«Mompou está evocando en la música el silencio … y el silencio es la música». Con estas palabras definía la guitarrista Raphaella Smits la música de Federico Mompou, de cuyo nacimiento se cumple este mes el 125º aniversario.
Creo que es justo decir que Mompou es uno de los compositores con los seguidores más fieles. No es famoso en general, incluso entre aquellos que habitualmente escuchan música clásica, pero su música es amada y venerada por quienes la conocen.
Mompou era una persona muy tímida y tranquila (en una entrevista, describió sus pasatiempos favoritos como «Contemplación, meditación y el cine».) No tocaba el piano en conciertos públicos, solo en reuniones privadas, lo que puede haberle evitado una fama más amplia.
La música de Federico Mompou fue coloreada por las dos principales influencias en su vida: la herencia popular catalana y la influencia de los modernistas franceses de su juventud, principalmente Debussy y Satie. Quizás por su timidez, nunca propagó su música agresivamente ni buscó ambiciosamente escribir con formas grandiosas que facilitaran un éxito fácil. Trabajó en un lenguaje muy personal, sencillo y popular que iba en contra de las principales tendencias del modernismo racionalista. Pero había quienes, artistas y público por igual, que amaban su música y la mantenían viva.
Federico Mompou alrededor de 1920. Fotografía: Fons fotogràfic Frederic Mompou (Biblioteca de Catalunya)
Nacido en Barcelona el 16 de abril de 1893, Mompou estudió piano en el Conservatorio del Liceo y dio su primer recital público a la edad de 15 años. Decidido a estudiar composición en Francia, después de escuchar a Marguerite Long tocar la música de Faure. Llegó a París en 1911 armado con una carta de recomendación de Granados. Ese mismo año, compuso su primera pieza para piano.
Sin embargo, su timidez lo desanimó de iniciar una carrera de interprete y lo derivó exclusivamente hacia la composición. La música de Satie en particular lo animó a desarrollar un estilo deliberadamente simple. Su ideal estético estaba claro: la máxima expresión con los mínimos medios.
Fue un minimalista temprano. Buscó lograr efectos emocionales profundos a pesar del escaso número de medios musicales que empleaba. Eso significaba una predilección por la música popular y por los repetitivos efectos del ostinato (una frase musical repetida una y otra vez en una composición). También una falta de inclinación para modular o desarrollar sus materiales musicales.
Mompou regresó a su Barcelona natal cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, pero regresó a París en 1921; en 1941 regresó a Barcelona para siempre.
Federico Mompou en 1955
Ese mismo año, durante un concurso de piano, conoció a una joven candidata, Carmen Bravo, con quien se relacionó en una larga y fructífera amistad que culminó en matrimonio en 1957. Fue el estimulante de la obra creativa de Mompou, que devolvió al músico al mundo de la composición tras una década de crisis creativa en la que sólo compuso dos obras.
Él vuelve a componer, recupera la fama y recibe el reconocimiento oficial en Francia y España. Su música tiene gran éxito en Inglaterra. En 1955, la creación de un ballet con varias de sus composiciones es un éxito absoluto («House of Birds» para el Royal Ballet). Una hemorragia cerebral cesa sus actividades en 1978. Murió en Barcelona el 30 de Junio de 1987.
Casi todas las más de 200 obras de Mompou son piezas para piano o canciones en un tempo lento. Pero a pesar de su falta de modernidad, sus composiciones ganaron fieles admiradores, que encontraron en ellas una evocación y una intensidad que faltaba en muchas otras músicas del siglo XX. Algunos de esos admiradores se encargaron de orquestar piezas seleccionadas y emplearlas para ballets y otros espectáculos públicos.
Destacar en su obra la serie, agrupada en cuatro cuadernos, conocida como «Música Callada». Compuesta durante varios años a partir de 1951, cuando Mompou tenía casi 60, las veintiocho piezas de la Música Callada, son miniaturas sucintas que resumen la estética de Mompou. Casi todos ellas tienen un ritmo lento (y a veces muy lento), y todas son bastante cortas, la mayoría de ellas tienen una duración de menos de tres minutos. El título está tomado del «Cántico espiritual» de San Juan de la Cruz, concretamente de estos versos: “la música callada / la soledad sonora”.
El propio Mompou la define así en su presentación: «Esta música no tiene aire ni luz. Es un débil latir del corazón. No se le pide llegar más allá de unos milímetros en el espacio, pero sí la misión de penetrar en las grandes profundidades de nuestra alma y regiones mas secretas de nuestro espíritu. Esta música es callada porque su audición es interna. Contención y reserva. Su emoción es secreta y solamente toma forma sonora en sus resonancias bajo la gran bóveda fría de nuestra soledad. Deseo que en mi música callada, este niño recién nacido, nos aproxime a un nuevo calor de vida y a la expresión del corazón humano, siempre la misma y siempre renovando.»
Genericamente, Mompou define así su música: «La mejor palabra es la palabra no dicha, como todos sabéis, soy un hombre de pocas palabras y un músico de pocas notas». «La música está escrita para lo inexpresable, quisiera que ella pareciera salir de la sombra para volver de nuevo a ella. Me encuentro en la obligación de encontrar nuevas formas, creo que nunca podré encerrar mi música en un mundo demasiado correcto.»
Entrevista en el programa «A Fondo», realizada por Joaquín Soler Serrano (1976)
«Impresiones Intimas» (Luis Ángel Martínez – Piano)
Paisajes (Arcadi Volodos – Piano)