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El cuento de la criada: Coloquio

 

Por Ana Abello Verano

 

El jueves 23 de noviembre nos reunimos los socios del Club de Lectura para realizar el coloquio participativo relativo a El Cuento de la criada, célebre novela de la escritora canadiense Margaret Atwood. Tan fructífero resultó el debate que las dos horas de las que disponíamos se quedaron cortas para abordar una obra tan rica en matices.

Guiados por las atinadas preguntas de Rosa María Díez Cobo  en su guía a la lectura, la reunión comenzó con el visionado de un fragmento de la serie de HBO, donde la propia autora realiza un cameo. La comparación entre la adaptación y la ficción original, analizando sus semejanzas y diferencias en cuanto a la caracterización de los personajes, la estructura temporal o el tema de la identidad, animó el diálogo entre los participantes.

 

Algunas de las primeras preguntas que se intentaron resolver fueron las siguientes: ¿Es tan irreal la trama? ¿Podría ocurrir todo lo que en ella se relata en un futuro cercano? ¿Hasta qué punto contiene una crítica sobre nuestra sociedad y su dinámica? Todo parece indicar que la distopía es un idóneo cauce expresivo para aproximarse a  las sombras del presente y del propio individuo. Conviene resaltar que la autora ha remarcado en numerosas ocasiones que su escritura participa de la «ciencia ficción social» o «ficción especulativa», lo que implica una honda reflexión sobre la condición humana, algo que han puesto de manifiesto muchos socios en sus comentarios. La mayor parte coincidió en señalar que configura una narración perturbadora, capaz de remover conciencias. Y más aún conociendo el sustento histórico y social del que se sirvió la autora para construir la historia.

Interesantes fueron las intervenciones de aquellos que afirmaron que solo las mujeres lectoras pueden percibir en toda su magnitud esta novela y captar el desgarro de los personajes que integran esa sociedad patriarcal donde la anulación de la figura femenina es total. Esta idea nos hizo reflexionar sobre la etiqueta de «literatura femenina» para referirse a este tipo de composiciones —algo que aclara la autora en el prólogo a la nueva edición— y la pervivencia o no de los derechos conseguidos. Incidimos en que las Criadas deben renunciar a su vida pasada y asumir su destino, concretado en una función meramente procreadora y la falta de auténticos derechos, a cambio de cierto grado de protección.

Sara Morante

Otra cuestión que se planteó fue el sentido del epílogo, de insertar ese doble final o lectura a posteriori que cambia la visión del libro. Las «Notas históricas sobre El Cuento de la criada» se ubican en un momento histórico distante, donde ya no existe el estado de represión retratado en Gilead pero donde es posible estudiar todo lo que ocurrió desde múltiples puntos de vista. A través del marco contextual de un congreso académico, se procede, con altas dosis de ironía y sarcasmo, a la normalización de la situación pasada. Las consideraciones sobre la pertinencia del epílogo fueron variadas. Si hubo quienes lo calificaron de añadido del todo innecesario, otros subrayaron la función complementaria que la autora otorgó al mismo y la crítica que encarna hacia el tiempo presente.

No se dejaron de lado asuntos como la construcción del poder, la dialéctica entre el sistema y las individualidades, el miedo como base para construir un estado opresor o el papel de la lectura. Por lo que se refiere al mecanismo de control, examinamos la jerarquía de mujeres que muestra la novela y si el cargo de las Tías como adoctrinadoras en el Centro Rojo pueda tener algún tipo de justificación. El hecho de que estos personajes sean los encargados de someter a otras mujeres a un pensamiento teocrático generó un fluido intercambio de opiniones. Tratando de responder a por qué se ha erradicado la lectura y la escritura en Gilead, se apuntó a que ambas promueven la interpretación, la imaginación y la capacidad para recapacitar sobre las experiencias vitales. En un contexto de férreo autoritarismo, la supresión de la lectura es otra forma más de deshumanización. Hay que recordar que no hay letras en ningún establecimiento comercial y que los personajes carecen de nombre propio y, por lo tanto, de identidad. Fuertemente simbólica para los asistentes fue la alusión al juego de scrabble entre el Comandante y la protagonista, que enlaza con la construcción de significados y la atracción por lo prohibido. En este sentido, advertimos que no es casual que se integre en el seno de la trama, puesto que «no gana el que mejor conoce las palabras, sino el que mejor las utiliza». La dominación de la situación recae en la persona o las personas que tienen  el poder absoluto de las palabras.

Para finalizar el coloquio, aludimos a la relevancia de los colores como estrategia para clasificar y organizar la sociedad representada por Atwood y a la fuerte connotación que contienen, especialmente el rojo con el que se identifica a las Criadas. No nos olvidamos tampoco del simbolismo que adquieren las flores a lo largo de las disertaciones de Defred —especialmente los tulipanes como metáfora de la condición de las mujeres, tal y como ha investigado Daniele Arciello — y de la función del título, recapacitando sobre la adecuación del sustantivo «cuento» a la hora de catalogar a este tipo de narrativa. Si bien puede aludir a la consideración de la ficción que tiene la protagonista para valerse de su propia realidad, Rosa nos aclaró el homenaje explícito que existe a los Cuentos de Canterbury de Chaucer.

Lo cierto es que todos recalcamos la «lógica implacable» de la novela. Nadie quedó indiferente con su lectura, por el desasosiego que provoca y por las concomitancias que tiene con la historia pasada y, quizás, con la que está por venir.

Mujer sentada (Pablo Picasso, 1960)

Mujer sentada (Pablo Picasso, 1960)

 

Escanciar en copas hueras. El simbolismo del recipiente en “El cuento de la criada”

Por Daniele Arciello

“El cuento de la criada”, edición inglesa de Random House UK (2016)

En la apasionante lectura de El cuento de la criada  nos encontramos con una narración que nos asombra, incluso nos estremece: todo concurre a que nos sintamos desconcertados, perturbados, pero a la vez atraídos por una novela capaz de quitarnos el sueño, mientras que deseamos la salvación del cuerpo y del alma de Defred. ¿Conseguirá escapar de un mundo que no deja ni un rincón falto de opresión, ni un resquicio de esperanza? Tendremos que atrevernos a seguir leyendo para averiguarlo, orientados por una guía hecha para conducirnos hacia el sorprendente remate.

 

 

Además, nosotros como lectores a duras penas nos conformamos con saber la trama, queremos explorar todos los senderos narrativos que nacen de las páginas de Atwood: entre otros, la escritura de género, la distopía, la contaminación del medioambiente, la esclavitud, el sexo y el amor. Pero también la carga simbólica que un sinfín de palabras desprende, desde las flores en el jardín de la mansión hasta los inquietantes “muñecos de nieve” y su sonrisa de sangre.

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El cáliz es una de las más llamativas: en el Cuento se asocia irremediablemente al cuerpo femenino, que “acoge” al cuerpo masculino, muy a menudo sin posibilidad de rechazo. Muchos son los pasajes que remarcan este estado de sumisión. Cuando se fija en los tulipanes, no es solo su color lo que le hace reflexionar sobre su condición:

 

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Los tulipanes están más rojos que nunca, abiertos, ahora no parecen copas sino cálices; es como si se elevaran por sí solos, ¿pero con qué fin? Después de todo, están vacíos. Cuando crecen se vuelven del revés, revientan lentamente y los pétalos se les caen a trozos

 

Poco antes del encuentro “prohibido” con el Comandante, palabras durísimas sintetizan la condición suya y de todas las Criadas:

Somos matrices de dos piernas, eso es todo: somos vasos sagrados, cálices ambulantes.

Y tras la visita nocturna, hay un destello de esperanza, algo de alivio en una existencia hueca como su cuerpo:

Para él ya no soy solamente un cuerpo utilizable. Para él no soy simplemente un buque sin carga, un cáliz sin vino, un horno —que no cuece— al que le faltan los bollos. Para él no estoy simplemente vacía

Aun así, toda la fuerza de la rebelión se derrumba, la identidad se difumina, ya no tiene sentido oponerse a lo que te puede dar muerte por razones insignificantes:

Dios mío, pienso, haré lo que quieras. Ahora que me has perdonado, me destruiré si eso es lo que realmente deseas; me vaciaré realmente, me convertiré en un cáliz. Renunciaré a Nick, me olvidaré de los demás, dejaré de lamentarme. Aceptaré mi sino. Me sacrificaré. Me arrepentiré. Abdicaré. Renunciaré. […] Soy un objeto

Donna oggetto, de Franca Valeria Oliveri (2006)

Son frases que no pueden pasar desapercibidas, nos turban por su sentencia lapidaria: la mujer ha sido cosificada. Punto y aparte.

Tina Escaja

Por otro lado, la situación descrita en el libro nos induce a una “venganza” literaria. He aquí un poema, Penélope, de la poeta y ensayista zamorana Tina Escaja, extraído de Respiración mecánica, en el que los roles de poder se invierten. Inspirándose en la mítica figura de la esposa de Ulises, el hombre amado se convierte en mero objeto sexual, una necesidad hormonal incapaz de satisfacer a la compleja, fuerte e ingeniosa Penélope.

Despojando de su ser todo elemento material para que prevalezca el deseo, es evidente que el hombre ha sido expulsado del centro de una mujer, ella misma y su pasión protagonizan su existencia:

La Tessitrice, de Octavia Monaco (2013)

La Tessitrice, de Octavia Monaco (2013)

Necesito un baño

y una copa de vino

y un amante sin sexo.

Líquido, copa y tú

 

 

 

Aquí también está presente la idea de un recipiente, pero esta vez el amante es “sin sexo”, se trata de algo incorpóreo, anodino, ya no podrá imponerse como autoridad: la mujer es dueña de su destino, y el placer hace que triunfe su emancipación.

Son pruebas concluyentes de que la pluma es más vigorosa que el acero. Podemos usarla como denuncia social, publicando una obra sobre un futuro lejano que tan lejano no es, o con el fin de que nadie ignore las virtudes que la mujer encarna, y que ningún régimen, por muy despótico que sea, logre eliminarlas.

La simbología en la novela de Atwood es muy variada y sugerente: para l@s que deseéis debatir sobre este y otros temas del Cuento de la criada, os recordamos que el coloquio participativo de los socios es hoy a las 19.00 en la Biblioteca de San Isidoro.

 

La tejedora de Verona, de Remedios Varo (1956)

El cuento de la criada: Guía a la lectura

Por Rosa María Díez Cobo

(Si lo deseas, puedes ver el documento de la  sesión de presentación)

Margaret Atwood

Margaret Atwood, 2013 (Fotografía, Jean Malek)

Margaret Atwood, 2013 (Fotografía, Jean Malek)

Margaret Atwood (Ottawa, Canadá, 1939) es una de las grandes voces de la literatura canadiense y de la literatura contemporánea en lengua inglesa a nivel mundial. Es una autora sumamente prolífica y posee un variopinto rango de intereses personales que, en gran medida, se traslucen en sus textos literarios.

De niña, creció en los bosques del norte de las provincias de Ontario y Quebec lo que fue origen de su gran interés y amor por los animales, la naturaleza y su posición militante en defensa del medio ambiente. No recibió educación formal hasta los 8 años, cuando empezó a acudir al colegio. Posteriormente, se formó en las universidades de Toronto, Cambridge (Massachusetts) y Harvard. Ha sido docente de lengua y literatura inglesa en diversas universidades canadienses y estadounidenses.

Es autora de más de cuarenta obras de ficción (novelas y colecciones de cuentos), narrativa infantil, poesía, volúmenes de teoría y crítica literaria, novelas gráficas, guiones para teatro, televisión, cine y libretos operísticos. De entre su extensa obra, podemos destacar sus novelas The Edible Woman (1969); Life before Man (1979); Cat’s Eye (1988); The Robber Bride (1993); Alias Grace (1996); The Blind Assassin (2000); Oryx and Crake (2003); The Penelopiad (2005); The Year of the Flood (2009); Maddaddam (2013), etc. Su última novela, publicada en 2016, Hag-Seed, revisita la obra teatral de Shakespeare The Tempest.

The Door (2007) es su último volumen publicado de poesía y su última colección de relatos es Stone Mattress: Nine Tales (2014). En 2017 también ha visto la luz su novela gráfica Angel Catbird, último volumen de una trilogía protagonizada por un peculiar héroe: un gato-ave.

Por último, de entre su obra ensayística, cabe destacar Survival: A Thematic Guide to Canadian Literature (1972), un estudio y defensa de la independencia de la literatura canadiense en un tiempo en el que, en círculos académicos, se consideraba como de inferior categoría frente a la literatura británica e incluso estadounidense. Sus últimas obras no ficcionales son Payback: Debt and the Shadow Side of Wealth (2008) y In Other Worlds: SF and the Human Imagination (2011).

Varias de sus obras, entre ellas El cuento de la criada, se han adaptado al cine o a la televisión. La propia autora, en algunos casos, como en la adaptación de El cuento de la criada a la famosa serie de la HBO, ha participado como guionista en el proyecto. Incluso su novela Maddaddam se ha versionado en formato de videojuego.

Atwood ha recibido numerosos premios y reconocimientos nacionales e internacionales; entre ellos, podemos destacar: Booker Prize (2000); Príncipe de Asturias de las Letras (2008); Arthur C. Clarke Award for Imagination in Service to Society (2015); Franz Kafka International Literary Prize (2017); PEN Center USA Lifetime Achievement Award (2017), etc. Por El cuento de la criada fue nominada para diversos premios, obteniendo el Governor General’s Award for English language fiction (1985) y el Arthur C. Clarke (1987).

Si quieres conocer la bibliografía completa de esta autora, explora este enlace que te remitirá a su página web personal.

 

Poética narrativa de Margaret Atwood

Su vasta obra alberga multitud de temas e intereses, de los que podemos destacar los siguientes, sobre todo en referencia a sus creaciones en prosa:

  • Pese a que la autora siempre matiza su interpretación del concepto «feminismo», muchas de sus obras pueden ser encuadrables dentro de la categoría de «ficción feminista» por el protagonismo del que dota a sus personajes femeninos –apenas existen narradores masculinos en sus obras– y por la lucha, en pro de su condición y derechos de muchos de estos personajes.
  • El cuerpo, como espacio de reivindicación y lucha, en especial en el caso de personajes femeninos, es un tópico que cobra especial relevancia en sus textos.
  • Muchas de sus tramas se sitúan en escenarios distópicos o postapocalípticos. Sin embargo, la autora siempre ha rechazado el encuadre de sus producciones bajo el concepto de «ciencia ficción» y ha reivindicado como más apto el de «ficción especulativa» o el de «ciencia ficción social». De hecho, es famosa su irónica afirmación de que sus novelas «no se refieren a calamares en el espacio exterior» [«talking squids in outer space.»]. Esto no implica que, en muchas obras de ficción especulativa de la autora, se aluda a innovaciones tecnológicas y, sobre todo, a los avances de la biotecnología.
  • La autora no solo ha explorado los horizontes de la «ficción especulativa» sino que, también, en algunas otras de sus narrativas, ha dado cabida a diversos enfoques de lo insólito: el gótico, lo fantástico, etc.
  • Las tramas y personajes de Atwood se encuentran bien basados en términos históricos y geográficos; la autora busca apoyatura en fundamentos «plausibles» para desarrollar sus mundos ficticios.
  • Su militancia política se refleja de forma muy abierta en sus obras donde, entre otras causas, se desarrollan situaciones sociales, económicas y/o medioambientales, que aluden a las amenazas que sufre, en la realidad, la humanidad y el planeta.
  • El examen de la tensión ética a la que se ven sometidos los personajes, cuando el medio en el que se mueven incentiva actos de injusticia o crueldad, es también común en algunas de sus obras.
  • La memoria y el pasado son fundamentales en muchas de sus ficciones: la situación de los eventos narrados, del estado de los personajes, se explica a través de un entramado de flashbacks que permite al lector reconstruir y posicionarse sobre el presente que se narra. Se pudiera afirmar, en este sentido, que Atwood nos presenta una arqueología emocional de sus personajes.
  • Destaca el uso de la primera persona en muchas de sus ficciones; se dota así a  los protagonistas de un fuerte poder evocatorio en cuanto a la narración y construcción  de su identidad y de sus circunstancias.
  • Sus personajes suelen presentársenos en un momento de crisis existencial, de encrucijada personal, y muchas de sus narrativas quedan suspendidas en el momento crucial, cuando el personaje ya ha optado por tomar decisiones y salir de su difícil coyuntura.
  • La ironía es una de las estrategias textuales que la autora usa con frecuencia.
  • Pese a la visión mayormente negativa del mundo y de la sociedad que se trasluce en sus novelas, Atwood suele abrir resquicios a una lectura positiva, a la confianza en que el poder de la creatividad y de las voluntades individuales superarán las dificultades y conflictos.
  • Al igual que en su obra crítica, Atwood emplaza algunas de sus tramas en espacios geográficos canadienses, y reconstruye episodios de su historia (metaficción historiográfica) aportándole visibilidad a un territorio que, según ella habría sido relegado e ignorado dentro del mundo anglosajón y, en especial, en la relación cultural con su vecino del sur, Estados Unidos.

Las palabras de la autora

Margaret Atwood puede ser calificada de «celebridad» literaria a nivel internacional y, por ello, y por su activismo político y sus diversos compromisos ideológicos, existen numerosas entrevistas a la autora que se pueden localizar en medios escritos y audiovisuales. Aquí puedes explorar varios de ellos:

  • RTVE (05/05/2013). Página 2. Entrevista: Margaret Atwood (vídeo):

  • Noticiero cultural (Cuba) (10/02/2017). Entrevista con Margaret Atwood (vídeo):

 

En relación a El cuento de la criada y del género de la distopía, Atwood desvela algunas claves en la siguiente declaración:

El cuento de la criada tiene un enorme significado en EE.UU. ahora, sobre todo por el intento de controlar a las mujeres, pero aún no estamos en esa América. Las novelas distópicas pueden cambiar la forma en que la gente ve las noticias, lo que podría pasar. No sabemos cómo va a ser el futuro, pero si una novela te influye puede que tomes medidas para cambiar las cosas. Por eso muchos novelistas del S.XIX escribieron las novelas que escribieron. Víctor Hugo estaba bastante interesado en el estado policial y La cabaña del tío Tom fue decisiva en el movimiento abolicionista. Comprendemos mejor con historias que con números; tenemos una habilidad innata para entender historias, pero nos tienen que enseñar álgebra.

El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale)

Información contenida en la contraportada

Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.

En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.

Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.

 

Estructura y contenido del libro

Dentro de la bibliografía de la autora, El cuento de la criada se ha convertido en su obra más señera y reconocida. Margaret Atwood recoge en este libro algunos de sus principales intereses literarios e inquietudes sociales.

El libro se puede entender como el diario de una anónima protagonista que nos relata un cambio histórico radical acontecido en Estados Unidos y el mundo en general, y que ella ha experimentado de la forma más brutal posible. El relato se compone de 15 secciones de desigual longitud y que poseen diversos títulos, aunque el de «Noche» se reitera en diversas secciones. La novela se cierra con un epílogo «Notas históricas sobre El cuento de la criada» que aporta una lectura crítica, e histórica, sorprendente sobre el resto del texto.

Algunos temas principales de esta narrativa que cabe destacar son:

▪ el riesgo de que acontezcan retrocesos sociales en estados democráticos y la irrupción, como consecuencia, de sociedades totalitarias, de signo teocrático

▪ la hipocresía latente en muchos estados u organizaciones de tipo represivo o dictatorial.

▪ la represión femenina, externa y autoimpuesta, a manos de estructuras sociales y religiosas de carácter conservador y puritano.

▪ la capacidad de superación y de lucha del individuo cuando se asocia con iguales para alcanzar un fin liberatorio y/o justo.

▪ las posibilidades del texto de ficción de rescatar historias silenciadas.

Lectura

Una narrativa tan cargada de conexiones, símbolos y connotaciones, que incluso trascienden la ficcionalidad de la propia obra, origina muchas posibles preguntas para la reflexión. Algunas que se pueden abordar en una lectura crítica serían:

  • La novela se abre con tres epígrafes: una cita del Génesis bíblico, una frase tomada de la obra satírica del británico Jonathan Swift Una humilde propuesta (1729) y un proverbio sufí, ¿qué nos aportan estos tres paratextos iniciales para la interpretación de la obra?
  • El cuerpo principal de la narración, el relato de Defred, se desarrolla en primera persona, ¿por qué crees que la autora ha elegido este punto de vista narrativo? ¿qué aporta a nuestra comprensión del texto?
  • La protagonista del relato es anónima y, según se nos revela en las últimas páginas, el título de la obra fue añadido muy posteriormente por terceras personas, ¿crees que el nombre «cuento» es idóneo para calificar esta narrativa y por qué motivos lo sería (o no)?
  • Aunque la narración se desarrolla en un estado ficticio, Gilead, hay una serie de coordenadas histórico-geográficas que nos evocan nuestro propio mundo, ¿cuáles son estas? ¿con qué fin crees que la autora las emplea?
  • El estado represor de Gilead plantea un retorno a un tradicionalismo social y cultural exacerbado, de fundamento religioso puritano que afecta, en especial, al papel que juegan las mujeres en la sociedad, ¿qué evoca la jerarquía de mujeres que se establece en Gilead? ¿cuál sería su justificación?
  • Uno de los signos más visibles del rol de las mujeres en Gilead se relaciona con sus atuendos y los colores de estos, ¿qué simbolizan cada uno de estos colores? ¿qué importancia tendría, en un hipotético estado represor de la libertad femenina, una estrategia de este tipo?
  • La erradicación de la lectura y la escritura entre las criadas es una de las medidas más contundentes del gobierno de Gilead, ¿por qué un gobierno autoritario y con un nivel de control tan férreo sobre sus ciudadanos se molestaría en  hacer algo así? ¿conoces otras obras literarias que planteen este tema?
  • «Nolite te bastardes carborundorum» es un mensaje en clave que Defred descubre en su habitación y que le infunde una cierta esperanza, ¿qué reflexiones te suscita esta frase «en latín»?
  • El cierre de la obra, las «Notas históricas», cambia nuestra percepción del resto del libro, ¿en qué medida sucede esto? ¿cómo interpretas el tono jocoso del conferenciante (Pieixoto)? ¿qué te sugieren afirmaciones de este conferenciante como «nuestra misión no consiste en censurar sino en comprender»?
  • A la luz de las características que hemos considerado sobre el concepto «distopía», ¿qué tipo de texto distópico sería El cuento de la criada? ¿qué características propias presenta esta obra como narración distópica?
  • Atwood siempre ha mostrado su deseo de escribir ficciones «especulativas», que sean plausibles de acuerdo a nuestro concepto del mundo, ¿crees que lo consigue? ¿podría algo como lo narrado en El cuento de la criada ocurrir en algún lugar del mundo que conocemos?
  • Las «Notas históricas» reflexionan sobre la veracidad de la historia del texto anónimo y sobre su naturaleza de una forma académica incluso fría, ¿pero, dentro de su misma «frialdad», qué sugiere respecto al posible destino de la narradora de El cuento de la criada? ¿crees que se puede suponer que su fin, de haber existido ella, ha sido positivo o negativo?