Alain Milhaud (1930-2018): El productor que modernizó el pop español (II)

A finales de 1968, Pedro Ruy Blas entra a formar parte de Los Canarios para sustituir a Teddy Bautista, vocalista y líder del grupo, que cumplía el servicio militar. Pedro Ruy Blas, nombre artístico de Pedro Ample Candel, nació en 1949 en Madrid. Desde muy joven se integra en diversos grupos.

Pedro tuvo una actuación muy destacada con el grupo, y llamó la atención de Alain Milhaud. Este ve grandes posibilidades en Pedro y empieza a diseñar su lanzamiento en solitario, en una época, la primera mitad de los setenta, donde los grupos desaparecieron, el rock quedó reducido a la clandestinidad, y el mercado estaba copado por cantantes melódicos.

Milhaud buscó entre el catálogo de canciones de la discográfica la canción más adecuada para el, y eligió “Ceux que l´amour a blessés”, que había grabado Johnny Hallyday con un éxito más bien discreto.

Pedro Ruy Blas (A lo que hirió el amor) 1970

La versión de Pedro, “A los que hirió el amor”, supera de largo a la original. Milhaud consiguió una producción impecable y poco habitual para un cantante melódico. Un órgano casi opresivo, un bajo y una batería contundentes e inmisericordes y una sección de metales que consiguen alcanzar unas cotas de épica inigualables. A esto se suma la voz grave de Pedro, con un toque “soul”, que hacen de esta canción algo fuera de lo común, atípica completamente, pero que atrapa inmediatamente y con una calidad poco común en las producciones de aquella época.

La canción fue un bombazo, se escuchó y vendió muchísimo, llegando al número uno de ventas en enero de 1971.

Tras este éxito, Ruy Blas siguió una temporada en esta línea melódica, bajo el padrinazgo de Milhaud. Pero la escasa repercusión de sus siguientes trabajos, problemas con la censura incluidos, le hizo desistir y empezó una fructífera carrera dentro del jazz, donde destaca la creación del grupo Dolores, que practicaron un jazz-fusión realmente memorable.

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Pedro Ruy Blas (Mi voz es amor) 1971

María del Mar Bonet siempre ha sido conocida por su implicación con las músicas populares de las islas Baleares, Cataluña, y de todo el entorno mediterráneo.

Su primer LP, sin título específico, se editó en 1970. En él incorporó algunos temas grabados anteriormente; otros nuevos extraídos del cancionero popular, y varias canciones creadas por ella misma, como “Dóna’m sa mà”, una bellísima canción de amor.

Por esas mismas fechas, Milhaud, muy impresionado al conocer sus canciones, entró en contacto con ella, y le aconsejó cambiar de sello discográfico; el cambio se concretó con la firma con el sello Bocaccio Records, creado por el propio Milhaud y por Oriol Regàs, empresario y promotor cultural. Uno de los máximos representantes de lo que se denominó la “Gauche Divine”, movimiento de intelectuales y artistas de izquierda que se extendió por la Barcelona de los años sesenta y comienzos de los setenta.

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Alain Milhaud y Oriol Regás. Fotografía publicada en el diario La Vanguardia. Autoría desconocida.

En Bocaccio, con Milhaud como productor, grabó la canción “L’águila negra”, bellísima canción, de la que era autora la cantante francesa Barbara, donde el citado Milhaud hace una producción exquisita del tema, apoyado en los arreglos de Jacques Denjean.

Cuenta Alain Milhaud que, tras el sorprendente éxito que tuvo aquella canción, la división francesa de la discográfica CBS quiso editar y hacer una gran promoción de la canción “L’àguila negra” cantada por María del Mar en francés, lo que significaba una gran oportunidad para su proyección artística; oportunidad que ella rechazó, manteniendo su postura, en aquel momento claramente ideológica y siempre inalterable, de no cantar más que en catalán; postura que María del Mar siempre ha mantenido con una extraordinaria coherencia personal.

En el sello Bocaccio Maria del Mar editó también su segundo LP en el que además de algunos temas propios y otros populares, incluyó cinco canciones basadas en textos de grandes poetas. En 1974, María del Mar decidió rescindir su contrato con Bocaccio.

Maria del Mar Bonet (L’Àguila Negra / No Voldria Res Més Ara) 1971

Ese mismo año, 1971, apareció uno de los mayores retos a los que se tuvo que enfrentar Alain Milhaud. Aquella Sevilla luminosa del finales de los sesenta, había alumbrado una las bandas capitales del rock español. Smash, grupo señero del underground sevillano, fue fichado por Bocaccio. La idea era fusionar el rock con el flamenco. A tal fin, Ricardo Pachón, manager de Smash, convenció a Manuel Molina (creador de los futuros Lole y manuel) para que entrara a formar parte del grupo, influyendo para que el grupo se acercara a un sonido con reminiscencias flamencas.

Oriol Regás pone a su disposición un apartamento en la Costa Brava, en Platja d’Aro, nuevo equipo instrumental y un adelanto para que hagan lo que quieran. Además de disponer de la discoteca Maddox, propiedad de Regás, para sus ensayos. Alain Milhaud es el productor, y con él graban multitud de canciones cercanas al flamenco, pero solo verán la luz las canciones que el sello considera más comerciales.

Pero aquello fue un auténtico pandemonium. Smash eran totalmente anárquicos, incontrolables. En sus planes nunca entró el triunfar en la música para enriquecerse. En su mentalidad Hippie, no entraba ese concepto. Eran “hombres de las praderas”, como se reflejaba en el “Manifiesto de lo borde”, esos santos evangelios de la vanguardia sevillana, creados por Gonzalo García Pelayo, productor y descubridor de la banda y Julio Matito, bajista y líder de la misma.

Smash como quinteto en 1971

Postal de Smash publicada por Bocaccio Records en 1972

En el extremo opuesto estaba Milhaud. Puntilloso, perfeccionista, profesional al máximo. Sudo tinta para intentar meter en cintura a aquellos sevillanos levantiscos. Con todo, logró que llegaran al éxito masivo. El sencillo “El Garrotín / Tangos de Ketama” (1971), donde se produce una clara inflexión hacia la mezcla de rock y flamenco. “El Garrotín”, construido sobre el palo flamenco del mismo nombre, con letra en castellano e inglés, fue un gran éxito comercial.

El grupo no acepto esa búsqueda permanente de la comercialidad, y uno de sus miembros fundamentales, Gualberto,  abandona la banda. Alain Milhaud prepara lo que sería su tercer LP, pero tras la salida al mercado de “Ni Recuerdo, Ni Olvido” (1972), Julio Matito deja el grupo y el resto decide no seguir y dar por concluida la aventura.

Smash fueron de los primeros grupos que fusionaron el flamenco con el rock, y padres de lo que se dio por llamar el rock andaluz, ejerciendo una gran influencia en los años siguientes a su desaparición.

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Smash (El Garrotín) 1971

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Smash (Ni Recuerdo ni Olvido, Partes I y II) 1972

En 1972, Moncho Alpuente le habla a Milhaud de un amigo suyo, Hilario Camacho, que podía interesarle. “Gracias a Moncho Alpuente –recordaba Hilario– conocí a uno de los productores con el que mejor trabajé en mis inicios, Alain Milhaud. Le dejé una maqueta para que la escuchara y me diera su opinión. No pasó mucho tiempo cuando una mañana Alain me llamó a casa para concertar una cita y a partir de ahí empezamos a trabajar juntos. Me dio mucha seguridad trabajar con él, era un gran profesional. Estaba pendiente de todo y yo solo tenía que preocuparme de componer y cantar”.

De esta colaboración surge el álbum “A Pesar de Todo”, editado por la Compañía Fonográfica Española en 1972, para cuya grabación se desplazan a Londres, arropando las canciones y la voz de Hilario con un gran plantel de músicos que realizan un excelente trabajo en la instrumentación de las canciones. Destacar de este trabajo, la canción “Los Cuatro Luceros”, donde musicalizó los versos del poeta catalán José Batlló.

Se trata de un buen disco, con un sonido muy cuidado, donde Hilario Camacho encuentra el que será su estilo, con pocas variaciones, que desarrollará a lo largo de su carrera.

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Hilario Camacho (A Pesar de Todo ) 1972

Sería su única colaboración con Milhaud. Hubiera podido haber una segunda en 2006, cuando Milhaud iba a producirle dos nuevas canciones. La trágica muerte de Hilario en agosto de ese año, trunca ese reencuentro.

A partir de mediados de los setenta, decrece la actividad como productor de Milhaud. Lo más reseñable es su trabajo con la banda progresiva catalana Iceberg.

A finales de la década, la Compañía Fonográfica Española, con el catálogo de Bocaccio Records incluido, es adquirida por la discográfica Zafiro.

A partir de ese momento; Milhaud se centra en lo que ha sido su labor profesional fundamental hasta el fin de sus días, con ocasionales incursiones en labores de productor: Bocaccio Ediciones Musicales. Milhaud la crea en 1972 para gestionar varios de los grandes éxitos de los 70 y 80. Más tarde administró en España, y durante diez años, los catálogos del Grupo Disney. Para eludir el dominio de la edición musical que tienen las grandes compañías, Bocaccio descubrió un nicho: el control y la recaudación de los derechos que genera la publicidad del sector audiovisual. Siendo capaz de ejercer mejor y más a fondo, el control y la percepción de dichos derechos. (Información extraída de la web de la editorial)

Resultado de imagen de Bocaccio Ediciones Musicales.

Pero hubo un canto de cisne en sus labores como productor. En 1989 realiza la primera grabación digital en España en 48 pistas, en aquel momento la normalidad eran las 24 pistas. El grupo Iberia (creado para la ocasión), grabó un disco revolucionario, “Flamenco Challenge”. Fusión del flamenco con el rock y el jazz y se que alejaba de los términos puristas del género. La labor como productor de Milhaud fue fundamental para la realización de este proyecto. Proyecto que no se publicó hasta pasados veinticinco años, concretamente en 2015, con una cuidadísima edición por parte de la propia Bocaccio.

Este ha sido el resumen, dividido en dos entradas, con las he querido reflejar la intensa vida profesional de este auténtico genio. Pilar fundamental en la modernización y el desarrollo de la música popular española. Solo lamentar el escaso interés informativo que despertó su fallecimiento. Se nos ha ido alguien insustituible, un orfebre de la música, un caballero. Alguien que ayudó a convertir nuestras vidas en un lugar un poco más habitable.

Feliz viaje Maestro.

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