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“El jugador de ajedrez”, de David Sala + “Novela de ajedrez”, de Stefan Zweig. Coloquio

El pasado martes 29 de enero celebramos un coloquio en torno a las dos lecturas que ocuparon la primera sesión de la presente edición del club de lectura Leemos juntos.

Empezamos por lo más general, debatiendo sobre la estética Art Decó, aprentemente anacrónica, pero que por un lado convierte al comic en una preciosa obra de arte y que transmite al lector reminiscencias de los locos años 20 y toda una época de cambio, de fulgor antes de la debacle.

La historia de «Novela de ajedrez» está narrada por un personaje que viaja en el mismo trasatlántico que el protagonista. Apenas nada sabemos de él, pero escuchamos su voz  y  vemos al resto de personajes a través de su mirada.  Si jugamos a comparar la imagen de ese narrador y con la de  un joven Stefan Zweig (quien años después, escapando del avance del nazismo en Europa, realizó una travesía probablemente parecida), podemos pensar que David Sala ha querido homenajear y hacer presente la figura del  autor de la novela. De la misma manera, podemos establecer un paralelismo entre estas dos imágenes.

En conclusión, lo más destacado es la atemporalidad de los símbolos, especialmente los que constituyen los personajes del Señor B. y Czentovicz. Como señalaba nuestro compañero Roberto, el campeón mundial de ajedrez no es otra cosa que la definición palpable de que un individuo a través de un razonamiento lógico pero sin emociones, empatía ni inteligencia puede llegar a dominar el mundo, mientras que, de forma trágica, los que piensan, razonan y difieren del sistema están condenados a fracasar.

A raíz del ejercicio comparatista entre novela y cómic se originó un interesante debate acerca de los diferentes lenguajes, de las versiones y los originales, sobre la vigencia y el público del cómic y el album ilustrado en la actualidad, etc. Con todo ello, en cualquier caso (con sus defensores y detractores arguyendo sus argumentos en un debate apasionado) quedó claro que una obra de los años 40 tiene absoluta vigencia en la actualidad.

«El jugador de ajedrez», de David Sala + «Novela de ajedrez», de Stefan Zweig. Guía a la lectura

 

Por Inés González Cabeza

El jugador de ajedrez y Novela de ajedrez están en todas las bibliotecas de la ULE

Todos los encuentros del club de lectura Leemos juntos se  retransmiten en directo
a través de ULE TVy  posteriormente se almacenan en nuestro canal de vídeos.

Actualizado febrero 2019 : Vídeo de la sesión

Para esta nueva edición del club Leemos juntos, hemos procurado englobar bajo el título de «La libertad en juego» a varias narraciones que nos muevan a la reflexión acerca de algunos de los peligros que, hoy en día, vuelven a acechar a nuestras sociedades tras un breve letargo que, quizás, nunca fue tal. Los conceptos abstractos y excluyentes de «nación», «pueblo» o «raza»; la manipulación de la información y del pensamiento en aras de intereses políticos y económicos; el cuestionamiento de derechos fundamentales que creíamos inamovibles… La historia amenaza siempre con repetirse y la cultura, una vez más, se manifiesta como un bastión fundamental contra quienes pretenden destruir la libertad.

Este año, comenzamos con una con una propuesta novedosa: la lectura de una obra literaria y de su más reciente adaptación al lenguaje del cómic. El pasado curso, aprendimos varias de las claves para el análisis de un cómic en las dos sesiones que dedicamos a la lectura de La casa, de Paco Roca. Ahora, aprenderemos a valorar El jugador de ajedrez, de David Sala (Astiberri, 2018) como narración gráfica y como adaptación de la Novela de ajedrez, de Stefan Zweig. 

Leemos juntos… una historia de Stefan Zweig

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Admirado en su juventud, despreciado y condenado al exilio de su Austria natal en su madurez, relegado a observar la larga noche de la destrucción de Europa, cuyo nuevo amanecer nunca llegó a conocer, Stefan Zweig sigue siendo a día de hoy uno de los escritores europeos del siglo XX más reconocidos en todo el mundo. Debido a su amplia formación humanística, su carácter templado y su inquebrantable creencia en una Europa unida y democrática frente al nacionalismo y totalitarismo, ideas que vio materializarse en dos Guerras Mundiales, muchos han creído observar en sus creaciones literarias una suerte de premonición de los males intelectuales de nuestro mundo, pero también un ejemplo de cómo la cultura debe actuar en defensa de la libertad humana frente a la violencia promovida por quienes ejercen el poder de forma despótica.

Su trayectoria literaria y vital, pese a su trágico final, es toda una lección de dignidad humana frente a la barbarie. Lector voraz de nacimiento, estudió Filosofía y otras disciplinas humanísticas y se codeó con la élite intelectual de Viena, entonces capital del próspero Imperio Austrohúngaro, cuya cultura acogedora, vibrante y civilizada añoraría durante el resto de su vida, como resulta patente en su autobiografía El mundo de ayer. Memorias de un europeo, escrita durante su exilio americano. Fue uno de los escritores más exitosos de Europa durante la llamada época de entreguerras, período en el que algunas de sus novelas fueron adaptadas al cine en Alemania, Francia y Estados Unidos (cabe mencionar que, desde entonces, sus obras han sido objeto de decenas de adaptaciones cinematográficas). A lo largo de su vida, llegó a cultivar todos los géneros literarios, si bien algunas de sus más brillantes aportaciones estéticas las encontramos en sus obras de no ficción, en especial en sus ensayos y sus biografías de personajes históricos célebres.

Pese a su indiscutible contribución a la historia de la literatura en lengua alemana, el régimen de Hitler, en su afán por eliminar de la historia a todo «no ario», prohibió la publicación y distribución de sus libros, llegando incluso a cancelar la representación de la ópera La mujer silenciosade su amigo Richard Strauss, cuyo libreto era de su autoría. El ascenso del nazismo y la aparente pasividad internacional ante sus consignas precipitaron su huida hacia América, donde terminaría sus días en 1942 sin la esperanza de volver a su hogar y con el triste convencimiento de que el mundo que conoció había desaparecido para siempre.

Es a través de esta lente biográfica como debemos observar la historia que Zweig nos propone en su Novela de ajedrez, que fue su última obra de ficción y se publicó de forma póstuma en 1943, en la que las vidas de varios caballeros europeos se entrelazan en en una travesía marítima entre Nueva York y Buenos Aires, durante la cual se produce una trágica revelación sobre el trauma que aún acecha a uno de ellos, víctima del ostracismo y la tortura bajo el régimen nazi.

Leemos juntos… una adaptación al cómic

El jugador de ajedrez aúna dos de las tendencias más populares en el panorama del cómic adulto actual: el espíritu reivindicativo (ya sea en defensa de grupos oprimidos, como denuncia de conflictos que resultan en traumas colectivos, o como crónica de realidades sociales olvidadas o ignoradas) y la adaptación desde otros lenguajes.

Muchos autores actuales de cómic han tratado en sus obras temas relacionados con la libertad o la defensa de los derechos humanos. Esto no es nada extraño: desde sus inicios en la prensa del siglo XIX, el cómic se usaba para hacer comentarios críticos con la realidad social o política del momento, y hoy se sigue empleando para este fin en sus múltiples formatos.

Tampoco resulta novedoso el fenómeno de la adaptación de obras literarias al lenguaje del cómic, pero debemos tener presente lo que significa una adaptación en el contexto del cómic de autor. En la mayoría de los casos, no estamos hablando de las bien conocidas versiones reducidas (con respecto al argumento de la obra que adaptan) y que pretenden resultar atractivas para un lector juvenil, con el objetivo de que se interese por la lectura de la obra original, habitualmente un clásico de la llamada «literatura universal». Por el contrario, hablamos de interpretaciones libres, guiadas por los intereses creativos de sus autores,  que incluso llegan a requerir de un conocimiento previo de la obra que se adapta y de otros referentes artísticos o literarios para su comprensión, por lo que están explícitamente dirigidas a un lector adulto y de cierta formación cultural. Estas variaciones, reinvenciones, complementos gráficos a historias bien conocidas, son objetos artísticos en sí mismos, creados para ser comprendidos como tales. Este es el caso de El jugador de ajedrez. 

Como sucede con toda adaptación, El jugador de ajedrez es un producto creado y publicado en un muy determinado contexto sociocultural. Por una parte, se encuadra dentro de aquello que denominamos, de forma genérica, «novela gráfica», probablemente la manifestación más popular dentro del mundo del cómic en la actualidad, que nos hace plantearnos algunas preguntas acerca de las tensiones entre centro y periferia en nuestro sistema cultural: cuando el cómic imita a la literatura (en especial cuando hablamos de una adaptación de una obra literaria), ¿mejora su consideración cultural? 

Por otra parte, existen factores que determinan la aparición de una adaptación. En el cómic de autor, las motivaciones personales de los artistas son fundamentales (la Novela de ajedrez es uno de los textos predilectos de la juventud de David Sala), pero también otros factores contextuales que rigen las actuaciones de las editoriales. El jugador de ajedrez ha sido comercializado en un momento de evidente incertidumbre mundial acerca del futuro del planeta y sus naciones, por lo que la historia de Zweig, reinterpretada gráficamente en esta era de las imágenes, resuena especialmente entre los lectores actuales.

Finalmente, cuando pretendemos realizar una valoración acerca de la calidad artística o estética de una adaptación como El jugador de ajedrez, debemos procurar trascender el nivel de la fidelidad textual y argumental a la obra original y aprender a reflexionar acerca de cómo funciona la adaptación individualmente, qué estrategias ha seguido su autor al cambiar de medio o lenguaje la obra original, cuáles son las motivaciones y la eficacia de esas estrategias, cuáles son los elementos que aportan originalidad a la adaptación como obra singular perteneciente a su propio medio o lenguaje y como objeto cultural que existe dentro de un universo de adaptaciones, etc.

Leemos juntos… El jugador de ajedrez

El jugador de ajedrez es la más reciente publicación en España del ilustrador francés David Sala (y su única obra como autor completo publicada hasta la fecha en nuestro país), que ya se había adentrado en el mundo de la adaptación con sus cómics sobre el Inquisidor Aymerich, con guion de Jorge Zentner, basados en las novelas de «fantaciencia» de Valerio Evangelisti.

Tampoco se trata de la primera adaptación a otro lenguaje de la Novela de ajedrez, que cuenta, al menos, con una adaptación cinematográfica, una ópera, y otro cómic en lengua francesa (no traducido al español).

Con un grafismo de clara inspiración modernista y realizado enteramente en lápiz y acuarelaEl jugador de ajedrez preserva el trasfondo histórico y emocional de Novela de ajedrez, que puede ser leída como «una bella metáfora sobre la claudicación de la inteligencia creadora frente a la fuerza bruta que, usando una lógica fría y correosa, se convierte en imparable apisonadora.”. Entre sus elementos visuales más destacables, se encuentran la llamativa paleta de tonos azules y violáceos, que dota a la obra de una personalidad propia y actúa como un importante mecanismo de cohesión, y su capacidad para codificar en forma de viñetas el claustrofóbico mundo interior del señor B., cuya obsesión permea a todos los elementos que componen los escenarios en forma de insospechados tableros en muebles, suelos y paredes. 

Dado que sabemos que el lenguaje de la literatura y el del cómic difieren en sus aproximaciones narrativas a una misma historia, os proponemos realizar una lectura comparativa de las obras de Sala y Zweig que nos permita alcanzar una mayor comprensión acerca del fenómeno de la adaptación. Para ello, os sugerimos realizar una reflexión acerca de cuestiones como las siguientes:

  • ¿Qué convergencias y divergencias apreciamos entre el cómic de David Sala y la novela de Stefan Zweig? ¿Qué estrategias de adaptación y motivaciones estéticas podemos adivinar en El jugador de ajedrez?
  • Observando otras adaptaciones de la misma obra, ¿cuáles podrían ser las principales aportaciones de la narrativa gráfica de David Sala? ¿Cómo podríamos definir los matices que aporta el lenguaje icónico en El jugador de ajedrez?
  • ¿Existen significados simbólicos en la Novela de ajedrez? ¿Qué ejemplos de lenguaje simbólico (metáforas visuales) encontramos en El jugador de ajedrez? 
  • ¿Cómo emplea David Sala los escenarios y la composición de las viñetas para representar el descenso a la locura del señor B.?
  • ¿Cuál es la trascendencia de la Novela de ajedrez de Stefan Zweig? ¿Es pertinente su reescritura gráfica o su adaptación a otros lenguajes narrativos? ¿Magnifica o banaliza su adaptación su significado original?

Os esperamos el martes 29 de enero a las 19:00
en la Sala de Conferencias de la Biblioteca General San Isidoro
para abordar el coloquio participativo sobre estas obras

¡Buena lectura!

 

 

«La casa», de Paco Roca. Coloquio de los lectores

Por Inés González Cabeza

Puedes ver aquí el vídeo de la sesión

«Nada compromete más a un autor que arrancar su obra con una secuencia memorable», afirma Fernando Marías en el epílogo a La casa. La fuerza de la primera página, con la que comenzamos el coloquio, resultó también sorprendente para nuestros lectores, que quisieron destacar el uso de la simetría y los paralelismos visuales para adentrar al lector en la obra. Ni el hombre que abandona su casa en esa primera página, ni tampoco el lector que observa la escena, saben que él nunca regresará. Esa secuencia incompleta, seguida de unas poderosas viñetas que sugieren el paso de las estaciones en un huerto abandonado, alcanza su plenitud en la tercera página, una cuadrícula idéntica a la de la primera pero esta vez formada por viñetas en negro, borrosas, reflejo de la oscuridad de una casa que lleva cerrada mucho tiempo. Solo gracias a la maestría gráfica de Roca podemos comenzar a intuir por qué.

Empleando como faro el evocador epílogo de Fernando Marías, navegamos por las páginas de La casa solo para llegar a la conclusión de que, efectivamente, cada uno de nuestros lectores vivió «de forma distinta su estancia en estas habitaciones donde habita y se muestra lo universal«. El dibujo, por ejemplo, fue uno de los elementos más comentados en la sesión. Para algunos de los asistentes, es el perfecto acompañante para una historia sencilla y costumbrista como la que Paco Roca nos presenta. Para otros, fue un elemento impactante por la viveza de sus detalles, una muestra de que quien está dando forma a esta narración no es un novelista, sino un dibujante, un artista gráfico consciente del poder de las imágenes para evocar emociones. Por este motivo, las viñetas en las que el débil reguero de agua que brota de la boca de la manguera se yuxtaponen a aquellas en las que se nos muestra el rostro del padre en sus últimos días, evidenciando su condición de metáfora visual del final de la vida, fue destacada como una de las secuencias más memorables de la obra. Por otra parte, los lectores observaron una doble intención en el uso que Paco Roca hace del color en La casa: la de establecer saltos temporales, o divisiones entre pasado y presente, y la de transmitir emociones a través de la combinación de tonalidades, siendo la más comentada la gama del sepia, el color por excelencia de las fotos antiguas, que transportó a muchos de los lectores al espacio subjetivo de la memoria.

Los silencios de La casa, que ya destacaba Fernando Marías, fueron otro de los elementos que más gustaron a nuestros lectores. Sin restarle importancia a la construcción y el contenido de los diálogos, consideraron que las viñetas mudas las que llevan en ocasiones el peso narrativo de la obra y aportan significados inesperados, añaden matices no reflejados en el texto, permiten y fomentan la reflexión, etc. La aparente simplicidad del argumento de la obra ocultaría, en definitiva, varias capas de contenido simbólico y emocional. Algunas de esas cuestiones hacia las que constantemente apuntan las viñetas sin texto son el paso del tiempo, la complejidad de las relaciones familiares y el peso de los recuerdos.

El profundo intimismo de La casa no impide a Paco Roca hacernos valorar la cuestión de la subjetividad y la perspectiva. La pérdida del padre, una brecha inconmensurable en el ámbito familiar, no es tal a ojos del mundo. La vida continúa tras la tragedia. Especialmente emotiva resultó para los asistentes la secuencia de la sala de espera del hospital, no solo por su excelencia a la hora de representar, de nuevo, el paso de las estaciones, sino por sus viñetas finales, en las que creemos observar de espaldas al padre, que al final resulta ser un hombre anónimo. Carla y su padre no vuelven a ocupar nunca más esos asientos, pero otras historias suceden tras su marcha. La muerte arrebata a Antonio la oportunidad de ver crecer su higuera, pero Manolo, su vecino y amigo, continuará cuidando de ella, con la esperanza de realizar ese anhelo personal e incomprendido por la siguiente generación.

Porque la higuera no es, únicamente, como el resto de los numerosos árboles que observamos en La casa, una imagen metafórica de la propia vida, de la familia (el árbol genealógico), de la continuidad de un legado familiar (el tocón cuyos anillos marcan recuerdos), etc. La higuera, como apuntaron algunos de los asistentes, representa los sueños de un hombre de su generación, hambriento durante la posguerra, que soñaba con una vida más próspera, que incluía una casa con pérgola, un coche brillante y una higuera como aquella en cuyas ramas se refugiaba, de niño, de todos sus problemas. Manolo, al contrario que los hijos de Antonio, comprende y, tal vez, comparte, este sueño no tan secreto. Esta problemática generacional fue percibida como otro de los grandes temas de la obra, siendo el personaje del nieto mayor una especie de puente entre generaciones que permanece en su lugar tras la pérdida que reorganiza a todos los miembros de la familia y los sume en un juego de cuestionamiento, reproches y juicios morales. Pese a todo, las imágenes nos muestran a los hermanos orgullosos de continuar con la labor de su padre, con la excusa de adecentar la casa para su venta (José se pone a plantar en el huerto, Vicente arregla todo lo que está deteriorado…), hasta el punto de que, al final de la obra, nuestros lectores no supieron discernir si la venta de la casa se haría o no efectiva.

Podríamos decir que la lectura de La casa ha sido una experiencia gratificante para los participantes en el programa Leemos juntos, muy especialmente para aquellos que no leen habitualmente cómics o que los habían aparcado de sus lecturas hace décadas. El detallismo de sus imágenes y la riqueza de sus recursos estéticos y narrativos han sido enormemente apreciadas, así como la propuesta de Paco Roca de poner en el foco, una vez más, un tema que existe en la sociedad y en todas nuestras vidas, pero que no solemos ver tan meticulosamente representado en otros medios, ya sea en la literatura, el cine o la televisión. El hecho de encontrarnos ante una historia íntima pero, a la vez, universal y atemporal, que refleja lo cotidiano en estado puro con sus comedias y tragedias, ha sido una oportunidad para muchos de los asistentes de reconciliarse con algunos «espectros del pasado», como decía Fernando Marías, «que evidentemente existen y perviven en otra casa, la de la memoria de lo que importa«.

La casa, de Paco Roca. Guía a la lectura

Por Inés González Cabeza

 

Encontrarás La casa en todas las bibliotecas de la Universidad de León

Todos los encuentros del club de lectura Leemos juntos se  retransmiten en directo
a través de ULE TVy  posteriormente se almacenan en nuestro canal de vídeos.
Este  es el vídeo de la sesión

La casa es una novela gráfica del autor valenciano Paco Roca publicada por la editorial Astiberri y galardonada con el Premio Zona Cómic al mejor cómic nacional de 2016 y el Premio Romics al mejor cómic europeo del Salón del Cómic de Roma en 2017, entre otros reconocimientos.

Nos presenta una historia universal sobre la muerte del padre, el paso del tiempo y la búsqueda de la identidad individual a través de la memoria familiar. Sus protagonistas, tres hermanos huérfanos que regresan a la vivienda de vacaciones donde pasaron los mejores momentos de su infancia, se enfrentan a la difícil decisión de determinar el futuro de la casa, aparentemente vacía tras la muerte de su único ocupante, pero llena de recuerdos que forman parte imprescindible de su vida y que corren el peligro de desvanecerse para siempre.

Leemos juntos … ¡Un cómic!

La casa es el primer cómic en ser incluido dentro de las lecturas del programa «Leemos juntos» de tULEctura y el Servicio de Bibliobuses de León.

El cómic (o tebeo) es una forma artística que empleamos tanto para narrar historias como para expresar conceptos abstractos o ideas. Sus elementos principales son las imágenes o dibujos y el texto. Una de las particularidades del lenguaje del cómic es que las imágenes que integran sus páginas están distribuidas en una secuencia determinada, por lo que a menudo se conoce al cómic como el «arte secuencial» por excelencia. La secuencia de las imágenes propone un orden de lectura de las mismas y, a menudo, responde a una intención artística o narrativa determinada. El texto y las imágenes, lejos de ser entidades independientes, tienden a operar de forma cohesionada y complementaria, por lo que, para realizar una lectura comprensiva y crítica, es necesario aprender a valorarlos de forma conjunta.

Como lenguaje narrativo, el cómic suele emplear viñetas, generalmente en forma de recuadro, que representan un tiempo y un espacio concretos y que, colocadas en una secuencia, sirven para contar una historia. Dentro de las viñetas, podemos encontrar también cartuchos o cartelas y bocadillos. Los primeros, normalmente colocados en horizontal, suelen representar la voz de un narrador externo o de un personaje que no se encuentra en la escena que observamos en la imagen. Los segundos, que pueden adoptar diferentes formas convencionales atendiendo al tipo de discurso que pretenden transmitir, representan la voz de los personajes que se encuentran en la imagen.

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Primera página de La casa

Cada viñeta, atendiendo a las intenciones de su creador, presenta un encuadre, una perspectiva, un punto de vista y una composición que es necesario valorar. Además, a la hora de leer un cómic, también debemos prestar atención, entre otros elementos, al uso del color, a la estructura interna de la historia, y a su formato editorial.

Atendiendo a su temática y a su contexto de producción y consumo, La casa es un tipo de cómic que a menudo se conoce como novela gráfica: es un cómic de autor, está dirigido a un lector adulto, tiene un formato «libro», se comercializa en librerías y es un relato extenso que se vende de forma unitaria (no como parte de una serie). Además, tiene una temática alejada de las convenciones del cómic (en este caso, costumbrista y autobiográfica), y una estructura y un diseño únicos, todo ello resultado de las preferencias y propósitos creativos de su autor.

Leemos juntos… a Paco Roca

Paco Roca (Valencia, 1969) es un autor de cómics internacionalmente reconocido por Arrugas, una historia sobre la vida en las residencias de ancianos, la amistad en la vejez y la enfermedad de Alzheimer, que le valió, entre otros muchos galardones, el Premio Nacional de Cómic del año 2008, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Además de ser el cómic de autor más vendido de la historia del cómic español (sobrepasa los cien mil ejemplares en todo el mundo y ha sido traducido a varios idiomas), Arrugas también fue llevado con gran éxito al cine de la mano del director Ignacio Ferreras y el propio Paco Roca, obteniendo los Premios Goya a mejor película de animación y mejor guion adaptado.

Pese a que Arrugas es la obra que consagró a Paco Roca, que comenzó su carrera como ilustrador profesional para empresas de publicidad y dibujante de cómics eróticos, cabe mencionar que también es el creador de las inquietantes El juego lúgubre, Hijos de la AlhambraLas calles de arena, la entrañable El Faro, o las emotivas El invierno del dibujante y Los surcos del azar. Entre su obra más cómica se encuentra su célebre trilogía del hombre en pijama (que muy pronto contará también con su propia adaptación cinematográfica), en la que recopila historietas publicadas previamente por separado en la prensa escrita e incluye algunas páginas de nueva creación en las que continúa indagando con humor en su condición de dibujante, en las vicisitudes de la vida moderna o en las aventuras cotidianas de la convivencia en pareja. Su última obra es La encrucijada, un cómic-disco que ha elaborado conjuntamente con José Manuel Casañ, del grupo musical Seguridad Social.

Leemos juntos… La casa

La casa es una historia con tintes autobiográficos a través de la que Paco Roca canaliza los sentimientos que le produjo la pérdida de su padre, al tiempo que continúa explorando el tema de la memoria y el olvido como constructores fundamentales de la identidad individual y colectiva, una constante en su producción de novela gráfica. Además de ser un homenaje explícito a su padre fallecido, Paco Roca nos propone en La casa una importante reflexión acerca del inexorable paso del tiempo y del legado que dejamos sobre la tierra, representado en una humilde vivienda que acaba convirtiéndose en un personaje más de la historia. En el apartado formal, observamos su característico estilo sobrio y clásico, aunque en ocasiones manifiesta una voluntad de desafiar el concepto tradicional de viñeta y jugar con otro  tipo de elementos gráficos que se alejan de la estética cinematográfica (de la que tan a menudo se nutre el cómic) y sacan el máximo partido al dibujo como herramienta para visualizar lo abstracto.

Los recuerdos de toda una vida en un contenedor de escombros, una de las imágenes más inspiradoras de La casa

La complejidad de las relaciones familiares, los cuidados que requerimos al final de nuestra vida, la tragedia y el humor de lo cotidiano, la extraña certeza de que la vida continuará aunque ya no estemos… La riqueza temática y el peculiar lirismo de La casa la convierten en un buen representante del cómic de autor español actual y también en una buena obra para iniciarse en la lectura de cómic en el contexto del club de lectura «Leemos juntos».

Con el fin de facilitar una lectura comprensiva de La casa, os proponemos que intentéis encontrar entre sus páginas la respuesta a estas preguntas:

  • ¿Crees que la forma de la obra ayuda a expresar su  contenido? ¿De qué manera?
  • ¿Qué diferencias (temáticas, formales) aprecias en esta novela gráfica con respecto a otros tipos de cómic que conoces?
  • ¿Cuáles crees que son los temas principales de la obra y cómo se expresan formalmente?
  • ¿Cuál es el tono de la obra? (emotivo, nostálgico, sentimentaloide…) ¿Crees que es optimista o pesimista?
  • ¿Cómo representa Paco Roca la dimensión del tiempo en La casa? ¿Y el espacio?
  • ¿Qué importancia tiene el color en La casa?
  •  ¿Qué papel desempeñan los diálogos en la narración? ¿A qué atribuyes la abundancia de viñetas “mudas” (sin texto) en La casa?
  • ¿En qué pasajes de La casa crees que las imágenes y el texto se complementan mejor (el texto no tiene sentido sin la imagen o viceversa)?
  • ¿Existe la figura del narrador externo en La casa?
  • ¿Cómo se nos presentan los personajes? ¿A través de qué recursos o actitudes?
  • ¿La lectura de La casa ha cambiado tu percepción sobre el cómic? ¿Piensas que este tipo de lecturas son equiparables a aquellas sin imágenes? ¿Pueden las imágenes mejorar un texto o aportarle una mayor profundidad?

Te esperamos el jueves 8 de febrero a las 19:00 h.
en la Sala de Conferencias de la Biblioteca General San Isidoro
para abordar el coloquio participativo sobre La casa 

¡Feliz lectura! 

 

La novela gráfica y lo fantástico: formas de dibujar una brecha en la realidad.

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El profesor de la Universidad de León Dr. José Manuel Trabado trata de delimitar en esta charla el perímetro de cómo puede ser representada gráficamente la esencia de lo fantástico.

Desde bien temprano la narración gráfica ha conseguido mostrar el lado inquietante de la realidad. Winsor McCay (¿recuerdas el precioso doodle de Google?) a la altura de 1905 mostraba ya cómo la realidad cotidiana de un niño se transformaba en un mundo amenazante. Todavía Freud no había teorizado sobre el concepto de lo “unheimlich”, lo ominoso, que le valía para explicar el fenómeno a través del cual la realidad diaria mutaba en algo de naturaleza inquietante.

No sólo McCay sino también otros autores pioneros del cómic como Peter Newell mostraban ese lado siniestro de lo cotidiano. Lo habitual sufría una desnaturalización que gráficamente iba descubriendo que  bajo la apariencia de lo normalizado existía otro mundo.

También en el terreno del álbum ilustrado, formato destinado a la mirada ávida del niño, existen maravillosas sutilezas en las que puede entreverse esas metamorfosis que desencuadernan la supuesta realidad para dejarnos rendijas por las que contemplar otra verdad de las cosas. Un caso paradigmático puede ser la obra clásica de Maurice Sendak y su Donde viven los monstruos.

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El diálogo entre el mundo real y su reflejo deformado adquiere resultados brillantes en las manos de grandes autores actuales como de álbumes ilustrados como Suzy Lee o Quint Buchholz y una obra tan recomendable como El coleccionista de momentos que supone un desafío visual y misterioso a nuestra inteligencia y una profunda reflexión sobre la pintura como creadora de mundos fantásticos.

Dentro ya del terreno de la novela gráfica, podrían destacarse dos casos como son Paco Roca y Miguelanxo Prado. Desde diferentes ópticas han buscado la esencia de la narración fantástica atendiendo a los modelos literarios pero resolviéndolos en propuestas visuales de enorme interés.lascallesdearena_portada

Son hitos en la historia del cómic español algunas obras como El faro o Las Calles de arena de Paco Roca o Trazo de Tiza y la recientemente premiada con el Premio Nacional de cómic Ardalén de Prado