Por Natalia Álvarez Méndez
Valeria Correa Fiz
(Información sobre la autora contenida en la solapa de La condición animal)
Nació y creció en Rosario (Argentina), a orillas del río Paraná. Aunque hace más de diez años que vive en el extranjero (siempre en ciudades que empiezan rigurosamente con la letra eme: Miami, Milán, Madrid), todavía conserva el humor turbio y sedicioso que le legaron las aguas del río.
Además de esa presentación que la editorial Páginas de espuma hace en la solapa de su primer libro de cuentos, conviene añadir que Valeria Correa Fiz, abogada de profesión, es autora, a su vez, de los poemarios El álbum oscuro (2015), finalista del Premio de Poesía Manuel del Cabral, y El invierno a deshoras (2017), galardonado con el XI Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez, en 2016.
Ha impartido talleres de escritura y coordinado el club de lectura para las librerías norteamericanas Barnes & Noble (Miami), y coordinado el coloquio de lectura de la librería Melting Pot (Milán). En la actualidad, colabora con portales digitales (Aire nuestro y Los amigos de Cervantes) e imparte talleres de escritura creativa en el Taller de Clara Obligado (Madrid) y en el Instituto Cervantes (Milán).
La condición animal
(Información contenida en la contraportada)
“La condición animal”, de Valeria Correa Fiz
Es imposible que alguien se interne en los doce cuentos que forman La condición animal y no salga de ellos, al menos, sacudido, turbado y, por qué no advertirlo, también conmocionado por la intensidad de estas historias.
¿Qué es lo que nos hace diferentes como especie, en qué consiste la condición humana? ¿Sabernos frágiles, expuestos, mortales? ¿Cómo seríamos si no temiésemos el mal ajeno?
Eso parece preguntarse cada uno de los cuentos que Valeria Correa Fiz ha escrito con una prosa visceral, física y cargada de turbiedades, para conducirnos hasta nuestros propios miedos, nuestras inseguridades, nuestros temblores. El ángulo más oscuro del ser humano —la locura y la muerte, el amor y la enfermedad, la obsesión y la violencia y la ternura inevitables—. Un libro brutal. Un libro que duele, como duele siempre la buena literatura.
Entrevista a la autora:
Valeria Correa Fiz desvela en una entrevista el origen de las claves relativas a sus cuentos. Las que se refieren a los entresijos de una conducta que podríamos definir como inhumana y las que aluden a cuál es la peculiaridad de nuestra especie, indagando en nuestros miedos e inseguridades, en nuestras debilidades. Así lo confirma en unas declaraciones integradas en el dossier de prensa de la editorial:
«Escribir se ha vuelto mi modo de pensar y de entender mis obsesiones. Sé que algo me duele o preocupa verdaderamente cuando lo escribo; en este sentido, me siento muy identificada con la frase de Marguerite Duras: escribir es aullar sin ruido. Este libro es el fruto de una pregunta que me hago desde que comencé la Facultad de Derecho: La “mala conducta” —la ética o socialmente reprochable y también aquella que nos parece inhumana— ¿es un recurso a la naturaleza, es un desvío, el resultado de una zoología errada, o es simplemente una ruptura del código ético-normativo (que varía de época en época y es diferente según los lugares geográficos) con el que nos regulamos a nosotros mismos? La otra pregunta que me obsesiona tiene que ver con saber qué es verdaderamente lo que nos hace diferentes como especie, en qué consiste la condición humana. Un día me di cuenta de que muchos de los cuentos que tenía en los cajones orbitaban en torno a estas dos preguntas. El título La condición animal surgió inmediatamente.
[…]
¿Qué nos diferencia como especie? Sin pretender dar una respuesta exhaustiva, diría que es sabernos frágiles, expuestos, mortales. Nuestros temblores y miedos derivan de nuestra condición y de la relación dialógica entre el mal cometido por un hombre y el sufrimiento padecido por otro. ¿Cuántos males descontaríamos del mundo, si disminuyera la cantidad de violencia ejercida del hombre contra el hombre? ¿Cómo seríamos como especie, si no temiésemos el mal ajeno? La condición animal explora también estos interrogantes».
Estructura:
El libro presenta doce relatos. Su orden no es ni mucho menos gratuito, responde a un objetivo bien perfilado por Valeria Correa Fiz, tal como recoge con cierto el dossier de prensa de la editorial:
«Creo mucho en la máxima de Rilke que dice que la creación del artista es una puesta en orden. Quise darle al libro una estructura fuerte que condujera al lector hacia una cierta intensidad, como lo hace la música sinfónica. Mi idea es que cada uno de los cuentos debe funcionar de modo individual, pero también tiene que suponer un plus de emoción respecto del relato anterior y, a la vez, ser la base, el sustrato emocional del relato sucesivo».
Una nueva vuelta de tuerca organiza esa estructura global en cuatro secciones —Tierra, Aire, Fuego, Agua (de tres relatos cada una)—, que van precedidas por significativos epígrafes y que remiten a los elementos que conforman la naturaleza según los antiguos:
«Mientras buscaba un orden para el libro, reparé en que cada uno de los relatos tenía como núcleo alguno o algunos de estos elementos. Recordé, entonces, que ciertos filósofos griegos presocráticos consideraban estas sustancias como el arché, el elemento primigenio del cual estarían hechas todas las cosas del universo; se me ocurrió que yo también podía jugar con esta idea. Así concebí un orden que avanza desde lo sólido hasta llegar al agua que es, como sabemos, el principal componente del cuerpo humano».
Contenido del libro:
El título del volumen pone de relieve el distanciamiento con los rasgos que humanizan al hombre, la preocupación por las conductas extremas en las relaciones y la intención de conmocionar al lector.
Se ofrecen doce relatos que, sin renunciar a la belleza estética, interrogan sobre la parte más oscura del ser humano, aquella que construye un mundo sinrazón e inquietante. El epígrafe introductorio, extraído de El entenado, novela de Juan José Saer, en la que el protagonista es testigo de la animalidad que puede caracterizar al hombre, así lo sugiere:
Pero ahora que soy un viejo me doy cuenta de que la certidumbre ciega de ser hombre y solo hombre nos hermana más con la bestia que la duda constante y casi insoportable sobre nuestra propia condición.
(Juan José Saer, El entenado)
La primera sección —Tierra— nos acerca a la violencia y destrucción ejercida por el ser humano; la segunda —Aire — nos enfrenta al fin de la infancia, a la muerte y a las pérdidas; la tercera —Fuego— a la locura, el suicidio, la marginación y los amores imposibles; y la cuarta —Agua— a la complejidad de la vida y, de nuevo, a su extinción, a la muerte.
The show (Tilo Uischner)
Los cuentos traslucen la crudeza del mundo, lo salvaje que late bajo una supuesta condición humana que asusta si nos interrogamos con sinceridad acerca del mal que puede acoger y generar. Precisamente, el origen y la naturaleza del mal será uno de los ejes fundamentales de los cuentos de La condición animal, que ponen de manifiesto el enfrentamiento entre el instinto y lo racional, el instinto y la civilización, tanto en el ámbito social-histórico como en el espacio doméstico, siempre con un matiz de sordidez.
Tal como afirma Eloy Tizón, en La condición animal hay «un sentido de la belleza ritual y de la crueldad refinada muy japonesas, lo que le permite narrar barbaridades sin que le tiemble el pulso. Estamos ante una mente capaz de combinar la dulzura de un kimono o un almendro en flor con el destello quirúrgico de las pinzas de un ginecólogo» (El cultural, p.7; 23-9-2016).
El dolor, la soledad, las pérdidas, la enfermedad mental y la enfermedad física, la locura, la muerte, las obsesiones, las traiciones, las pasiones, se entrelazan en contextos familiares —pareja, maternidad, paternidad, infancia enfrentada a la vida— y en contextos históricos —testimonio del horror, injusticias sociales y políticas propias de un mundo de corrupción, de miseria y de pobreza—.
Su prosa visceral y lírica, repleta de figuras retóricas, se presenta de la mano de distintos tipos de narradores cuyas perspectivas y tonos convierten en protagonistas a la muerte, la locura, el amor, el desamor, y retratan la violencia, la crueldad, la brutalidad, la destrucción… En suma, el regreso a comportamientos primitivos, salvajes, propios de las bestias y no de una asumida condición humana que nos separa del resto de animales. No obstante, hay atisbos en algún relato de que la ternura y el amor sirven de esperanza, de contrapunto a la crudeza y hostilidad del mundo.
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Pietà (Tilo Uischner)
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WSoonolfsmädchen (Tilo Uischner)
El denominador común es lo animal que late bajo la condición humana, aunque también los animales —felinos, dinosaurios, perros, anfibios, batracios— cobran protagonismo en pasajes muy significativos de las tramas relatadas.
En el conjunto del libro, el realismo se combina con lo fantástico, jugando con elementos truculentos, turbadores, y con atmósferas inquietantes que nos conducen incluso hacia lo simbólico.
Lectura:
Para acercarnos a La condición animal y compartir nuestras lecturas de dicha obra podríamos responder, entre otras muchas, a preguntas como las siguientes que pueden ser el punto de partida para enriquecer el diálogo sobre sus relatos:
Kaputt! (Tilo Uischner)
- ¿Qué te sugiere la imagen de la cubierta de La condición animal?
- ¿Te ha gustado especialmente alguna de las cuatro secciones del libro? ¿O tus preferencias responden a cuentos de distintas secciones? ¿O al ritmo de los mismos y a su extensión?
- En el conjunto del retrato del mundo hostil que se traza en el libro: ¿qué personaje te ha llamado más la atención por su crueldad/salvajismo y cuál por su fragilidad/debilidad/miedo/inseguridad?
- ¿Te han llamado más la atención la creación de atmósferas o los retratos psicológicos?
- ¿Te ha sorprendido la variedad y mezcla de cuentos realistas, fantásticos, simbólicos, truculentos? ¿Y la variedad de narradores y puntos de vista?
- Hay pasajes que asocian a los humanos con lo animal, también a la naturaleza con lo humano y a la naturaleza con lo animal. ¿Te ha impactado algún párrafo/frase que presente ese tipo de imágenes?
- ¿En cuanto al lenguaje, en ocasiones lírico, destacas alguna figura retórica (comparación, metáfora, etc.)?
- ¿Percibes la influencia de otros escritores en la prosa de Valeria Correa Fiz, o guiños intertextuales a otros narradores?