Fallo de la IV edición del Concurso de microrrelatos

Un año más celebramos el 23 de abril,   Día del libro,  haciendo público el fallo del concurso de microrrelatos  que,  por cuarto año consecutivo, hemos convocado en colaboración con el CEI Triangular-E3, BUCLE, el Programa de Acercamiento Intergeneracional entre personas mayores y estudiantes universitarios, el Programa interuniversitario de la Experiencia, el Vicerrectorado de Estudiantes y Empleo y el de Responsabilidad Social, Cultura y Deportes de la Universidad de León.

Queremos resaltar la cercanía del día 29 de abril, Día de la Solidaridad Intergeneracional. y  el  compromiso personal y corporativo que, si bien está presente en  todas nuestras actividades, potenciamos especialmente en este concurso, abierto a cualquier persona con independencia de su edad o formación.

La respuesta que obtenemos cada año nos sorprende y nos conmueve,nos anima a continuar, nos hace poner los pies en la tierra , pero también los ojos en el cielo. La participación es… anómala, no sabríamos decirlo de otra manera. Tal vez ni siquiera sea un concurso literario al uso, pero les aseguro que si la finalidad  es “la visibilización y el fomento de las relaciones intergeneracionales”, el objetivo está sobradamente cumplido

Somos muy conscientes de la gran cantidad de emociones,  recuerdos y sentimientos que se han movido en quienes nos han escrito; pero también somos muy conscientes de la enorme generosidad no solo de quienes nos escribían, sino de  aquellos que han sido mediadores para que muchos de  los textos llegaran a nosotros. Educar, cuidar, animar… son tareas que honran a quienes se ocupan de las personas en las  primeras  o en las últimas etapas de su vida.

Agradecemos todas y cada una de las comunicaciones recibidas, el interés por participar, el esfuerzo realizado para redactar el texto, el trabajo tomado para enviarlo. Felicitamos a todos los concursantes como ganadores, aunque los premios son para 😀 :

Categoría: Miembros de la Comunidad Universitaria 

Primer premio

 

  • Autor : Carla Abella Rodríguez
  • Título: Refranero de padre

— Yo a los cinco años ya trabajaba en el campo

— A los diez aún me llevabas de la mano al colegio


 Accésit primero

  • Autor : María Teresa Mata Sierra
  • Título : Metamorfosis

 

Todavía me impresiona recordarlo. Agarrándote fuerte de la mano  fui capaz de devolverte una pequeña parte de la confianza que depositaste en mi hace tantos años y que me han convertido en lo que soy.

Habrá quien al vernos pensaría: mira una señora ayudando a un viejo a bajar unas escaleras….

Lo que nadie sabe es que aquellos empinados escalones, al cogerte de la mano y asegurar tu bajada, fueron para mí una oportunidad  única de trasmitirte mi propia fuerza; de trasladarte mi cariño infinito y mi reconocimiento eterno por tu ejemplo impagable, por tu amistad incondicional y por tu magisterio. Sin cruzar una sola palabra,  entendimos ambos que se había producido ese cambio de papeles que hace  del discípulo un maestro cuando en el último escalón solo me dijiste: gracias. Con un nudo en la garganta te di un fuerte abrazo y  seguimos caminando.


Accésit segundo

  • Autor: Rosa Ana Menéndez García
  • Título: Un trozo de queso

Recuerdo bien aquella tarde. Llevábamos poco tiempo saliendo, unos meses, menos de un año. Todavía nos estábamos conociendo. Me invitó a subir a su casa por primera vez, a casa de sus padres. Era esa hora bruja en la que los nervios se pueden confundir con el hambre. Y asaltamos juntos la nevera. Delante de ella estuvimos explorando lo que nos apetecía, los cuerpos cerca, la inquietud. Y nos decidimos por el queso. Él cortó una cuña y la partió en dos. Sin pensarlo, espontáneamente, me dio el trozo más tierno, no el de la corteza, el otro, el mejor. Recuerdo bien como ambos nos dimos cuenta, como nos miramos, la ternura que había en su gesto.

Ahora, tantos años después, acaba de hacer lo mismo con nuestro hijo mayor. La misma ternura, la misma generosidad. Y nos volvemos a mirar.



 

Categoría: Personas mayores de 60 años

Primer premio

  • Autor: José Antonio Vallejo Aller
  • Título: Futuro compuesto

Habrás de recorrer muchos caminos,
          yo iré, él irá,

tú irás superando muchas asignaturas.
  El cuadrado de la hipotenusa
          nunca podrá dejar de ser igual a la suma
          de los cuadrados de los dos catetos.

Tendrás amigos, vencerás muchas dificultades
y sufrirás algunas decepciones (léase: traiciones)
  (Quousque tandem, Catilina?)

Te harás mayor.
Ganarás el pan con el sudor de tu frente,
tal vez alcances el éxito y la fama,
          las partículas elementales que constituyen la materia
          están dotadas de propiedades tanto de onda como de partícula,

pero solo cuando hayas alcanzado
la mano que, unida a tu mano, pierda su ajenidad
y ambos corazones aprendan, para siempre, a fundirse en un único latido,
tenlo en cuenta, hijo mío, solo entonces
habrás llegado.


 

Accésit primero

  • Autor: Feliciano Quintana Pastrana
  • Título: La vida es así y así lo será

Mucha ciencia y poca paciencia.

Mucho lujo y quizás poco cariño.

Mucho pan, Pedrito, pero ¿Cuánto de cariñito?

Que el tiempo pasa y que la vida cambia, lo vemos y lo sentimos, pero… ¿qué hacen los habitantes del planeta ahora?  pues exactamente lo mismo que los de antes: comer, dormir, trabajar y soñar.

Lo único  que ha cambiado es  qué se come, cuánto se duerme, en qué se trabaja. Y ¿qué es lo que se sueña? Pues lo mismo que nuestros abuelos: felicidad para nosotros y nuestros hijos.

Así que hoy me he dado cuenta, al sentarme ante esta hoja intergeneracional, que he sido nieto, hijo, padre, y ahora soy abuelo;  cumplo las normas del paso del tiempo.  Y disfrutaré lo que me deje la “VIDA” por vivir. Porque hay cosas que no se aprenden en los libros.


 

Accésit segundo

  • Autor: Emilio Pérez Paramio
  • Título:  El tío Bin-Bín

Era un día del mes de mayo y, como cada tarde,  caminando lentamente,  el  viejo a quien  los  chicos llamábamos  el tío Bin-Bin” subía, con esfuerzo, por el camino de las bodegas.

Nosotros apurábamos el paso para  aproximarnos a él,  que tenía que aguantar nuestros pequeños insultos y bromas que no le ofendían demasiado. Él aprovechaba para aconsejarnos y que esos momentos fueran motivos de reflexión. Recuerdo  un día quejarnos de las cosas que nos pasaban, al querer inculcarnos la paciencia que teníamos que tener para superar las dificultades, nos dijo esta reflexión que me quedó bien grabada:

Dios que es la suma bondad
y tan fastidiados nos tiene,
será porque nos conviene:
hágase su voluntad.



 

Categoría: Público general

Primer premio

  • Autor: María de las Mercedes Azar
  • Título:  Discrepancias

Yo me llamo como mi padre y así también bauticé a mi hijo. Los tres nacimos en este mismo pueblo olvidado de la mano de Dios. Pero nos separan desafinidades afectivas. Mi padre nunca perdonó mi nacimiento, que causó la muerte de mi madre tras dar a luz. Y yo desprecié a mi hijo cuando se declaró homosexual. Apenas compartimos un gentilicio y un patronímico. Por lo demás, no nos une el amor, sino el espanto.


 

Accésit primero

  • Autor:  Laura Barciela 
  • Título: Ave María Purísima

El doce de febrero dejó de creer en Dios. Al principio pensó que aquel convencimiento repentino se lo habían provocado las nuevas pastillas de la tensión y se preparó para ir a misa de una. En el ascensor, coincidió con el informático del quinto.

—Odio hablar del tiempo, ¿sabes, hijo?

—La gente odia demasiadas cosas hoy en día, ¿no cree? —A la altura del tercero, Petra se quedó pensativa.

—La verdad es que últimamente no creo mucho en nada.

Jesús se echó a reír.

—Acabo de darme cuenta, señora Petra, de que nuestro ascensor tiene el mismo tamaño que el del confesionario de San Esteban, aunque a mí me gusta más este, sin la celosía del medio.

Al domingo siguiente la anciana había cambiado de pastillas, pero su crisis existencial continuaba atormentándola. A la una menos cuarto, en zapatillas, se montó en el ascensor: necesitaba confesarse.


 

Accésit segundo

  • Autor: María Sol Villagrá
  • Título: El despertador

 

Con el canto del gallo se levanta Cecilia. Pone el puchero con agua que hierve siempre con el mismo trozo de tocino a la vez que desmigaja una hogaza de pan recién horneada. Van llegando los comensales que, entre cucharada y cucharada de sopas, mordisquean algo de matanza y un trozo de queso.

Se hace una reforma. Josefa prefiere el hierro y el carbón. Una pequeña caldera mantiene el agua caliente y, al mismo tiempo, las alubias de la huerta se van haciendo muy lentamente.

Mamá se moderniza. Calienta el café acercando una cerilla al pequeño fogón por donde sale el gas.

Y yo, que voy batiendo con prisa unos huevos, los mezclo y los revuelvo con los demás ingredientes, tengo ya a todos sentados a la mesa esperando.

En tres minutos suena el clic del microondas. En otros diez, la cocina queda desolada.

Mañana, sonará otro despertador.



 

 

Menciones especiales

Por segundo año consecutivo  ha ocurrido… lo que suele ocurrir en la vida: que las nuevas generaciones vienen empujando y reclaman con fuerza su lugar en el mundo. Esto vamos a tener que pensarlo ya de otra manera, porque aunque las bases del concurso contemplan diferentes categorías de edad y condición, es cierto que la temática  del mismo  invita a establecer una categoría específica  para personas “menudas”  🙂

El alumnado de 1º y 2º de ESO del IES Lancia de León, gracias a la implicación de su profesora María Barreiro García,  nos ha hecho partícipes del modo en que están aprendiendo a entender las relaciones intergeneracionales: la toma de  conciencia de la enfermedad , de la pérdida , la complicidad entre personas que aparentemente son tan diferentes, los recuerdos familiares, el paso del tiempo, el cariño entre padres, hijos y abuelos.

Valoramos muy positivamente todos los relatos recibidos. De entre ellos  hemos seleccionado algunos que consideramos merecedores de una mención a su esfuerzo y al potencial que contienen; además de nuestro agradecimiento, pretendemos que estas menciones sean un estímulo para continuar en el camino de la lectura y la escritura.


 

  • Autora: Marta Fuertes Frontaura
  • Título: Otro día cualquiera

 

– Abuela, espérame aquí sentada ¿vale?, yo voy a la panadería y vengo rápido. Si quieres, cuando vuelva, merendamos.

– Vale hija, tú tranquila. Yo,  mientras, voy a ver la tele.

Uy… ¿Qué es ese ruido tan raro? Será el aparato del oído. ¡Anda, pero si es el móvil de Sonia! ¿Y ahora qué hago yo, si no sé cómo se maneja este aparato…? ¿Y si es algo importante…?

– ¡Hola abuela! Ya he vuelto; ¿qué tal, ya ha acabado la película?

– Pues ni se si ha acabado ya, porque un minuto después de salir tú por la puerta, ha empezado a sonar el móvil ese tuyo y claro, como yo no sé manejar estas nuevas tecnologías, pues no lo he podido coger.

– Tranquila abuela;  mira, para cogerlo hay que darle aquí;  y ahora puedes ver quién llamó antes.

– Ay Sonia… si supieras tú cómo vivíamos nosotros.

 


  • Autor: Guillermo Fernández  Álvarez
  • Título: A mi abuelo, siempre

 

Se agotaba aquel verano del 38 en el que mi abuelo había madurado a golpe de ausencia. Su padre fue reclutado para luchar en la contienda y él se había encargado junto a su madre de recoger la escasa cosecha. Aquel atardecer, posiblemente caluroso, en el que mi abuelo jugaba con otros niños del pueblo, oyeron el atronador ruido de un convoy militar. Pocachiche corrió y se colocó en una posición privilegiada por si aquellos vehículos transportaban a su padre. Un soldado de lengua extranjera tiró una lata de tabaco vacía al abuelo, que este recogió presuroso. ¡Qué afortunado fue por unos instantes! No había pobreza, ni dolor, ni lágrimas… hasta que el hijo del médico lo empujó violentamente al suelo y le usurpó la caja. Esto me contó mi abuelo hace unos días porque, según él, olía a ese verano.

Será su magdalena de Proust.


 

  • Autora: Noa Marcos Díez
  • Tïtulo: Relaciones intergeneracionales

 

Hoy mamá no me ha llevado a la guardería. Me quiere mucho, pero siempre tiene prisa y apenas tiene tiempo para jugar conmigo. Me ha dejado en casa de la abuela, porque vamos a ir a jugar con alguien que me quiere mucho. No entiendo, cómo me va a querer si no la conozco. Me gusta que la abuela juegue conmigo, me lea cuentos, me haga mi comida favorita… He llevado a mi muñeca preferida. De camino imaginaba cómo sería esa persona. Su casa se llamaba “geriátrico” y abuela dice que es donde llevan a los niños cuando son demasiado mayores para ir a la guardería. Su sillita es parecida a la mía. Y le ha gustado mucho mi muñeca. Parecía feliz porque sonreía mucho, aunque apenas hablaba. Solo para preguntarme una y otra vez mí nombre.

Lo que no entiendo es por qué abuela la llamaba “mamá”.


 

  • Autor: Jaime Vallinas López
  • Título: El columpio

 

Cada día que paso por el parque me acerco al columpio, ese columpio que durante muchos años me vio crecer. Me gustaba que mi madre o mi abuelo me empujaran tan fuerte que pudiera “tocar el cielo”.

A veces, el columpio está solo, viendo pasar el tiempo, mecido por el viento, esperando a otro niño. Nunca podré olvidar los momentos que viví y que cada día observo reflejados en todos y cada uno de los pequeños que lo disfrutan.

Quizá  algún día sea yo, con pelo blanco y arrugas en la frente, quien lo empuje para que otro niño pueda  “tocar el cielo”.


 

  • Autor: Iker Nieto Garrido
  • Título: Todo empezó el verano del 41

– “Todo empezó el verano del 41…”

Y dale que te pego con el verano del 41. Me había empezado a contar esa historia desde que tenía cuatro años y todavía no la había terminado: o se quedaba dormido o me contaba lo mismo dos veces;  lo más lejos que llegué fue cuando Frederickson casi se cae del avión. Y  hasta ahí llegué otra vez, porque eran las doce de la noche y me fui a la cama. Y cada vez que le preguntaba empezaba con…

-¡Niños! ¡ las doce! ¡a la camaaaaa!

-Abuelo,  mañana, nos la terminas

Al día siguiente:

-A ver, abuelo, sigue…

-“Todo empezó el verano del 41…”

-Oh, venga, otra vez desde ahí, nooooooooooo…


 

  • Autora: Carla Lorenzana Llamazares

 

Despierto, pero no me quiero levantar

«¡Levántate!»;  es mi madre, la más pesada, pero con la voz más dulce.

Me dispongo a incorporarme de mis mullidas sábanas, no tengo otra opción. Lo único que me compensa de levantarme todas las mañanas es el abundante desayuno que mamá hace. Pero esta vez nada. «Ya se habrá enfadado» pienso. Con mi típico mal humor mañanero y mi cuerpo más pesado de lo normal, preparo un tazón de leche con cereales. Me dirijo al baño, y veo mi propio reflejo, una mujer de pelo canoso, con arrugas distribuidas por todo el rostro; bellas, pues cada una de ellas representa una experiencia vivida. Me lo enseñó mi madre. Silencio. Ella ya no está. La mujer que me enseñó tantas cosas, me levantó en cada caída y me recordó lo mucho que valía, se ha ido.

La echo de menos. Ojalá hubiese aprovechado el tiempo…


 

  • Autor: Héctor Gutiérrez Carcedo
  • Título: El adivino

-Buenas tardes, soy el Adivino y hoy voy a adivinar en qué año habéis nacido.

Así empezó el peculiar espectáculo que os voy a contar. Yo estaba caminando por la calle y me encontré un corrillo de personas. En medio estaba él, el Adivino. Después de describir lo que iba a hacer, pidió que se presentara una persona voluntaria y le dijo:

 —Hábleme un poco de su vida, por favor

El voluntario se presentó y explicó que su primer trabajo fue como paragüero,  y que con ese trabajo pudo ganar sus primeras “perras chicas”. El Adivino respondió:

 —Naciste entre 1920 y 1930.

Pidió otro voluntario. me presenté y dije:

 —¡ Qué guay!”

 —Sin duda tú naciste en el año 2000 —me contestó.

 Acto seguido una señora dijo:

 —Espere usted, que me estoy sacando un selfie

Y el Adivino, como el rayo::

 —Naciste entre 1980-1990.


 

 

  • Autora: Laura Pérez Domínguez
  • Título: Un mantel bordado

Hace ya algún tiempo que mi abuela transita, cada vez con más frecuencia, por el incierto mundo del olvido. Habitualmente está en una nebulosa que la aleja del presente y la ancla en el pasado. La siento tan lejana… Habla de tiempos que yo no viví, de lugares en los que yo no he estado. En su último cumpleaños mi abuela no paraba de acariciar, con una inmensa sonrisa, el mantel que mi madre había elegido.

 — Abuelita, ¿te gusta? —le pregunté.

— Lo bordé yo ¿no te parece precioso?— me dijo. Y con un toque de melancolía añadió— : A Juan le gustaba mucho.

Mi madre se acercó y me dijo:

— Cariño, para ella, y para mí también, es muy valioso. Pertenecía a su ajuar.

Yo desconocía su significado. Ahora que lo sé, me pregunto si los pequeños detalles pueden lograr conectar el pasado y el presente.



 

¡Felicidades a los ganadores!

Los premios se entregarán en una
fiesta que celebraremos el 24  de mayo, a las 12:00 h,
en el Campus de Vegazana
(delante de la biblioteca San Isidoro)
Ve organizando  tu agenda, porque
¡todo el mundo está invitado!

 

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