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¡Qué calor! Un abanico, por favor

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Gene Tierney como Lola Montez, de Henry Clive

En pleno mes de julio y  con casi 40ºC al mediodía esto ya es verano con todas las de la ley. Según los sabios del lugar “julio caliente, quema al más valiente”. Para quienes no tienen aire acondicionado (salvo si van de compras), ni refugio en la playa o en la montaña, los modos de refrescarse son elementales y hasta cierto punto castizos: cervecita a la sombra, aceitunas y ¡abanico!

Por mucho que en las latitudes hispanas nos parezca algo muy cañí, el abanico no es un objeto de hoy, ni usado únicamente para mitigar el calor o espantar moscas, ni adjudicado en exclusiva a las  mujeres. Es un objeto suntuoso donde los haya, vinculado en la antigüedad  a ritos, ceremonias y manifestaciones artísticas,  solo accesibles a los estamentos sociales más elevados:

  • En las tumbas de la ciudad egipcia de Beni-Hasan -datadas alrededor del año 1795 a.C- se encuentran imágenes con representaciones de abanicos de plumas unidas a una vara larga; estos objetos tenían asociada una función litúrgica a la vez que eran considerados  como símbolo del poder del faraón y  su familia.
  • En China el uso del abanico se remonta a la época del emperador Hsien Yuan alrededor del año 2697 a. C.
  • Mención especial merecen los abanicos de guerra utilizados como recurso de señalización  por los samuráis del Japón feudal.

En latitudes y tiempos más cercanos el abanico continuó manifestando el ya conocido símbolo de distintivo social, pero añadió  el nuevo valor de  arma de seducción manejada  casi exclusivamente por débiles manos femeninas.  Los códigos de señales de los guerreros samuráis fueron sustituidos por otros no menos especializados, intrigantes y peligrosos que servían para la comunicación  y el intercambio de mensajes de los enamorados en el siglo  XVIII y XIX.  El lenguaje del abanico orientado hacia el cortejo es tan completo y matizado que deja en ridículo a los códigos internacionales de señalización  de las pistas de aterrizaje.

lenguaje del abanico

En la actualidad el abanico ha perdido su carácter de divisa social,  su uso para mitigar el calor es bastante reducido y se muestra casi en exclusiva como un complemento de moda; ya suponemos que, para el intercambio de mensajes, el personal se  arregla con las redes sociales y las aplicaciones móviles, por lo que nos gustaría aportar algún conocimiento sobre la terminología y más en concreto sobre los nombres y partes  específicas del abanico.

Existen  muchos tipos de abanicos dependiendo de su forma, tamaño, apertura, capacidad para    ser plegados o rígidos… pero en esta ocasión nos vamos a referir al que en España consideramos  más oriundo y al que la propia RAE define como tal, dejando fuera de rango a otras variedades.

abanico (Del dim. de abano). 

1. m. Instrumento compuesto por un conjunto de varillas articuladas por un extremos y pegadas por el otro a una tela o papel que se despliega con ellas en semicírculo.

Para aventarnos con propiedad no es necesario conocer las partes que componen el abanico, pero podemos darnos aires de entendidos si sabemos distinguirlas. Son básicamente dos: varillaje y país. Pero hay más…

Para lexicógrafos:

  • País:  También llamando  paisaje es la tela, papel, encaje  o cualquier otro material que  va adherido a la baraja y  hace de membrana de unión entre las varillas. Tiene  el doble de pliegues menos uno que el número de varillas total del  abanico. Los abanicos que no tienen país se denominan de baraja o simplemente barajas.
  • Varillas: tiras rectangulares de material diverso (madera, caña, bambú, plástico …) todas iguales entre sí de ancho y de largo, y perforadas por igual en uno de sus extremos. Pueden ir caladas, pintadas… El conjunto de todas las varillas se llama varillaje. Cada varilla tiene dos partes:
    • Fuente: Primer tramo de la varilla. El primer tramo inferior de todo el varillaje se llama gorguera
    • Guía: Segundo tramo de la varilla, sobre el cual va pegado el país. El segundo  tramo (más exterior) de todo el varillaje se llama espigas.
  • Caberas (también llamadas guardas o padrones): Primera y última varilla, más gruesas que el resto y que  sirven de escudo que protege al abanico y sus varillas del desgaste y los golpes cuando el abanico está cerrado. Las caberas suelen ser de un material más resistente que las varillas o en todo caso, como hemos dicho, más gruesas.
  • Ojo: Unión de todo el  varillaje, atravesado por el clavillo.
  • Clavillo: Eje sobre el que giran las varillas; atraviesa el orificio que el varillaje tiene en la parte inferior (o fuente). El clavillo va  rematado con una pieza redondeada llamada  virola. remachada por la roseta, que hace de tope para que se pueda formar el semicírculo  del abanico sin que se salgan las varillas.
  • Guardapulgar (también llamado boleta): Extremo inferior y más ancho de las guardas,  por donde se sujeta el abanico con el pulgar. que  sirve tanto de refuerzo y protección para las caberas como de adorno  para embellecer el abanico.

abanico

Para expertos:

  • Baraja: En general, base rígida y plegable del abanico, formada por varillas.
  • Calado: Agujeros realizados sobre las varillas (del grillé, el pontillé y el piqué  ni hablamos…)
  • Garganta mayor o ribete del abanico: borde externo del país.
  • Garganta menor: borde interno del país.
  • Pericón:  abanico de grandes dimensiones muy utilizado en el teatro, en la danza y especialmente en  el flamenco.

garganta mayor

Para estrategas:

Plan de señales para el cortejo a inteligencia de una dama y su galán, utilizando pañuelos, cintas, abanico o el sombreroManuel Garrido Abolafia. Revista de estudios generales de la Isla de La Palma, ISSN 1698-014X, Nº. 0, 2004, págs. 353-356

Para lectores:

Goldoni, Carlos (1707-1793)
El abanico : Comedia en tres actos  /  de Carlo Goldoni. versión española de Adolfo Lozano Borroy.
Madrid : Escelicer , 1969
93 p. ; 16 cm
See, Lisa ( 1955-)
El abanico de seda / Lisa See ; traducción de Gemma Rovira Ortega
Barcelona : Salamandra , 2008
366 p. ; 18 cm
978-84-9711-072-3
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Wilde, Oscar ( 1854-1900)
El abanico de Lady Windermere ; La importancia de llamarse Ernesto / Oscar Wilde ; edición de Alberto Mira ; traducción de Alberto Mira
Madrid : Cátedra , 2003
308 p. ; 18 cm
84-376-2059-7

Otros aires literarios del abanico: burlesque

Sally Rand

Sally Rand