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Feliz día de San Valentín 2023

Amores

Cuando Amparo me dijo que no me quería, después de seis meses de tenaz noviazgo, me recluí en casa de mi tía Eredia por espacio de tres meses.

El amor de Luisina un año más tarde vino a curar aquella herida que seguía sin cerrarse. Fue un tiempo corto, eso sí, de felicidad e ilusiones. Entender la decisión de Luisina de abandonar el mundo para profesar en la Esclavas me costó una úlcera de duodeno. A mi natural melancolía se unió esa tristeza sin fondo que ni los auxilios espirituales logran paliar.

Irene llegó a mi vida en un baile de verano al que mi amigo Aurelio me llevó como quien dice a punta de pistola. Que dos años más tarde aquella tierna seductora se fuese precisamente con Aurelio, yugulando a un tiempo amor y amistad, fue lo que provocó, en el abismo de la desgracia sentimental, mi hospitalización.

Antonia era una enfermera compadecida que me sacó a flote usando todos los atributos que una mujer puede poseer. El amor del enfermo es un amor sudoroso y lleno de pesares, más frágil que ninguno. Cuando una tarde vi a Antonia y al Doctor Simarro besándose en el jardín me metí para el cuerpo un tubo de aspirinas. Gracias como siempre a mi tía Eredia, culminé tras la crisis la desolada convalecencia y, cuando definitivamente me sentí repuesto, comencé a considerar la posibilidad de retirarme del mundo, habida cuenta de que mis convicciones religiosas se habían fortalecido.

Fue entonces cuando me escribió Amparo reclamando mi perdón y reconociendo la interpretación errónea que había hecho de su amor por mí. Nos casamos en seguida y todo iba bien hasta que Luisina, que colgó los hábitos, volvió para recuperar mi amor e Irene y Antonia, bastante desgraciadas en sus respectivos derroteros sentimentales, regresaron para restablecer aquella fidelidad herida convencidas, cada una por razones distintas, de que único amor verdadero era el mío.

Mi tía Eredia anda la mujer muy preocupada y yo, como dice mi amigo Gonzalo, sobrellevo con astucia y aplomo desconocidos mi destino, trabajando en tantos frentes a la vez. Y me voy convenciendo de que existe una rara justicia amorosa que nos hace cobrar los abandonos, aunque su aplicación puede acabar resultando perjudicial para la salud.

["Amores" es un relato de Luís Mateo Díez
 incluido en la obra «Los males menores».
 Alfaguara: Madrid, 1993 (pág. 100-101)]

 

Feliz día de San Valentín 2022

Queridos míos:

Desde que comenzó tULEctura, todos los años traemos un relato como regalo y celebración de esta __________________ (rellénese según opinión propia) festividad de San Valentín. Cada uno tiene su opinión sobre la fecha,  pero en lo que estamos todos de acuerdo es en que nada nos gusta más que una buena lectura.

Hoy disparamos al aire doce flechazos salidos de la pluma de una de nuestras lectoras, María de las Mercedes Azar, ganadora en 2019  del premio de la IV edición del Concurso de microrrelatos Unidos por Generaciones en su  categoría de Público general con el relato titulado “Discrepancias”

A raíz de este premio nació la relación de María de las Mercedes  Azar con nuestro blog, y continuó sus vínculos gracias al contacto frecuente al que nos obligaron las penosidades que, tanto la burocracia institucional, el servicio de Correos,  el  servicio aduanero argentino  y las empresas de mensajería infligieron  a la que se convirtió en una tarea titánica: hacer llegar el premio a manos de la ganadora.  El hecho cierto es que nuestro -inicialmente obligado-  trato mutuo  se ha vuelto voluntario, personalizado y amistoso. Los caminos de Dios son inescrutables… 🙂

No sabemos mucho de ella, por eso buscamos alguna referencia sobre su biografía literaria:

“Es nula realmente. Tengo tres lectores, incluida yo misma. Mi escritura siempre ha sido lúdica, sin pretensiones de posteridad ni de público. […]  Mi estilo es muy simple, casi silvestre, le diría. Y francamente no tengo ningún escritor de “cabecera”, aunque me encantan los microrrelatos de Sandro Centurión. Cuando sea grande, me gustaría escribir con esa sutileza […] ¿El arte de escribir microrrelatos? Diría que es el poder de síntesis que subyace en la profundidad de las apariencias. Lo no dicho tiene mayor fuerza y volumen que lo dicho” (Plaza de los poetas. 21 de octubre de 2017)

Pero vamos a lo importante: del carcaj de Mercedes Azar hemos elegido doce microrrelatos que arrojan amorosamente temas  que nos son afines por  nuestra querencia lectora a la filología y la literatura: son flechazos  sobre poesía, sobre sintaxis, sobre tópicos literarios (como el Amor ferus,  la Descriptio Puellae), sobre la creación del lenguaje, sobre su destrucción, ecos de Petrarca, de Cortázar…

Doce saetas, como doce rosas con espinas,…   ¿Saldrás ileso?

 


Primer flechazo
– Día de los enamorados –

Imagen promocional de la pelicula My Bloody Valentine 3D (2009), del dirección Patrick Lussier

Imagen promocional de la pelicula My Bloody Valentine 3D (2009), del dirección Patrick Lussier

2 copas. Vino blanco y cerveza. Frutillas y crema. 1 baguette. Queso azul y rúcula. 1 kilo de tira de asado. Lechuga y tomate. 3 flores rojas. Canasto y mantel. Preservativos. Cuerda y cinta de embalaje. Guantes de goma. Bolsas de basura. Pala. Bencina blanca. Encendedor. Quitamanchas.

 

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Segundo  flechazo
–  Sintaxis –

En la oración Juan abandonó a María una lluviosa noche de invierno, y sin tomar partido por uno u otra, no solo debemos analizar la acción del primero, cuyo papel en el asunto fue sustantivo, sino que hay que atender a la relación de adyacencia entre ambos miembros. Juan es el sujeto que nunca sujetó; María es el objeto que nunca objetó. Adoptó la típica actitud pasiva propia de los sujetos afectados ‒fue abandonada por Juan, comentaba por lo bajo todo el vecindario‒ y padeció sin chistar la acción de aquel. El resto fue apenas circunstancial.

 

♥♥♥
Tercer flechazo
– Deconstrucción –

Vitral de Adán. Iglesia de St. Mary Abbot en Kensington (Inglaterra).Laetitia Casta, desfile de Yves Saint Laurent primavera-verano 1999

Izda: Vitral de Adán. Iglesia de St. Mary Abbot en Kensington (Inglaterra).  Dcha:  Laetitia Casta, desfile de Yves Saint Laurent primavera-verano 1999

«No es bueno que el hombre esté solo, decía;  hagámosle ayuda semejante a él, decía…». Así rezonga Adán, entre dientes, mientras recorre con una pica y un rastrillo los senderos del paraíso, abarrotados de hojas de arce, de sicomoro y de higuera, harto de esta holgazana de Eva y de recoger sus prendas desparramadas por el camino.

 

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Cuarto flechazo
– Vertumnus –

 Retrato de Rodolfo II en traje de Vertumno (Giuseppe Arcimboldo, c. 1590)

Retrato de Rodolfo II en traje de Vertumno (Giuseppe Arcimboldo, c. 1590)

De higos a brevas él la ve pasar, lozana y tentadora como una fruta prohibida. Mientras sueña con acariciar su piel de melocotón y morder sus pechos limoneros, imagina un beso de sus labios de fresa. Y cuando ella lo mira con esos ojos verdes, por Dios, verdes como la albahaca, verdes como el trigo verde y el verde limón, a sus pies se pondría de hinojos para jurarle amor eterno. Pero no se atreve por temor a que ella le dé calabazas. Atormentado por tanta desazón, el enamorado, rojo como un tomate, aborda a la bella con palabras dulces. Pero a ella esta pasión le importa un rábano; está de mala uva y le pone las peras al cuarto: “¡Vaya con el cabeza de membrillo!”. Y al caer del guindo, al pobre Arcimboldo el corazón se le rompe como una granada de amargura.

 

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Quinto flechazo
– Posmodernidad –

© Stella McCartney Campaign AW 2017. El informe de la Fundación Ellen MacArthur «Una nueva economía textil: Rediseñando el futuro de la moda» presenta una visión ambiciosa de un nuevo sistema, basado en principios de economía circular, que ofrece beneficios a la economía, la sociedad y el medio ambiente.

© Stella McCartney Campaign AW 2017. (El informe de la Fundación Ellen MacArthur «Una nueva economía textil: Rediseñando el futuro de la moda» presenta una visión ambiciosa de un nuevo sistema, basado en principios de economía circular, que ofrece beneficios a la economía, la sociedad y el medio ambiente)

La bella durmiente sorteó los cien años de diferencia de edad que la separaban del príncipe con bótox, implantes de colágeno, siliconas, metacrilato, fijaciones dentales de titanio, ácido hialurónico, polietileno para pómulos, esteroides anabólicos, hidrogel y cementos de hidroxiapatita para otros rellenos, además de extensiones con tinte permanente. A él no le asombró el gradual rejuvenecimiento, pues en un cuento de hadas todo es posible, pero algo debe de haber sospechado cuando al morir, en vez de llevar su cuerpo al panteón real, la enterraron junto a las bolsas de nailon, las pilas, las latas y desechos tóxicos no biodegradables.

 

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Sexto flechazo
– Autocorrector-

Sé que para ti soy alguien insulto, enterrado en sí mismo. Pero me agravas tanto que quiero entrar en tu cosa, para fallar y crapular contigo hozando salvajemente. Te haré conocer las hieles de mi amor. Te abrasaré y te contaré mis histerias. Prometo cuitarte y ajarte sin descanso, amenazando la soledad de tus días. Desalmaré tus penas y te aterrarás a mí como a nadie, pues yo aventaré tus ilusiones despojando tus horizontes. Mis ojos de cabrón encendido te sogarán siempre adonde vayas, y créeme que si no puedo hacerte feliz, juro que te vejaré en paz.

 

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Séptimo flechazo
– Afijadurías –

Frederik Hendrik Kaemmerer (1839-1902) - The quarrel

Frederik Hendrik Kaemmerer (1839-1902) – The quarrel

Al principio me sedujo porque era original, ficcionista, dulcígeno, bohemiante,  poetable, cordiforme, modernícola. Y como todo concienzurdo, por demás imagináceo, viscerante, diastólico, efusival, pasionativo y algo insolentador. Yo, que era indiestra, flemoide y obejtívica, me enamoré de él con locuridad, a pesar de mi ranciedumbre. Pero con el tiempo nuestras diferencias ideogámicas se volvieron incompatíbulas e irreconciliares. Insolvables. Pronto él se reveló como egolátrida, bastante tarúpido,  obtúpodo, mostrenco y con todos los números para ser un gilipollante futurible. Una pena que no duráramos mucho, porque si bien al principio nuestro amor fue lenguáridamente creativesco, terminó siendo algo capulleto. Toxiforme. Dañívoro.

 

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Octavo flechazo
– La gema –

Nunca pudo, el febril poeta, olvidar su pasado de orfebre: frente a su cutis de marfil, sus ojos de esmeralda, sus lágrimas de diamante, sus labios de rubíes, sus cabellos de oro, sus dientes de perlas y sus pechos de nácar, sucumbió por fin al enorme valor de su amada y la vendió como alhaja.

 

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Noveno flechazo
– Poesía doméstica –

Retro Homemakers Club es un lugar para conectarse entre amas de casa con un estilo retro.

Retro Homemakers Club es un lugar para conectarse entre amas de casa con un  estilo retro. ¡¡¡ – !!!

Lo amé, como una mancha de salsa de tomate ama al trapo de piso que la absorbe, se la lleva con él y estrujándose el alma con todas sus fibras, la hace desaparecer.

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Décimo flechazo
– De flor en flor –

Wedding (Mark Entwisle)

Wedding (Mark Entwisle)

 Le encantaba andarse a la flor del berro y, por si fuera poco, era un picaflor. Tuvo amoríos con Rosa en la época en que deshojaba a Margarita, se ligó a Violeta, le echó los tejos a Hortensia mientras se liaba con Azucena, desfloró a Jazmín al tiempo que libaba de Dalia y se daba el lote con Lila. Hasta que conoció a Jacinto. Entonces, dejó a todas plantadas y ahuecó el ala con él.

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Undécimo flechazo
– Circunspección –

Para evitar las habladurías de los vecinos cotillas, acordaron separarse con la mayor de las discreciones, sin escándalos ni aspavientos. Pero cuando él con culposa suavidad cerró tras de sí la puerta yéndose para siempre, ella no pudo evitar que todo el edificio, toda la calle, el barrio todo escuchara el estrépito de su corazón haciéndose añicos al estallar en mil pedazos, y viera salir disparadas a los cuatro vientos las esquirlas de los cristales bañadas en sangre.

 

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Duodécimo flechazo
– Carta de bebidas –

 Paul Callan Burns (1910-1990)

Paul Callan Burns (1910-1990)

‒  ¿El caballero qué va a tomar?
‒  La iniciativa y el toro por las astas.
‒  ¿Y la señorita?
‒  Precauciones y distancia.
‒  Excelente elección. 

♥♥♥ 🙂 

 

Feliz día de San Valentín 2021

Modos de transporte

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Barry Kite. Collage

Es imprescindible que Y decida coger el automóvil para que su pelo se refleje en la ventanilla de Z, que va en autobús, ese día ha tomado el transporte público para desplazarse al trabajo. Un día después ocurrirá otro tanto, porque mientras Z está encabronado en el atasco, Y pasa debajo de él, a gran velocidad, apretada entre los viajeros anónimos del metro.

En este tipo de conexiones o desconexiones están los dos cuando llega el verano. Z planifica sus vacaciones en avión, por lo que sobrevuela el barco de Y, que miles de metros más abajo navega hacia una isla.

La isla resulta ser la misma para Y y Z, por lo que no es del todo extraño que casi se estrellen en un cruce, en el que la lentitud del burro de Z contrasta con la apresurada bicicleta de Y, que esquiva a Z con unos reflejos formidables. Ha bajado la cuesta sin tocar los frenos.

Tiempo más tarde, otra vez con el mismo país por destino, resulta que Z ruge en motocicleta por la costa, y cuando desvía la vista hacia el mar está mirando sin verla a Y, convertida en un punto, que se mece en una barca pesquera.

Así pasan los años hasta que un día, en el que la ausencia de horarios tolera coquetear con la pereza, los dos salen de paseo, a dar una vuelta. Entonces sí: se ven, se hablan, se tocan, se besan, se aman.

[«Modos de transporte» es un relato de F.M. incluido en la obra «Por favor, sea breve 2 : antología de relatos hiperbreves». Páginas de Espuma: Madrid , 2009 (pág. 37)]

Y tú ¿qué haces en San Valentín?
Viajas, coqueteas, hablas, besas, amas, lees, buscas, juegas…

¿Quieres leer más historias de San Valentín?

 

Feliz día de San Valentín 2020

Ella y el violín

Ramón Gómez de la Serna  en  «Nuevos caprichos», MUESTRARIO (1918)  pag 30-31

Tenía que sucedes alguna vez y al fin sucedió.

Tocaban los violines con locura. Los brazos y los faldones del director se movían con un verdadero delirio. El director, como enfurecido con un hijo suyo, le daba una paliza al atril.

Los arcos ascendían y bajaban oblicuos, se lanzaban como flechas y retrocedían como flechas de retroceso como si hubiesen rebotado.Las señoras se pusieron las pieles porque los instrumentos de  viento producían corrientes de aire como si se hubieran abierto todos los balcones y hubiese una corriente atroz. Aquello era el frenesí: cuando, de pronto, un grito agudo, un gallo terrible lanzado por una señorita con traje de arpista que estaba con su mamá, conmovió a todos los espectadores e hizo que la música se callase.

Uno de los arcos de los violines había saltado un ojo a esa señorita del traje de arpista. El violinista, con el arco en alto como con la espada ensangrentada en la mano, miraba a la pobre señorita, desmayada sobre su butaca, combeada sobre ella como un gabán abandonado y doblado sobre el respaldo.

—Se tendrá usted que casar con ella— dijo la mamá.

—¡Se tiene que  casar con ella!— dijo  el público amontonándose alrededor del violinista.

—Me casaré— dijo el violinista.

Y se casaron.

Feliz día de San Valentín 2019

Historia de cómo Luci Law se enamoró de una silla.

Cristina Flantains

(Fotografia de Andrew Wilcox – Mujer en Sillla Peacock-L, creación  del estudio canadiense de diseño   UUFI. 2011)

Luci Law era ese tipo de chica que siempre lo tenía todo claro, además poseía un carácter equilibrado que le permitía proyectarse muy bien en su entorno aunque sin llegar a ser tan atorrante como un amado líder. Era de esa clase de personas con las que siempre se cuenta porque su eficacia y prudencia elevaban cualquier cosa en la que se veían envueltas. Hay que decir también que era una chica guapa, con un gesto amable y unos rasgos perfectamente equilibrados. Por supuesto que fue una buena estudiante, sin llegar a la excelencia, algo que por otro lado no le hubiese convenido en aquel momento político social en que se vivía, donde sobre todo se premiaba la mediocridad. Así que sacó sus estudios obligatorios sin demasiado esfuerzo pero con buenas notas y luego, en la facultada, ocurrió lo mismo, se hizo bioquímica, una carrera que en aquel momento no tenía mucho fututo en su ciudad pero este hecho objetivo no impidió, dada su inteligencia practica, que encontrara un buen trabajo en los únicos laboratorios farmacéuticos que había, lo suficientemente bien remunerado y entretenido, para vivir una larga y cómoda vida laboral.
Las primeras veces que salió con chicos no lo notó, embebida en el fragor de la conquista, juego de estrategia que le pareció divertidísimo, y luego entregada de lleno a los placeres que le proporcionaba las primeras experiencias sexuales, no notó en absoluto, ni echó de menos, la ausencia del enamoramiento, ¿cómo podía ser de otra manera si no estaba previsto en su naturaleza? El torbellino del plan diseñado para ellas con sus divertidos protocolos, dejarse llevar por su roll social de chica mona y lista que busca chico que busque chica mona y lista, satisfizo todas sus inquietudes al respecto y si no llega a ser por esa tendencia analítica que desarrolló durante la carrera, posiblemente hubiera vivido toda la vida sin caer en la cuenta de ello. Pero esa manía de comparar, de sopesar, de seguir el hilo conductor llegase hasta dónde llegase, caía poderosamente como un luchador de sumo sobre todas las contradicciones que había entre ella y la vida tal y como la conocemos, y es que era como la dama del ajedrez en un tablero de la oca. Así qué cosas como no sufrir a causa de sus parejas, o no conseguir que sus relaciones progresaran más a allá de unas cordiales relaciones con sexo, marcaron la diferencia entre ella y el mundo.
Una vez que había tomado conciencia de su realidad, pasada con holgura la liosa adolescencia, y sin preguntarse mucho por qué se le había excluido del don o de la maldición del enamoramiento, se concentró más en las consecuencias que esto estaba ya teniendo en su vida. Su carácter práctico desencadenó un proceso de prevención y supervivencia e hizo lo que sabía hacer: aplicar el método científico a la situación además de tener a Frege en sus oraciones cada día. Analizó la situación y se documentó a conciencian. Identificó los síntomas, ridículos algunos: carne de gallina, suspiros, ojos brillantes, pupilas dilatadas, sonrisa bobalicona, facilidad para la risa y para el llanto… reconociéndolos en la propia experiencia con alguno de sus amantes. Hizo trabajo de campo a fondo, se sentaba largas horas en alguna terraza de bar y observaba a la gente que iba y venía, se compró un audífono por internet para escuchar las conversaciones de las parejas que coincidían a su lado en los lugares públicos, visionó todo tipo de películas sobre este tema ( Los puentes de Madison, especialmente, le pareció atroz) y acabó de saciar su sed de conocimientos sobre este asunto leyendo libros como «Tratado del enamoramiento» de Ramiro Pinto«Bioquímica del amor»  de Vilma Pinzón; por supuesto también estuvieron redivivos en esos días Becker y Teresa de Cepeda y Ahumada, nadie mejor que ellos para hablar de enamoramiento .
Luego, transcurridos unos meses y con una disciplina férrea de planificación y enfoque de sus pensamientos, lo tenía perfectamente asumido y empezó a barajar las hipótesis más convenientes para seguir con la acometida de su vida… pero no podía evitar volver de vez en cuando sobre aquello que se le había negado, aunque no fuera vital ni necesario para vivir. Luci comprendía perfectamente que el mundo giraba en torno a eso, el punto de partida en la estructura social, el germen de esta: individuo que se enamora forma una familia que vive con otras familias y forma un pueblo, que forman un país, que forma un continente y otro y otro dando autentica guerra a un planeta… ciertamente el punto de partida tenía que ser potente para que su efecto colateral fuera de semejante magnitud. Ella sabía amar un hecho bondadoso, la belleza que emanan de las cosas hermosas, a sus amigos, a sus parientes, claro que sí, pero no se construyen mundos alrededor de una margarita, o del casto beso que da la madre a un hijo en la frente, ni alrededor de compartir el pan que no sobra… en fin, pero del enamoramiento ¡sí!. Y quiso saber lo que se sentía. A pesar de que el hecho teórico del enamoramiento le parecía ridículo y de que había tomado la decisión que no le convenía de ninguna manera, no era capaz de sobreponerse a la curiosidad de su propia experiencia vital.
No sé si todo es una cuestión química pero sí gran parte de ello. Estudió y experimentó durante muchos meses hasta que dio con la formula deseada. Según todos los cálculos, una vez inyectada, no tardaría en producir el efecto deseado, y al fin sentiría lo que supone estar enamorada. Preparó un escenario a medida lejos de cualquier ser humano, después de llegar a la conclusión que sentirse enamorado era totalmente independiente del objeto del amor. Buscó un cuarto en un viejo hotel cuya ventana fue clausurada al instante, una cama, una mesa una silla y una puerta que daba paso un aseo pequeño. Habló con su amiga Carol que además era compañera de trabajo y poniéndole al corriente, sin entrar demasiado en los detalles, le encomendó la misión de guardar su puerta con todo el celo posible. Aquel retiro, aquel encierro duraría exactamente una semana tras la cual sus fluidos, su complejo laboratorio personal habría recobrado los niveles normales. Sobre la mesa, cuartilla en blanco y bolígrafos en abundancia.
Nada más cerrar la puerta tras de sí, resonaron en sus oídos las últimas palabras que oyó, “¿Estás segura?”, a lo que ni siquiera contesto ansiosa como estaba de clavar en sus venas aquel veneno que movía el mundo.
Lo cierto es que bien podía haber sido la mesa, la cama, las perchas del armario incluso sus propios zapatos, pero hay cosas que se nos escapan: fue la silla la adorada, la suave, la única, la perfecta a pesar de sus imperfecciones o quizá por ellas… ¿por qué ella y no otra? ¿Quién lo sabe? Y sobre la mesa, los folios escritos, uno detrás de otro, como la retahíla del alumno castigado repitiendo insistentemente una y otra vez la consigna que deberá quedarse a fuego grabada en la memoria.

Todo amor es fantasía;
él inventa el año, el día,
la hora y su melodía;
inventa el amante y, más,
la amada. No prueba nada,
contra el amor, que la amada
no haya existido jamás.

(Antonio Machado: OTRAS CANCIONES A GUIOMAR
A la manera de Abel Martín y de Juan de Mairena )

 

(Fotografía de Erich Consemüller - Mujer con una máscara de Oskar Schlemmer, sentada  en una silla Wassily, conocida como Modelo B3, diseñada por Marcel  Breuer. Bauhaus, 1926)

(Fotografía de Erich Consemüller – Mujer con una máscara de Oskar Schlemmer, sentada  en una silla Wassily, conocida como Modelo B3, diseñada por Marcel  Breuer. Bauhaus, 1926)

Feliz día de San Valentín 2018

Flechazo

Frank Uyttenhove

(Fotocomposición: Frank Uyttenhove)

En su  boca había un amago de sonrisa, en los ojos una luz verde y traviesa. La había visto al entrar en el vagón del metro y ahora la sentía a su espalda. Se apretaba contra él hasta transmitirle el calor de sus pechos. Ese calor se le subió a la nuca y movilizó todo su cuerpo, no para agitarlo sino para aletargarlo. Solo al salir de la estación comprendió que le había robado la cartera con los escasos veinte euros que llevaba. La buscó durante dos semanas, hasta que la volvió a ver en la misma estación. De nuevo le robó. Pero ahora llevaba en la cartera recién estrenada una foto suya en la que se encontraba muy favorecido y un billete de cien euros con una pequeña nota en la que venía su número de teléfono. «Llámame, por favor, me gustaría conocerte mejor», decía.

(El juego del diábolo, de Juan Pedro Aparicio.
Páginas de Espuma, 1ª ed.,  pag 120)

Feliz día de San Valentín 2017

Edward Gorey

Edward Gorey

La primera cita

Después de reunir los dientes de todos los muertos dispersos por la casa y asignarle un nombre a cada montoncito, Ella les pidió que aquella noche no hablaran, que no se visitaran ni hicieran ruido, que cesara la locura. A las ocho, como esperaba, llegó su recién amante con una sonrisa amplia, muy amplia y muy abierta. Y los muertos de la casa lo reconocieron y aplaudieron en silencio.

Declaraciones inconfesables
Miguel Rodríguez Otero
© Miguel Rodríguez Otero
© Editorial Aurora Boreal® ebook
Puro cuento
Páginas 169
ISBN 978-87-998986-3-3
2016

 

(«Declaraciones inconfesables» de Miguel Rodríguez Otero en Aurora Boreal)

 

Feliz día de San Valentín 2016

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El amor es cosa de dos

Era una vaca muy hermosa, con un cuerpo sólido y unas ubres firmes. Sin embargo no aceptaba al semental que le habían llevado para que la cubriera. Se resistía con tal fuerza que sus dueños temieron que se hiriera o que hiriera al toro.
El veterinario opinó que era un caso raro, aunque mejor ser prudentes y llevarle otro toro, recomendó. Pero pasó lo mismo una y otra vez. «Reacciona como si la fueran a violar», comentó el veterinario desalentado.
Sus dueños no sabían si sacrificarla o venderla. Para ver qué pasaba la llevaron a la feria de San Andrés, en Lot, uno de los mercados de ganado más importantes del noroeste.
Atravesaron con la vaca la mayor parte del recinto. Sus formas perfectas y su andar cadencioso llamaban la atención. Llegado un momento se negó a seguir. El dueño pugnó con ella y le dio unos varazos airados. Entonces reparó en el toro que estaba a la venta allí al lado. «¿No se me habrá encaprichado con este toro?», exclamó el hombre.
Y así era. Allí mismo comprobaron que la vaca aceptaba sin problemas, antes bien con mucha complacencia, las arremetidas amorosas de aquel bicho retinto que no era, por otra parte, gran cosa.

Juan Pedro Aparicio, Asuntos de amor

Feliz día de San Valentín 2015. Cuando se ligaba leyendo, de Fernando Iwasaki.

 

¿Te gusta celebrar el día de San Valentín?

¿Eres de los que piensan que más que una fiesta para los amores es una fiesta para las compras? ¿Te mueres por recibir una rosa envuelta en celofán  o te espanta ver llegar a tu amor con su sonrisa más boba y cuarto y mitad de flores, que parece que las ha comprado al peso? ¿Te mata la presión de saber que tienes que ponerte en «modo romántico» cuando, sin caer en lo borde, lo tuyo es la delicadeza sin melindres? ¿Madrugas (y trasnochas) para que te dure más este día o no sabes dónde esconderte hasta que den las doce campanadas y pase el peligro?

Sea como sea, si has llegado a esta página, lo  seguro es que te gusta la lectura. Y para celebrar de forma apropiada el siempre gozoso entretenimiento del galanteo, te proponemos un texto de Fernando Iwasaki en el que libros, mujeres y amor más que de la mano van, como hoy corresponde,  abrazados.

Lorenzo Mattotti

Cuando se ligaba leyendo,

de Fernando Iwasaki

Es verdad. Hubo un tiempo glorioso en el que los libros, la lectura, el conocimiento y los idiomas provocaron un efecto afrodisíaco en una generación de mujeres sensibles, inteligentes y bellas que hoy tienen entre 40 y 50 años. Y no es que las mujeres menores de 40 ya no sean sensibles, inteligentes y bellas, sino que ahora las mujeres saben que la mayoría de los hombres no pasa del suplemento de deportes y por eso no hay tío que aguante dos rounds de vis-á-vis literario con una tía. Pero en los años 70 no era así, y uno se conmueve al recordarlo.

Yo entré a la universidad en 1978 y -a punto de cumplir los diecisiete- alcancé a estudiar con las últimas chicas que todavía creían en el «hombre ilustrado». A mi favor estaba que yo leía muchísimo y en contra tenía que todas eran mayores que yo. Pero entonces uno era optimista y cuanto más adulta e inalcanzable era la chica de mis sueños, más densos y enrevesados eran los libros que devoraba en vano, porque nadie me advirtió que una cosa era parecer interesante y otra muy distinta resultar rarísimo.

A fines de los 70 era inimaginable ligar presumiendo de borrico, pues el mínimo exigible a un manganzón en edad de merecer suponía Cien años de soledad, Historias de cronopios y de famas, El arte de amar de Erich Fromm, ciertas nociones de Marx y cualquier película de Fellini. ¿Quién no ha formado parte de algún círculo de estudios durante los años 70? Y es que en los círculos de estudios se ligaba más que en las convivencias, porque las chicas eran la mar de intelectuales y sólo se fijaban en eso: – ¿Sabías que Fulanito tiene una bien gorda?- Será el Ulises de Joyce. – Yo creo que es Guerra y Paz. Las chicas de los 70 me hicieron leer El Principito, Juan Salvador Gaviota, El viejo y el mar, Cartas a un joven poeta y todos los pensamientos de Khalil Gilbran, antes de cumplir los 15. Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21.

Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante.Muchos contemporáneos míos presumen Lorenzo Mattotti 2de disfrutar de una segunda juventud al lado de chicas más jóvenes y hermosas. Puede que sean más jóvenes pero no más hermosas, porque las chicas más bonitas siguen siendo las mujeres de mi edad. Las únicas mujeres de las que me he enamorado siempre a través de sus conversaciones, sus ideales y sus reivindicaciones. Las únicas chicas que comparten conmigo melancolías, canciones y lecturas. Gracias a ellas puedo escribir una autobiografía y no una «autoviagrafía», porque ellas me enseñaron a soñar, a vivir y a leer.

Aquellos fueron unos años mágicos, maravillosos y emocionantes, porque la cultura y la belleza eran igual de conmovedoras para las chicas de los 70. Ellas querían saber qué libros leíamos y sus ojos relampagueaban sensuales cuando uno les hablaba de Poe, Jünger, Dumèzil o Lawrence Durrell.

Por eso las mujeres que hoy tienen entre 40 y 50 son así de tiernas, fuertes, brillantes, ilustradas y cómplices. Y a mí, que me hechizaron en la juventud, me siguen fascinando en su plenitud.»

Y si quieres,  te lo lee el autor…

Feliz día de San Valentín… y de Santa Rita 2017

El romántico (y mártir) San  Valentín SANTA RITA Y SAN VALENTINcelebra su fiesta el 14 de enero, aproximadamente en la mitad del periodo oficial de exámenes de la convocatoria de febrero de la Universidad de León (25 de enero al 20 de febrero).

Dadas las circunstancias, encomendamos al colectivo de estudiantes tanto a la advocación de San Valentín, patrón de los enamorados, como a la de Santa Rita, patrona de lo imposible.

Que sea lo que Dios quiera…