Pepa Flores, Goya de Honor 2020. La Larga Huida de Marisol

Foto: César Lucas

Fotografía: César Lucas

Este presente año 2020, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España ha otorgado su Goya de Honor a Pepa Flores (Marisol). Si hay un mito que ha perdurado en el tiempo en la cultura popular española, ha sido el de su figura. Quizás ayudó el que se retirara tan pronto, a mediados de los ochenta, de la presencia pública. Desde entonces vive retirada en su Málaga natal, con su pareja, sus perros y como ella misma dice, aprendiendo a quererse a sí misma, cosa que nunca consiguió en su etapa artística.

Prueba evidente de la importancia de su recuerdo, fue el protagonizar de nuevo la portada de la revista Interviú en su número de despedida, publicado hace dos años. Recuperando aquella foto mítica, inicialmente publicada en septiembre de 1976, que supuso uno de los símbolos de la naciente transición española. España empezaba a cambiar, pero también Marisol lo estaba haciendo.

Como decíamos, Marisol es un mito, aunque el recuerdo que ha quedado de ella para muchos, puede que se reduzca a las películas que rodó en los sesenta, cuando aquella niña rubia y pizpireta deleitaba a las familias con aquel cine tan meloso. Con ello estaremos obviando la parte más interesante de su carrera. Si hablamos de su faceta musical, la cosa se complica aún más, como mucho se acordarán de «Tómbola», «Corazón Contento» o «Mami Panchita», algún iniciado de «Háblame del Mar, Marinero».

Fotografía: César Lucas

Marisol ha sido una de las mejores voces femeninas de la música popular española; esa voz grave, capaz de transmitir todos los matices posibles al cantar, de una ductilidad asombrosa, con ese «deje» malagueño que salía de vez en cuando a relucir.

Si hay un punto de inflexión musical en la carrera de Marisol, este fue cuando en 1976 Manuel Alejandro le compone el álbum «Háblame del Mar Marinero». Una Marisol más comprometida e inquieta, inicia una maduración a nivel musical, como ya la había empezado en el cine años antes.

Pero esto no supone despreciar su etapa anterior. Pasados los años de estrella infantil, y llegando la difícil transición a la edad adulta. Marisol comienza una segunda etapa, que en su parte musical da lugar a un pop de un cierto nivel, respaldada por autores como Juan Pardo, Fernando Arbex o Juan Carlos Calderón, completó un catálogo de canciones más que digno.

Fotografía: César Lucas

Pero a mediados de los setenta surge otra Marisol, surge ya Pepa Flores, aunque nominalmente no lo sea todavía. El final de su relación con la familia Goyanes, tanto personal como profesional, se une el conocer e iniciar una relación con el bailarín Antonio Gades. Fruto de todo ello fueron una serie de discos excepcionales que Marisol grabó desde 1976 a 1983, donde en un esfuerzo titánico por huir de su etapa de niña prodigio, y arropada por los mejores compositores de este país, el citado Manuel Alejandro, Luis Eduardo Aute o «Caco» Senante, dejó registradas una serie de canciones, hoy desgraciadamente casi olvidadas, sentidas y profundas, que tendrían que estar esculpidas en mármol en la historia de la música popular española.

Destacar especialmente su álbum de 1979, «Galería de Perpetuas». Seguramente su mejor trabajo, y el más sentido. El subtítulo ya indica el carácter del disco, «Canciones para Mujeres». Álbum desgarrador, sin concesiones. Denunciando las mil penurias y abusos que una sociedad machista y despiadada  ha cometido con las mujeres. Las letras del poeta Pedro Cobos, y la música de José Nieto, dan lugar a un disco austero, sin artificios. Donde solo importa la palabra, la denuncia, y en muy pequeñas dosis, la esperanza.

La carrera artística de Marisol, ya Pepa Flores, se cierra a mediados de los ochenta, cuando rodó su última película, y en su faceta musical, se cerró con una desastrosa gira de dieciséis conciertos, que quedaron en diez, donde el público quería oír «Tómbola» y no «Marinero en Tierra».

Pepa Flores ha sido una artista excepcional. Este premio es un acto de justicia y consideración con su inmensa figura. Sería deseable que se le otorgara un galardón similar en el ámbito musical, que sería tan merecido, o más, que en el cinematográfico.

Colores (1968)

Corazón Contento (1968)

Tu Nombre me Sabe a Yerba (1969)

Felicidad (1969)

Aquel Verano (1970)

Ven, Ven (1973)

Mi Propia Ley (1973)

Dile que Vuelva (1976)

Háblame del Mar, Marinero (1976)

Balada Para la Soledad de mi Guitarra (1977)

Ser Gaviota (1978)

Si no te Quisiera Tanto (1978)

En la Bodega del Barco (1979)

La Trenza (1979)

Una Mujer Enamorada (1983)

Ay de Tí, Ay de Mí (1983)

 

 

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