Por Natalia Álvarez Méndez
Ya hemos asistido al primer coloquio participativo de guía a la lectura de Medusa. Álvaro Acebes contextualizó la obra con sus palabras y con una selección de impresionantes fotografías. Puedes verlas. Pero ¿eres capaz de mirarlas fríamente, sin sentir vergüenza?
Con esta nueva novela, publicada en el curso pasado, Ricardo Menéndez Salmón regresa a un territorio recurrente en su narrativa: la exploración del Mal a través de una mirada al terror real que recorrió el siglo XX y la forma que ha tenido el ser humano para enfrentarse a un problema que es intrínseco a su propia condición. Ahí está su elogiada Trilogía del Mal para recordarnos que la prosa de Menéndez Salmón se atreve a dinamitar conciencias y a ahondar en los abismos de aquel horror del que hablara Joseph Conrad. Sin embargo, en esta ocasión, el autor asturiano propone también una visión desencantada y arriesgada sobre el carácter del arte y el lado más perverso y ambiguo que acompaña a toda experiencia artística.
Este relato, que tiene más de ensayo encubierto que de novela, recorre la vida del fotógrafo Prohaska, un artista atormentado que asiste a las grandes catástrofes del siglo pasado. Sus viajes a lo largo de todo el mundo durante tres décadas, siempre con la cámara al hombro, le permitirán convertirse en testigo del horror, y es precisamente esa objetividad sin implicación, ese mirar sin actuar lo que conducirá a Prohaska a juzgarse a sí mismo y a vivir con un sentimiento de culpa constante, que en buena medida se debe a traumas infantiles y a la incapacidad para explicarse tanta maldad. Fotografías de los campos de exterminio nazis, de Hiroshima y Nagasaki, de la España gris y eterna que llegó con el franquismo, Prohaska es un hombre paradójico que petrifica con su mirada los acontecimientos, pero del que no se conserva una sola imagen.
Medusa indaga en el gran drama del arte en la Modernidad. El arte de Prohaska se hace consciente de la monstruosidad de este siglo y, ante la imposibilidad de ser una forma de consuelo, se erige como una manera de reflejar y detallar la realidad. No cabe más solución que la de retratar ese horror y convertirlo, como hace Prohaska, en una forma de conducirnos hacia la reflexión. O el arte tiene en consideración las experiencias terribles que se suceden en la realidad y sus consecuencias, o se convierte en una banalidad sin fundamento. ¿Cómo debemos enfrentarnos a los desastres de la Historia? ¿Cómo debe ser la mirada del artista ante tanta destrucción? No parece baladí señalar la clave actual en que puede leerse esta novela.
Menéndez Salmón ha construido una novela compleja y densa en la se interroga sobre algunos temas que ya forman parte del esqueleto de su poética: la familia, la crueldad, el horror, el anhelo y el fracaso…Medusa no esquiva las grandes preguntas y las verdades incómodas que se plantean en este libro intentan sacudir al lector y le impelen a reflexionar sobre su manera de ver y sentir el mundo. En este sentido, la mirada de Ricardo Menéndez Salmón, como la de Prohaska, viene de atrás pero no se detiene: se arriesga a buscar en el horizonte sin complejos.
Si quieres, puedes participar en el foro «El arte que no refleja la monstruosidad es intrascendente» ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?