una época de encrucijada compleja: entre las corrientes reformistas de la Ilustración; los ecos de la Revolución francesa; la rebeldía romántica; los influjos del gótico y los avances científicos de la mano de la rampante Revolución Industrial.

Frankenstein es un auténtico mito de la edad moderna. Alcanzó el éxito desde sus orígenes entre el público lector, pero fue desdeñada por la crítica académica hasta bien transcurrido el siglo XX. Como su creadora, aglutina todo un compendio de influencias y la convierte en una de las narraciones más representativas de su tiempo.

Pero aportar una visión suficientemente abarcadora de esta obra no resulta sencillo, no tanto por su dificultad como lectura en sí, sino por la enorme cantidad de capas de significado e interpretaciones que se le han aplicado a lo largo de los años. Si a ello sumamos el enorme impacto cultural que ha tenido la obra y su criatura protagonista en forma de reescrituras literarias y de cómic y de versiones e inspiraciones extraliterarias, sobre todo audiovisuales, el resultado es una compleja red difícil de desentrañar.

 Cartel de la exitosa película El doctor Frankenstein (Frankenstein) (1931), de James Whale.

En este sentido, Fred Botting ha llegado a afirmar de una forma un tanto hiperbólica pero elocuente que Frankenstein «es un producto de la crítica, no una obra literaria» («Frankenstein. Contemporary critical essays», 1995). Por este motivo, en nuestra revisión del texto, nos ceñiremos a algunos de los aspectos más representativos del mismo. Para una exégesis a fondo de la novela son muy recomendables las obras críticas Frankensteiniana: la tragedia del hombre artificial (2002), de Pilar Vega Rodríguez y la exhaustiva edición anotada de la obra, Frankenstein anotado (2017), de Leslie S. Klinger, con un hermoso prólogo de Guillermo del Toro.

Mary Shelley: más allá de Frankenstein

Shelley fue autora de un buen número de relatos ―unos cuarenta―, seis novelas, cuatro obras teatrales y diversos diarios personales y de viajes. Pero no conviene olvidar que, además, su vida giró por completo en torno al quehacer literario desde distintas vertientes, desde su infancia hasta su muerte. Así, además de sus creaciones ficcionales propias, contribuyó en diversos volúmenes biográficos como, entre otros, Lives of the most eminent literary and scientific men of Italy, Spain and Portugal (1835-1839); colaboró con periódicos y editoriales y editó y anotó algunas obras poéticas de su ya difunto marido como, por ejemplo, Posthumous poems of Percy Bysshe Shelley (1824). En cuanto a Frankenstein, el trabajo de creación y refinado, mano a mano, junto con Percy para la edición de 1818 se vio sucedida por una profunda revisión del texto por parte de la autora en la que introdujo algunas sustanciales modificaciones para la tercera edición de 1831.

Entre sus obras mejor valoradas o acogidas cabe destacar las siguientes novelas:

  • Mathilda (escrita entre 1819 y 1820), de estilo plenamente romántico, contiene algunos elementos autobiográficos. Dado lo escabroso del asunto del incesto que trata, provocó un rechazo frontal en William Godwin al que Mary Shelley entregó la obra para su revisión y, posteriormente, fue descartada por la propia autora. Permaneció inédita en vida y no se publicó por primera vez hasta 1959.
  • Valperga o, vida y aventuras de Castruccio, Príncipe de Lucca (1823), novela de trasfondo histórico situada en la Italia medieval. Es una de sus creaciones más apreciadas de la autora.
  • El último hombre (1826), duramente criticada tras su publicación, hoy en día se considera una de las primeras ficciones distópicas y postapocalípticas de la historia de la literatura. La acción se sitúa a finales del siglo XXI y es una parábola política de la Inglaterra del momento.
  • Lodore o La hermosa viuda (1835), obra comprometida con el papel de la mujer en la sociedad; tuvo un buen recibimiento por parte de público y crítica.
  • Falkner (1837) vuelve a incidir en la temática de la educación femenina, aunque algunos críticos le achaquen una visión conservadora del asunto. Según algunos críticos, fue la obra favorita de la autora.

 

Portada de El último hombre (Akal, 2020)

Con todo lo emblemática que es Mary Shelley hoy en día, resulta sorprendente que muchas de sus creaciones no han sido traducidas al español. Aunque tampoco tendría que extrañarnos esto teniendo en cuenta que la primera traducción en España de Frankenstein no vio la luz hasta 1944 (Editorial La Pléyade), aunque ya existía una realizada en Argentina en 1912. Las siguientes ediciones del volumen en nuestro país han sido numerosas y muchas de ellas significativamente en sellos orientados al público juvenil dado el estigma ―también en el mundo anglófono hasta hace pocas décadas―, de que se trataba de una historia de escasa sustancia literaria, imaginativa, evasiva, de terror, más apropiada para la sensibilidad adolescente.

Entre los volúmenes de Shelley que existen en nuestra lengua, destacamos los siguientes, además, por supuesto, de las múltiples ediciones de Frankenstein:

  • Cuentos góticos (Valdemar, 1993).
  • Maurice o La cabaña del pescador (Ediciones B, 2001), es un libro infantil que la autora escribió en 1820. Extraviado, se recuperó una copia manuscrita en Italia en 1997.
  • Transformación y otros cuentos (Páginas de Espuma, 2010).
  • Historia de un viaje de seis semanas: a través de una parte de Francia, Suiza, Alemania y Holanda (Colmenar Viejo, 2013).
  • Mathilda (Cátedra, 2018).
  • El último hombre (Akal, 2020).
  • Amar y revivir: cuentos escogidos (Hermida, 2020).
  • Poemas (Visor, 2021), en edición bilingüe, donde se recoge su obra poética que permaneció inédita en vida de la autora y ha sido ignorada hasta tiempos recientes.

¿Recibió algún tipo de reconocimiento literario Mary Shelley? La valía que, como artista, se le otorgó en su tiempo fue bastante contradictoria. Frankenstein consiguió un éxito de público casi instantáneo ―se realizaron numerosas adaptaciones teatrales en vida de la autora―, aunque fue publicada anónimamente y, durante un tiempo, se atribuyó a su marido, quien la prologó y participó activamente en la primera edición. El eco del éxito de su primera creación se reprodujo en sus novelas posteriores que aparecían atribuidas al «autor de Frankenstein», sin mencionar directamente el nombre de la escritora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Portada del segundo volumen de Valperga (1823) «del autor de Frankenstein»

Hasta mediados del siglo XX los estudios sobre la autora y su obra fueron limitados. En relación con esta omisión, podemos señalar el debate de algunos estudiosos que han llegado a dudar de la atribución de Frankenstein, valorando si debería adjudicarse a su marido. Es decir, se cuestionaba la capacidad de una mujer escritora, además tan joven, de producir por sí sola una novela tan impactante, de tintes macabros.

A partir de los años 70, sin embargo, se multiplicaron exponencialmente los trabajos críticos sobre la novela y sobre su creadora. Es decir, aunque su ópera prima ya tenía por entonces repercusiones claras en el ámbito de la imaginería popular a través de sus muchas adaptaciones cinematográficas, televisivas, de cómic, etc., la academia seguía sin darle el peso que merecía.

¿Y cómo vivió Mary Shelley su éxito y su papel como escritora? Pues, a decir de Isabel Burdiel en su introducción a la edición de Frankenstein en Cátedra (2007), su postura fue ambivalente, por una parte, entusiasta y orgullosa, y, por otra, insegura y modesta. Como bien señala Burdiel, que una mujer alcanzase la fama por su arte en aquellos tiempos la acercaba a la «mala fama», cosa que ya había ocurrido con su madre, autora de la obra pionera del feminismo Vindicación de los derechos de la mujer (1792). Este celebrado volumen, de influencia ilustrada y dentro de los principios de la Revolución francesa, abogaba por la necesidad de que las mujeres fuesen educadas para alcanzar su emancipación y autonomía. Sin embargo, ciertos episodios personales de la vida de Wollstonecraft empañaron la reputación de la autora y de su texto durante décadas.

Mary Wollstonecraft, madre de Mary Shelley, retrato de John Opie (1797)

En el prólogo de Frankenstein a la edición de 1831, Mary Shelley refleja esta oscilación entre el alarde por su temprana pasión por la escritura y un evidente recato ante una excesiva exposición personal y artística:

Cierto es que soy muy reacia a mostrarme a mí misma por escrito; pero mi historia solo aparecerá como un apéndice a una producción anterior y se limitará a los temas que tengan relación únicamente con mi autoría, difícilmente me acusaría a mí misma de violar mi intimidad. No es de extrañar que, siendo hija de dos distinguidas celebridades literarias, pensaba, desde muy pequeña, en escribir.

Frankenstein o el moderno Prometeo

 Información contenida en la contraportada (Edición y traducción de Margarita Carretero González, Comares, 2018)

Celebramos en 2018 el bicentenario de la publicación de Frankenstein, un clásico literario que ha adquirido la categoría de mito moderno, si bien desvirtuado de su concepción original, en buena medida debido a la simplificación que la novela experimentó tras su salto a los escenarios y, más tarde, a la gran pantalla. Gestada en el verano de 1816, cuando Mary Wollstonecraft Godwin todavía no era Mary Shelley y aún no había cumplido diecinueve años, este «moderno Prometeo» y su infeliz criatura vieron la luz el primer día de 1818. Escondida en el anonimato, Mary Shelley reivindicaría su autoría en la segunda edición de la obra, cinco años más tarde, para publicar una nueva edición corregida en 1831, tomada por definitiva y convertida en estándar.

La presente edición ofrece la traducción de la edición de 1818, que mantiene intactos los elementos auto-censurados para la edición de 1831 y está, por tanto, libre de los pasajes ampliados y añadidos para esta última. Debido a los cambios a los que Mary Shelley sometió su obra original, destila la edición de 1831 una visión fatalista del mundo que permite su lectura, si bien solo hasta cierto punto, como relato admonitorio sobre los peligros de la ciencia y de la ambición. La edición de 1818 ofrece una mayor coherencia filosófica interna, está estrechamente ligada al contexto histórico en que la obra se gestó, y propone una exploración audaz de las cuestiones existenciales y morales que plantea la premisa que da origen a la historia. En Frankenstein o el moderno Prometeo, Mary Shelley presenta un estremecedor relato de anhelos, dolor y pérdida que investiga, en última instancia, lo que nos hace humanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Portada de la obra en la editorial Comares.

Estructura y contenido del libro

Son muchos los que reconocen el mito y a la criatura, pero pocos los que han leído la novela. Por lo tanto, uno de los aspectos que resulta más desconocido de la misma es su singular estructura «en abismo», historias insertas dentro de historias, núcleos narrativos concéntricos organizados en tres volúmenes con diverso número de episodios.

Esto hace de Frankenstein, además de una historia novelesca, un relato dramatizado. Como en la La balada del anciano marinero (1798) de Samuel Taylor Coleridge, que tanto inspiró a Mary Shelley, el primero de sus protagonistas, el aventurero Robert Walton, se ve impelido a escuchar toda la peripecia de Víctor Frankenstein, la cual incluye el relato de su criatura y otras historias conectadas. Es Walton en última instancia quien recoge y transmite todo a través de su diario a una receptora, su hermana Margaret, de la que no llegamos a escuchar nunca su voz.

Estas distintas conciencias autoriales engarzadas suponen un suceder de narraciones reveladoras a través de las que vemos desenvolverse a los personajes. Según Vega Rodríguez, este tipo de estructura en abismo, común en las narrativas góticas, permite, por una parte, incorporar un número variado de discursos y, al mismo tiempo, desde el plano estético, aportar espectacularidad y suspense a la trama (2002: 111).

La organización de esta historia envolvente aporta numerosísimas posibilidades significativas al texto como, por ejemplo, la posibilidad de desarrollar paralelismos entre la aventura de Walton y la experimentación de Frankenstein; también establecer conexiones entre los dos núcleos familiares retratados, los Frankenstein y los De Lacey. Asimismo, facilita que apreciemos a los personajes desde muchos ángulos, que podamos detectar sus contradicciones y autoengaños.

Pero quizá, lo más significativo de la novela de Shelley es que dota de voz en primera persona a la criatura, al «monstruo», quien relata los entresijos de su llegada al mundo, de su educación, de su soledad y desamparo. Este rasgo se considera identificativo de las narrativas fantásticas modernas (Ana Casas y David Roas, Las mil caras del monstruo, 2018), con lo que podemos afirmar que Shelley ya lo anticipó en su narrativa.

Autores como Vega Rodríguez consideran que el corazón del texto realmente descansa en la narración del ser creado por Frankenstein. Todo lo demás es una enmarcación que nos dirige o conecta con su historia. La relación entre perseguidor y perseguido, entre personajes que buscan venganza se entrelaza y se confunde a medida que avanza el texto. Pero la historia del monstruo, para el cierre del volumen, permanecerá inconclusa porque, pese a las palabras del ser, no sabemos si llegará a materializar su promesa de suicidio.

La particular estructura engastada de la novela, sin embargo, genera en algunos puntos giros un tanto rocambolescos para posibilitar el fluir de la trama. Así, se ha señalado lo inverosímil de cuestiones como el hallazgo del diario de Frankenstein por la criatura o el encuentro «casual» de esta con el pequeño William y con Justine. Si comprendemos, sin embargo, que bajo la historia late un cierto sentido de irreversibilidad de las acciones, de imposibilidad de evadir el destino ―especialmente en la edición de 1831― estos hechos en apariencia fortuitos, tendrían un sentido ulterior.

No menos peculiares son algunos acercamientos críticos al texto. Así, por ejemplo, hay autores que consideran que en él todo apunta a que la creación del monstruo ha sido una fantasía de Frankenstein y que, en realidad, la criatura sería una especie de alter ego o doppelgänger por lo que, entre otras cosas, sería Víctor quien habría cometido los asesinatos atribuidos a su creación (Morton Kaplan y Robert Kloss, «Fantasy of paternity and the doppelgänger: Mary Shelley’s Frankenstein», 1973).

Frankenstein: vertientes de un «monstruo»

Ilustración del frontispicio de Frankenstein por Theodor von Holst para la edición de 1831.

Como ya mencionaba en el primer apartado, los frentes desde los que se puede acometer el comentario de la obra son múltiples. Vamos a apuntar algunos de ellos.

→Si algo resulta atractivo de esta obra es que su género resulta un tanto escurridizo:

  • Se la ha considerado tradicionalmente como una novela representativa del gótico y del terror. En realidad, más allá de algunos rasgos de carácter de sus personajes, de aspectos estéticos y «atmosféricos», de la relación entre paisaje sublime y sentimiento, ya no se enmarca propiamente en un género que, para el momento de su publicación, estaba en decadencia e incluso se parodiaba abiertamente en novelas como Northanger Abbey (1818), de Jane Austen. Además, si buscamos algún elemento sobrenatural en la novela, fracasaremos: no existe. Todo tiene soporte realista o científico, aunque hoy en día sepamos que no es posible infundir vida en un ser creado artificialmente como lo hace Víctor Frankenstein.
  • Se ha hablado de ella también como una novela sentimental, muy del gusto romántico, género con especial énfasis en el análisis, fomento y expresión de los sentimientos dentro de un contexto realista. Pero, al igual que ocurre con la adjudicación al gótico, no podríamos adscribirla solo a esta forma literaria. De hecho, la mayoría de los críticos ven la novela como un texto híbrido entre el gótico y la novela sentimental (Isabel Burdiel, 2007).
  • Algunos la han considerado la primera obra de ciencia ficción digna de tal nombre (Brian W. Aldiss y David Wingrove, Trillion year spree: the history of Science Fiction, 1986) o el texto fundacional de este género (Teresa López Pellisa, Historia de la ciencia ficción en la cultura española, 2018). Y es que, con excepción de la leyenda hebrea del gólem, de la que Shelley no parece haber bebido directamente, no existen apenas precedentes sobre relatos de hombres artificiales en la literatura. Sin embargo, encasillar completamente Frankenstein en la ciencia ficción tampoco está exento de dificultades ya que la «sustancia» científica, o de avance tecnológico, ocupa unas pocas páginas del relato y con un desarrollo bastante escaso.
  • Recoge elementos de la prosa epistolar, de la novela de viajes, además de diversas tradiciones más.

Más adecuado es considerarla, por lo tanto, como una narrativa con la magistral capacidad de hibridar influencias y de, con ello, dar lugar a un producto novedoso y particularmente original.

→Uno de los aspectos más debatidos sobre Frankenstein es su origen y su inspiración. A este respecto, las teorías se multiplican enormemente. Lo mismo que ocurre con su género, no hay una sola respuesta cierta; la propia Mary lo corrobora en su prefacio a la edición de 1831 aludiendo a varias inspiraciones. Esbozaremos solo algunas de estas hipótesis.

  • Frankenstein seguramente tiene el honor de ser la obra de la literatura universal de la que en más detalle se conoce su concepción dentro de un contexto de resonancias legendarias: la famosa reunión de Mary, Percy, Lord Byron, Polidori y Jane Clairmont (hermanastra de Mary) en Villa Diodati, a orillas del lago Lemán, en Ginebra, una noche de junio del desapacible verano de 1816. Según Manuel Cuenya para un artículo en el Diario de León en 2010 («Frankenstein de Mary Shelley y sus versiones cinematográficas»), este escenario podría considerarse un auténtico filandón. La suerte de desafío, capitaneado por Lord Byron, que surgió entre los presentes para escribir un texto inquietante inspirado por la lectura de Fantasmagoriana (1812), compilación de relatos alemanes de terror, se cita siempre como el aldabonazo que desató la imaginación de Mary Shelley. Sin embargo, se ha hablado también del aguijoneo de su marido, siempre deseoso de que su pareja, hija de tan ilustres padres, hiciese honor a su ascendencia. Aunque, curiosamente, en el prólogo de 1831, Mary Shelley trata de restar peso a la intervención de Shelley en la novela. Remando al viento (1988), película de Gonzalo Suárez, aunque con muchas licencias poéticas, recrea parcialmente este momento en un interesantísimo filme donde se intenta capturar la personalidad de los protagonistas y la atmósfera creativa del contexto.

 

Villa Diodati en la actualidad.

  • Mary Shelley, más allá del estímulo competitivo con sus amigos, dijo haberse inspirado en un sueño pesadillesco para comenzar a fraguar a su científico con unas primeras palabras resonando en su mente («Era una lóbrega noche de noviembre…»). Recordemos que era muy del gusto de la época conectar lo onírico con la inspiración y se atribuían los malos sueños a la posesión por seres malignos.

 

La pesadilla (1781), de John Henry Fuseli

  • Otro de los frentes que se han argumentado para explicar la trama de la obra es el histórico. La autora, pertinaz lectora, conocía las andanzas de algunos científicos famosos como Johann Conrad Dippel (1673-1734), nacido este, además, en el castillo de la familia Frankenstein, en la actual Alemania. Se trató de un alquimista y químico conocido por, entre otras muchas cuestiones, experimentar con cadáveres. Estuvo rodeado por multitud de polémicas a lo largo de toda su vida. Otras localizaciones y personajes históricos, o novelescos, con apellidos idénticos o similares al del protagonista de nuestra novela se han citado como potenciales fuentes de inspiración (Vega Rodríguez, 2002). También, dentro de las influencias históricas, cabe destacar el auge de los seres mecánicos o autómatas en el siglo XVIII —aunque ya había habido precedentes en siglos previos—, que excitaban la imaginación popular sobre la propia naturaleza de lo viviente y sus límites. Muy interesante sobre este asunto es el estudio El rival de Prometeo. Vidas de autómatas ilustres (2009), de Sonia Bueno y Marta Peirano.

Recreación del famoso «Hombre de palo» del inventor Juliano (Juanelo) Turriano (1500-1585). Testimonio de la fama de este ingenio es la existencia de una calle en Toledo con este nombre.

  • Mary Shelley, además de interesada por la literatura, también lo estaba por los desarrollos científicos, cuestión de la que dejó constancia en sus diarios personales. Unido esto al interés de su marido por el tema, sin duda, favoreció el caldo de cultivo para la elaboración de su narrativa. Como Víctor Frankenstein en la historia, los campos de la «filosofía natural» más en boga en el momento eran la química, la física y la fisiología y algunas de las inquietudes que perseguían estas investigaciones eran, entre otras, la localización del origen, de la «chispa», de la vida. De ahí que fueran muy reconocidos los experimentos realizados por figuras como Erasmus Darwin o Luigi Galvani, ―aunque hay que señalar que en la novela no se menciona en ningún momento cómo Víctor infunde vida a su criatura. Es importante tener en cuenta todo esto para entender que Mary Shelley no se basó en relatos góticos, ni en puras imaginaciones, sino en el ambiente científico de su época, donde ya la figura divina había quedado totalmente arrumbada. No olvidemos tampoco que en lengua inglesa se emplea la denominación «Age of wonder» [La edad de las maravillas] para hablar del efervescente clima científico de finales del XVIII.

Ilustración de los experimentos de Luigi Galvani con la aplicación de electricidad a un cuerpo muerto y su consiguiente activación.

  • La novela contiene muchos rasgos autobiográficos, algo muy del gusto de la novela sentimental y del romanticismo. En concreto, se ha insistido mucho en relación con las diversas situaciones de orfandad que se presentan en la obra o la descripción de la familia como núcleo social ideal siempre amenazado por infortunios. También autoras como Anne K. Mellor han interpretado las dificultades paterno y maternofiliales en el texto como reflejo de los miedos e inseguridades de Mary Shelley hacia la maternidad. En cualquier caso, la novela incluye varios guiños a su propia vida y familia (las siglas de la hermana de Richard Walton, el primer narrador, se corresponden con los de la propia Mary Shelley, es decir M.W.S.; Víctor, el nombre del protagonista, era un pseudónimo que Percy solía utilizar…).
  • Las fuentes literarias de las que bebe Shelley son muy significativas. En especial hay dos textos claves que aparecen reflejados muy claramente en el desarrollo de la obra con alguna que otra mención explícita: El paraíso perdido (1667), de John Milton y La balada del anciano marinero (1798), de Samuel Taylor Coleridge. La primera fue una obra de enorme éxito e influencia en la literatura en lengua inglesa: una epopeya en verso de la caída de Adán y Eva donde, significativamente, el villano, un vengativo Satán, ocupa un lugar protagónico. De hecho, Joyce Carol Oates ha llegado a afirmar sobre la novela de Shelley que es: «en su mayoría, una especie de pátina o réplica de El paraíso perdido […]. La influencia de John Milton sobre Frankenstein es tan general como para figurar prácticamente en cada página» («Frankenstein’s fallen angel», 1984). En cuanto a la obra de Coleridge, a quien Mary conoció personalmente en su casa, en las tertulias literarias de su padre, la influencia es obvia en temas como la expedición marítima y la maldición que asedia al protagonista tras su «pecado», la muerte de un albatros. Cabe mencionar también la retroalimentación que supuso Frankenstein para otras obras literarias de sus coetáneos y amigos como el Caín (1821), de Lord Byron o el Prometeo desencadenado (1820), de Percy B. Shelley. En todas ellas vemos cómo un antihéroe o un rebelde se alza con el protagonismo, todo claramente enraizado al espíritu del momento.

Lucifer, protagonista de El Paraíso perdido, dibujado por Gustave Doré.

  • En conexión con el punto anterior, las fuentes míticas son esenciales desde el momento en que la segunda parte del título se identifica con el personaje mitológico de Prometeo y su acto de hibris, de desmesura, de arrogancia. En la antigüedad griega, la hibris conducía inevitablemente al castigo que, en el caso de Prometeo y muchos otros personajes míticos, era infligido por los dioses y que, en la novela, también sufre Víctor. Este rebelde, para el que existen multitud de variantes clásicas del mito, conecta con la perturbación que el acto de Frankenstein comete al insuflar vida en un ser antinatura. En su Frankensteiniana (2002), Vega Rodríguez desmenuza las distintas versiones del mito de Prometeo y sus lecturas en relación con la obra de Mary Shelley. A través de esta veta interpretativa se ha tendido a adjudicar una lectura alegórica e incluso moralista a la novela. Muchas contraportadas de distintas ediciones de la novela han enfatizado a lo largo de las décadas que se trata de una advertencia contra los excesos científicos. En este sentido, incluso la obra ha dado nombre a un síndrome para designar los miedos hacia el avance inmoderado de la ciencia. Las modificaciones que Shelley introdujo en la edición de 1831 estarían más encaminadas en esta dirección, habiendo la autora recibido muchas críticas a la primera edición. Así, en una de las primeras reseñas en el Monthly Review, se tilda a la novela de «historia burda [que] desafía toda noción de probabilidad y no conduce a ninguna conclusión moral o filosófica» (1818). Sin embargo, si nos ajustamos a la primera edición, en línea con lo que afirma Burdiel en su prólogo a la obra, Frankenstein no debe entenderse simplemente como una fábula moral, sino como algo mucho más complejo, un cuestionamiento plenamente romántico del ser, su identidad y sus representaciones.

→La cuestión filosófica, candente en el momento, a raíz de las teorías de Rousseau, que debatían sobre la naturaleza del ser humano, la educación y la influencia de la sociedad en el individuo. La anónima criatura que modela Frankenstein se ve desamparada por su creador desde el momento mismo de su creación. Arrojado al mundo sin la mínima noción de este, sin el menor conocimiento ni experiencia, aprenderá todo lo que sabe a partir de la observación de una familia modélica, los De Lacey y a través de ellos y de una serie de libros, adquirirá el dominio del lenguaje y un nivel intelectual sorprendente. También a partir del terror y rechazo que causa en quienes con él se cruzan, se prenderá en él la chispa del odio y la venganza y un deseo de apartarse de la humanidad. Es decir, un ser, ejemplo perfecto del «hombre natural» roussoniano, naturalmente inclinado a la bondad, a la pasión por el conocimiento y a la admiración de la belleza y la naturaleza, se transmuta en un ente colérico y homicida. Por esta y por las razones expuestas hasta aquí, Burdiel considera que la mejor clasificación que se le puede aplicar a la novela es la de «filosofante», recurriendo a un término acuñado por el escritor Thomas Bernhard.

→El tema de la identidad reflejada en el monstruo como Otro absoluto y su relación con un «padre» y toda una sociedad que lo repudia frontalmente. Tengamos en cuenta que ni siquiera el relato de su penosa historia en el volumen II de la obra consigue conmover a Víctor. A lo largo de la obra se denomina a la criatura «demonio», «monstruo», «engendro», entre otros apelativos, y solo en puntuales ocasiones se le equipara al humano. Tengamos en cuenta al auge de la fisiognomía en el XVIII y XIX, pseudociencia que discriminaba el carácter del individuo a través de sus rasgos físicos. Solo el ciego patriarca de la familia De Lacey lo escucha sin prejuicio porque su incapacidad visual le impide reconocer su alteridad física. Hay críticos que también apuntan a que la criatura nos conmueve como lectores precisamente porque, a diferencia de Víctor Frankenstein, no lo vemos en toda su diferencia y deformidad. Solo escuchamos sus palabras y, en ellas, no se trasluce lo maligno que Víctor observa en su enorme cuerpo. La criatura es un monstruo en todo el sentido del término, en tanto que fascinante y aterrador.

 

Ilustración de un libro de fisiognomía (siglo XIX).

→Esta lectura, desde posiciones psicoanalíticas, ha tenido muchas amplificaciones. En la actualidad, está teniendo gran auge la interpretación desde la vertiente del posthumanismo, es decir, antes del advenimiento de los robots, los cíborgs o de la inteligencia artificial, ya Mary Shelley anticipó la problemática ontológica que implicaría el surgimiento de un ser artificial pensante o sensitivo. Ente liminal que, aunque con rasgos y características humanos, es lo suficientemente diferente como para suscitar un horror incontrolable en todos los que se relacionan con él. Estaríamos ante un Adán que se mide a su demiurgo, una nueva especie, que pedirá cuentas a su creador de su nacimiento y de su existencia. El drama desgarrador de la criatura, en principio, buena, sensible e inteligente es que nadie es capaz de identificarlo como un sujeto ético, de empatizar con su alteridad y su soledad. Resuena a lo largo de toda la obra la contundente declaración de la criatura: «Si soy malo es porque soy desgraciado». Esta línea interpretativa la desarrolla Margarita Carretero González en trabajos como «The posthuman that could have been. Mary Shelley’s creature» (2016).

→El paisaje, la naturaleza y su conexión con la sensorialidad y la sentimentalidad son centrales en la novela como parte del movimiento romántico. Siguiendo la estela del pensamiento de Rousseau o de Edmund Burke, la percepción y los sentimientos se desatan en función del tipo de escenario natural representado. Recordemos los versos de Percy Shelley dedicados al Mont Blanc donde lo compara con la imaginación del poeta:

¡Oh desierto que solo la tempestad habita,
y en donde arroja el águila los triturados huesos
del cazador; y el lobo, tras de su huella escrita
en la nieve, aúlla al fondo de los bosques espesos!

¡Cuánto horror amontona tu soledad desnuda!
¡Oh piedra atormentada y espectral cataclismo!
¡Como un planeta en ruinas cubre la nieve muda
la sombra desolada del cielo y del abismo!

Más concretamente, vemos que en Frankenstein se reproduce la dicotomía entre lo bello y lo sublime. Mientras que lo primero arranca complacencia, bienestar y agrado, lo segundo se relaciona con lo inefable, lo vasto, lo descomunal, en definitiva, con lo sobrehumano que conmociona el espíritu. Si en los momentos más optimistas la criatura se emociona con el canto de los pájaros y el espectáculo benigno de la vida, cuando se desengaña de la humanidad, se retirará a parajes inhóspitos. Según Hugo Blair (Lectures on rhetoric and belles lettres, 1783) y Dugald Steward (On sublime, philosophical essays, 1810) cataratas, bosques, tormentas, cumbres montañosas, ríos impetuosos u océanos sin confín evocan lo sublime, lo divino. En Frankenstein localizamos varios de estos escenarios, con la recurrencia del glaciar de Chamonix, que Mary Shelley conocía en persona, y el Ártico y su vastedad blanca de «absoluta extrañeza» ―anotación sobre este paisaje realizada por Mary Shelley en el manuscrito de la obra en 1823.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

William Turner, Mer de glace, Chamonix (1812)

→Otro asunto que se debate en los círculos críticos sobre la novela es la cuestión de sus tres ediciones (1818, 1823 y 1831), en especial de la primera, de 1818, y de la última, de 1831, entre las que existen más divergencias. Mientras que para la primera Mary contó con la colaboración de Percy, de quien, por los manuscritos conservados, se observa que hizo muchas propuestas y correcciones, muchas de ellas a nivel estilístico, para la última, fallecido ya su marido, podemos tener seguridad de que es obra totalmente de la autora. Y, sin embargo, la crítica ha estado polarizada sobre cuál de las ediciones es más fiel al espíritu de la historia, cuál más acorde al sentir de Mary Shelley. Durante muchos años, hasta los 70 del XX, se ha tomado como referencia para ediciones y estudios la última edición, que algunos expertos, como Vega Rodríguez, siguen defendiendo por esa certeza de que es la más próxima a la última voluntad de la escritora, sin injerencias externas. En cambio, últimamente hay una mayor tendencia a favorecer la primera edición (Burdiel, 2007; Carretero González, 2018) ya que se considera que es más acorde al impulso original, al aliento romántico que alumbró la trama. También, con el tiempo, se ha reconsiderado más positivamente la intervención de Percy, no como usurpador de la autoría de su esposa, sino como colaborador puesto que, no lo olvidemos, ambos leían y escribían juntos en multitud de ocasiones. En cualquier caso, es interesante considerar ambas ediciones, algo que se puede hacer con la ayuda de Frankenstein anotado de Leslie S. Klinger donde al texto base de 1818 se añaden notas que aclaran e incluyen las modificaciones realizadas en las ediciones de 1823 y 1831. Grosso modo, las principales diferencias entre el primer y la última edición serían:

  • Estilísticas: se corrigen términos, se añaden o eliminan frases o párrafos para pulir el texto.
  • Argumentales: hay cambios de distinta naturaleza con los que Mary Shelley buscó dar coherencia, redondear o hacer más aceptable la trama. Por ejemplo, en la edición de 1818, Víctor y Elizabeth son primos hermanos con lo que sobre su amor y matrimonio planea la sombra de lo pecaminoso. En 1831 Elizabeth pasa a ser una huérfana adoptada sin ninguna vinculación de sangre con los Frankenstein. Otro ejemplo lo detectamos en el capítulo II donde la escarlatina leve que sufre Elizabeth se transforma en severa en la edición 1831 lo que, de algún modo, la exoneraría de responsabilidad por la infección mortal de Caroline Frankenstein. En el capítulo 1 del volumen II en su primera edición, Frankenstein visita el glaciar de Chamonix acompañado de su padre, su hermano Ernest y Elizabeth, pero en 1831 Shelley decide que emprenda la aventura en solitario, quizá para dotar de más sentido a la necesidad espiritual de reflexión y recogimiento del protagonista.
  • Estructurales: en 1831 se introduce un capítulo más a partir del capítulo 1 del original, con lo que las secciones de la última edición no se corresponden numéricamente con la primera.
  • Filosóficas: Víctor Frankenstein, si bien no admite en ninguna de las ediciones una responsabilidad directa en el destino aciago de su criatura, en la de 1831, Shelley realiza una serie de cambios donde se pone un mayor énfasis en la inexorabilidad del sino del científico. En distintos puntos del texto se incide en que, desde su infancia, se vio abocado por un destino fatal contra el que nada pudo oponer. Según algunos críticos, aquí se reflejaría la visión más pesimista y desencantada con la vida que sufrió Shelley a raíz de sus múltiples desgracias familiares.

La larga sombra de Mary Shelley y su criatura

 

 

 

 

 

 

 

 

Ilustración anónima al artículo «Mary Shelley, la joven creadora de Frankenstein» (Juan Antonio Cebrián, El Mundo, 28/11/2004)

Frankenstein es el único mito con autora y fecha de creación, es decir, no se trataría de una reelaboración de leyendas o relatos previos como ocurre con el caso del vampiro, algo muy evidente en El vampiro (1819), de Polidori o el Drácula (1897), de Bram Stoker, que se nutren de muchas fuentes precedentes. Lo curioso es que, a lo largo de los años, se ha fusionado el nombre de Víctor Frankenstein con su criatura, anónima en la novela. Paradójico si atendemos al deseo irrefrenable de huida del creador tras contemplar el resultado de su experimento.

Como ya hemos señalado, desde su primera edición, la novela fue un abrumador éxito de público fraguándose así la construcción de un mito de espaldas en gran medida a su original. Las primeras adaptaciones teatrales, a pocos años de ver la luz la obra de Shelley, marcaron lo que habría de ser la deriva de la historia en pos de sus aspectos más sensacionalistas y espectaculares. Estos los heredarían las versiones cinematográficas y televisivas en el siglo XX y XXI. De esta manera, rasgos como la afasia del monstruo y su comportamiento zombi y asesino; el retrato de Víctor Frankenstein como «mad doctor» [científico loco]; el recurso al galvanismo para infundir la vida a la criatura y muchos otros tópicos se fueron deslizando en el imaginario popular hasta desvanecer en buena medida la historia y los personajes primigenios.

Una versión fílmica que decididamente contribuyó a asentar una idea determinada de la criatura fue la del director británico James Whale en 1931 seguida por varias secuelas. Así se configuró la estética y carácter definitivos del nuevo ser en la interpretación de Boris Karloff.

 

Foto promocional de Boris Karloff para la película La novia de Frankenstein (1935).

Leslie S. Klinger cuantifica en 147 las películas que en su título contienen la palabra Frankenstein desde 1910 a 2014. Y, si pudiésemos singularizar todas aquellas que aluden a algún elemento de la trama o a sus protagonistas, seguramente el número ascendería notablemente. Así, podemos citar la célebre The rocky horror show, tributo humorístico en formato de musical (1973) con una posterior adaptación cinematográfica (1975), inspirada por muchos aspectos de la obra de Shelley. En la cinematografía española contamos con la significativa El espíritu de la colmena (1973), de Víctor Erice, basada en la iconografía de Whale, cuya película aparece explícitamente en la obra del español.

 

 

Fotograma de El espíritu de la colmena.

Productos de toda naturaleza para niños y adultos con la impronta de Frankenstein, extendiendo el falso nombre de la criatura y de su historia, más o menos desfigurada, nos resultarían incontables.

En el plano exclusivamente literario —incluyendo la literatura infantil, juvenil y cómic—, se multiplican las alusiones, inspiraciones, ecos, homenajes…Una brevísima búsqueda solo en la prosa en español de estos últimos años nos da como resultado cuatro volúmenes que contienen el nombre «Frankenstein» en su título y que se relacionan directamente con el texto de Shelley: Frankenstein (2008), antología de relatos homenaje editados por Fernando Marías; El legado del monstruo. Relatos de terror (2018), antología de relatos conmemorativa editada por Jesús Diamantino; la novela El efecto Frankenstein (2019), de Elia Barceló y el estudio La mujer que escribió Frankenstein (2022), de la argentina Esther Cross.

Pero si algo hace de Frankenstein y su mito una creación de plena actualidad es que, en cierto modo, nuestro tiempo renueva patrones similares a los de la época en la que vivió Mary Shelley. El empuje de los avances científicos en los siglos XVIII y XIX, toda su potencialidad y las dudas y miedos que engendró, se repiten en la actualidad con el enorme desarrollo de la inteligencia artificial y la posibilidad de que un ser humano pueda ser sustituido por una máquina. Dónde comienza uno y acaba otro suscitó en su momento, y suscita hoy en día, una contradicción y una transgresión de muchos órdenes: lo natural y lo artificial; la realidad y el simulacro; lo mecánico y lo sensible; lo divino y lo humano. La otredad y el extrañamiento que puede generar un ser fabricado, sin pasado, pero que toma conciencia de sí mismo y de la mirada de los que le rodean engendra un sinfín de cuestionamientos éticos sobre la identidad y la alteridad. Todo esto ya lo perfiló Shelley en su novela.

El número de obras teóricas y ficcionales que han abordado esta cuestión desde entonces son numerosísimas. Pero muy recomendables son, como ensayos, Manifiesto cíborg (1985) y Mujeres, simios y cíborgs (1991) de la estadounidense Donna Haraway, desde el marco del feminismo, el transhumanismo y el posthumanismo. Los ejemplos literarios son incontables, pero podemos mencionar la mítica y varias veces adaptada al celuloide con el título de Blade Runner, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), de Philip K. Dick. En el cine más reciente, tenemos acercamientos que, sin aludir directamente a la obra de Shelley, nos la recuerdan enormemente como Ex Machina (2014), de Alex Garland. En cómic manga, también trasvasada al cine en varias entregas, cabe destacar, con estética ciberpunk, Ghost in the shell (1989-1990), del japonés Masamune Shirow.

 

 

 

 

 

 

 

Cartel promocional británico de la película Ex Machina

A lo largo de esta guía se aportan títulos de obras que te pueden ayudar a profundizar en la autora y su obra. Aquí te recomiendo dos más, también significativos, a cargo de autores españoles: Mary Shelley: la gestación del mito de Frankenstein (Pilar Vega Rodríguez, 1997) y el completísimo estudio sobre Frankenstein y todas sus prolongaciones culturales Frankenstein, el mito de la vida artificial (2000), de Tomás Fernández Valentí y Antonio José Navarro.

A continuación, puedes explorar algunos enlaces que te ayudarán a pergeñar una visión más completa de Mary Shelley, de su influencia y de sus trabajos:

  • Adaptación radiofónica de Frankenstein de Juan José Plans (1995). RNE Audio. [Radioteatro de la obra completa en 25 entregas].
  • Mary Shelley: 200 aniversario de Frankenstein (05/01/2018). Historias de RNE. [Magnífico programa radiofónico de más de 3 horas dedicado a Mary Shelley y Frankenstein y donde se aporta abundante bibliografía y filmografía].
  • 200 años de Frankenstein con Pedro Ruiz-Castell (25/01/2018). RNE Audio. Longitud de onda. [Acercamiento radiofónico a Frankenstein desde la vertiente científica y con interludios de música de cine].

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Episodio 11 de Los Simpsons «El monstruo de Frinkenstein» (Temporada 35)

Por último, podríamos singularizar muchos homenajes de escritores de renombre en honor a Mary Shelley y su magna novela, pero aquí voy a destacar solo dos especialmente elocuentes.

Por un lado, Joyce Carol Oates sopesa una cuestión que debería causar auténtica admiración:

¿Cuántas creaciones de puro lenguaje han pasado de los ritmos idiosincrásicos de las voces de sus autores a lo que podría llamarse una conciencia cultural colectiva? («Frankenstein’s Fallen Angel», Critical Inquiry, vol. 10, nº 3, 1984, p. 548).

Por otra parte, en el prólogo a la edición de Frankenstein anotada por Leslie S. Klinger, Guillermo del Toro dedica bellísimas palabras a la autora y al texto del que hace una certera lectura:

La virtud de esta obra maestra reside en el hecho de que opera sencillamente a varios niveles. Primero, funciona perfectamente como una interesante historia al emplear una narrativa cambiante: una carta, un testimonio y una súplica de tres hombres en busca de significado —el capitán, el científico y la criatura—. […] A otro nivel, la obra es una parábola perfecta si bien una que busca proporcionar una despiadada verdad. Tradicionalmente, la parábola se usa para iluminar la mente, para alumbrar el conocimiento, pero Shelley la emplea para medir la profundidad de nuestra desesperación cósmica: la soledad esencial de nuestra existencia. A diferencia de Milton, ella no se lamenta de la pérdida del Paraíso, sino que, más bien, nos revela que nunca hubo uno. («Introducción: Mary Shelley o la moderna Galatea», Frankenstein anotado, 2017, p. xiii).

Lectura

La lectura de la novela puede revestir varias problemáticas. Una de ellas, como señala Stephen King en su prólogo a la edición ilustrada de Frankenstein de Bernie Wrightson (1983), radica en que las expectativas de un lector que conoce el mito a través de los giros impactantes de las adaptaciones audiovisuales, se estrellará contra una narrativa que, a primera vista, parece cumplir pocas de ellas. El mismo King confiesa que abandonó la lectura del libro cuando lo inició a la edad de 13 años y no la retomó hasta que, obligado, ya adulto, tuvo que enseñar la novela en un curso que impartía en una escuela secundaria. No olvidemos que también el estilo de la obra, que en 2018 cumplió su segundo centenario, responde a los parámetros del Romanticismo lo que, en buena medida, se aleja del tipo de prosa contemporánea a la que podemos estar habituados.

Más allá de estas potenciales dificultades, la obra es un singular compendio de personajes, ideas y temas que nos tocan por su plena actualidad. Es una narrativa que, por su enjundia, merece una segunda lectura, lo que siempre ayudará a captar todos sus matices.

Aquí tienes algunas de las cuestiones posibles sobre las que puedes reflexionar de cara a nuestro coloquio.

→ La estructura narrativa:

  • La función de los diversos narradores que van enmarcando la acción.
  • El desarrollo de la trama en función de la estructura.

→ El género de la obra:

  • ¿Novela gótica o de terror?
  • ¿Novela de ciencia ficción?
  • ¿Novela híbrida?

→ Los personajes y sus relaciones:

  • Las relaciones familiares.
  • El científico y su criatura.

→ La ciencia:

  • Alquimia y/o ciencia.
  • La ciencia como progreso y amenaza.

→ Aspectos filosóficos:

  • La responsabilidad de Víctor Frankenstein hacia su criatura.
  • La educación de la criatura.
  • La criatura en su alteridad y en su conciencia. La criatura como sujeto ético.
  • La actualidad del dilema de la criatura artificial y de sus creadores.

→ Aspectos míticos y literarios:

  • Aspectos del mito de Prometeo y otros mitos en la novela.
  • Influencias literarias recogidas por Mary Shelley.
  • La influencia de la novela de Shelley en la literatura posterior.

→ El paisaje y el sentimiento románticos.

→ La trascendencia popular y mediática de la obra.

 

 

Cartel de la famosa comedia El jovencito Frankenstein (1974), del director Mel Brooks.

Club de lectura 2024-2025

XII edición del CLUB DE LECTURA UNIVERSIDAD DE LEÓN

Si te interesa obtener el
diploma acreditativo con reconocimiento de créditos ECTS, debes matricularte en Extensión Universitaria, en las         XII Jornadas del Club de Lectura Universidad de León

El Club de lectura  de la Universidad de León propone actividades que no solo están dirigidas al público universitario. La participación está abierta a cualquier persona de la sociedad interesada es gratuita. No hay límite de edad ni se exige disponer de ningún certificado de estudios.

Pretendemos reunirnos periódicamente para compartir la experiencia de la lectura y aprovecharla como competencia transversal para completar la formación académica y personal. Las sesiones del Club están abiertas tanto a la comunidad universitaria como a la sociedad.

Calendario
Fecha de inicio: 24/09/2024
Fecha de finalización: 17/12/2024

Horario
19:00 horas.

Lugar de celebración y formato: presencial /online
La sede del club le lectura está en  la Biblioteca San Isidoro (Campus de Vegazana, León), en cuya  sala de conferencias se celebran todos las sesiones y encuentros de los socios. De forma combinada, ofrecemos el formato  híbrido online síncrono a través de Meet (Por si quieres saber más de Meet: Guía rápida de Google Meet pdf)

FORMAS DE PARTICIPACIÓN (¡importante!)

  1. Si estás interesado en obtener el diploma acreditativo para el reconocimiento de los créditos ECTS,  debes matricularte en Extensión Universitaria de la ULE. Más información sobre esta modalidad en nalvm@unileon.es

    ¡¡¡No todo el mundo tiene que matricularse!!!

  2. La Universidad de León abre su club de lectura a toda la sociedad, de forma abierta y gratuita. No necesitas  matricularse para poder participar, aunque sí te pedimos que nos manifiestes tu deseo de hacerlo para tenerte en cuenta, enviarte los avisos y recordatorios e invitarte a nuestras sesiones de GOOGLE MEET…  Envíanos tus datos al correo nalvm@unileon.es para que sepamos que contamos contigo. Indícanos:
    – Nombre y apellidos.
    – Correo electrónico (si eres miembro de la ULe, el institucional).
    – Tipo de usuario: Estudiante/ PDI/ PAS /Externo.
    Por lo tanto, si solo estás interesado en participar en coloquios y encuentros (virtuales) de las lecturas, no  es necesario que te matricules ni pagues ninguna cantidad económica, pero sí que nos avises por correo y que nos envíes tus datos.
  3. Puedes participar  a través del blog:  te ofreceremos información de cada una de las sesiones y podrás enviarnos tus comentarios. Además grabaremos las sesiones y las pondremos a tu disposición para que las tengas disponibles siempre que quieras o  por si no has podido asistir al encuentro en directo. Para participar de esto modo tampoco existe ningún requisito.

Guía a la la lectura: De bestias y aves, de Pilar Adón

Por Natalia Álvarez Méndez

PILAR ADÓN (Madrid, 1971)

Escritora, traductora y editora. Ha publicado las novelas De bestias y aves (Galaxia Gutenberg 2022), por la que ha recibido el Premio de la Crítica, el Premio Francisco Umbral al Libro del Año y el Premio Cálamo Otra Mirada, Las efímeras (Galaxia Gutenberg, 2015) y Las hijas de Sara (Alianza, 2003), así como el relato largo ilustrado Eterno amor (Páginas de Espuma, 2021), y los libros de relatos La vida sumergida (Galaxia Gutenberg, 2017), El mes más cruel (Impedimenta, 2010), por el que fue Nuevo Talento Fnac, y Viajes inocentes (Páginas de Espuma, 2005), por el que obtuvo el Premio Ojo Crítico de Narrativa. Ha publicado los poemarios Da dolor, Las órdenes (Premio Libro del Año 2018 del Gremio de Libreros de Madrid), Mente animal y La hija del cazador (La Bella Varsovia, 2020, 2018, 2014 y 2011, respectivamente). Ha traducido obras de autores como Henry James, Penelope Fitzgerald, John Fowles y Edith Wharton.

OBRA

La producción de Pilar Adón es fruto de una exigencia artística muy sólida. Su narrativa penetra en lo sombrío del mundo, en su crueldad, en lo turbador, en lo inquietante, mediante la elipsis, la sugerencia, la insinuación y lo descarnado. Juega con interrogantes que reflejan las tensiones que conforman el mundo, la existencia, el ser humano y la naturaleza.

TEMAS RECURRENTES

  • El deseo de huida.
  • El duelo, la experiencia del miedo y de las inseguridades, la crueldad, los conflictos inevitables para el ser humano. 
  • El encierro. 
  • El aislamiento. 
  • La naturaleza, la botánica, horticultura, la jardinería, las plantas, los animales, los insectos.
  • Lo invisible, lo irreal.

RECURSOS DE INTERTEXTUALIDAD Y REFERENCIAS ARTÍSTICAS

Como elementos que se acompasan con las líneas temáticas abordadas.

ESTÉTICA DE IRREALIDAD

  • Es una gran narradora de lo enigmático y, en cierto grado, desde modalidades que pueden jugar con lo fantástico, con los límites entre lo real y lo irreal, entre lo posible y lo imposible, lo natural y lo sobrenatural. 
  • En su última novela, De bestias y aves, tiene más peso lo realista que en otras ficciones anteriores, aunque la irrealidad, esa deformación más o menos intensa de lo estrictamente real y aquello que nos aproxima al misterio, sigue latente en algunos detalles. Concibe la literatura como algo hiperracional. 

LENGUAJE 

En su obra es común localizar pasajes muy poéticos. Cuida la palabra y su ritmo. Busca la palabra que nos lleva a la exploración, a la turbación y al asombro, la palabra que nos brinda múltiples interrogantes que nos permiten interpretar lo interior y lo social, que nos conmociona con fuerza y que nos interpela a la vez que entablan un diálogo y un debate sobre aquello que somos. En la lectura oral se percibe muy bien ese ritmo.

ATMÓSFERAS

La autora ofrece un universo literario muy personal, totalmente reconocible, por sus elementos integrantes, pero también por las descripciones repletas de elementos sensoriales, que turban, que remueven, que tocan las emociones. Sobresalen, en esa línea, variadas gamas de colores, de olores y de sonidos. 

SÍMBOLOS

  • Elementos naturales, objetos, nombres de personajes y de espacios. 

PERSONAJES 

  • Personajes con miedos e inseguridades, que huyen incluso de sí mismos, y que muestran la complejidad del ser humano, de sus complicados vínculos de dependencia, de dominación y de sumisión. 
  • El paisaje, así como los seres de la naturaleza, los animales que parecen contemplar a los personajes y desentrañar sus pensamientos. 

PERSONAJES MASCULINOS

  • El hombre como clara amenaza.

PERSONAJES FEMENINOS

  • La mujer enfrentada a duelos, conflictos y violencia, lo monstruoso.
  • Retrato de la angustia, de los apegos, de la culpa y de la crueldad. 
  • Mujeres de diversas edades, mayores y niñas, sabias o con una mirada otra que nos acerca al misterio. 
  • Las hermanas.
  • Se introduce con frecuencia el eje temático del aislamiento en comunidades de mujeres, apartadas de la civilización, con sus propias reglas y rituales (Las efímeras, Eterno amor, en distintos cuentos), apartadas de la civilización.

ESPACIOS 

  • Lugares fuera del mundo. Próximos a los de los cuentos infantiles. 
  • Parajes sombríos, bosques o medio natural.
  • Casas cerradas. 
  • Espacios que realzan los conflictos experimentados por los personajes. 

SEMIOTIZACIÓN DE LA CASA

  • Contraste entre la protección y la hostilidad, el refugio y el lugar del encierro. 

NATURALEZA

  • Tendemos a pensar en sujetos humanos o similares a los humanos como personajes, pero también el paisaje se convierte en ocasiones en un protagonista más de la ficción y lo hace con gran fuerza significativa. En el caso de Adón, el diálogo con la naturaleza es constante en toda su narrativa. 
  • La naturaleza realza el estado de ánimo de personajes decaídos. Y, en ocasiones, refleja la existencia de seres salvajes, de pasiones destructivas. 
  • En los cuentos de Viajes inocentes se reflexiona sobre lo diminutos y vulnerables que somos ante lo inmenso de la naturaleza (“Las ramas no son perfectas”). 
  • En El mes más cruel habla de la dignidad de la naturaleza mayor que la del ser humano, en ella nos dice que no hay deslealtad, vanidad, altanería, mentira, infidelidad, cobardía o avaricia, frente a personajes que deben aprender a “salvarse de la destrucción” (“Genios antiguos”). Es imposible dominar la naturaleza (“En materia de jardines”); en lo natural, fluyen la vida y la destrucción (“El infinito verde”); los cambios de estación, en concreto la llegada del otoño, recuerdan el paso del tiempo, el saberse mortales (“El fumigador”)
  • En los relatos de La vida sumergida se insiste en la imagen del cosmos ajeno al hombre, la fuerza de la naturaleza, todo es vida y destrucción (“Un mundo muy pequeño”). Se enfatizan las relaciones de sometimiento de unos ante otros, las relaciones de dependencias constantes, de las que no es posible escapar ni siquiera en la huida a un regreso a lo básico y a lo primitivo, a lo comunal y a lo compartido (“Vida en colonias”); y la imposibilidad de huir a lo natural, de ocultarse en el bosque (“Fides”). Sobresale el cierre con relatos muy perturbadores: “Gravedad”, que insiste en la autosuficiencia, en la necesidad de independencia, en no aferrarse a nada ni a nadie, en la conversión en seres de agua, en vengadoras; y “Dulce Desdémona”, en el que la ferocidad de lo natural se asemeja a la brutalidad acumulada por la protagonista, más próxima al reino de lo animal y de lo irracional. 
  • También sus novelas abordan las cuestiones precedentes. Por ejemplo, Las efímeras, encuadrada por Pozuelo Yvancos en las formas distópicas de la novela de la crisis. En ella, Pilar Adón recrea un mundo asfixiante y extraño, alejado de la civilización y marcado por las destructivas emociones humanas, en el que se integra una comunidad que evoca la escuela libertaria francesa de principios del siglo XX. Dicho microcosmos revela la imagen de una sociedad sectaria, que se asemeja a una colmena en su funcionamiento, en la que prevalece un orden creado que controla el ambiente con pretensión de convertirlo en inofensivo pero que acrecienta la violencia y el dominio. En Las efímeras se pone de relieve la indefensión ante lo imprevisible que se genera en una comunidad estructurada de forma aparentemente perfecta pero perturbadora en su realidad. Todo ello conduce a la reflexión sobre las utopías que se desmoronan.
    Si Las efímeras incurre en el fracaso de la utopía, tal como reseña Ángeles Encinar, es «por la perversión de las relaciones entre los seres humanos» (2016: 20). En esta narración, la vida en la naturaleza ofrece, citando de nuevo a Pozuelo, la imagen «de un mundo hostil, nada halagüeño, gobernado por elementales fuerzas que se imponen a las criaturas y de las que ellas mismas son consecuencia» (2017: 368). El contrapunto de lo natural es, por lo tanto, una buena herramienta para profundizar en los entresijos de la condición humana.
    En ese marco físico natural destaca un espacio muy significativo, el del bosque, concebido como amenaza y asociado al misterio y al extravío, al significado que tiene en los cuentos de la infancia: el espacio del abandono, de la pérdida de la inocencia por la vivencia del daño, la muerte y la ausencia de paraísos. En Las efímeras encontramos pasajes encuadrados en ese ámbito, a veces asociados al rodeo, al caminar para huir o para reencontrarse con uno mismo.
    Así pues, el entorno natural no aparece ensalzado ni se perfila como la solución definitiva. Por una parte, no se alcanza una tranquilizadora integración en la naturaleza, pues la existencia en ese entorno no implica la recuperación arcádica de modos de vida. Por otra, no se logra romper con las relaciones de dependencia y de dominio. La regresión social y la fragilidad del ser humano quedan puestas en evidencia. En palabras de Pozuelo, Las efímeras está alejada «de toda idealización de la naturaleza, que convertida en un ser vivo es fuente de peligros y depredaciones» (2017: 368).
    En Las efímeras se insiste en la dureza del trabajo en la tierra, en la constancia y el esfuerzo que es preciso dedicarle en un ámbito del que la naturaleza se podría apropiar en cualquier momento porque en él ni se espera ni se necesita la presencia del hombre. Asimismo, la imagen final pone de relieve el triunfo de la naturaleza incólume ante las pasiones humanas. La novela realza la otredad de la naturaleza, su fuerza desbordante, capaz de resistir la amenaza que supone el hombre que la esquilma, ajena al discurrir humano. Nos enfrenta a la superioridad de lo natural, derivada de su salvaje vigor y del carácter de inmutabilidad, de entidad no sujeta a la fugacidad a la que se somete la vida del hombre. 
  • Pilar Adón reflexiona, con frecuencia en el conjunto de su obra, sobre la importancia de que volvamos a ser capaces de relacionarnos con el medio natural, a tener una reconfortante sensación de pertenencia, incluso reconociendo y siendo conscientes de la vertiente geórgica, no arcádica que puede tener.

SUGERENCIAS PARA LA LECTURA DE DE BESTIAS Y AVES

  1. ¿Consideras que quedan dudas acerca de la realidad/irrealidad de lo contado y percibido por la protagonista?
  2. ¿Percibes como poético algún pasaje?  ¿Funcionaría como poesía o prosa poética en la oralidad?
  3. ¿Qué atmósfera o qué descripción te ha provocado más impacto al leerla? ¿Con qué sentido o sentidos está captada?
  4. ¿Qué acontecimiento o acción de la historia te ha provocado más impacto al leerla?
  5. ¿Qué símbolos te parecen más sugerentes?
  6. ¿Te has fijado en los nombres de espacios y de personajes? ¿Podrían contener también un significado simbólico?
  7. ¿Te sorprenden los rituales de la singular comunidad de mujeres?
  8. ¿Estamos realmente en tiempos y formas diferentes en la actualidad en contraste con los propios de los espacios vinculados a la naturaleza?
  9. ¿Alcanza al final la protagonista la armonía, el equilibrio, el sentido de pertenencia? ¿Cómo has interpretado el final de la novela?
  10. ¿Te han interesado las referencias intertextuales e interartísticas?

Coloquio de los socios: Cuentos escogidos, de Shirley Jackson

(Este coloquio tuvo su propio sorteo de «lotería» entre los asistentes a la reunión. Menos bárbaro, más humano)

Nuestra segunda sesión del Club de Lectura dedicada a la estadounidense Shirley Jackson ha resultado en un animado intercambio de opiniones sobre nuestra primera obra, Cuentos escogidos (2014), selección de relatos representativos de la autora llevada a cabo por la editorial Minúscula. Algunos de nuestros lectores han apreciado la precisión de la prosa de Jackson, pero también han valorado muy positivamente la traducción de esta edición que, en efecto, vuelca de forma muy certera el original inglés.

Los participantes han coincidido en su consideración positiva del volumen, tanto en la calidad de los cuentos antologizados como en el equilibrio entre las dos secciones que lo componen ―ficción y ensayos. Y es que comprender la ficción de Jackson pasa por sumergirse en su vida y en su visión poética. De hecho, varios de los lectores apuntaron su diferente percepción en sus lecturas previas y posteriores a su consulta a la guía de lectura. Tras las primeras, algunos han afirmado que se sintieron desconcertados o, incluso, que algunos de los relatos los dejaron «fríos». Ya sabedores de las implicaciones de las vivencias personales que la autora trasvasó a la ficción, la interpretación de esta resulta mucho más diáfana, más comprensible. Shirley Jackson escribió como vivió. Sus experiencias familiares y domésticas cotidianas las supo plasmar magistralmente en sus textos, pero, al mismo tiempo, insertando las facetas también siniestras e inquietantes que hasta la rutina más anodina puede ocultar.

De los relatos comentados, los que generaron más interés fueron «La lotería», «El amante demoniaco», «La muela», «Charles» y «Siete tipos de ambigüedad». «La lotería», el gran clásico que encumbró al éxito a su creadora, resultó, como cabía esperar, impactante para la mayoría. Mucho se debatió sobre las reacciones públicas, escandalizadas, furiosas, incrédulas, que provocó entre sus primeros lectores en The New Yorker en el año 1948 y que tan bien recoge la propia Jackson en «Biografía de una historia». Algunos de los intervinientes achacaron estas respuestas al puritanismo anglosajón, otros, en cambio, no las vieron muy lejanas de nuestro escenario mediático actual. En cualquier caso, la «La lotería» no pareció dejar indiferente a nadie.

«El amante demoniaco» suscitó un apasionado debate sobra la naturaleza más o menos realista del argumento y sus protagonistas, especialmente sobre la entidad imaginada o real del novio desaparecido. Algún lector señaló, muy certeramente, la sensación angustiosa que la00 lectura le consiguió transmitir con la búsqueda infructuosa de la protagonista en pos de su misterioso prometido. Pero, como otros bien señalaron, el retrato de la joven, sus ansias y neurosis, muestran también las desazones de una mujer de su tiempo acuciada por toda una serie de prescripciones sociales.

«La muela», que comparte muchas similitudes con el anterior, resulta, a decir de varios lectores, muy representativo de la vida de la propia escritora: mujer de familia que desea escapar para encontrarse a sí misma, sus anhelos, sus pasiones, su identidad opacada por tantos años de no priorizar sus propios intereses. La muela que extraen a la protagonista es un símbolo claro de todo lo que deja atrás, así como Jim, el misterioso hombre que se le aparece en el autobús, es la representación de un sueño ansiado, la evocación de la imaginación, el misterio que resuena tras el poético nombre de Samarcanda y todas sus resonancias mágicas.

«Charles», pieza autoficcional, recibió interpretaciones encontradas. Para algunos representa un entretenido episodio doméstico, mientras que, para otros generó angustia y desazón. Algunos otros, sin embargo, no dudaron en atribuir cualidades maléficas, demoniacas, al pequeño protagonista. Casi todos convinieron en señalar la distancia entre las expectativas que un padre puede poseer de sus vástagos y la realidad real de estos.

«Siete tipos de ambigüedad», como su propio título indica, generó respuestas ambiguas, desde aquellos que declararon que no acertaron a comprender el alcance del texto, hasta los que lo ensalzaron como uno de los mejores relatos del volumen. Los motivos de los protagonistas para hacerse con el libro en disputa dentro de la ficción pusieron un animado cierre al debate. Aunque, también, de una forma muy sucinta, se pudo hacer alusión a «Después de usted, mi querido Alphonse», breve pero logrado relato donde se evidencia el racismo cotidiano de la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX.

En conclusión, Cuentos escogidos ha tenido una buena recepción entre los miembros de nuestro Club. Shirley Jackson ha resultado una autora generadora de opiniones muy diversas y de un diálogo muy fructífero. Sobre todo, cabe destacar el deseo manifestado por varios lectores de seguir profundizando en la obra y figura de esta escritora tras conocerla a través de estos cuentos.

Si un Club de Lectura tiene algún propósito, es precisamente este: motivar a los lectores a ampliar sus horizontes más allá de las lecturas propuestas.

Guía a la lectura: Cuentos escogidos, de Shirley Jackson

Por Rosa María Díez Cobo

Guía a la lectura, elaborada por Rosa María Díez Cobo para los socios del Club de lectura de la Universidad de León

Pincha  en la imagen para ver la Guía a la lectura, elaborada por Rosa María Díez Cobo para los socios del Club de lectura de la Universidad de León

Shirley Jackson

Shirley Jackson (San Francisco, 1916 – North Bennington, 1965) fue una escritora estadounidense que, a pesar de su prematura muerte y del número limitado de obras publicadas, se ha convertido en una de las figuras más aclamadas de la narrativa estadounidense del siglo XX. No obstante, este reconocimiento le llegaría tardíamente ya que, tras un cierto éxito en vida, su obra cayó en el olvido durante varias décadas. Ha sido en la actualidad cuando su maestría ha sido plenamente reconocida. Esto se ha traducido en un crecimiento exponencial de los estudios críticos sobre su corpus literario. No es casual que incluso su vida se haya llevado a la pantalla con una película, Shirley (2020), dirigida por Josephine Decker y producida por Martin Scorsese.

Autora de numerosos relatos ―algo más de 100―, de seis novelas, de dos ensayos autobiográficos y de diversas obras infantiles, Jackson se considera hoy día como una de las voces más singulares entre las generaciones de literatos de posguerra en Estados Unidos. Es sintomático que esta reciente revalorización de Jackson haya supuesto la traducción al español de varias de sus obras que, hasta hace pocos años, no se habían publicado en nuestra lengua.

Se graduó en la Universidad de Siracusa, en Nueva York, y desde su juventud, se volcó en la escritura tomando parte activa, además, en los círculos literarios de la época en la costa este de Estados Unidos. Se casó con el teórico y crítico literario Stanley Edgar Hyman, quien fue un decidido promotor de la obra de su esposa tanto en vida como póstumamente. Pero el peculiar y borrascoso matrimonio entre Jackson y Hyman, si bien siempre impulsado por el común amor de ambos cónyuges por las letras, también condicionó las expectativas personales de la escritora. Tanto esta relación como las características de la unidad familiar que fundaron son fundamentales para comprender muchas de las claves narrativas de sus obras.

Si tuviéramos que destacar algo dentro de la producción narrativa de Shirley Jackson, lo que a priori llama la atención es el eclecticismo de sus creaciones. No olvidemos que ella misma era consciente de la diversidad de facetas, aparentemente irreconciliable,  que poseía no solo como artista, sino como persona. Llegó a decir sobre sí misma: «This compound of creatures I call me» [Esta composición de criaturas que llamo yo]. Jackson tuvo una gran repercusión en vida con los libros de memorias familiares Life among the savages: an uneasy chronicle [Vida entre salvajes: una crónica incómoda] (1953) y Raising demons [Criando demonios] (1957), donde relata, en un tono cotidiano y humorístico la convivencia con su marido y sus cuatro hijos y la dificultosa conciliación de la vida doméstica con sus dedicaciones artísticas. Sin embargo, en la actualidad, se la reconoce fundamentalmente por su relato «La lotería» (1948)  ypor su magnífica novela de terror The haunting of Hill House [La maldición de Hill House] (1959). En relación con este último título ha influido, qué duda cabe, el gran éxito en 2018 de la serie homónima de Mike Flanagan, en la plataforma Netflix.

Pero no se limitó Jackson a explorar los extremos de lo familiar y de lo siniestro, sino que transitó por muy diversas esferas que abarcaron intereses tan amplios como lo social, lo psicológico, lo gótico, lo distópico, etc. De ahí, que sea una escritora difícil de encasillar en un género o tendencia lo que, entre otros aspectos, contribuyó a la oscuridad que cayó sobre su trabajo tras su muerte y hasta época reciente. Aunque, como señala Inés Martín Rodrigo, también durante su vida fue complicado asumir su oscilación entre géneros:

La intelectualidad de la época la menospreciaba por las piezas que escribía para revistas femeninas como «Good Housekeeping», «Mademoiselle», «Woman’s Day» o «Woman’s Home Companion». Se trataba, en realidad, de autorretratos cómicos que Jackson pergeñaba, en parte por diversión y en parte para mantener a su familia. «A muchos críticos les costaba imaginar que “La lotería” y “Aquí estoy, lavando platos de nuevo” pudieran haber salido de la misma máquina de escribir Royal. Aunque era muy popular en bastantes géneros, la confusión pudo costarle algunos votos y críticas serias. Lo cierto es que era una escritora profesional, que se sentía cómoda en diferentes voces literarias y estaba orgullosa de ello», argumenta su hijo. (ABC Cultura. «Shirley Jackson, la gran maestra de Stephen King»)

Pero no sería solo esta la única razón por la que, durante décadas, pasó prácticamente desapercibida. A este respecto, es interesante recordar las palabras del influyente crítico Harold Bloom sobre Jackson quien llegó a declarar que: «Her art of narration [stays] on the surface, and could not depict individual identities. Even “The Lottery” wounds you once, and once only» (Shirley Jackson, 2009) [Su arte narrativo se mantiene en lo superficial y no puede representar identidades individuales. Incluso «La lotería» te hiere una vez y solo una]. Insiste Bloom en su obra dedicada a Jackson que se trata de una narradora repetitiva, de tramas previsibles y sin capacidad para describir identidades individuales. Ruth Franklin, biógrafa de Jackson (Shirley Jackson: A rather haunted life, 2016) y una gran conocedora de su obra y de la recepción de esta, explica esta visión negativa que ha mantenido un sector de la crítica sobre la base de diversos factores relacionados que, asimismo, nos orientan sobre algunos de los aspectos más relevantes de su obra.

Fotografía de Laurence Jackson Hyman

Fotografía de Laurence Jackson Hyman

Por una parte, además de la dificultad de adjudicarla a un género, otra cuestión fundamental radicaría en que se trató de una escritora escribiendo sobre mujeres, cuitas y escenarios principalmente femeninos. En un tiempo donde la posición de las mujeres era socialmente secundaria, no es extraño que se viesen sus textos como una escritura carente de interés o del suficiente prestigio artístico o estigmatizada como «literatura de femenina». A este respecto, es famosa la anécdota relatada por la propia Jackson en su artículo «The third baby’s the easiest» (1949) sobre su ingreso en el hospital para dar a luz a su tercer hijo. En la recepción le preguntaron su ocupación laboral, a lo que Jackson respondió: «escritora». El recepcionista, sin embargo, ni corto ni perezoso, replicó: «Pondré simplemente ama de casa».

Señala también Franklin que algo que marcó el desinterés de la crítica es la inclinación de Jackson no solo por la variedad genérica sino, también, por su cultivo de géneros o temas de poca reputación o valoración como el terror, la literatura infantil, lo humorístico, lo doméstico, etc. Es elocuente que su obituario en el The New Yorker, revista que publicó muchos de sus relatos en vida de la autora, se titulase «Author of horror classic» [Autora de un clásico del terror], refiriéndose a «La lotería». Es decir, toda una carrera literaria con numerosos textos fundamentales se redujo a un solo relato al que, además, se tilda de «historia de terror» cuando este excede, con mucho, esa etiqueta.

Con el paso del tiempo, la valorización progresiva de las mujeres como artistas de pleno derecho y la mayor apreciación de los géneros «populares», ha contribuido, sin duda, a situar a Shirley Jackson en una posición más acorde a la maestría de sus creaciones. No olvidemos que, al mismo tiempo, lo que en su momento se consideró un demérito, puede haber contribuido a su auge actual. En palabras de su hijo Laurence Jackson Hyman: «Escribió en un estilo disperso, constante y atemporal, que se lee muy bien hoy en día» (ABC Cultura. «Shirley Jackson, la gran maestra de Stephen King»)

Carnet de Shirley Jackson de la Universidad de Rochester

Carnet de Shirley Jackson de la Universidad de Rochester

Shirley Jackson: Obras y reconocimientos

En vida, Jackson publicó una sola compilación de relatos The lottery and other stories (1949). Hay que tener en cuenta que la mayoría de sus narraciones breves aparecieron individualmente en diversas publicaciones periódicas de Estados Unidos. Todas las demás compilaciones de relatos existentes son posteriores a su muerte.

The Lottery 1949 Shirley Jackson

The Lottery. Shirley Jackson (Editorial: Farrar, Straus and Company, 1949)

En cuanto a las novelas, Jackson completó y publicó seis: The road through the wall (1948), Hangsaman (1951); The bird’s nest (1954); The sundial (1958); The haunting of Hill House (1959) y We have always lived in the castle (1962). Come along with me quedó inconclusa a su muerte y fue publicada póstumamente por su marido junto con otros textos en el volumen titulado Come along with me: part of a novel, sixteen stories, and three lectures (1968).

Como citábamos más arriba, sus libros de memorias le granjearon enorme éxito entre el público lector. Tres fueron los que publicó, los ya mencionados Life among the savages: an uneasy chronicle (1953) y Raising demons (1957), así como Special delivery: A useful book for brand-new mothers (1960). También publicó cuatro libros de literatura infantil.

En vida recibió galardones relativamente menores por su obra, muchos de ellos reconocimientos o nominaciones de revistas a algunos de sus relatos. Entre todos estos premios podemos destacar:

  • 1949 – Premio de relato O. Henry 1949 por «La lotería»
  • 1959 – «Mejor ficción de 1959» según el New York Times Book Review que incluyó a The haunting of Hill House
  • 1960 – Nominación al National Book Award por The haunting of Hill House
  • 1961 – Nominación al Premio Edgard Allan Poe a la mejor historia corta por «Louisa, Please Come Home»
  • 1962 – Listado de las «Diez mejores novelas» de la revista Time que incluyó a We have always lived in the castle

Paradójicamente, en 2007, se creó el prestigioso premio «The Shirley Jackson Awards» en honor a su autora. Hasta el día de hoy este galardón ha reconocido la obra de muchos escritores Como nota curiosa, podemos mencionar que en 2017 la argentina Samanta Schweblin, que participó en nuestro Club de lectura en 2021, lo recibió en la categoría de «Mejor novela corta».

 

Poética narrativa de Shirley Jackson

Como ya hemos visto, su obra no es fácil de clasificar lo que provoca que las características y temáticas que podemos mencionar en sus narrativas sean variopintas. Aquí vamos a intentar sintetizar algunas de ellas.

Ilustración de Miles Hyman para la adaptación gráfica de La Lotería

Ilustración de Miles Hyman para la adaptación gráfica de La Lotería

  • Los personajes de Jackson son, en su inmensa mayoría, femeninos. En distintas situaciones y localizaciones, emplazó la autora a decenas de protagonistas mujeres a las que retrata con una gran meticulosidad psicológica. En cambio, los personajes masculinos tienden a ser secundarios, más desdibujados y, en muchas ocasiones, incluso cómicos o grotescos.
  • Dichas mujeres, en casi todas sus narraciones, llevan existencias cotidianas aparentemente ordinarias, pero su psicología se presenta perturbada o se hallan en disyuntivas vitales irresolubles. A menudo se producen desdoblamientos, contradicciones y confusiones en la psique y comportamientos de los personajes de la autora. La propia Jackson calificó sus textos como «tratados sobre la ansiedad y la neurosis».
  • Estos estados ansiosos tendrían distintos orígenes: una relación ambivalente de las protagonistas con sus progenitores, especialmente con sus madres; descontento con su cuerpo («el cuerpo como un campo de batalla»); insatisfacción con su vida familiar o personal; incapacidad para adecuarse a los dictados sociales impuestos sobre las mujeres, etc. Todo ello se reflejará en una sensación de aprisionamiento y limitación que sufrirán muchas de estas protagonistas.
  • Hay que tener en cuenta que muchos de estos temas arriba citados nacen de la propia experiencia vital de Jackson. Tuvo una dificultosa relación con su madre incluso en la edad adulta y una relación de pareja poco convencional, que siempre le generó miedos y ansiedades. A ello también se sumó lo arduo de compatibilizar su profesión de escritora y su actividad de ama de casa y madre a tiempo completo. Asimismo, sus problemas de ansiedad no acabaron aquí. Su sobrepeso, que siempre la desazonó, le generó, entre otras cosas, problemas de salud hasta el final de sus días, a lo que se sumó la agorafobia que desarrolló en sus últimos años. Ambos factores repercutieron en su vida personal proyectándose, sin duda, en muchas de sus narraciones.

    "Este libro plantea la cuestión: ¿puede una mujer ser esposa, madre, ama de casa, cocinera, reparadora, mediadora y además  una magnífica escritora?"  (Propaganda de la contraportada de la obra La vida entre los salvajes. En la década de 1950, la respuesta esperada era “no”).

    «Este libro plantea la cuestión: ¿puede una mujer ser esposa, madre, ama de casa, cocinera, reparadora, mediadora y además  una magnífica escritora?»  (Propaganda de la contraportada de la obra La vida entre los salvajes. En la década de 1950, la respuesta esperada era “no”).

  • Los ambientes domésticos, las casas, son recurrentes en sus narraciones, muchas veces como espacios evocadores de claustrofobia y limitación personal y social. Pero esta simbología es ambivalente y, en otros textos, llegan a encarnar justamente valores contrarios.
  • Una gran habilidad no solo para accionar los resortes de géneros diversos, sino, también para combinar tonos y estilos diversos dentro de un mismo trabajo. De ahí que, como vemos en muchos de sus cuentos, y también en sus narrativas largas, Jackson demostró una enorme maestría en combinar lo mundano con lo siniestro, lo cómico con lo grave.
  • Jackson trabajó el humor y la ironía con especial habilidad y perspicacia en todas sus narrativas. De forma sutil, fue capaz de llevar a cabo una sátira social de muchos de los temores de los estadounidenses entre los años 40 y 60 del siglo XX.
  • Demostró una particular destreza en el desarrollo de los diálogos a través de los cuales vemos retratados la personalidad e intrincaciones de la mente de los personajes. A esto se suma la sutileza con la que, generalmente, también en los diálogos, se abordan muchos temas de forma oblicua. Muchos aspectos confusos de la vida de los protagonistas o de las tramas planean sobre diálogos plagados de dobles sentidos y ambigüedades que nunca alcanzan una resolución plena. Para desentrañar estas problemáticas, como la propia autora demanda, es necesario que el lector adopte una posición participativa.
  • Un gran interés por el mundo infantil. Además de sus libros de memorias familiares, donde retrató las tribulaciones cotidianas de su hogar y las travesuras de su prole, en otros muchos de sus textos vemos la presencia de protagonistas infantiles o de jóvenes. En muchas ocasiones, estos personajes menores de edad demuestran una espontaneidad y frescura que contrasta y pone en evidencia la rigidez impuesta por los convencionalismos sobre los protagonistas adultos.
  • El tema del racismo en Estados Unidos. Si bien no es un asunto que aparezca de forma consistente en sus narraciones, sí sobresale su presencia en algunos de sus mejores relatos. Siendo su marido de origen judío, la propia Jackson se vio expuesta a la hipocresía de una sociedad que, muy lentamente, caminaba hacia la eliminación de la mentalidad y las barreras legales y sociales discriminatorias que aún en los años de vida de la autora seguían vigentes en el país.
  • Además del anterior tema, siempre tratado desde un ángulo ingenioso, con enorme habilidad, destacan en su obra la presencia de personajes aislados, relegados por la comunidad biempensante, bien por su condición social o por algún aspecto de su vida.
  • Afición por el ocultismo, las tradiciones supersticiosas y la brujería. Jackson fue estudiosa e inclinada a estos asuntos e, incluso, tanto ella como su esposo aprovecharon para dar una misteriosa imagen pública de la autora como una suerte de bruja contemporánea. En varias de sus narrativas encontramos estos tópicos tratados de una forma más o menos explícita.
  • Por esto último y por su indagación de los aspectos más oscuros de la psique de sus personajes, a menudo se la ha relacionado con el movimiento literario del «gótico americano sureño» o del «nuevo gótico americano». Estos movimientos, subgéneros de la literatura gótica inglesa y del «primer gótico americano», tienen como características generales el retrato de una sociedad decadente, de personajes perturbados psicológicamente y de ambientes grotescos y degradados. A menudo los protagonistas de estas historias se encarnan en un antihéroe. En consecuencia, se ha comparado a Jackson con autoras coetáneas como Carson McCullers, Eudora Welty o Flannery O’Connor, entre otros. Sin embargo, aunque algunas coincidencias son reseñables, Jackson trasciende las fronteras de estos géneros.
  • Las ambientaciones de las historias de Jackson, con escasas excepciones, son contemporáneas a la autora y situadas en entornos urbanos o suburbanos de clase media acomodada. En esto también Jackson se basó en su propia vida y, aunque, relatos como «La lotería» parecen no acomodarse a este marco, sin embargo, si se examina en detalle, vemos que, en realidad, recoge mucho de su experiencia de vida en zonas suburbanas donde todos los habitantes tienen una relación estrecha entre sí.

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La larga sombra de Shirley Jackson

Una de las claves en el renombre adquirido por Jackson son los elogios de escritores contemporáneos que han manifestado su admiración por la autora. En la escena internacional, entre los que siempre se mencionan, destaca Stephen King que ya, en su ensayo Danza macabra (1981) la consideraba una de sus principales influencias. En este mismo trabajo, en referencia a The haunting of Hill House afirma King: «esta y Otra vuelta de tuerca de Henry James son las dos únicas grandes novelas de lo sobrenatural en los últimos cien años». También, su novela Ojos de fuego (1980) está dedicada a Jackson con las siguientes palabras: «En memoria de Shirley Jackson, que nunca necesitó levantar la voz. The haunting of Hill House. «The lottery». We have always lived in the castle. The sundial»

Joyce Carol Oates es una de las mayores reivindicadoras de nuestra escritora. Además de elogiar a Jackson en numerosas ocasiones y contextos, ha participado activamente en la visibilización de la autora reeditando obras de esta (Shirley Jackson. Novels and stories, 2010), prologando sus textos o contribuyendo en antologías de cuentos en honor de la escritora (When things get dark, 2021). Oates ha comparado la maestría de Jackson con la de Edgard Allan Poe, Henry James o Edith Wharton («Editor Joyce Carol Oates on the enduring spell of Shirley Jackson»)

En lengua española, autores de lo inquietante como Patricia Esteban Erlés, David Roas o Mariana Enriquez han reconocido el magisterio de la estadounidense sobre su obra.

Esteban Erlés, en una entrevista en el Heraldo de Aragón, la reconoce como una de sus autoras de cabecera sobre todo por su agudeza a la hora de retratar el lado oscuro de los ámbitos domésticos y del universo femenino:

Creo que hay una caterva de autoras interesantísimas que han sabido contarnos la historia de la mujer como pájaro encerrado en una jaula, la casa, a través de la ficción. Me interesan mucho esas escritoras que saben mirar el ámbito doméstico e interpretarlo no como refugio, como lugar en el que sentirse a salvo, sino presa del cuidado de una familia, del propio hogar. Cuando esto consigue expresarse utilizando un molde fantástico me fascina especialmente, porque lo que se logra es perfilar el personaje/mansión casi como ente con una personalidad (y a menudo una maldad) propia. […] Ni que decir tiene que Shirley Jackson, auténtica señora de las casas encantadas, borda el mismo asunto en novelas muy conocidas como La maldición de Hill House o un texto a medio camino entre la autobiografía y el cuento fantástico, «Una casa vieja», que aparece en el volumen que contiene toda su narrativa breve. Creo que la amargura de Jackson al tener que ser solo una escritora a tiempo parcial, cuando sus muchas obligaciones como esposa y madre de cuatro hijos se lo permitían, sobrevuela toda su obra, refleja un problema acuciante: seguramente nos hemos perdido muchas grandes historias porque sus autoras debían anteponer una colada o la limpieza de armarios a su escritura.

David Roas manifiesta la deuda que tiene hacia el relato más famoso de Jackson de esta manera:

«La lotería» es uno de mis cuentos preferidos. Shirley Jackson es una de mis autoras de cabecera, y en ese relato alcanzó la perfección. La perfección del horror. El retrato de nuestra monstruosidad y nuestros absurdos, del abrumador peso de la tradición, de la barbarie…. Desde que lo descubrí cuando era estudiante en la universidad, no he podido escapar de él, lo utilizo en mis clases, lo releo una y otra vez… (Roas, Entrevista para Páginas de Espuma sobre Niños, 2022)

Enriquez le dedicó el artículo «La más rara del pueblo» (2014) en el suplemento Radar, de la revista argentina Página 12, donde señala, entre otras muchas cosas, la gran influencia de la autora sobre autores contemporáneos en lengua inglesa:

Joyce Carol Oates, cuya prosa y temas le deben mucho a Jackson, editó en mayo de 2010 el primer volumen dedicado a la autora de The Library of America, un síntoma de consagración. Y aparecieron otros entusiastas: Donna Tartt, Jonathan Lethem y muchos de los ganadores de los Shirley Jackson Awards, premios que se entregan desde 2007 y que recibieron los nombres más notables del fantástico y el terror, desde Neil Gaiman hasta Kelly Link, pasando por Karen Russell, Koji Suzuki, Yoko Ogawa o Lucius Shepard.

Enriquez remata su artículo aludiendo a las reticencias de parte de la crítica de listarla entre los grandes autores norteamericanos y concluye: «Y Shirley Jackson quizá no sea grande, pero es exquisita y poderosa hasta lo letal, como un caramelo venenoso.»

Aquí puedes explorar más enlaces que te ayudarán a pergeñar una visión más completa de la autora, de su influencia y de sus trabajos:

 

 

Cuentos escogidos

Información contenida en la contraportada (Minúscula, 2015)

 

Una mujer pasa el día de su boda buscando frenéticamente a su futuro marido, otra hace un extraño viaje nocturno en autobús, un librero satisface la, en apariencia, inofensiva solicitud de un cliente. Y, en el cuento más celebrado de Shirley Jackson, los pobladores de una aldea se reúnen para oficiar un inquietante ritual. «La lotería», uno de los relatos más turbadores que se hayan escrito nunca y un ícono en la historia de la literatura norteamericana, encendió la polémica cuando se publicó por primera vez, en la revista The New Yorker. Este volumen presenta una selección de los cuentos de Shirley Jackson e incluye tres conferencias de la autora, una de las cuales dedicada, precisamente, al escándalo que supuso la publicación de su texto más conocido.

Estructura y contenido del libro

Cuentos escogidos es una selección de relatos de Shirley Jackson realizada por la editorial española Minúscula. No se corresponde con ninguna publicación original en inglés con dicho título. Esta misma editorial ha publicado otras obras de Shirley Jackson como Siempre hemos vivido en el castillo (2012), Deja que te cuente. Cuentos inéditos, ensayos y otros escritos (2018), La maldición de Hill House (2019) o Hangsman (2022).

ndice de "Cuentos escogidos" de Shirley Jackson en editorial Minúscula

índice de «Cuentos escogidos» de Shirley Jackson en editorial Minúscula

La selección está dividida en dos partes. La primera incluye siete relatos de ficción tomados del volumen The lottery and other stories, publicado originalmente en 1949, aunque estas historias ya habían aparecido previamente en revistas periódicas, como es el caso de «La lotería», publicada en 1948 en The New Yorker.

Asimismo, una segunda parte titulada «Tres conferencias y un cuento» consta de cuatro textos ensayísticos, tres conferencias impartidas en vida por la autora y un escrito de temática familiar. Proceden estas obras del volumen póstumo editado por Hyman en 1968 titulado Come along with me: part of a novel, sixteen stories, and three lectures. Esta segunda sección, según la editora de Minúscula: «[…] complementa el volumen y muestra otra faceta de Shirley que habla de lo que para ella significa escribir, su escritura en sí, entre otras cosas» («Shirley Jackson: cuentos y ensayos de una escritora memorable»)

El volumen no es muy extenso y facilita una cata de los temas y claves literarias de Jackson. Supone una aproximación incipiente y muy atractiva para aquellos que se introduzcan por primera vez en la narrativa de la autora.

Entre los relatos, «El amante demoniaco» es un buen ejemplo de los textos donde una mujer joven se ve asediada por las exigencias sociales de la época hasta el punto de que su integridad mental y su propia identidad peligrarán. Sin embargo, para comprender todo el alcance de este cuento, es necesario tener en cuenta que la presencia de un personaje de características «demoniacas» no es único en los relatos de la autora. Además, en el original The lottery and other stories, el volumen concluye con el fragmento de una de las variantes del poema tradicional, «The daemon lover», de la antología de baladas inglesas y escocesas populares compilado por James Harris bajo el título Child ballads (The english and scottish popular ballads) (1882-1889). Puede ser interesante ser consciente de esta fuente de inspiración para comprender mejor el sentido de la historia:

"The Demon Lover" (también conocido como James Harris, James Herries o The House Carpenter) es una balada popular británica que cuenta la historia de un hombre (el Diablo), que regresa con una ex amante después de una ausencia y la encuentra con marido e hijos. El diablo la incita a dejarlos a todos y abordar un barco, destinado no a un futuro brillante como ella cree, sino al infierno, donde rompe el barco en dos y ella se ahoga.

«The Demon Lover» (también conocido como James Harris, James Herries o The House Carpenter) es una balada popular británica que cuenta la historia de un hombre (el Diablo), que regresa con una ex amante después de una ausencia y la encuentra con marido e hijos. El diablo la incita a dejarlos a todos y abordar un barco, destinado no a un futuro brillante como ella cree, sino al infierno, donde rompe el barco en dos y ella se ahoga.

She set her foot upon the ship,
No mariners could she behold;
But the sails were o the taffetie,
And the masts o the beaten gold.

She had not sailed a league, a league,
A league but barely three,
When dismal grew his countenance,
And drumlie grew his ee.

They had not saild a league, a league,
A league but barely three,
Until she espied his cloven foot,
And she wept right bitterlie.

‘O hold your tongue of your weeping,’ says he,
‘Of your weeping now let me be;
I will shew you how the lilies grow
On the banks of Italy.’

‘O what hills are yon, yon pleasant hills,
That the sun shines sweetly on?’
‘O you are the hills of heaven,’ he said,
‘Where you will never win.’

‘O whaten a mountain is yon,’ she said,
‘All so dreary wi frost and snow?’
‘O yon is the mountain of hell,’ he cried,
‘Where you and I will go.’

He strack the tap-mast wi his hand,
The fore-mast wi his knee,
And he brake that gallant ship in twain,
And sank her in the sea.

(243F: James Harris, The daemon lover)

 (Pista 2: The Daemon Lover)

«La bruja» es una historia corta de protagonismo infantil y desarrollada en un escenario sumamente cotidiano. Como en muchas narraciones de Jackson, bajo la aparente futilidad de la escena relatada, se puede atisbar un trasfondo ambiguo, más oscuro.niño ventanilla tren

 

«Después de usted, mi querido Alphonse» es también un breve pero brillante relato en forma dialogada en su totalidad. Su título se basa en unas viñetas cómicas de principios de siglo, donde personajes de compostura demasiado formal no aciertan a desenvolverse en sus acciones con fluidez a causa de su extrema amabilidad y deferencia. Los dos niños emulan, a modo de juego, estas viñetas, mientras la señora Wilson, madre de Johnny, practica una amabilidad condicionada por sus prejuicios y asunciones raciales.

Frederick Burr Opper’s Alphonse and Gaston (1906)  para  American Journal Examiner)

«Charles» es una historia de origen autobiográfico que recoge, ficcionalizada, una anécdota escolar del hijo mayor de Jackson, Laurence Jackson Hyman. Bajo su aparente sencillez e intrascendencia, se pueden extraer interesantes conclusiones comunes con otros relatos de la autora en lo que se refiere a las interferencias que en la vida se dan entre lo real y lo ficticio.

«Siete tipos de ambigüedad» comparte título con un famoso volumen de crítica literaria inglesa publicado por William Empson en 1930 y que se convierte en un curioso objeto de deseo dentro del texto de Jackson.

«La muela» es un buen ejemplo de los varios relatos protagonizados por una mujer casada y madre de familia que se halla, de improviso, en una encrucijada vital donde, partiendo de lo cotidiano, se adentra en el terreno de lo extraño.

Finalmente, «La lotería» es el relato por antonomasia de Shirley Jackson. Fue esta pieza la que catapultó su nombre en Estados Unidos, no necesariamente por los mejores motivos. La perfecta construcción de la trama, de su tempo, y la hilvanada narración de un día, supuestamente convencional, dentro de una pequeña comunidad rural no identificada, ha provocado que sea este relato junto con La maldición de Hill House los que se asocian indefectiblemente al nombre de su creadora.

 

En la sección ensayística dos de los textos, «Experiencia y ficción» y «Notas para un joven escritor» recogen las visiones de Jackson sobre el origen y el proceso de escritura literaria y la particular conexión del narrador con sus ideas y materiales de trabajo. El segundo de estos textos lo elaboró Jackson teniendo a su hija Sarah en mente, la cual, desde niña, compartió intereses creativos con su madre.

«La noche en que todos tuvimos la gripe» es una muestra de la escritura de experiencias domésticas de Jackson. La anecdótico y cotidiano de lo relatado, sin embargo, nos puede poner sobre la pista de las limitaciones que la autora afrontó en el seno de su hogar para desarrollar su carrera artística en plenitud.

Ilustración de Herbert Danska para «La noche en que todos tuvimos la gripe», Harper's , enero de 1952.

Ilustración de Herbert Danska para «La noche en que todos tuvimos la gripe», Harper’s , enero de 1952.

«Biografía de una historia» es la crónica de las reacciones públicas tras la publicación de «La lotería» en The New Yorker. La conferencia que da origen a este ensayo supone un magnífico análisis cargado de humor y gracejo de los pruritos lectores y la confusión que en ocasiones pueden sufrir los lectores para discernir los límites de la realidad y la ficción.

Lectura

Shirley Jackson tuvo siempre muy en cuenta al lector a la hora de trazar sus historias. Sus narraciones son directas y de fácil lectura ya que la autora descartaba todo lo que no contribuyera al fluir natural de la historia. La cotidianidad de la mayoría de los escenarios y personajes también ayudan a una identificación e interpretación de las situaciones. Aunque no hay que dejarse engañar por la aparente simplicidad de las historias. Tras todas ellas late la ambigüedad y muchos más sentidos de los que podría apreciarse tras una lectura superficial.

Aquí tienes algunas de las cuestiones que te pueden ayudar a enfocar mejor tu lectura:

  1. Los títulos de los relatos y de los ensayos son muy directos en la mayoría de los casos, una especie de resumen de la trama o de focalización sobre el asunto o ente principal, ¿qué opinas de su elección por parte de la autora?
  2. ¿Cómo calificarías el estilo de la prosa de Jackson y los recursos empleados en sus narraciones? ¿Te han resultado complejas de leer o de interpretar?
  3. En mi presentación me he referido a las razones generalmente argüidas por las que esta escritora no ha sido tenida en cuenta hasta la actualidad. Tras la lectura del libro, ¿consideras que, efectivamente, estas razones pudieron determinar el olvido de su obra, o encuentras alguna posible motivación más?
  4. También me he referido al eclecticismo de sus intereses y temas: ¿crees que la selección de Minúscula lo refleja adecuadamente?
  5. «El amante demoniaco» es una de las historias más desasosegantes e «irresueltas» argumentalmente de la compilación, ¿qué sensaciones te ha causado? ¿Consideras imprescindible conocer la inspiración de Jackson en la balada tradicional «The daemon lover» para interpretarla?
  6. «La bruja» es uno de los muchos retratos de vida familiar que encontramos dentro la prosa de la autora. Aparentemente estamos ante la narración de una anécdota con algún toque inesperadamente siniestro, ¿cómo has interpretado tú la historia?
  7. «Después de usted, mi querido Alphonse» es, junto el relato «The Flower Garden», el que apunta de forma más directa hacia los prejuicios y problemáticas raciales de las clases medias estadounidenses de la época. Pero, a diferencia del segundo relato, donde toda una comunidad aparece retratada negativamente, aquí Jackson se ha basado en una pequeña y cómica escena familiar, ¿te parece efectiva esta forma de enfocar un asunto tan grave?
  8. «Charles» es una simpática aproximación al universo de la infancia y su particular sentido del mundo. Pero, considerando los intereses de la autora, ¿crees que puede encerrar un sentido ulterior más allá del relato de una travesura infantil?
  9. «Siete tipos de ambigüedad» es quizá, como su título anuncia, uno de los relatos más desconcertantes de la selección, ¿qué sentido crees que la autora le ha querido aportar?
  10. «La muela» es un intrigante relato tanto en lo que se refiere a la estructura, como a la caracterización de su protagonista y al devenir de la trama. ¿Qué te ha sugerido su lectura? ¿Cómo has interpretado la presencia del extraño que conoce en su viaje en autobús? ¿Qué papel juega la muela que se extrae la protagonista? ¿Qué simbolismo crees que posee?
  11. «La lotería» representa la cima literaria de Jackson, aunque la escribió tempranamente en su carrera. Ha alcanzado estatus de mito tanto por su brillantez, como por la rapidez de su proceso creativo, así como por las reacciones del público lector. Desde tu punto de vista, ¿dónde crees que radicaría la calidad de este relato? ¿Te ha impactado su final?
  12. En relación con las críticas sufridas por «La lotería» tras su publicación, ¿por qué crees que tantos lectores supusieron que podría estar narrando hechos reales? ¿Qué te parecen las opiniones más escandalizadas que cita Jackson en «Biografía de una historia»? ¿Crees que ese tipo de reacciones se podrían producir hoy en día?
  13. En cuanto a sus ensayos «Experiencia y ficción» y «Notas para un joven escritor», ¿crees que lo que teoriza Jackson en estos escritos se halla reflejado en las ficciones de Cuentos escogidos? ¿Te ha llamado la atención alguna cuestión en los planteamientos que expresa Jackson sobre la práctica del arte literario?
  14. ¿Qué te ha parecido «La noche en que todos tuvimos gripe»? ¿Crees que, más allá de entretenida anécdota familiar, la autora quiso transmitir algo más sobre los condicionamientos familiares que como mujer y escritora tuvo que enfrentar?

    Shirley Jackson, en casa, con sus cuatro hijos, en 1956 (fotografía de Erich Hartmann)

    Shirley Jackson, en casa, con sus cuatro hijos y su perro, en 1956 (fotografía de Erich Hartmann)