Coloquio de los socios: Kentukis, de Samanta Schweblin

Por Rosa María Díez Cobo

Fisheye Placebo

Nuestra segunda sesión sobre Kentukis (2018) de Samanta Schweblin ha resultado en un fructífero debate que ha puesto en evidencia el interés que la lectura ha suscitado entre nuestros lectores. Y es que la segunda novela de esta afamada autora argentina no puede dejar indiferente a nadie. El núcleo de la narrativa, como ha remarcado la mayoría de nuestros contertulios, aborda una materia tremendamente sensible en nuestra sociedad contemporánea: la interacción del ser humano con las tecnologías de la comunicación y el ocio.

Ha existido consenso sobre las sensaciones que ha provocado la lectura: «turbia», «perturbadora», «inquietante», «oscura», «rara», entre otros, han sido adjetivos que distintos participantes han aplicado al texto manifestando el fuerte impacto que ha causado. Al mismo tiempo, la mayoría no han dudado en calificar la obra muy elogiosamente aludiendo a ella, por ejemplo, como «atrapante» o «pedazo de novela». Esta paradoja entre la incomodidad y la atracción es, justamente, la que Schweblin genera en la mayoría de sus creaciones, desentrañando los ángulos más oscuros y desagradables de nuestra esencia humana.

Una de las virtudes de esta novela es, precisamente, cómo logra, magistralmente, revelarnos nuestros propios demonios, cómo nuestra naturaleza queda expuesta en sus mínimos entresijos a través de tramas muy diversas que cubren diversos espectros de rasgos personales y con los que no es difícil identificarse. Una de las participantes, muy certeramente, se ha referido a esta cuestión calificándola como de «brutalidad de la intimidad» ya que el dispositivo kentuki representa la última frontera para la consecución del voyerismo-exhibicionismo que propicia el mundo digital actual.

Llamativo para muchos ha resultado también el grado de tensión y violencia que destilan la mayoría de tramas que constituyen el entramado del libro. Todas las historias, en uno u otro modo, reflejan condiciones personales negativas. Desamparo, fracaso, soledad, abandono y, sobre todo, por encima de todo, a modo de elemento abarcador que unifica todas las tramas, la incomunicación. Cada uno de los múltiples personajes que recorren la novela acarrea existencias donde se sienten desconectados de su entorno, aislados. El kentuki, bien en su versión de dispositivo que introduces en tu vida, o como código con el que consigues acceder al día a día del dueño de uno de estos artefactos, repara, en cierto modo, estas necesidades y carencias y canaliza el desafecto y los miedos. La consecuencia de esto, sin embargo, a la postre, es que en todos los casos, los protagonistas confunden o incluso llegan a primar su vida digital por encima de su existencia física, «real».

El perfil de algunos personajes como Emilia, Marvin o Alina ha atraído el interés de los lectores ya que, en modos diversos encarnan tipos que nos resultan muy próximos en nuestra actualidad. La mujer mayor que colma sus necesidades de afecto y cuidado a través del kentuki que maneja, el niño desamparado que vuelca sus privaciones afectivas en el intrigante mundo que se le abre más allá de la pantalla, o la joven que ve frustrada su realización personal y amorosa y desata su ira y desesperación en el kentuki que ha adquirido. Estos y otros personajes son espejo de nosotros mismos y, por eso, sin duda, la conmoción que sufrimos al leer Kentukis es más profunda.

Aunque ha existido bastante unanimidad en las opiniones favorables sobre la lectura, algunos lectores han planteado también visiones críticas entre las cuales cabe destacar que, para algunos, la alternancia de tramas ha generado cierta confusión y, para otros, el planteamiento general de la obra no ha sido particularmente original siendo este, en principio, un tema que, sobre todo desde el cine, ya se ha abordado desde hace décadas. Sin embargo, en lo que hemos estado de acuerdo es que, si bien el tópico de la amenaza tecnológica sobre la individualidad y psique humanas no es del todo novedoso, sí lo es la forma de exponerlo. En definitiva, como decíamos al inicio, es una lectura que no deja indiferente y que por el contrario, invita a una honda reflexión sobre quiénes somos y hacia dónde caminamos en este momento donde la globalización y la hipertecnologización ya no son un futuro distópico, son la realidad cotidiana en la que nos movemos.

 


Privacidad, intimidad, conceptos susceptibles de distinción pero interrelacionados, incluso concéntricos, en cuanto que el primero comprende al segundo, son valores que hay que preservar porque ambos, a su vez, integran la «dignidad» de la persona. Las tecnologías no lo ponen fácil, según acredita la experiencia.

EN: Mozo Seoane, Antonio. Los límites de la tecnología: Marco ético y regulación jurídica. Madrid: Reus, 2021 (pág. 155)

8 comentarios en “Coloquio de los socios: Kentukis, de Samanta Schweblin

  1. Carmen Rodríguez Campo

    Los personajes que más me han gustado han sido, sin ninguna duda, el de Emilia y el de Marvin. En lo que se refiere al primero, Emilia me ha recordado a mi abuelita y a cómo muchos de nuestros mayores se esfuerzan por integrarse (en nuestra sociedad, no en la de la novela) a las nuevas tecnologías. En la obra, observamos cómo Emilia acaba cuidando a Eva como si de una hija suya se tratase y, también, observamos cómo se acaba enganchando al hecho de observarla y de cuidarla hasta que llega un punto que esto termina jugando en su contra. Por otro lado, Marvin refleja el enganche que «sufren» muchos de los adolescentes a la hora de situarse frente a la pantalla del ordenador. Quizás la autora esté demostrando cómo de adictiva es esta y la de cosas que se pierden del día a día por colocarse frente a ella.

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  2. Marina Torre Gómez

    «Kentukis» es un libro que me ha gustado mucho por diversos aspectos. Para empezar, la estructura de pequeños cuentos siempre me parece muy atractiva e incluso, adictiva, ya que sigues leyendo otro capítulo más hasta casi acabar el libro por completo. Evidentemente, el argumento de las diferentes historias me pareció fascinante a la vez que oscura (especialmente la historia de Alina y la de Enzo) aunque sí que es verdad que me hubiera gustado que hubiera un mayor desarrollo en aquellos cuentos a los cuales se dedica únicamente un capítulo en la obra. Me encantó el libro pero algo que no se puede negar, es lo perturbadoras que llegan a ser sus historias, mostrando una violencia en todos ellos que nos conduce a sentirnos incómodos (pero seguimos mirando por el «morbo» de apreciar el «espectáculo»). Estoy deseando leer más obras de esta autora.

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  3. Marina Torre Gómez

    Yo cuando empecé a leer la historia me di cuenta de lo que en realidad representaban la figura de los Kentukis, que un completo desconocido controla tu vida y cada movimiento que haces pero con la figura de un «peluche adorable» (como intentando que sea menos siniestro). La gente puede pensar que esto es ciencia ficción, pero a mí no me parece nada descabellado, pues ya vivimos con el miedo/placer (en función de la persona) de ser observados por auténticos desconocidos y el qué hacen con tu información privada personal (como por ejemplo Google, Alexa, Siri, Facebook o incluso llegar a tapar la cámara de los dispositivos por si alguien la hackea). Este hecho lo único que hace es aterrorizarme cada vez más cuando pienso en la novela, porque lo veo algo posible en un futuro no muy lejano, cuando nuestra privacidad esté abierta a un servidor del cual no sabemos ni su identidad ni sus intenciones.

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  4. Julia María Izquierdo Lorenzana

    El coloquio de hoy me ha servido para reafirmar ciertas sensaciones vividas durante la lectura y también para ampliar mi visión sobre otras referencias y antecedentes que tienen varios puntos en común con esta obra. Lo que más me ha sorprendido de ‘Kentukis’ es la atmósfera oscura y grotesca que, lejos de producirme rechazo, ha conseguido atraparme por completo. Aunque sentía que no me gustaba lo que estaba pasando (o lo que presentía que estaba a punto de suceder), no podía parar de leer. Sin duda, Samanta Schweblin sabe sacar provecho de las emociones ‘negativas’, tales como la incomodidad y la perturbación, y utilizarlas a su favor, convirtiendo las historias en una obra coherente, emocionante y muy atractiva.

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  5. Julia María Izquierdo Lorenzana

    Por otro lado, y como ya comentaron varios lectores durante el coloquio, el hecho de que la estructura no sea continua me ha parecido original y confuso a la vez. Al principio me ha costado entender el mecanismo de la obra y he tenido que hacer anotaciones para no perderme continuamente y poder seguir la trama. No obstante, una vez me acostumbré a esta estructura alterna, todo comenzó a ser más ‘dinámico’ y me enganché por completo a la obra. En general, diría que es una obra muy amena (yo la leí de una tirada), que condensa un montón de emociones y que te deja con un sabor ‘agridulce’ al finalizar la lectura, ya que por un lado sientes que la has disfrutado, pero por otro sientes que ‘algo no está bien’. A mí el final me dejó un poco trastocada. Aún así, leeré más obras de esta autora.

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  6. Sara Pol

    El inicio de la lectura me pareció bastante raro pero a medida que el libro iba avanzando la historia me resultó entretenida. Al igual que mis compañeros también pienso que la estructura es confusa. Lo que más me ha sorprendido de esta obra es que en realidad no nos damos cuenta de que estamos constantemente vigilados por las tecnologías en manos de gente extraña que en este caso son peluches con forma adorable pero que inspiran terror. La idea que plasma la autora en esta novela no me parece nada fuera de la realidad ya que todo nuestro mundo gira en torno a sentirnos observados y cada vez tenemos más necesidad de sentirnos deseados.

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  7. Judith Pascual Pozurama

    Enseguida pensé en la serie «Black mirror». Lo que sucede es muy verosímil, no estoy segura si llega a ser ciencia ficción, porque la tecnología es muy actual.

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  8. Judith Pascual Pozurama

    La premisa me parece interesante, lo que la mejora es el despliegue de personajes. Son increíblemente variados, y cada uno se adapta (o no) a la existencia de este nuevo “juguete” como puede.

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